Friday, October 21, 2011

Las angustias colombinas de El Amola'o / 40 / Narrativa boricua



CARLOS LOPEZ DZUR / Indice / Las hienas

Capítulo Cuarenta
Las angustias colombinas de El Amola'o

«Eran todos jóvenes, que ninguno vi de más de 30 años. Muy bien hechos, de fermosos cuerpos, altos y fuertes. Andan todos desnudos, como su madre los parió, y también las mujeres, pero no vi más que una buenamoza»: Cristóbal Colón
Al Alcalde de Cataño, Edwin Rivera Sierra, lo llaman El Amola'o. Hoy está recargado de tristeza, con 600 toneladas de pena. La angustia de lo sentimental lo apabulla. Fracasos que, siendo de menor cuantía, él les da 300 pies de altura y lo subdivide en 2,770 piezas en añicos, cuasi lágrimas y, según destaca él, que no hispanófilo ni nada que se parezca, la fecha conmemorativa lo amola.

«¿Es Día de Colón?»

«¡No! Es día del Descubrimiento», corrije.

Zurab Tsereteli construyó una estatua para conmemorar el aniversario 500 de la llegada de Colón al Nuevo Mundo (¿realmente nuevo para quién?) en el 1492. Rivera Sierra se sintió tan heroico cuando hizo la negociación. «Si la venden, la quiero». Se había envalentondo como un finaciero que temerariamente pondría el dinero en lo que quiere. Claro, dinero municipal, no suyo.

Y, como 'Alcalde latino', se enredó en una serie de elucubraciones sobre los histórico y lo epopéyico. Se dio unas 'palmolives' y fue a buscar al ruso: «Tengo entendido que la primera oferta de venta de la estatua se hizo a New York, Baltimore y otras grandes ciudades y que, por la ignorancia sobre las cosas latinas, los alcaldes rechazaron las opciones de comprarla... pues, yo soy Edwin el Honorable Amola'o de Cataño City, in Puerto Rico USA y, si usted me la pone en el puerto, yo se la compro».

«Trato hecho», le dijo Zurab Tsereteli, el loco del invento.

De lo que realmente el Amola'o es sabedor es del delicioso sabor de las 'palmolives', elíxir que bebe directito de la boquilla de sus botellas verdes, alude a las Heineken. Y mucho que empina el codo, más que Severo Colberg en sus tiempos, a fin de extraer el conocimiento.

En síntesis, él se fue por la pinta de cientos de fotografías. «Esto es más gigantesco que 30 gigantes de Carolina, puestos uno encima del otro. Esta gigantez pondrá una islita tan pequeña como Puerto Rico en el mapa de las enormidades», reflexionaba el Amola'o para justificar la compra.

Por supuesto, en aras de ayudar al turismo de Cataño, hizo el pago. No se robó ni un centavo partido por la mitad. «El costo es alto; pero la intención mía es buena y los beneficios futuros pondrán mi nombre en libros de historia».

En casi tres años que han pasado, esta pena duele. Se extravian muchas cosas en el curso de los años, mas no la memoria de la frustración que a su mente trajo la fecha: 12 de octubre. Ahora se da sus heinekazos, palmo-aliviando la pena.

«¿De qué fecha y año es que hablamos, Amolao?»

«¡No relajen así con mi pena!», advierte. Dice que sobre Historia realmente no sabe nada. Quizás un poquito de turismo porque es responsabilidad de un alcalde que quiere a su pueblo. «La historia, con sus detalles precisos, se la dejo a los independentistas». Ante sí, ya acaloradito por un semi-mareo, ubica a ciertos vecinos que le se acercaron, penepés como él, que lo eligieron con sus votos y ahora lo oyen. Le sonríen cada vez que echa sus ruidosos eructos, «es la llenura por las cervecitas», o escupe lamentos.

De remate, entonces, juzgan que él está más loco que cuerdo. Rivera Sierra protesta. Insiste que locura no es. «Más loco está Chemo, alcalde de Canóvanas, que atrapa moscas gigantes, con tarros de machos cabríos y patas de viejas flacas». Definido como sentimiento, ésta es una pena que tiene que ver con la burocracia portuaria, la irresponsabilidad de agencias gubernamentales, el Instituto de Cultura, Turismo, Fomento, gente en la que confiaba para este proyecto y que no le dieron las facilidades técnicas, logísticas y colaboración que él requería para colocar la Estatua de Cristóbal Colón, sea genovés, griego o judío, frente a la Bahía de San Juan.

«La estatua costó mucho dinero y, por ella, casi endeudo al pueblo».

En fin, que pasó el primer año y se lo comían las ansias de ver aquel gigantesco monigote del Admirante, ya con sus fierros armados y erguido en tierra de Cataño, mirando hacia la bahía. «Paciencia, Amolao». Le han platicado sobre un parque temático que incluya alguno de los galeones que se puedan rescatar del fondo del mar, acorde al proyecto de la Senadora Evelyn Vázquez. Sin embargo, a ella le dijeron que era una disparatera, que eso de pesquisar tesoros y galeones no es pragmático, viable, costo-eficiente, sino echar dinero al mar.

También maestros de las escuelas sugieren que los niños contribuyan al proyecto.

«¿Cómo?»

Que sean personajes, «as re--enactors who stage Colombus voyages on an effort to create [a Discovery] park, and it will draw in tourism».

Le atrajo la idea. Los entusiastas maestros alucinaban, junto a él, ese momento en que 120 chiquillos escolares, de Cataño, interpretasen a marinos, piojosos y hambrientos, primeros europeos en llegar a la Isla, haría 518 años, según le explicaron. Agregaron el detalle «que más parecían almas en pena» y que no fueron tres carabelas ni tenían los nombres alegados.

«Yo sólo cumplo con traer a un Colón con 300 pies de altura. Yo ví las fotos», pero pasó el año y, tras que el monumento vino dentro una cajas machucadas, todo se complicó por estar en añicos o piezas, como de un rompecabezas de 600 toneladas de peso y que ningún condena'o cabrón sabe armar, o componer ni atreverse a seguir el plano, con instrucciones... Imagine usted, concejal, que me hubiese vendido de ñapa las esculturas de tres carabelas La Pinta, La Niña y la Santa María».

«No, don Edwin, que las carabelas fueron dos. No tres».

«¡Qué sé yo cuántas fueron! Hay que esperar que Evelyn Vázquez encuentre esos galeones! Y, como le digo, los detalles precisos de la Historia se los dejo a los independentistas».

«La que hoy llaman la Santa María fue el buque llamado María Galante;según se registra en documento en Sevilla, pero, cuando a los tripulantes y al capitán de mando, el Buen Colón, les cae la macacoa y empiezan las penurias del viaje, él rebautizó la nave al pedir la protección divina de la Virgen Santísima»

«Bueno, todo eso estaba bien que me lo dijeran el primer año y aún en el segundo año; pero se inicia el tercero y las noticias son malas. Las cajas están en el puerto de Mayagüez, en mal estado y allá el Alcalde no las quiere... Quieren tirarlas como basura ¡Que si no las recogemos, me amenazan, que las sembrarán como abono o ñames de hierro en un platanal de Arecibo! ¡Qué barbaridad, coño! Y eso, en mis sentimientos, es como despreciarme a mí. Me apuña el alma. Es como, si yo por dar un regalo a Cataño, a San Juan, mereciera reprimenda y duele que te digan: 'métete ese monigote de Colón por el culo', ¿ve?»

«¿Te imaginas, Edwin? que si se hubiese aprobado el proyecto de Evelyn Vázquez, con fondos asignados para buscar galeones, que seas tú quien pongas un clasificado en diarios de Nueva York, para que se busque a la nave Santamaría, y que se pueda despejar el misterio del por qué se llamó María Galante; y que si se pudiera establecer el vínculo entre esa María Galante y la María Magdalena, pecadora, que Rivera Schatz acusara, te hagas famoso... y venga el Discovery Channel a hacer una entrevista y darle una compensación, ¿ah? Imagino que supíste lo que pasó en el Senado con la María Galante, la pecadora».

«¡Bah! Estoy enojado con las instituciones de Puerto Rico. Si no iban a cooperar conmigo, con mis proyectos, ¿por qué me sometieron a esta angustia? Yo era un buen guardia, cumplidor, celoso de mi deber, velar por la seguridad de la gente. Eso es lo que yo sabía mejor, velar que nadie robe ni agreda, dar mi buen macanazo, si hay qué, mandar a callar, dar el tícket sise materialia en justicia una infracción... y llegan los políticos y me meten en viento colao, con ésto de que yo sea Alcalde... confían en que yo lo haga bien, atraigo votos porque la gente me quiere y yo les dije: 'Señores políticos, eso de administrar una ciudad y ponerla en el mapa, exige educación y cultura; yo, por el partido, lo que hago es pegar pasquienes y servir en colectas, velar que no haya robo de las latitas del recaudo y que haya tumbacocos, yendo de allá pa'cá y que los candidatos grandes si vienen se sientan contentos, animados, pero, ¿por qué poner a un guardia amola'o de Alcalde si hay mejores que yo, abogados y médicos?»

«Lo has hecho bien hasta ahora, Edwin. Siempre un chismoso de La Pava criticando, eh».

«Querían que fuese yo el Alcalde, ¿a ver por qué? que si bien soy decente, bien intencionado, me doy mis palmolives, se me bota la canica... No soy incorruptible, trato de serlo. Centavito que sea del PNP y para la Estadidad, centavito que celo. Lo defiendo con uñas y dientes. No robo... y anoche hasta pesadillas tuve, porque usé dinero del pueblo de Cataño para esa estatua que tan incierto destino tiene; ya no sé si hice mal, o hice bien».

«Vamos a ayudarte con eso»

«Soñé con el mar abierto, con las cajas de fierros flotando en la cresta de espumas y, en desnavegamiento. Lo comprado, el ferrerío, se regresaba del puerto de Mayagüez a Palos de Moguer, un pueblo de navegantes, minas rústicas de carbón y pescadores de España... Anoche por no dormir me puse a leer sobre ese pueblito, soñé que me perdí por unos manglares. De aquí mismo, te Cataño... soñé que el bendito muñeco de Colón se perdía, como si quisiera volver a España y ver a la Reina Isabel que lo mandó pa'acá, y en el sueño lo que sucedía es que Colón, en espíritu, no en hierro, avisaba sobre lo malo que están las cosas en Puerto Rico... con instituciones que no funcionan, alcaldías en quiebra, gente robando y los federales, con el ojo al pillo, arrestando criminales de cuello blanco... Se siente lindo ser famoso como Colón, aunque sea en un sueño. En la pesadilla, yo era Colón... Yo no sé cómo tomar este sueño, me deprime mucho que no sepa; pero yo fui Colón por un día y volví a España a dar cuenta de la colonia».

«A lo mejor, meras imaginaciones, don Edwin. O son remordimientos de policía», dice un curioso.

«¡No, no! Anoche no pude dormir potrque soñe que las cajas, con la Estatua construída por el ruso, estaban hecha mierda, pudriéndose por herrumbe y salitre, y al abrirse o romperse las cajas por el embate de las olas, iban como devueltas, soltándose y desguabin^ndose a mar abierto, y yo llamaba al rescate, por ayuda de salvamento, a la Autoridad de Puertos, a los Guardacostas, a la Gobernación, a los aduaneros y ningún contraya'o funcionario, en lo más mínimo cooperativo, me respondía... Coño, legal, es el alcalde de Cataño, Edwin Rivera Sierra, quien pide una ayuda para recobrar una mercancía en alta mar. Que ;llame a Narcóticos y Drogas, jah... No quiero ser deshonesto en este asunto. Que me vayan a fregar diciendo que malgasté fondos, tiré dinero al mar, por maldad... o que tomo las tormentas interminables, intensas, del Trópico tan livianamente que doy excusas de las que después la prensa me pedirá que me disculpe, porque resultan un cinismo, excusas del tipo del ingeniero Cordero... yo ví en el sueño huracanes y ventoleras, como las que el ingeniero Miguel Cordero, de la Autoridad de Energía Eléctrica, mencionara al decir que lavan los focos del alumbrado público para que se pongan más brillantes, y que acaban con los desganches y reducen sustancialmente que se repitan las interrupciones del servicio eléctrico... Lo que pasa es que yo no puedo decir cosas originales y que no pasan en realidad, como esa que dijo Cordero para no dar servicio, o ahorrarse el personal de celadores de línea y mantenimiento... yo soy, sobre todo, un hombre honesto. Lo que yo ví fue una estatua rumbo al mar y no soy marinero, ni sé mucho de estatuas, Ni de arte ni de ninguna cosa».

«¡Te elegimos, Edwin!»

«Usted es nuestro Alcalde, Amolao».

Y echando eructos, lágrimas y alguna flatulencia, por creer que estaba ya en su casa con amigos, recordó lo que un historiador independentista le contaba (quizás por echarle miedo, sabiendo que él es un guardia ignorante, con una educación apenas de preparatoria). El Amolao reacciona con todo lo sentimental y sensiblemente que es y que pueda. Se mete en el escnario síquicodesde el cual hizo las negociaciones para dotar a Cataño del Monumeno Gigantesco y, tal vez, el primer parque temático-turístico sobre el Descubrimiento...

«No me deje mentir, secretario. Me dijo que, a una semana del viaje hacia América, los marinos no aguantaron el hambre y se amotinaron. Que enloquecían por la desesperación y que acusaron a Colón de engañarlos, al decirl que el viaje era seguro y sería más corto que lo que fue».

«Sí. Fue cierto que se amotinaron y hasta querían linchar al Almirante Yo he leído mucho sobre ese asunto. Dí mi lecturita al cuaderno de bitácora del sargento de grumetes, Sebastián de Ecija, quien por el hambre se comió las tiras deshilachadas de su pantalón de lona, con un caldito de agua con sal, para engañar el estómago... Esto si es gracioso. Dijo que el pantalón sabe a carne de cordero y no, precisamente, de Miguel Cordero, porque ese viejito gana de medio millón de dólares para arriba y los flacos somos nosotros», choteaba su amigo y funcionario de la municipalidad.

«Yo me siento culpable, amigos. Saqué una cifra enorme del presupuesto de Cataño para comprar esos fierros que andan por Mayagüez y temo que me hagan una cabronada, por mala fe de los populares, y los tiren al mar y se vayan flotando hacia Palos de Moguer», advierte el Alcalde.

«No te deprimas, Edwin. Si tiran la estatua al mar, si te la desprecian, alega eso... Reunimos la Asamblea. Te preparamos un viaje a Sevilla. Sea que pretextes que vas a buscar la estatua del ruso, y que unos hijosdeputa del Partido Popular, se la llevaron en balsa, o en yate submarino de contrabando, hacia España. Tú te coges unas vacaciones, que bien que las mereces, porque ya el pueblo entero sabe que andas tocadito, o como dices, deprimido y en angustia... y eso es culpa de la maldita política de este país y la mucha presión que nos ponen a nosotros, los mismos PNP, sumados a los populares... Tú mereces unas vacaciones, un descanso o un tratamiento, ya no con las palmolives, terapia de salud, y yo no te voy a dejar abajo, porque yo recuerdo que, cuando unos delincuentes juveniles iban a matar a mi padre viejito, por robar, fuíste y lo salvaste», dijo el Secratrio, ya en calidad de amigo.

Un eructo y una flatulencia de agradecimiento, alusiva a la canción de La Lupe. «¿Pero qué te pedí / que no fuera leal comprensión?»

Cuenta el Amolao que se vio en el sueño como el propio almirante, Colón de carne y hueso, temeroso de no sobrevivir a una próxima sublevación. Me ví tan envejecido y apesadumbrad, como si fuese un anciano.

«Es que yo iba en La Pinta, o tal vez fue la Santamaría».

«En la María Galante, en la María Galante».

«Donde sea. Como le digo, los detalles precisos de la Historia se los dejo a los independentistas».

En el navío en el que iba, como si fuera Colón, el de carne y hueso, inclinado sobre cubierta, medio mareado por las palmolives, vio que flotaran sobre la cresta del oleaje algas podridas enredadas a fierros. Uno era la mano giganteca del Colón de Zurab Tseretel... «y el caso es que yo me sabía ya cerca de la estatua perdida y echada al mar. ¡Puñeta, no sé si iba a Mayagüez a indagar en el Puerto de la Sultana o si iba a Palos de Moguer a consultar al Gobetnador de allá, a la Reina o quien putas sea quien mande allá, por ver si me devuelvan la Estatua que le compré al ruso de mierda».

«¡Qué interesante sueño, señor Alcalde! En la Bitácora del sargento, Sebastián de Ecija, sujeto que consultó el diario de Colón, descubrió que su almirante había escrito: 'Plantas y raíces a estribor. Si hay vegetación, tiene que haber tierra. Estamos muy cerca... ¿Le digo, mi Alcalde? El primero que vio tierra fue Rodrigo de Triana y lo primero que distinguió fue una palma de coco en una playa y en medio de aguaceros y vientos. Le dio miedo y temblaba. La palma asustaba porque parecía un espantapájaro, con los güevos en la boca... Antes habían visto pájaros y, por eso, fue anotado: 'Si hay pájaros, hay tierra'. Es que vieron un recorrido de gaviotas... Cuando vieron tierra, a Colón, el mismo a quien quisieron matar, ahora lo levantaron en hombros, felicitándolo. Claro, si dices que ese Colón del ruso pesa 600 toneladas, se necesitarán los niños de todas las escuelas de Puerto Rico para que hagan esa parte del drama del Descubrimiento, levantar a Colón en vilo... No me guillaré de intérprete de tu sueño, pero, imagino que vas hacia España en aras de vacaciones. Allá te das un buen baño de mar. De acá te llevas una guacamaya de las descritas por Ecija, cuyo plumaje reúne hasta doscientos cincuenta colores... Si vas a España, mira hasta puedo ir contigo, como secretario. Explicas que es un viaje de salud. En parte, de estudios. Que eres un Alcalde, respetado y querido, admirador de Cristóbal Colón uténtico, no el de las leyendas negras y eres colombino en cuanto sabes que había trabajado para grandes mercaderes de Génova. Informas que te identificas con él, porque él sufrió naufragios. igual que tú. Dices que, tras un accidente perdíste una estatua que compraste a un ruso, hará tres años y que es un regalo al pueblo de Puerto Rico... Díle que al Colón que tú admiras es al estudioso de la cartografía, no el aventurero, dedicado a piraterías y perseguido por piratas alguna vez... Sí, el deseo de conocer a Colón te lo inspira su interés en matricularse en la universidad de Coimbra, en Portugal, y de aprender, altas matemáticas, cartografía y astronomía... ¿Cuál es la idea? A lo mejor, que se te ofrez algo, ya gratis, una cortesía por ser alcalde, tal vez la oferta de alguna estatua más pequeña, menos costosa... Parte del problema técnico de eregir esa escultura que compraste es que que más grande que la isla de Puerto Rico. La obra parece el Gigante Atlas, o Neptuno, que sale del fondo del mar».

«¿Te retieres a Charles Atlas, aquel que no tonteaba con aparatos ni cachivaches?»

«¡Bendito no! En verdad, piensa que yo vaya contigo y te asesore. Volviendo a la posibilidad de reuniones oficiales, hay que hablar y promocionar a un Colón que la gente no odie. No hay, en estos días, quien quiera homenajear a Colón porque lo creen un racista, un explotador y engañador, y no lo que fue.... un sabio, alumno de Toscanelli... más malnacido que Colón fue su hijo Diego, zángano e idiota, vividor de la gloria de su padre y más maldito fue el asesino, racista, de Juan Ponce de León y Juan Cerón... Claro, ésto ni lo decimos en España... ¿Qué han hecho con la estatua que regalaste, lo mismo que le hicieron a las esculturas de José Buscaglia sobre un personaje mal entendido, golpeado por la infamia, al que metieron a la cárcel, le quitaron derechos y fue abandonados por todos! ¡Ese sueño tuyo, Edwin, es interesante! Y me hace cuestionar si en el PNP entendemos muy mal la historia e inclusive el arte... porque estamos poniendo estatuas de presidente frente al Capitolio y hacuéndonos ecos de infamias que se dicen sobre Colón».

En cierto modo, estas rflexiones de su amigo lo asustan.

«¡Yo no sabía que a Colón no lo quieren en ninguna parte! Ni que fue expresidiario ni que su hijo mismo lo despreciaba... Tú, que eres un amigo que me quitarías del vicio, la frustración y la angustia, tú que piensas en mi salud, si acaso eres un independentista, no hay cuje. ¡Te quiero! Tráeme a los amigos tuyos, independentistas, socialistas, ateos, macheteros, tecatos, bohemios, a todos qiue vayan a mi casa, la casa del Alcalde y a mi oficina. Vayan a educarme, para que yo no sea tan pendejo, un Chemo Soto busca-gargajos, o gárgolas, o lo que sea lo mismo y se chapacabra igual... Tú, mi Secretario Municipal, muy querido... Lo más lindo de tí, es mque no bebes. ¡Yo sí! Y eso daña, hay o no motivo...Traigo una pena en el alma, como dice la canción porque es incomprensible que yo quiera aumentar la cultura de Cataño, gestione una estatua, y ninguna instrumentalidad de gobierno me ayude ni a ergirla ni a desempacarla, puñeta... ¡Tre años haciéndole fo a una obra de arte! Yo la hallé bonita... Eso que tú me dijiste sobre Colón, que hay que humanizarlo, me gusta, porque a los penepés nos gusta acusar, aporrear, meter preso al que difiere y le damos muchos chavos a gente ignorante, que hace el ridículo como yo... porque no saben ni sabemos. No queremos oír ni contratar a los que saben... Alguien me dijo que Colón no entró a Puerto Rico por Cataño y yo le dije, ¿y por qué carajo me lo dices ahora? Si me lo dices dos años atrás, yo no compro la estatua, que te costó caritam y sanseacabó»

«Han puesto muchos reparos para no promocionar a Colón ni al parquecito propuesto».

«Coño, si otro reparo, es que quieren sacar al turismo de San Juan, póngonla en la zona de Aguada, en Mayagüez, pero no me digan, para romper mi alma, que a la estatua van a echarla a un boquete como relleno para el Super-Tubo o la jodía zanja del gasoducto»

«¡El hombre más sabio de Puerto Rico, don Eugenio María de Hostos, fue el primero en admirar a Colón! El Almirante era un sabio y le hizo elogios a los antillanos... Cuando vio a las taínas, las piropeó y, asimismo, a los hombres caribeños», acota el funcionario.

«¿Qué dijo Colón sobre las nenas de Puerto Rico, amable Secretario municipa; de Cataño?»

«Bueno, en las Antillas, él regalaba unos bonetes rojos, unos collarcitos».

«¿De mejor gusto que los que utiliza el Chuchín al tirar caracoles y chulear las Yadiras en las discotecas?»

«Algo de vidriería, cascabeles, souvenirs de la época... para intercambiar por guacamayas».

Un eructo y una flatulencia de agradecimiento, alusiva a la canción de Lupe, La Yiyiyi. «¿Pero qué te pedí / que no fuera leal comprensión?... ¡Qué lindo detalle de Colón! Puñeta, y yo no sabía eso y me dejo amedrentar por penepés que me dijeron que Colón decía que los indios mejor muertos que vivos, por sodomitas, que si estaban enjutos y chaparros, y parecían roedores... pero dijíste, para que me dejaran en paz por el gasto de la estatua, para callarlos con conocimiento, que Colón quería mucho a los indios, más que Las Casas, el curita... recuérdame, ¿qué fue lo que le dijiste a aquellos imbéciles? porque, aunque sean de mi partido, eso es lo que son. Unos chismosos, ignorantes, imbéciles, que repiten lo que nos saben... »

«Les dije lo que Colón escribió en su diario: Eran todos jóvenes, que ninguno vi de más de 30 años. Muy bien hechos, de fermosos cuerpos, altos y fuertes. Andan todos desnudos, como su madre los parió, y también las mujeres, pero no vi más que una buenamoza».

«¡Qué lindo eso, papá! ¡Quién fuera Cristóbal Colón!

Aunque el ex-Alcalde está bajo cuidado siquiátrico, no terminó su cuatrenio, el Representante a la Cámara David Bonilla presentó una resolución para que el gobierno estudie la posibilidad montar la estatua de Cristóbal Colon, en la isla de Desecheo, en el Canal de la Mona al oeste de Puerto Rico.

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Indice / Las hienas / 31. Micropolítica de la carroña / 32. Myriam en la Lomita de los Vientos / 33. El rey de la feca / 34. Augusto Sánchez y la fábrica de bebés / 35. Chacón y Fortuño: Cómo asesinar a Osiris / 36. La corona de Moazoel en la cabeza de Reinaldo / 39.

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