Parte III: Blake y la experiencia mística / Parte II / Parte I
Hay en la mística de William Blake, una noción poderosamente sugestiva que lo haría el precursor poético del principio antrópico, idea que se comenzara a teorizar en el campo de la cosmología en 1973. Según este principio, el Universo fue perfectamente diseñado para la vida humana en el contexto que Brandon Carter, entonces físico de la Universidad de Cambridge, expuso durante una conferencia ofrecida en Polonia en homenaje a Copérnico: «Hay un principio antrópico (“weak” anthropic principle} que simplemente dice que estamos viviendo en un tiempo y espacio especiales en el universo donde la vida es posible. La vida no habría sobrevivido en un estadio temprano del universo antes de que se formaran las estrellas, de modo que el universo tuvo que haber alcanzado cierta edad y estado de evolución antes que la vida surgiera... El principio antrópico (“strong” anthropic principle) es otro comentario más audaz. Declara que las mismas leyes de la física se inclinan hacia la vida. Citando a Freeman Dyson, físico renombrado en el Institute for Advanced Study en Princeton, el principio antrópico fuerte implica que el universo sabía que, como Humanidad, veníamos». [1]
El Geómetra Divino que Blake opone a los científicos de su época es uno que instituye ese Principio Antrópico Fuerte. Ciertamente, las imágenes y símbolos que el poeta presenta son cónsonas con el comportamiento del universo en el que la vida no es un accidente, sí un plan o diseño. O como diría el físico Andrei Linde: «Life is not an incidental component of the universe, burped up out of a random chemical brew on a lonely planet to endure for a few fleeting ticks of the cosmic clock». Y someter ésto a la prueba de las verificaciones empíricas es ciencia dura; para el poeta Blake, intuición de Genio y consejo. No se contaba con una ciencia como la tecnología de hoy permite. Linde se fue por el camino de la comprobación científica y confrontó estos hechos: «Si duplicáramos la masa de un electrón, la vida como la conocemos desaparecería. Si cambiamos la fuerza en la interacción entre protones y electrones, la vida desaparecería. ¿Por qué hay tres dimensiones espaciales y una sola dimensión de tiempo? Si tuviéramos cuatro dimensiones espaciales y una dimensión de tiempo, entonces los sistemas planetarios serían inestables y nuestra versión de la vida sería imposible. Si tuviésemos dos dimensiones espaciales y una dimensión de tiempo, no existiríamos».
No es extraño que Linde diga cosas que parecen sacadas de los poemas de Blake: «Para mí, la realidad de muchos universos es una posibilidad lógica. Usted pudiera decir: Puede que sea una misteriosa coincidencia. Puede que 'Dios haya creado el universo para nuestro beneficio'. Bien, no sé si Dios, pero el universo puede que se reproduzca a sí mismo eternamente en todas sus posibles manifestaciones».
Como estudioso de la teoría convencional del Big Bang, Linden supo que el Universo tiene una uniformidad sorprendente pese aque nació del caótico estallido / Gran Explosión / y una temperatura en el espacio que es la misma en todo lugar, sólo 2.7 grados Celsio por encima del cero absoluto, dos cosas que no están explicadas del todo. ¿Cómo es posible que diferentes regiones del universo, separadas por enoprmes distancias cósmicas, todas tengan la misma temperatura? «En la versión estándad del Bing Bang, no podrían. El Universo como un todo ha estado enfriándose desde que emergió de la bola de fuego de la Gran Explosión. Pero hay un problema: Para que todo alcanzara la misma temperatura, diferentes regiones del universo tendrían que haber intercambiado el calor, así como unos cubitos de hielo en un té caliente tienen que haber alcanzado una temperatura uniforme en el té. Pero como Einstein probó, nada —incluyendo el calor —puede viajar más rápido que la velocidad de la luz. En la teoría convencional del Big Bang, no ha habido simplemente el tiempo suficiente desde que el universo nacio para que cada parte del del cosmos se haya conectado con cualquier otra parte y enfriado con la misma temperatura» [2].
El hombre sin el consejo del Anciano de los Días, su Genio, cree falsamente que formula perfecciones y, sin embargo, no revela la luz interior y el propósito de la Creación. La Novia del Cordero no será desposada, ni quedará embarazada, si no existe el poder de llevar lo potencial a lo real. La revelación del nacimiento de la Nueva Jerusalén, o la insurreción apocalítica, requiere del Genio y el genio humano es una revelación de la Vida Esencial, el secreto de la concepción espiritual, y de contactarlo a él, que es el Verdadero Geómetra Divino y el habitante del Espacio Abstracto Absoluto. Origen, oriente, y dueño del Palacio de la Sabiduría. Pitágoras lo llamaba «Fuente de la Natura, modelo de los Dioses».
Los místicos hebreos enseñen que «cada uno de nosotros tiene en el fondo de su conciencia un Anciano Venerable, éste es el primer Logos. El Kether de los Cabalistas». Kether: El Anciano de los Días. Este Anciano es representado simbólicamente como el Gran Viento. O La Corona. Esta precisamente la petición del hablante de Blake cuando le pide la protección A la estrella nocturna: «¡Ponte la radiante corona y sonríe a nuestro lecho nocturno!» Siendo «el Ser de nuestro Ser, el padre y madre en nosotros», «es lo oculto de lo oculto, la misericordia de la misericordia, la bondad de las bondades». La paz es luz, esencia emanada de lo Absoluto. Es la luz del Anciano de los Días de la que Cristo dijo: «Mi paz os doy, mi paz os dejo». En el texto de Blake hay esta petición de protección: «Que tu viento occidental duerma en el lago», porque «El Gran Viento es la Ley terrible del Anciano de los Días. Una revuelta social contemplada desde el mundo del Anciano de los Días, es una ley de acción. Cada persona, las multitudes enteras, parecen hojas desprendidas de los árboles, arrasadas por el viento terrible del Anciano de los Días». En el frontispicio del poema Europa, una profecía (1794), Blake ilustre al Anciano Venerable en soplo sobre la tierra.
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y, en segundo lugar, la tarea es simbolizada por la consolidación de la nueva Jerusalén:
And was the Holy Lamb of God
on England's pleasant pastures seen?
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Till we have built Jerusalem
in England's green & pleasant Land.
(Preface, en: Milton, 1804)
El Cordero representa a todos los hombres en Jesús. Al hombre que se pierde y se encuentra en su más profunda autoreflexión y sin falso pudor ni falsa modestia. El Cordero tiene una mansedumbre que es su apertura espiritual, su elevación sobre la animalidad. Jesús es quien encarna el acto más sublime: «El acto más sublime consiste en poner a otro delante de ti». Por otro lado, la Novia del Cordero no es la iglesia, que sólo representa coacción, ley y orden corruptos, las ordenanzas autoritarias; la Novia del Cordero representa la Ciudad Deseada en la Delicia, el desposorio con las energías armonizadoras, la plenitud de la realización humana. Quizás pudieramos pensar en el matrimonio de la Tierra con el Infierno, de Psiquis con Cupido, del Hombre Caído con el Paraíso Perdido. El matrimonio espiritual es una transformación activa, lucha y compromiso. Dejando atrás la «ilusoria infancia» y juego desordenado, representado por el niño de «ojo vagabundo», nacerá el Niño Colérico al que se compara con el león, en el sentido de que: «La ira del león es la sabiduría de Dios». [Proverbios del Infierno]. Este es el que sabrá ser el guerrero, el que provocará la huída de «osos, leones, lobos, todos huyen aullando» [Viajero Mental].
¡Dadme mi arco de oro ardiente!
¡Dadme mis flechas de deseo!
¡Traed mi lanza!
¡Abríos, oh nubes!
¡Traedme mi carro de llama!
No cejará en mi espíritu la lucha
ni ha de dormirse en mi mano la espada,
hasta que levantemos otra Jerusalén
en el solar verdeante y dulce de Inglaterra.
[Versión traducida por Màrie Montand]
En los inicios de la Iglesia Cristiana, el inminente advenimiento de la Nueva Jerusalén se convirtió en el tema de la primera herejía, los montanistas que predicaron en Asia Menor. Marción de Sinope, por ejemplo, enseñó que el Dios bueno, misericordioso revelado por Jesús, el Cristo, y el Creador («Demiurgoi»), emanación del Ser Supremo que creó el mundo y lo que contiene, son dos seres distintos. La unción del Cristo no se genera por la experiencia de la carne ni su tiempo finito. Si bien «la eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo» y a «las horas de la locura las mide el reloj, [...] ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría». [Proverbios del infierno]
Cristo es una manifestación mística del Padre. Jesús sólo fue un profeta del espíritu de amor, cuya misión fue derrocar la creencia del Demiurgo. Hasta aquí Blake coincidiría con Marción. [7] No interpretaría tampoco, como Arrio enseñara en tiempos anteriores a él, que el Hijo fue destituído de las perfecciones dadas por el Padre, no pudiendo ser Jesús consustancial con el creador; pero en favor del Hijo no enfatizó su virtud ni sustancia transmundanalmente ni por encima de la Creación. No. Contrario a la herejía del sacerdote libio Arrio, discípulo de Luciano, la herejía de Blake consistiría en afirmar que la herencia del espíritu liberador se adquiere en tierra, aquí y a hora. Que la armonía original hay que apetecerla en la historia, con meticulosa paciencia de genio, a veces malencarados y en mufla, pero siempre apasionadamente. «El rugir de los leones, el aullido de los lobos, el oleaje furioso del mar huracanado y la espada destructora, son porciones de la eternidad demasiado grandes para que las aprecie el ojo humano».
Según Blake, Jesús fue el Mesías de la tradición judaica. El hecho histórico de su captura y crucifixión, una vez que Jesús fue entregado por sus propios sectarios y despreciado por los judíos como profeta menor, lo confirmaría. Por supuesto, Blake no pensó de ese modo. De lo que Blake adquiriera de su lectura de Marción, la idea que más lo cautivara fue la concepción de la religión que para ambos, Marción y Blake, fue «la creación... por la obra nefasta de un dios caído, nunca obra del poder supremo». En la cosmogonía particular de Blake, «el Creador aparece como un tirano vengador que hace reinar la consternación y propaga el mal». [Casdeiro, op. cit.]
Es clamor destituyente de intérpretes racionalísticos, sin inspiración, creadores de miedo y evangelismo retrógrado, que se acuse a Dios, el Padre, de atormentar a sus criaturas en los infiernos eternos, privándolas además durante sus vidas del gozo de las delicias de la carne. La religión que desprecia la sensación (Tharmas), el sentimiento (Luvah) y la intuición (Urthona), para posicionar el Análisis Racional (Urizen) al tope como el Summum Bonum e indispensable, es desfiguradora. Es una enseñanza avergonzante y religión de humillación. Blake, antes que una instrucción religiosa pasiva, como dice en Proverbios del Infierno, prefiere a los apasionados: «Los tigres de la ira son más razonables que los caballos de la instrucción». Los que van al Palacio de la Sabiduría por la Senda del Exceso. «La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad. / Quien desea y no actúa engendra la plaga».
La verdadera enseñanza equilibra los Cuatro Zoas. Blake asigna del modo siguiente los atributos del hombre integrado en Alma y Cuerpo:
The head Sublime,
the heart Pathos,
the genitals Beauty,
the hands & feet Proportion.
[La cabeza lo Sublime; / el corazón, lo patético; / los genitales, la Belleza; / manos y pies la Proporción.]
Con 'Jerusalem'y 'Four Zoas', tenemos de los más libros más extensos de Blake con similares preocupaciones. Y sucesivamente, en sus Proverbios del Infierno, condena a los sacerdotes que han menospreciado los más justos y naturales gozos de la creación:
... the priest lays his curse on the fairest joys.
Por otro lado, Blake se impuso una tarea depuradora en su interna lucha por combatir el dualismo entre sujeto y objeto, entre el ego y Dios, a la que no pensaría renunciar. «I will not cease from Mental Fight», dice con agónica devoción y, muchas veces en parafernalia alucinativa, en pos de la actitud metafísica y de la actitud práctica que lo afirmaran en su creencia, edificándolo en la fe, diría que «el poder de descubrir... sólo puede ser adquirido por la experiencia», «el hombre que no conoce cuál es el objeto de su búsqueda es un idiota». Blake diría lo mismo de los Grandes Ideales de perfección y belleza:
«(Those) are not be sought in the heavens, but upon the earth».
En el invierno de su vida, como había predicho, cosechó algunos hallazgos: el valor afirmativo de su fe ante muchas ideologías en boga. Su idealismo está más próximo al Espíritu trascendente de Hegel que al Yo absoluto y radical de Fichte. En ambos casos, la sustancia última de lo real es espiritual. La preminencia de la imaginación se impone sobre cualquier empeño descriptivo y mecanicista de interpretar la realidad.
Lo espiritual no es ultramundano, o un mundo sin progresión de agentes contrarios. La existencia de los contrarios es necesaria. Para que la dicha y el despliegue de la voluntad humana alcance sus frutos cimeros son necesarios la Atracción y la Repulsión, la Razón y la Energía, el Amor y el Odio. Lo que ha sucedido y que a Blake le parecen falsos conflictos entre contrarios es que, por artilugios religionistas, el conflicto se ha planteado entre el Bien y el Mal. Nada ha sido tan racionalizado artificiosamente con fines de confundir a la Humanidad.
Contrario al desprecio por el mundo imperfecto de Jehová que difundieron los marcionistas, Blake se regocijaría en la carne y en lo material; haría una «apología del placer sin freno y de la promiscuidad», «aunque ésto no quitaba para que la religión fuese algo fundamental para él: una religión muy suya, centrada en la figura de Satanás y Jesús». [8]
Sobre todo, Blake aceptó el modelo de Jesús, el histórico profeta, quien fue hijo según insinúara de una adúltera y que sufrió la máxima censura, su crucifixión o asesinato. Jesús crearía para él su espíritu, al fin. Con el órgano del espíritu a su disposición, el ser humano experimentaría el más grande de los sentimientos: «Que los anhelos humanos son infinitos, que la posesión (de estos anhelos) es infinita y que el hombre mismo es infinito», de modo que la Razón y el promedio de lo que ya hemos conocido «no es lo mismo que lo que conoceremos cuando conozcamos más».
En los apuntes de su rechazo a la Religión Natural, se indicia el por qué Blake halló sus limitaciones al pensamiento de Marción, haciéndose éste parte pasiva del conocimiento de lo ya conocido; de hecho, Marción tuvo mejor suerte que Jesús, el crucificado. Fue excomulgado en Roma en 144 después de J.C. y pudo haberle ido peor por sus ideas.
Si los sacerdocios del Bien han instruído que el conocimiento de la Energía y la Materia Eterna es perverso y diabólico que sobre ellos caiga la maldición. Predican e invocan a un jamón con chorreras; Blake pretendería otra cosa y su obra es la documentada antífrasis sobre lo que la Iglesia predica al plantear una lucha entre el Bien y el Mal, donde el bien es el principio pasivo que obedece a la Razón y el Mal un agente activo que manifiesta la Energía. Para mi satisfacción como lector y bendición de sus otros lectores, el poeta se vuelve un antíteta de esta comprensión convencional del cristianismo.
Blake presenta al desafío su nueva hermenéutica. Redefinirá lo diabólico. Se opondría a los preconceptos asociados al Bien y la Razón. Para entender su poesía, su mitología y sus pictografías filosóficas, hay que elegir entre dos propuestas de Blake:
«Good is Heaven» y «Evil is Hell».
El seleccionó la segunda: oír y cumplir con los proverbios infernales.
Los predicadores del Bien son saboteadores de la libertad y la imaginación; pero hablan en nombre del Cielo y de la Razón. Por otra parte, los emisarios del Infierno predican que un nuevo cielo ha comenzado. «The Eternal Hell revives» y la abejita hacendosa, la Humanidad, ya no tiene tiempo para entretenerse con angustias y zozobras. El Diablo se desenvuelve, entre nubes negras y es el Pájaro que corta el paso del aire, trayendo «un inmenso mundo de delicia». Este diablo es el gran Deshollinador, el único que dará un padre a todo huérfano, como fue el caso del pobre niño Tom Dacre cuya lengua apenas pudo clamar por limpieza cuando dormía en hollín.
El Diablo deshollinador, con sus ángeles, será quien sacará pardójicamente a la Humanidad de su ataúd. Lavará en su río sus cuitas y regresará a la Humanidad a su mañana, con protección. Este es, pues, el diablo. Enseña a caminar sin temor a los tormentos y a las burlas de locura, «among the fires of hell, delighted with the enjoyments of Genius», a los que así lo desean, hasta que, colectivamente, aprendan que la Eternidad está en amor con el tiempo humano. Muchos de estos momentos, de jactancia espiritual, con temple de certidumbre, recuerdan las epístolas del apóstol Pablo.
Los hablantes poéticos de Blake alegan que hay que estar siempre prestos, no en chifla. Han de decir lo que sienten y piensan y, al hacerlo, harán que huyan los autoritarios, cobardes e insinceros. Enseñarán que la Ley ha construído más prisiones que justicia, la Religión ha originado más rameras y fornicarios que santos y devotos y que el acto más sublime es dejar que el pensamiento rebose en inmensidad. En el infierno está la delicia, no el tormento.
Pero, entretanto, la religión halló un nuevo aliado durante el periodo comprendido entre 1690 y 1790 en Inglaterra, época que fue conocida como la Edad de la Razón y en Francia como Siglo de las Luces («The Enlightenment.») Si bien hubo entonces una intensificada crítica contra el status quo, lo único que, por cierto, Blake consideró útil de la etapa fue la doctrina sobre la soberanía popular frente a los reclamos del derecho divino de los reyes a gobernar.
Algunos reyes pusieron oídos a las ideas de este periodo y se convirtieron en déspotas ilustrados; pero, sin dejar la grosura de privilegios y corruptelas que ampara y engorda a la tiranía. Y muchos de los exponentes de nuevas ideas acerca de la soberanía como derecho de la comunidad y de los pactos sociales para que el rey o tirano proteja las libertades individuales y la doctrina de separación de poderes no vieron más allá que el humanitarismo, lleno de taras y parches. Blake seguiría insatisfecho. Su Jesús infernal fue mucho más ambicioso.
Celosos de la búsqueda y protección de libertades individuales, los enciclopedistas no entendieron muchas de las aspiraciones que había en hombres de la enjundia de Blake, para quien el nuevo enemigo a enfrentar, ya no sería la religión, sino el bloque histórico, orgánico y triunfante, de los empiricistas. Estos combatían el carácter poético y profético de individuos adelantados como él.
Blake se resentía de verse arrojado en el mismo saco de los «locos». Esta avanzada doctrinaria, The Philosophic & Experimental, con su agenda incapacitante forzaría, entre los creadores de Inglaterra, «no otra cosa que la repetición», «the same dull round over again», «at the ratio of all things». Quiso entonces construir una sicología que sirviera cuestionara y libera la consciencia ante la Ley, la Etica individual, la Ciencia y la Religión.
Blake acusaría como hipócritas a Teofrasto Paracelso (1493-1541), el médico y alquimista suizo, precursor del cientificismo moderno, y a Jacob Behman, su contemporáneo, en Inglaterra. Les llamaría «terríficos, arriba en el Cielo» como abajo, en el Infierno. Los acusaría de propulsar el poderoso y horrible cambio que amenaza la Tierra. Crear una ciencia que es como agua estancada. «The man who never alters his opinion is like standing water, & breeds reptiles of the mind». Consideró los talentos de esta gente como puramente mecánicos y, a la postre, como Swedenborg sólo pruducirán opiniones superficiales, «Swedenborg has no written one new truth». [9]
Entonces, el neoclasicismo inglés se redujo entre muchos poetas, artistas e intelectuales a la praxis de la imitación, a la mera absorción y observación de reglas, sin una autenticidad de la experiencia. Se había perdido el apasionamiento, el anhelo de absoluto.
Blake se posicionó críticamente en contra del racionalismo de Bacon, Locke, Newton y Voltaire, anhelando que arte y ciencia se aliaran como síntesis para que cada objeto de búsqueda pudiera ser discernido a la luz de la inspiración, no meramente reducido al análisis y a las reglas. Sin embargo, Blake reconocerá como «la gloria más grande de la mente humana» la disposición por «particularizar» y «distinguir el mérito», separando grano y paja, ya que, contrario a lo que Burke pensara, «generalizar y clasificar», hacer abstracciones tan sólo por crear Conocimientos Generales, es idiotez. «As fools that adore things and ideas, to generalize is to be an idiot. General Knowledges are those knowledges that idiots possess».
Blake recordaría a Sir Joshua Reynold, a quien se atrevió llamarlo el Presidente de los Tontos. «The Man who on Examining his own Mind finds nothing of Inspiration ought not to dare be an Artist; he is a Fool & Cunning Knave suited in the Purpose of Evil Demons». Diría que: «Sir Joshua prueba que la Filosofía de Bacon hace tanto a los hombres de Estado como a los artistas idiotas y rufianes». [10]
Blake defendería que la verdadera naturaleza de los hombres creadores es el Genio poético. Esto es lo que el Cordero de Dios representa en la última y suprema de la instancias: la Inspiración. El verdadero hombre consiste en su Genio. «The true Man is the source of the Poetic Genius». Así como todas las formas de las cosas, incluyendo la forma externa del hombre, son derivadas de su genio, las religiones de todas las naciones se derivan de la habilidad receptiva de cada nación para asimilar el Genio Poético y adecuarlo, o adaptarlo, a las debilidades individuales. El ateísmo de Diderot, la incredulidad de Voltaire, defensor del despotismo ilustrado, las insuficiencias de Bacon, Locke y Rousseau, para entender la dialéctica universal del conocimiento, picaron su cresta y su curiosidad. Y sufrió por ello, teniendo que desmostrar que sus principios religiosos y políticos [la idea de su Jesús / Genio / y su hermandad universal en acorde a Los] merecía un respeto.
Después y durante el tiempo que Blake se mudó a Lambeth, al sur de Tames, en 1790, inició sus libros profético que incluyen Las visiones de las Hijas de Albión (1793), América: Una profecía (1793), El Libro de Urizen (1794) y El Canto de Los (1795). Había conocido las ideas de Enmanuel Swedenborg, las que finalmente rechazó. Cada vez sus preocupaciones por liberarse de la lucha de las energías naturales de su alma con la razón esterilzante y la religión organizada fue mayor. Y quienes vieron su talento, también se enojaban con él. Así lo hizo el rico William Hayley, poeta y benefactor de poetas, quien para el 1800 lo alojó en su casa de Felpham en Sussex por tres años. Allí trabajó en su libro Milton, en dos volúmenes (1803 y 1808). Entre 1804 y 1818, para su propia edición de su poema Jerusalén hizo 100 grabados. Pero, para 1803, en Chichester, ya estuvo siendo condenado «with high treason for having 'uttered seditious and treasonable expressions» [Vid. Henry Fuseli & William Blake: Masters of Gothic Romanticism, en:
En 1809, vive agravado por problemas económicos y una exhibición de sus trabajos artísticos no tiene éxito. En vez de deprimirse, trabaja. «He continued to produce energetically poems, aphorisms, and engravings». Según expllica Enslie and Neil, tener la admiración de un círculo de artistas y amigos se dará a partir de 1818. Sin embargo, le llegará el tiempo en que le digan Blake, el Loco y se le vea como un Profeta de los Infieles: «Blake's last years were passed in obscurity, quarreling even with some of the circle of friends who supported him». (Cf. Iain McCalman, The Infidel as Prophet: William Reid and Blakean Radicalism, in Historiciz-ing Blake, ed. Steve Clark, David Worrall (New York: St. Martin's Press, 1994). Iñigo Sarriugarte, en un artículo titulado Las Alucinaciones Mentales de William Blake como Base de su Obra Literaria y Artística: ¿Genialidad O Locura?, indica: «Con motivo de este tipo de experiencias místicas o simples alucinaciones mentales, le apodaron Bad Blake (el loco Blake), ya que nunca ocultó su facultad paranormal de conversar con los espíritus, especialmente con los de Voltaire y Milton. Para muchos, más que visiones místicas sufría de una galopante esquizofrenia». Revista [Razón y Palabra, Agosto - Septiembre 2004]
En el sistema místico de Blake y tal como se revela en su cuadernos poéticos Book of Urizen (1794) Song of Los y Book of Los (1795), el componente de los Cuatro Zoas (que equivale a los cuatro aspectos de las personalidades de la sicología junguiana) es importante para desentrañar, sin confusión, el rol asignado al principio creativo («Los») que se eleva sobre la visión aislada, unificándose en la visión total y en el cuaternio (de Jung).
«Los» actúa contra Urizen, cuyo único propósito existentivo es reducir constantemente al hombre a la medianía de las realidades conocidas (y aquí el término medianía nos recuerda el concepto heideggeriano del Decaer) evitándole el disfrute de la Armonía Original. Urizen es el zoa que más completamente expresa a la facultad intelectual. En la integración del mapa universal de la personalidad humana, Urthona es el zoa que está más relacionado con la imaginación. «Blake considers (that Urthona is) the seat of wisdom». [11]
Rudhven Todd observó correctamente que Blake como sicólogo estuvo muy adelantado a su tiempo y que sus libros, con mayor intención didáctica y contenido profético, contienen muchas ideas que han inspirado a otros y han servido como fuente o punto de partida para importantes búsquedas que sólo hoy «hemos comenzado a reconocer como ciertas». De modo que Blake se plantó en su tiempo «como un gigante, como su propia Albión. El fue ciertamente un Príncipe Intelectual («Mental Prince»). [12]
Es un error creer que en el hombre operan dos principios irreconciliables: la Carne y su Alma. En el fragmento A Memorable Fancy de The Marriage of Heaven and Hell, como el primer mandatato para rescatar la dinámica de lo infinito y sagrado en el hombre y que se crece con poder de didáctica suprema es: «But first the notion that man has a body distinct from the soul is to be expunged... If the doors of perception were cleansed every thing would appear to man as it is, infinite».
La mente tiene una naturaleza orginalmente pura. La energía es su única vida y ésta da forma al cuerpo, que es una porción del alma discernida por los cinco sentidos. Esta es la principal objección suya a la noción de Locke de que el entendimiento es una tabla rasa, sin nada escrito.
Contrario a ésto, Blake concibe que el principio de la sabiduría (Urthona) fue dispensado en su primera emanación, la Mente que aún hoy domina y que está representada por el intelecto, con sus pretenciones de dividir la realidades en dualismos. Según Blake, Urizen (el Intelecto) es la principal causa de la pérdida de la Visión Divina.
Blake prefirió la atmósfera del cristianismo visionario, cuya meta es el replanteamiento del alma. Creció y maduró al margen del cristianismo institucionalizado que construye sobre los dualismos irreconciliables. El poeta afirmó que todas las religiones son Una y por su interés por las herejías, hereticaba. O mejor decir, por el consabido cálculo temporal, se volvió visionario. Supo leer entre líneas y discernir los códigos sagrados. Sobre el Querubín bíblico, símbolo del racionalismo, dijo que fue quien indujo a los hombres a lo perverso. El hombre encadenado, «in the bonds of religion and reason was evil»; el intelecto («Urizen») «sólo ve la medianía, el promedio», oscurece la Visión Divina, que es el estado natural de la psiquis integrada del Hombre Universal.
El Hombre Universal tuvo cuatro sentidos eternos, a los que Blake llamó sus Zoas. Originalmente armonizados, al cabo de los siglos, los zoas fueron pervertidos y desarreglados por la religión o, al decir de Ferrara, se satisfizo el empeño de dividir la realidad en cualidades dualísticas, no percibiéndola síquicamente como una compleja unidad de propiedades. ¿Cómo pudo gestarse esta pérdida o atrofia de los sentidos eternos del hombre? Esta es la pregunta que la obra poético-filosófica de Blake intenta contestar:
(A) La Naturaleza Sensual, Zoa de Tharmas: En la historia del accionar humano, el hombre ha sufrido la privación del uso de su verdadera facultad para comprender, que no es otra que aprender de las experiencias. El oscurecimiento de sus sentidos se ha intensificado al verse la humanidad privada de la satisfacción de sus deseos. Obviamente, aquí Blake coincide con Epicuro (los placeres naturales son un bien) y con Freud, quien postula el principio del placer («Lustprinzips»). La líbido, no es sólo la fuerza impulsante de la sexualidad, también es una fuerza creativa divina en la Naturaleza.
Blake, quien reconociera que la sexualidad es la experiencia más elemental del hombre y la mujer, cuya desnudez es obra de Dios, creyó que la copulación y el placer erótico son actos sagrados e imprescindibles, expresan la energía de la Eterna Delicia y, por consiguiente, supo clamar por su provisión ante el apetito venéreo:
Bring me my Arrow of Desire!
Su petición tuvo un enemigo: los sacerdotes que visten de negro:
And Priests in black gown were walking their rounds,
and blinding with briars my joys & desires.
(De The Garden of Love, en: Song of Experience)
En su condición natural («status naturae»), cuando los hombres y mujeres andaban desnudos, el hombre conoció la transparencia universal de sus cuatro sentidos eternos. Sin embargo, a ese ser que había aprendido con sus cuatro sentidos eternos a apreciar la vida, la salud y los bienes materiales a su disposición, se le empezó a instruir en la primera doctrina de tipo religioso: «our true and perfect independence from Nature». [8]
Es cierto que el género humano está equipado con una naturaleza o impulso cognitivo. Este lo llevaba a cambiar las circunstancias y a dar expresión a su existencia particular; pero, con las concepciones adquiridas por él, no se debió pretender que se meta fuese trascender la Naturaleza, dominarla y contradecir los deseos que son según ella. De hecho, como observara Schiller, la existencia como ser sensual convierte a la naturaleza en el «guardián vigilante» dispensado en la vida física para la autopreservación humana.
Al considerar la inocencia original humana, Blake la centraría en la capacidad humana de vivir con certidumbre, en disfrute de la verdad sensual de su funcionamiento y manifestación. La aprehensión de lo eterno e infinito es la verdadera meta. La verdad no implica la necesidad de negar que hay dolor y luto, sino que, sabiéndolo, se vivenciara el gozo de igual modo. El corazón humano (y sus «Zoas» correlacionados en armonía) no se cuajaron como instrumento para el frívolo ostentamiento, la carcajada abrupta y el embrutecimiento de los sentidos. «Man was made for Joy & Woe», declararía Blake y, por tanto, el corazón es patogónico, así como el principio intelectual («the Head») es sublime. El alma se eterniza por las lágrimas sinceramente sentidas. «Every tear from every eye become a babe in Eternity».
El uso metafórico con que Blake refiriera a las estaciones del año (por ejemplo, al plantear el invierno eterno y los siete veranos de La niñita perdida y La Niñita encontrada), así como sus referencias a los puntos cardinales y su impacto en la perversión de los Zoas, son componentes de su doctrina sicológica, según la cual la humanidad, orginalmente inocente, tuvo la capacidad de asimilar el peligro y el dolor, creando «entirely different arragements for the preservation of her strength». [9]
A los pervertidores de la inocencia y certidumbre originales Blake los compara con leones y lobos y juzga que se han encarnado en individuos como Paracelso, Voltaire y Behman. Ninguno de ellos fue capaz de entender la voz de quien grita en el desierto, las tierras de lo desconocido, para dar testimonio de que todos los hombres son iguales y similares en su disfrute y despliegue de la expresión del Genio Poético.
Voltaire menospreciba la fe como insuficiente. «Il ne suffit pas qu' une chose soit possible pour la croire»; también sus dudas ante lo espiritual le permitían equipar a Dios como una concepción superflua, cuasi supersticiosa. Todo ello sería suficiente para que Blake esgrimiera lo suyo contra él, recordándole que todo lo que es posible, aún por la imaginación que lo concibe por antelación, es una imagen de la verdad. Lo que hoy es asunto probado fue alguna vez imaginado.
(B) La Naturaleza Emocional, Zoa de Luvah: Así como Tharmas es la esencia de la forma corporal de la Albión Universal, Luvah es el aspecto emocional común a todos las criaturas humanas. Ya que el primer daño causado por la prédica religiosa fue la oposición entre el mundo ideal y el corporal, sentimiento de orfandad y de culpa serían las primeras manifestaciones. El temor a lo no-racional se hizo accesible al ego (Urizen) introyectándose un sentimiento de desamparo, viéndose al hombre universal por primera vez como un impotente e inútil («helpless individual»).
Pero un león hambriento, con falsa sabiduría, no es el león que lame las manos a los padres tristes de Lyca entre profundos valles. En el poema The Little Girl Found, la niñita perdida y encontrada duerme tranquila y protegidamente en lo profundo de un palacio y entre tigres salvajes. La escena alude al reino de Luvah, reino aún no inmerso en el temor. El león de la sabiduría puede decir: «In my palace deep / Lyca lies asleep». La naturaleza emocional descrita en este poema de Cantos de la experiencia corresponde a la época de la consciencia en que las «pequeñas ovejas» conservaban su inocencia y:
Great things are done when
men and mountains meet.
This is not done by jostling
in the street...
En la doctrina del hombre natural o del noble salvaje de Rousseau ya las criaturas inocentes no existen. El espectro del temor ha sido engendrado. Esta es la época del «cruel Patriarchal Pride», de la orfandad, «a man's worst enemy are those of his home & family». Esta es la crítica blakeana sobre la ley moral y el patriarcalismo que destituyó a la sabiduría del león, el tigre y el zorro, sin traer nada nuevo. El hombre enemistado con la naturaleza es incapaz de confiar. Este es el momento en que la pesada melena del león lanza al piso a los padres de la niñita perdida («bore them to the ground») y el león se pone al acecho, no para lamer las manos de su presa, sino para retirar su espíritu armado en oro («a Spirit arm'd in gold»). Blake desarrolla «la idea de que la verdadera inocencia resulta imposible sin la experiencia, transformada por la fuerza creativa de la imaginación humana». poder de la palabra
Ahora la inmediata percepción de lo que antes fue llamado Tharmas dio origen a los terrores en la imaginación. Dejaría de existir lo sublime y surge «the gap between the sensuous and the trascendent capability», la brecha dualística entre lo sensual y lo trascendente. «All the delight in the sublime is grounded directly on this consciousness alone», «the entire essence of the sublime is founded upon the consciousness of this, our rational freedom», de modo que, al decir de Kant, el irresistible poder de la Naturaleza admita su impotencia y quede diferenciada la sublimidad de «nuestra disposición racional». [10]
Blake describió este proceso en términos del ennublamiento de los Zoas. Oscurecimiento de los sentidos por influencia del egocentrismo discriminativo del dualismo del Yo cognoscente («lapsed Soul»). Las migraciones («reposicionamiento geográfico») incidirían en los comportamientos y en la toma de decisiones de los hombres universales:
[8] Blake, Marcion, Montanistas -- amopliar Vid. Mark S. Ferrara,
Vol. 24, 1997, ps. 59-73. En Ruthven Todd, «Introduction», en: Blake, p. 111.