Friday, August 27, 2010

Los siete pecados capitales


Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertoriqueño

Hace tiempo que las Iglesias no lanzan sus furiosos quejidos sobre los siete pecados capitales, que son: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza. Todo parece indicar que esos llantos de púlpito caían en oídos sordos y conciencias cauterizadas. Ese corregir con aspereza parece ser que se ha apaciguado hasta desaparecer. Ahora tienen que ser más conservadores en sus sermones a raja tabla para no perder tan amiga clientela. Pues, en ella está la fuente económica de la cual viven muchos evangelizadores. Es mucho, largo y pesados el millaje que le han sacado al llamado diezmo y al temible infierno. Todo el mundo quiere aportar para su salvación.

Esos siete puñales que crucificaban cuerpo y alma ya no mortifican a los hombres y mujeres de estos días. La palabra pecado es una subversiva, incómoda y reprochable. «Hoy día –señala un escritor bíblico-, la mayoría de los mensajes religiosos ignoran la incómoda realidad del pecado y se centran en hacer sentir bien a los feligreses». Quien sea llamado pecador coge sus bártulos y se va a otra iglesia donde lo traten con guantes de seda. En el pecado hay culpa, y nadie quiere ni cree ser culpable de nada. Todos rechazamos la culpa y se la transferimos a otro. Aquel fue, no fui yo. A mi me empujaron y yo solo me defendí. Las maniobras para zapatearnos de las culpas son incontables. Eso no debe extrañarnos, pues con la ley del hombre hacemos idénticamente lo mismo. Y nos vamos hasta el cuello defendiendo lo indefendible. Viejos, jóvenes, hombres y mujeres, todos cojeamos de la misma pata. Yo soy el bueno, aquel es el malo. El es el prejuiciado, no yo. Mi palabra es limpia, la tuya está manchada. Así llegamos hasta Adán, Eva y la serpiente.

Nos espanta admitir la culpa de algo. Y nos tortura el declararnos pecadores. Varias citas traídas por periódicos de diferentes partes del mundo nos dicen lo siguiente: «Términos como pecado, arrepentimiento y redención están pasados de moda; lo que ahora se estila son los conceptos terapeúticos relacionados con la autoestima y la realización personal». «Prácticamente se ha perdido el temor al pecado». «Ya nadie se plantea: ‘¿Qué espera Dios de mi?’, sino: ’¿Qué puede hacer Dios por mi?.»

El Reverendo Robert H. Schuller, televangelista de California, enseña a otros pastores a que no llamen pecadores a su feligresía. Pues, una feligresía incómoda no rinde buenos frutos monetarios. Las ofrendas se ven malamente arruinadas. Y con poco dinero no se pueden hacer grandes obras. Ese es el cristianismo suave como de algodón que se vive en estos tiempos. Así piensan y trabajan estos falsos apóstoles de la cristiandad bachatera que se mueve por todos los medios de comunicación moderna.

Ahora, vamos a mover este pensamiento al plano político puertorriqueño. Religiosos y políticos son cuates desde tiempos remotos de la historia humana. En ambas parcelas hay mucha hierba amarrillenta. El uno y el otro mienten con sumo descaro. Y por culpa de ambos los pueblos sufren lo indecible.

Los errores/pecados cometidos por la actual administración anexionista suman muchos más de siete. ¡Qué casualidad!, que es con la Ley 7, que comienza todo el descalabro social, político y económico que está padeciendo el pueblo de Puerto Rico. El mismo Puerto Rico que una vez fue llamado La vitrina de las américas. Entonces, el buen gobierno se movía a favor del pueblo. Hoy, el gobierno castiga al pueblo. Y lo hace con fidelidad a su filosofía de un neoliberalismo monstruoso. Nada en el gobierno parece funcionar normalmente. Las quejas llueven torrencialmente. La incomodidad de la ciudadanía se nota claramente cada vez que va en busca de algún servicio gubernamental.

Los ejemplos nos inundan a borbotones. Un sistema educativo manco, cojo, sordo y ciego que castiga a profesores, estudiantes y sus padres. La falta de maestros, en todos los niveles y asignaturas, es un caos espantoso. Un curso escolar que comienza con unas escuelas que no están aptas para impartir el buen pan de la enseñanza. Por lo tanto, los maestros, con su menguado sueldo, tienen que tapar los rotos que el gobierno no logra satisfacer. En un ambiente de esa naturaleza es imposible que los niños, los ciudadanos del futuro, puedan asimilar las enseñanzas que les imparten sus tutores. Tan destruido está el sistema educativo que los maestros de todo el sistema público se han visto obligados a irse en un paro de 24 horas, y tienen sobre la mesa un voto de huelga general en caso de que sus lamentos no sean escuchados. Y la vergüenza más grande del sistema educativo se refleja en los miles de niños de Educación Especial. Esta es una población que no tiene acceso completo a unas ayudas a las cuales tiene perfecto derecho. Es tan inhumano este caso que la pelea que tienen los padres contra el sistema ya lleva 25 años en los tribunales de justicia. Al día de hoy esos padres siguen sufriendo el mal trato que reciben del gobierno.

Hoy Puerto Rico vive un nuevo Lamento Borincano. Un lamento que está llevando al borde de la locura a muchos hombres y mujeres que han sido despedidos de sus trabajos. A una ciudadanía que clama por unos servicios de salud conforme a los niveles del siglo XXI. Las estadísticas sobre el suicidio son alarmantes. El desempleo se acerca cada día más a las nubes que cruzan nuestra geografía de este a oeste. La policía es un cuerpo que no respeta los derechos inalienables que tienen los ciudadanos cuando hacen sus protestas. El derecho a la libre expresión se quiere amordazar a como de lugar. Y todo aquello que huela a cultura puertorriqueña se le recorta los fondos para que no pueda hacer su trabajo patriótico / educativo.

Y nuestros legisladores, cómodamente chupando de las arcas públicas, siguen dándole la espalda a un pueblo que está profundamente herido con tantos puñales a sus espaldas. En verdad, la situación social de nuestro pueblo se asemeja cada día más a un fuego que se mueve con los vientos a su favor. Esta es la caterva de líderes que nos quieren atragantar otro dichoso plebiscito para resolver nada. Con el dinero del pueblo se pueden hacer muchas barbaridades.

Este es al agujero negro en que se encuentra Puerto Rico en estos días. Aquí hay muchos más de siete pecados/errores capitales. Parece que todo se puede arreglar con agua bendita y revelaciones celestiales fatulas, como la recibida por el Alcalde de Lares. En verdad, este gobierno está pasado de ponerlo en sindicatura. No hay una sola agencia que fluya organizada y con respeto hacia la sociedad puertorriqueña. Todo es una burla. Todo es un desplante. Todo se va en promesas huecas. Parecemos un reguerete de gente sin control ni gobierno. El peor enemigo del pueblo es su propio gobierno.

El batey borincano hay que barrerlo de nuevo con escobas de palma.

Caguas, Puerto Rico

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