Tuesday, September 20, 2011

Arcano macabro de la infancia


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Del libro «Las zonas del carácter»

1.
¿Quién fui yo en aquel larvario
de la infancia, cosito...
ente entre pasadizos y el túnel. Arriba,
agujero oscuro en el techo.
Abajo, soterrados, mis huesos...
el nene juega con tierra,
inventa a Cocito
con sus orines de olvido,
¿quién fui yo
en aquellos años en que nadie estuvo conmigo?
el nene debajo de la cama,
el nene debajo del cimiento
con la casa de sombra al pie de las zapatas
y socos y el charco tenebroso, laguna viva
de Tota y el monstruo
que allí habitaba.

Nadie que se atreva jugar con curarachas,
reinas sabias de la sobrevivencia,
sólo tú... nene de cocito, hijo del olvido.

¿Quién que quiera hablar a los sapos
y alimentarlos con lagartijas,
exponerse a bravos comegenes
al cavar a mano pelada en la tierra?

¡Qué sola cosita vana eres,
ignorante criatura, Carlos,
qué bocadito para la gran trama
de lo numinoso!

¡Siempre oloroso a lombriz,
con manos rojas antes del baño!
¿Quién que pueda quitar la hurañez
a tus oostumbres,
rituales de solitarias alegría?

¿Quién eras tú, entonces,
que ningún hermano fue a buscarte?
¿Dónde estuvieron / ellos /
Luis y Miki / que no los recuerdas,
que no te invitaron al parque,
a la luz del sol de la mañana y la tarde?

Tal vez eras demasiado flaco y pequeño,
tal vez demasiado distraído para cachar una bola,
inepto para agitar el bate
o tal vez...
no podrías vivir
sin tus seres larvarios...

2.


«Me han sumergido tres veces en las aguas de Cocito
Y protegiendo siempre a mi madre Amalecita
Siembro a sus pies los dientes del viejo Dragón»:

Gérard de Nerval
Debió decirlo don Juancho Arvelo,
aquel obseso con santanderinos;
él,
el primero que me habló
sobre el Monstruo Negro
que se lleva, temible Dragón,
nenes a la Laguna,
a las zonas de aguas encantadas.

Cocito ha de tregarse al cosito,
le morderá las nalgas frías en la Cuitiva del poblado
y por eso debrás esconderte: «Viene la Tota»;
de algún lago del olvido viene como vino
el español a la Colonia.

Cabeza de buey tiene la Tota
y cola de un pez negro.
«Que es como una demonia», dijo
Andrea de Vargas...

Quezada confirmó
que la vio en el Reino de Granada
y los santanderinos que llegaron del Sur
aseguran que la Tota es la mujer del Demonio
y está en el pueblo,
como madre traidora de niños desobedientes, n
iños con nalgas frías
(de esos que juegan con sapos y lombrices
debajo del piso levantado de su casa,
al pie de las zapatas y los socos).

«¡Viene la Tota!», me dijo.
«Viene la Tota y te come el cosito».
Seguro que debió decirlo Juan Arvelo
(él era el único que sintió
mis nalgas frías y se burlaba de mí
al decirlo: «Viene por ti, nenito»).

3.


Para que alguien te hable, con ese amor
que esperas, y que para tí atesora
el mayor de los sentidos,
para que oigas lo que tiene
que decir el mundo tuyo, el que comienza
a hablarte aunque nadie lo oye,
para que entre a tu casa en los submundos
debajo de la casa del lenguaje de tu casa,
te hablará un ser 350 millones de años
más antiguo que el hombre...

Deja que te hable ese bicho,
no lo mates. No te asustes.

Tiene más experiencia de sabiduría
que todo lo que llamas humano.

¡Ojalá tuvieran el don de la palabra
para que te digan con su lenguaje y sin silencio
la historia del planeta y las primeras formas
de la vida orgánica de Dios!

Pero escúchalas y no las compadezcas
(tienen casi 400 millones de años
con el deseo de escucharte y van cien mil años
sin que tú las escuches y ellas son veteranas
del fuego y el agua que destruyera la tierra
y son verdaderos fósiles vivientes
de lo que ha desaparecido...

Y mira cómo se acercan a tí, Carlos.
Llámales ángeles porque tienen alas,
llámales ángeles porque son resistentes y ágiles
y volaban entre las patas de todos los monstruos
(los dinosaurios y los saurios y los alosaurios)
y son más aptas para vivir que el tiburón
en los mares; tienen uno o dos años
(ahora viven brevemente sus encarnaciones)
y estarán contentasr contigo si les hablas
y ponen 300 huevos que se abren a los 60 días.

Abrelos con tu mirada, Carlos:
las cucarachas quieren hablarte.

4.


Yo soy la Abuela inofensiva del hombre
y la Madre del Humus que asimilan todos los árboles
(cada raíz de planta vive contenta cuando chupan
mis desechos; porque soy
un beso en la tierra,
un alimento y soy 100,000 VECES
la réplica de una
y misma vida
y alguna se miden en milímetros
y las gigantescas, como rinocerentes
y resistimos ese morir de las especies
porque aspiramos a conocer
a un hombre,
a un niño que festeje
nuestro hallazgo
y con su mirada abra
unos de 300 huevos tras el día,
el 60 de la adultez de una.

Deja nutrirte hoy que escarbas
en la tierra y me hallas. m
Me comerán microorganismos
antes que mañana te diga adiós;
es que nací para el humus;
pero yo amo el humus celestial de tus manos;
el amor bondadoso de tu éter
y si me llamas ángel
yo lo diré a las Cuatro Especies
de mis supervivientes
y te hablaré desde los árboles que reciclen
mi humus, y diré: «Ninguna haya entre ustedes
que asuste a Carlos,
ninguna que le niegue la historia
del periodo carbonífero del que surjimos
como habitantes del Carbo
y de la metamorfosis».

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