Monday, July 22, 2013




Félix Díaz habla pausadamente, pensando cada palabra antes de pronunciarla y con su voz suave pero firme va hilvanando el relato sobre el origen del pueblo Qom en el gran Chaco Sudamericano y cómo fueron siendo despojados de sus tierras ancestrales que les proveían no solo alimento sino salud y espiritualidad.
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A lo largo de la historia, el saqueo y la represión fueron creciendo hasta llegar a límites insospechados: el representante indígena, elegido por su comunidad, ha perdido ya dos hijos, hermanos y sobrinos en esta lucha desigual en la que el Estado tiene todos los recursos, los represivos, los jurídicos pero también los simbólicos como los medios de comunicación, imprescindibles para seguir sosteniendo la dominación.

-¿Cuál es el origen histórico del pueblo Qom?

- El origen de nuestro pueblo ha sido el gran Chaco Sudamericano, en el límite entre Paraguay y Argentina. Estamos asentados en la zona del Pilcomayo y nuestros ancestros han vivido históricamente en esa región bordeando siempre el río porque es un medio de subsistencia donde están los recursos naturales con los que nuestros padres subsistían a través de la caza, la pesca y la recolección, pero también de la espiritualidad. Nosotros ya estábamos en esa región antes de que llegara el colono pero no teníamos un lugar fijo porque la costumbre del indígena era preservar los recursos. En la caza, por ejemplo, no se puede cazar permanentemente en un solo lugar, el cazador tiene que ir a buscar sus alimentos a 100, 150 kilómetros para poder conservar las cosas cercanas siempre pensando que en cualquier momento puede suceder un desastre en la naturaleza, una escasez o enfermedad del pueblo. El origen de los pueblos indígenas es que siempre han estado ahí, históricamente, hace muchísimos años pero no hay un escrito para decirlo.
Los Qom éramos llamados Tobas por los criollos; fue después de muchos años de lucha que se nos reconoce como Qom. Y luego de que comenzamos a investigar sobre nuestros orígenes, empezaron los problemas con el Estado. Cuando nos paramos frente a esta injusticia, nos encontramos con este problema de la falta de garantías de la vida de los pueblos indígenas.

-¿Cómo comenzó el avance sobre sus territorios?

- En 1936 llegó un británico que se instaló en nuestro territorio junto a un español que se llamaba José Cancio que comercializada las pieles de animales entonces los indígenas se hicieron amigos de este comerciante y Cancio les compraba las plumas de ñandú y las pieles de los animales a cambio de escopetas que fueron reemplazando a las armas autóctonas. Y luego apareció este británico con la evangelización de los indígenas, leyendo la Biblia y se les enseñó a los indígenas que tenían que ser hijos de Dios para que fueran ciudadanos y se convirtieran en seres humanos porque para ellos los indígenas eran hijos del diablo porque no se adaptaban a las reglas sociales. Entonces este hombre empezó a enseñarles a leer y a escribir a los que tenían interés pero una gran parte de los indígenas no aceptaron esa imposición y se fueron del lugar. Este hombre, Don Juan Chur se asentó en el territorio hasta el año ‘77. Pero la comunidad nunca tuvo esa mentalidad de la propiedad porque se considera parte de la Madre Tierra. Los que no siguieron a este británico se retiraron al campo y Chur obtuvo los títulos de propiedad de unas 100 hectáreas. Cuando los indígenas vieron la importancia de tener la documentación de la tierra se reunieron con los caciques para ver de qué manera se podía pedir al gobierno nacional los títulos de propiedad. A Bartolomé de las Casas le dieron más de 30 mil hectáreas pero a cargo de la Iglesia Católica. Cuando la Iglesia se retiró de los pueblos indígenas, esas tierras los curas las entregaron al Estado, entonces la comunidad de la Misión Tacaaglé quedó con 400 hectáreas, Bartolomé de las Casas quedó con 600 hectáreas, Misión Laishí, que tenía 37 mil hectáreas, se quedó con 300. Nuestra comunidad que tenía 10 mil hectáreas, se quedó con 5 mil.

Esa política del manejo del padrinazgo hizo mucho daño a los pueblos indígenas porque se pensaba que al indígena había que enseñarle cómo cuidar el medio ambiente, cómo hablar, cómo vestirse. Toda esa imposición, que después con el correr del tiempo uno se da cuenta que era un método de dominación, lastimosamente la mayoría de nuestros hermanos sigue con esa mentalidad de que el blanco es la solución a nuestros problemas. No se animaron a hablar por sí mismos, pensaron que siempre tenía que haber un padrino religioso o político para hablar con el Estado. Entonces es una lucha muy dura porque no estábamos preparados para poder avanzar sobre la preservación de los recursos y el tema territorial.

-¿El reclamo va dirigido al Estado provincial, al nacional o a los dos?

- El gobierno de la nación a través de decreto había entregado la tierra a los pueblos indígenas pero una vez que se hicieron las provincializaciones, esos bienes se transfirieron a la provincia. Anteriormente se manejaba con un ministerio que se llamaba Protección al Aborigen a nivel nacional pero una vez que se deshizo esa dirección se crearon los Institutos Provinciales y en Formosa se creó la Dirección del Aborigen para poder regularizar estos territorios que estaban en manos de los indígenas pero siempre basándose en los decretos nacionales. Desde que llegó la democracia en el año ‘83, todo esto se desvirtuó por el poder político que hoy está gobernando en Formosa entonces ahí se generó el conflicto entre el pueblo indígena y el pueblo de Formosa.

Nosotros como pueblo Qom venimos reclamando por el tema de las tierras desde siempre. Hubo decretos nacionales en los ’40, en el ‘52, en el ‘63, en el ’77 que regulaban la tenencia de las tierras. Lo contradictorio es que los militares hicieron el reordenamiento de tierras, entregaron maquinarias agrícolas, ganado, alambrados, postes, cupos laborales a los indígenas. Después cuando volvió la democracia en el ‘83 todos estos recursos que fueron entregados por los gobiernos de facto, fueron quitados por los gobiernos democráticos que manipularon el territorio, sacaron los tractores, las vacas, vendieron los alambres y nos quitaron las tierras.

El recuerdo más fuerte con el que te encontrás cuando hablás con los ancianos es que el mejor gobierno que tuvieron fue el de Perón: ‘Perón nos daba la tierra’, como ellos dicen, ‘Perón nos daba alimentos’, pero no saben que Perón mandó a matar a los Pilagá y a los Coyas de Salta en el año ‘47 cuando se hizo el Malón de la Paz, hasta entonces los indígenas creíamos que Perón era el mejor presidente.

-¿La devolución de la tierra resolvería todos los problemas, como el vínculo con el Estado y con los criollos?

- La verdad es que no va a ser la solución pero sería un alivio porque al despojarla del territorio, la comunidad empieza a debilitarse porque el equilibrio del indígena es poder sustentarse con los recursos naturales que antes se manejaban. Con la buena alimentación no sufren enfermedades ni hambre; la vida está en esos territorios entonces al quitárseles se encuentran mendigos y están obligados a buscar changas y al buscar changas el patrón aprovecha que el indígena no sabe qué es un salario y no se lo paga; esto es un problema de una cadena que no tiene fin.

Después se empezaron a privatizar los campos entonces el indígena ya no puede ir a pescar ni a cazar porque tiene que pedir permiso al dueño del campo porque sino lo pide lo matan, lo corren a balazos, entonces está obligado a vivir en un rincón. Es un proceso para nosotros muy duro el de estar sobreviviendo a esta altura del tiempo en que la tecnología y la ciencia avanza y nosotros subsistimos a través de la mendicidad porque el Estado nos niega los recursos que debería destinar a los pueblos indígenas para poder tener escuelas propias, oficios, recursos para poder desarrollar nuestras capacidades.
Cuando empezamos a pararnos frente a esta injusticia se nos cerraron todas las puertas: no podemos denunciar, no podemos tener acceso a la salud, al agua, a nada. Y encima de todo eso nos crean causas penales entonces parecería que estamos viviendo en otro país, parecería que Formosa no fuera parte de la Argentina porque el gobierno provincial hace lo que quiere y nadie le dice nada y cuando se le reclama dicen que el gobierno está por la voluntad popular sabiendo que ese poder que llegó a través del voto no es legítimo porque muchos de estos indígenas son analfabetos y no es que eligen sino que se les obliga a votar una lista. Cuando un indígena elector entra en un cuarto oscuro se encuentra con multitudes de papeletas en la mesa: cómo puede elegir a sus candidatos si es analfabeto. Entonces para mí no es una elección sino un fraude, una injusticia porque la mayoría no sabe qué es el voto. El político siempre está pensando en cómo engañar a los indígenas llevándoles una bolsita de mercadería, una caja de medicamentos, un sueldito, un plan, una pensión. Es un tema preocupante porque nos damos cuenta que estamos siempre afuera en la discusión de la política estatal.

-¿Y cómo se organizan ustedes políticamente?

- Nosotros en el 2011, después del acampe acá en Capital donde pedimos al gobierno nacional que nos permitiera organizarnos, el primer punto que se tocó fue el de la conformación de una organización indígena a través del propio pensamiento. Entonces pedimos garantías a esa elección y se logró en junio de 2011 cuando la comunidad conformó una lista de candidatos; uno de los cuales era yo y el otro era Cristino Sanabria, el candidato del gobernador de la provincia, Gildo Insfrán. Ellos pensaron que iban a seguir manipulando a los indígenas y a Cristino Sanabria le dieron pensiones provinciales para que repartiera, viviendas, colchones, frazadas, todos los recursos del Estado y nosotros, nada. Como yo estoy siempre pensando en el respeto que tengo hacia los ancianos y a la comunidad no puedo estar diciendo vótenme porque voy a hacer tal cosa. A pesar de todos los recursos económicos puestos por el Estado, la comunidad con voto secreto me eligió a mí y quedé como vocero para poder representar ante el Estado provincial y el nacional las inquietudes del pueblo.

Internamente, yo espero la voluntad del Consejo que es el contralor de mi función como líder, es el que me puede desplazar o sostener y si ellos no pueden tomar decisiones convocan a una asamblea general para resolver las cuestiones grandes dentro de nuestra comunidad. Es la forma natural de la política indígena que hemos podido recuperar e implementar en el territorio a través de esta lucha.

-¿En lo personal cómo ha sido este camino, porque ha sufrido y sigue sufriendo persecuciones de todo tipo?

- La verdad es que es un rol muy grande, es una tarea que te esclaviza pero yo la elegí por el amor de la gente, pongo mi vida a su servicio. Me ha generado muchísima dificultad en mi vida personal porque yo me dedicaba a la agricultura y me encanta pero ahora hace más de 15 años que estoy en esto y perdí todo lo que tenía por esta causa de recuperar el territorio en el que ancestralmente subsistíamos y que hoy está en manos de Parques Nacionales, de la Universidad Nacional, del gobierno provincial y de criollos particulares. Es una lucha desigual porque el Estado tiene todos los recursos a su favor: la policía, los jueces, los poderes económicos, los medios de comunicación, los municipios, los hospitales y nosotros no. Y se nos mata por el solo hecho de pensar como indígenas, se nos mata por defender nuestros valores culturales, por vivir como indígenas y esto genera mucho dolor para mí porque he perdido dos hijos en esta lucha, hermanos, sobrinos, sobrinas y seguimos perdiendo hermanos. Entonces cómo puedo decir que yo soy un argentino cuando no se me dan esos derechos humanos que debería tener, el Estado nacional es espectador de nuestro sufrimiento. Entendemos que los derechos humanos son universales, pero por qué no estamos adentro de ese universo, es una pregunta que nos hacemos siempre. Por qué tenemos que estar armando mesas de diálogo cuando las respuestas están en manos de los gobernantes, es duro hablar así pero esta es una realidad. La solución es la aplicación de los derechos indígenas constitucionales, no hay nada que esperar.

-¿No hay ningún organismo del Estado que los proteja?

- Los Institutos no están en nuestra defensa, son como mangrullos de la época colonial que se crearon para controlar el paso de los indios en los ríos, en el desierto. Cualquier destacamento militar lo que hacía era controlar el territorio: cuántos eran, cuántas mujeres, cuántos niños, contar eso para poder perseguirlos y exterminarlos. Hoy en día lo que nos elimina y nos sigue eliminando son los Institutos porque son los que registran: fulano de tal está con este partido, con esta ONG, no lo ayuden porque piensa contra nosotros, es nuestro enemigo. En nuestra comunidad hay 800 familias y en el informe oficial aparecemos 400, es porque esconden los números reales porque los beneficia para decir: “si son 400 familias ya les dimos 200 viviendas y nos faltan 200, le dimos el 80% de los planes sociales”, se justifican esos números para no ampliar el territorio porque esa cantidad no requiere ampliación territorial.

-Usted ha viajado por todo el continente llevando la voz de los pueblos indígenas argentinos, ¿cómo se están organizando otras comunidades en el resto de América Latina?

- La verdad que conocer otros países me sirve para darme cuenta que no estamos solos en esta lucha. Cuando estuvimos en Guatemala, en la Comisión de los Derechos Humanos, exponiendo nuestra realidad parecía que estaban hablando de la nuestra: es el mismo reclamo en todas partes del mundo. En Bolivia, por ejemplo, donde tenemos un hermano que está presidiendo la nación, no se está resolviendo el problema de fondo que es el de las tierras porque la mayoría de los terratenientes tienen los campos en sus manos entonces el gobernante no puede sacarle las tierras que ya están tituladas, es por ley, entonces no es fácil gobernar en contra del poder económico. Esto pasa en Brasil, en México, donde los indígenas viven en una situación terrible, al igual que en Chile y en Perú. Yo creo que los países deberían escuchar a los pueblos indígenas, el Estado tiene que cambiar su política, deben incorporar en sus agendas la voz de los indígenas y de los inmigrantes porque es ahí donde se puede hacer una política no de un partido sino una política que resuelva estos problemas sociales que hoy estamos teniendo como la falta de terreno para millones de argentinos. La lucha está en cada uno de nosotros.


Artículo publicado en el Periódico de la CTA Nº 95, correspondiente al mes de junio de 2013



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