Sunday, May 3, 2009

Un mensaje de Fortuño Burset


Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertorriqueño

Para cumplir con el mandato constitucional, el gobernador Luis Fortuño Burset se dirigió a la Asamblea Legislativa para presentar su primer Mensaje de la Situación del País. Este fue uno de carácter muy preocupante. Con tijera en manos no perdió tiempo para anunciar enormes recortes a todos los niveles gubernamentales. El más grave de todos fue la propuesta de reducir la nómina de sus empleados. Se estima que unos 35 mil asalariados perderán sus empleos. Nadie niega que el gobierno ha crecido hasta convertirse en un monstruo incontrolable. Hay exceso de personal acompañado de una grave ineficiencia. Esto ha venido ocurriendo por pasadas décadas, pues los partidos políticos -PPD y PNP- han hecho del gobierno una guarida para colocar a sus amigos y colaboradores.

Ese juego de política barata hoy nos está pasando la factura. Elección tras elección el pueblo se tira a depositar su voto creyendo que va a lograr un verdadero cambio. Los cuatrienios pasan y todo sigue de mal en peor. Y es que nuestra casta de servidores públicos no son otra cosa que vividores que han hecho de la política su carrera. La corrupción es el altar donde esta recua de politiqueros acude para mostrarse lazos de amistad y solidaridad. Todos cooperan, a mayor o menor grado, y se cuidan las espaldas para seguir en la inmoralidad de jugosos sueldos y sabrosos privilegios. Piensan primero en ellos y sus familias, y luego le tiran alguna que otra migaja al pueblo para que este no se rebele del todo. En ese juego infame nos arrastran cada cuatro años.

El licenciado Fortuño Burset es un acérrimo defensor de los grandes intereses. Nacido en cuna blanda y perfumada no tardó en acudir a esos hombres líderes del capitalismo puertorriqueño. De ese matrimonio nace el CAREF, y de este sale inmediatamente la idea de hacer grandes recortes, de imponer nuevos arbitrios y de despedir empleados públicos a granel. Su administración está dando los pasos necesarios para privatizar todo lo más que pueda. Pretenden entregarle todo el patrimonio del pueblo a esos grupos de millonarios que solo piensan en seguir sacándole el sudor y la sangre a todo un pueblo para así aumentar sus enormes fortunas. En solo cuatro meses de mandato ya el pueblo gime con gritos agudos por todo lo que se le viene encima. Este cuatrienio -2009/2012- nos va a traer grandes dolores en todos los niveles de nuestra vida de pueblo.

Más aún, estos son los mismos que quieren vender toda la isla de Puerto Rico a través de su ideología política. Quieren, a como de lugar, que el Congreso norteamericano nos conceda la estadidad, o sea, que pasemos a ser el estado 51 de la Unión de los Estados Unidos. En ese titiritero empeño nos han empujado por los últimos ciento once años. Sabiamente, ese Congreso ha sabido esquivar las cornadas de este animal híbrido. Son puertorriqueños nacidos con el espíritu nublado y la columna vertebral torcida. Ya nos llegan vientos plebiscitarios. Ya nos quieren tirar una nueva ráfaga de cornadas para envolvernos una vez más en otro llamado al Congreso para auscultar cuán comprometido está ese cuerpo con el status político de nuestro pueblo. Vez tras vez, siempre le han enviado el mensaje, de forma muy diplomática, que no nos quieren en ese santuario politico. A lo más que llegan es a permitirnos que caminemos por sus patios. Pero con el dinero del pueblo se pueden idealizar muchas aberraciones.

El señor gobernador desembolsó su mensaje al país el miércoles 29 de abril, y el viernes 1 de mayo la clase obrera se tiró a las calles en una masiva manifestación. Ya se habla de un paro nacional. Este va a ser, sin duda alguna, el camino a seguir en estos próximos cuatro años de la administración anexionista del gobernador Luis Fortuño Burset. La paz y la concordia brillarán por su ausencia en esta larga batalla campal que nos espera en esta Isla del Encanto.

Cada vez que el anexionismo sube al poder se cuajan unos infames deseos de entregarnos a los norteamericanos. Pero por otro lado, también la puertorriqueñidad sube a lo más alto de la montaña patriótica para defender todo aquello que nos hace un pueblo diferente.

Ciento once años bajo la soberanía norteamericana nos ha pulido y fortalecido para poder aguantar esos empujones del anexionismo enfermizo. Los congresistas norteamericanos saben muy bien que Puerto Rico no cuadra dentro de esa Unión de estados. Ese federalismo no se hizo pensando en admitir pueblos que no fueran afines a su cultura e idioma. El águila y la cotorra vuelan por diferentes aires.

Caguas, Puerto Rico

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