Friday, July 23, 2010

El poder militar de Estados Unidos

Acaba de publicarse en Estados Unidos uno de esos libros polémicos que revela parte de la estructura del imperio estadounidense (Chalmers Johnson, The sorrows of empire: militarism, secrecy, and the end of the Republic). El autor sostiene la tesis de que si, en el pasado, los imperios se hacían presentes en el mundo mediante sus posesiones coloniales, el nuevo imperio de EE.UU. marca sus territorios por medio de bases militares.

El Pentágono definió lo que denomina el arco de inestabilidad, expresión que suena de modo más técnico que aquella banalidad proferida por Bush sobre el eje del mal. Tal arco recorre el mundo, desde Colombia, pasando por Africa septentrional, Oriente Próximo y Medio Oriente, y alcanza Indonesia y Filipinas. Que coincida con territorios ricos en petróleo se estima oficialmente un hecho meramente fortuito...

Según informe anual del Departamento de Defensa, existen más de 700 bases militares estadounidenses, repartidas en más de 130 países, para vigilar ese estratégico arco. Las bases en el extranjero son las avanzadillas del imperio, donde residen permanentemente más de 250.000 miembros de las Fuerzas Armadas, además de un número análogo de familiares y funcionarios civiles de todo tipo; en ellas trabajan también unos 45.000 contratados locales. El informe no incluye las bases recientemente establecidas en Kosovo, Afganistán, Iraq, Kuwait y otros países, a pesar de que hay indicaciones de que muchas de ellas se harán permanentes.

Pero ni los soldados son lo que eran, ni las bases funcionan como antes. (...) La vida en las bases intenta parecerse a las versiones cinematográficas made in Hollywood. Camareros en esmoquin sirven la cena a los oficiales y hasta un Burger King se ha inaugurado en el enorme complejo militar del aeropuerto de Bagdad. Las bases militares, además de marcar los confines del imperio, son un buen negocio para muchas empresas de EEUU, que están tanto o más interesadas que el Pentágono en que continúe ese vasto despliegue militar. Ahora bien, también hay algunos problemas en ellas. Más de 100.000 mujeres que viven en las bases tienen prohibido utilizar los hospitales militares para abortar. A pesar de que anualmente hay 14.000 agresiones sexuales en las bases de EEUU, ellas tienen que recurrir a los medios sanitarios locales, lo que en ciertos lugares implica serios riesgos. El puritanismo y la hipocresía siguen tiñendo la vida militar. (...)

Conviene recordar que, desde que EEUU invadió Afganistán e Iraq, la peligrosidad de Al Qaeda ha aumentado en vez de disminuir. Entre 1993 y el 11-S hubo cinco atentados en todo el mundo atribuibles a esta difusa organización; en los dos años siguientes se produjeron 17 ataques terroristas. Como afirma un historiador británico: «en vez de ir derribando puertas e irrumpiendo brutalmente en sociedades antiguas y complejas, con remedios primarios como libertad y democracia, se necesitarían métodos inteligentes y sutiles, basados en un conocimiento profundo de los pueblos y sus culturas», lo contrario de la torpe política seguida por EEUU, originada en las mentes, a la vez arrogantes e ignorantes, que hoy rigen el Pentágono.

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