Thursday, May 19, 2011

Europa decide cerrar las puertas a los inmigrantes


Por Andrei Fediashin (RIA NOVOSTI)

Los habitantes de Dinamarca parecen haber perdido la nobleza espiritual de Hans Christian Andersen y del príncipe Hamlet.

En sintonía con las recomendaciones hechas por los ministros de Interior de la Unión Europea, en su reunión el pasado 12 de mayo, la decisión de los ministros de Exteriores de la UE, aprobada el día siguiente, pero sin esperar la Cumbre de la UE el próximo 24 de junio, las autoridades danesas dieron un paso que dejó estupefacta a la Comisión Europea, la cerrar con llave la puerta de entrada a su país.

Dinamarca anunció el restablecimiento de los puestos de control fronterizos en las fronteras con Alemania y Suecia.

Los nacionalistas daneses del Partido Popular Danés, miembro de la coalición en el poder, organizaron una fiesta para celebrarlo. Bruselas, a su vez, prometió tomar cartas en el asunto ante lo inaudito de la decisión danesa.

Copenhague contestó que se estaban restableciendo los puestos de control fronterizo y el servicio aduanero, pero «no el control de pasaportes».

A las personas poco entendidas les cuesta entender la diferencia. En realidad a las entendidas también les cuesta y la UE, por lo tanto, ha abierto al respecto una investigación.

Por otra parte, no todos los daneses quieren “cerrarse con llave”. Resulta que los nacionalistas aprovecharon la ocasión, anunciando a sus socios de coalición de centro derecha que sólo votarían a favor del programa presupuestario a largo plazo diseñado por el Gobierno, a cambio del restablecimiento de los puestos fronterizos.

Dicho sea de paso, Dinamarca es el país que tiene las leyes de extranjería más severas de toda la Unión Europea.

Revisando los principios de la zona Schengen; Es muy significativo que dicha decisión se haya tomado horas antes de que los ministros de Interior de la UE acordaran en Bruselas someter a una revisión radical los mecanismos de control que se aplican en el espacio Schengen.

Sin embargo, la expresión “revisión radical” sonaba más a un gesto de cortesía hacia los descontentos con la afluencia masiva de inmigrantes y hacia los partidos de derecha que a una decisión real.

En estos momentos, toda revisión posible se reduce al restablecimiento en casos excepcionales del control fronterizo dentro del territorio comunitario.

El objetivo es controlar la inmigración ilegal. Además, la UE está dispuesta a «presionar» a los países del Norte de África y conseguir que firmen acuerdos de readmisión, es decir, hacerles asumir el compromiso de aceptar a los emigrantes ilegales expulsados.

La razón de toda esta polémica está en la llamada “primavera árabe”, que desembocó en una oleada de inmigrantes ilegales procedentes de Túnez y Libia (cerca de 30.000 personas) y las exigencias de Italia y Francia de modernizar las normas de Schengen de acuerdo con las circunstancias actuales.

Se suele decir que el espacio Schengen está integrado por 25 Estados: los 22 miembros de la Unión Europea más Suiza, Islandia y Noruega.

Por razones desconocidas nunca se menciona a Liechtenstein. Así que, en realidad, la zona está compuesta por 26 países, se extiende desde Portugal hasta Rusia y desde Islandia hasta la frontera greco-turca y comprende una población de 400 millones de habitantes.

El rapto de Europa: De los 22 miembros de la UE, una mayoría de 15 apoyaron la idea de dar marcha atrás. Incluso quienes estaban en contra, como Alemania, protestaron en voz baja.

Se puede decir con toda seguridad que el Viejo Mundo se está dejando llevar por los ánimos xenófobos y está optando por recuperar la idea de “Europa como fortaleza”. Los partidarios de la “pureza” de Europa aseguran que los recién llegados, no importa que provengan del mundo musulmán, de África o de Europa del Este, están preparando “el rapto de Europa” y hay que hacer algo al respecto.

Culpar de todo eso únicamente a los europeos equivaldría a asegurar que quienes tienen la culpa de los desórdenes en los colegios, son los profesores y nadie más.

La xenofobia hacia la cultura del país receptor y la autoexclusión de los inmigrantes es también un fenómeno muy extendido. En muchas ocasiones se trata de no aceptar las costumbres locales de una manera demostrativa, cosa que es igual de inaceptable que imponérselas a los inmigrantes. Hay que reconocer que los europeos se han dejado arrastrar por el juego del pluriculturalismo y lo políticamente correcto y han tenido que cambiar de opinión debido a la crisis económica y financiera global. Pero no es la única razón.

Como resultado, por toda Europa se están intensificando los ánimos anti-migratorios que llevan a los Parlamentos cada vez un número mayor de representantes de los partidos derechistas, radicales y ultranacionalistas.

Y los cambios que se están operando ahora en Europa son muestra práctica de la nueva composición de las asambleas nacionales de los países europeos.

Dinamarca es uno de los ejemplos más claros; algo parecido está ocurriendo en Holanda (los ultraderechistas se muestran muy activos en el Parlamento) y en Finlandia (hace poco el partido radical de los Verdaderos finlandeses consiguió muchos votos allí). Aunque de momento no se plantea la posibilidad de cerrar las fronteras.

Desde lo más profundo de la integración europea, de su política multicultural y de sus fallos ha emergido un problema de tal envergadura que no será solucionado ni dentro de un año, ni dentro de dos ni dentro de cinco.

En Dinamarca, Holanda, Finlandia, Reino Unido, Francia e Italia hay quienes se están haciendo la pregunta de si merece la pena retirar parte de las potestades delegadas en Bruselas, incluidas las relativas a la esfera de la emigración, lo que equivaldría a introducir cambios en el Acuerdo de Schengen de 1985.

Las consecuencias de todo eso son impredecibles. Dijo un diplomático europeo tras participar en la reunión de los ministros de Exteriores de la UE «El número de problemas va creciendo de día en día y la pregunta es, si se puede mantener la situación bajo control. y también ¿Cómo podríamos salir de esta situación sin que todo el sistema se venga abajo?»

Europa podría tener en breve otro motivo de preocupación, el mencionado diplomático señaló que, de acuerdo con los datos de la UE, en Libia hay centenares de miles de refugiados y en caso de “aprovechar Gadafi de esta arma” y concederles recursos para que se dirijan a las costas europeas, se producirá una catástrofe.

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