Friday, September 18, 2009

Tapando el cielo con la mano: El Departamento de Educación y la SEPUR


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Por Marcos Reyes Dávila / Catedrático

La acción del Departamento de Educación de purgar la lista de lecturas a nivel superior no deja de indignar y sorprender. Es cierto que el DE –y detrás de él el gobernador Luis Fortuño– pretende justificar su acción alegando que no es censura de libros, sino una determinación que procura identificar lecturas apropiadas y no apropiadas para el grado. Es imposible concederle, en principio, a este señalamiento algún fundamento, como dice hoy Ramos Perea. El currículo se elige, se le da forma, con una selección de lecturas que debe hacerse a partir de criterios y objetivos educativos. Sin embargo, ello no puede perder de perspectiva que, en este caso, no se trata de niños de nivel elemental ni intermedia, sino de estudiantes de nivel superior, de esos mismos estudiantes a los que se les pide ya el voto, se les propone el servicio militar, y hace rato buscan desesperadamente alivio a sus urgencias sexuales.

Por otra parte, el contexto de los que reclaman propiedad se ata aquí al de obscenidad. Lo que se persigue es no exponer a los estudiantes al lenguaje sexual –soez– y a escenas de alto contenido sexual. Si esa es la meta, está derrotada de antemano y de principio. Los estudiantes conocen de sobra ese lenguaje y han visto –sino en los libros, en la industria fílmica, en revistas y en internet– muchísimo más de lo que le presentarán los libros. Una diferencia importante habrá de seguro entre una exposición y la otra. La del cine, la revista y la internet seguramente exponen el sexo con intención puramente libidinosa. En cambio, los autores, movidos por motivos mucho más inteligentes y elevados, y por el criterio artístico, naturalmente, expondrán el sexo con una finalidad que excede la simple masturbación.

Por otra parte, si es inevitable el tema, ¿cómo puede proponerse que no se le permita al maestro intentar modelar con inteligencia lo que es parte inalienable de la vida de cada uno de sus estudiantes? Que no se escuden detrás de la moralidad hostosiana tampoco: Hostos insistió siempre en que la educación debía partir de las intuiciones y la realidad concreta del niño, y que tenía el deber de educar no sólo la razón, sino también la inteligencia emocional e, incluso, la voluntad para forjar el carácter de seres humanos “completos”. El Departamento de Educación de Puerto Rico haría muy bien si en sus determinaciones y expresiones pusiera al menos un poco de profundidad.

Llegué a la universidad en los tiempos de Marcuse, Piagett, A.S. Neill, el de Summerhill, y Fromm, entre tantos otros. Entonces aprendí, y lo sigo creyendo, que lo obsceno es la agresión y la violencia, no el amor y el sexo. Una violación es obscena, pero no por su contenido sexual, sino por el ejercicio de la violencia y la agresión. La vida toda es sexo. Y la vida, toda, debería estar regida por el amor, esa vivencia, impulso, urgencia, que está siempre mediatizada por lo sexual porque nacemos sexuados, no asexuados.

Los escritores puertorriqueños y los artistas han hecho bien al indignarse con esta acción brutal del Departamento de Educación. Brutal, porque no la escuda inteligencia ni razonabilidad alguna. Brutal, porque parece ignorar olímpicamente lo que es la expresión artística y la naturaleza humana. Brutal, porque ordena SILENCIO como la Bernarda dogmática, fascista e intolerante de Lorca, y pretende tachar el pensamiento y la inteligencia misma como quien intenta tapar el cielo con la mano. Brutal, porque lesiona el corazón mismo de la libertad de expresión y de pensamiento, y el sentido de dignidad del pueblo puertorriqueño.

Endosé, y puse a circular, como educador, como poeta, como catedrático de literatura y lengua de la Universidad de Puerto Rico, como director y editor de la revista académica EXÉGESIS, como ex director del Instituto de Estudios Hostosianos, como Vice Presidente de la Junta de Directores del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico (FIPPR), la carta de protesta que puso en circulación el PEN Club de Puerto Rico. Hizo muy bien –loable– el PEN Club. Ocupó el espacio y tomó la iniciativa que debió corresponderle a la Sociedad de Escritores de Puerto Rico. Mi aplauso.

A fines de octubre, para el Festival de Poesía, vendrá como nuestro poeta invitado, el presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, Reynaldo Lacámara. Ésta será una magnífica oportunidad para preguntarle por los beneficios que podría tener entre nosotros construir una organización de esta naturaleza. Hemos hecho el intento de levantarla. Pero ella no tiene sentido si no es la casa de todos --¡todos!-- los escritores de Puerto Rico.

Marcos Reyes Dávila / Director Revista EXÉGESIS
UPR-Humacao, Puerto Rico

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