Saturday, February 12, 2011

En el Día de los enamorados / Invocación

(1)

La mujer que me gusta dialoga
en autobuses. Vive en la esquina.
Deja su rastro en mi puerta
y todos la quieren por su apariencia
de ficción en carne viva,
ojos grandes y labios rojos
que llaman a lujuria.

Tiene las piernas
como frondoso tallo
y sus muslos sin dueño
pero ella descansaría y quiero
que descanse sobre la estrofa
que yo escribo. Ella me gusta.

Cuando la veo navegar de un lado
para el otro, yo sé que me presiente.
Sus aguas pueden compartirse
como parte del oleaje que ambos recorremos;
pero ella no sabe de qué predio
del viento mi voz / con mis remos / llega...
y yo la llamo igual,
viéndola o no,
haya calma en la mar
o haya tormenta,
como en violentos celos
y ansiedad de unir al fin
ambos destinos de marineros.

Otros, como yo, la desean.
La tientan, la atacan.
El mar es violento
y en los bosques,
hay bestias.
Pero yo
la amo;
¿y ella
a mí?

*

(2)

¿Qué hogar esconde, qué amparo,
qué ciudad de refugio,
a ese cuerpo con colores de alcoiris
y desnudez que deslumbra a las pupilas?

¿Con qué viste la ninfa, poseedora
de todas las edades y provocadora
síntesis y plexo de atracciones
para el hombre que sueña?

¿Quién hila con tela del decoro
para tal hembra
seductora y nínfica
el himatión?

¿Dónde está ella, tan amada:
la mesera,
secretaria,
hadas de los teatros,
criatura del aire y la mar,
una que pisca en los campos, agraria,
una que vende en puertos y mercados,
quien hilvana en los telares
y remienda con aguja su dolor de cosmos,
su tiempo, desafíos y ocios?
¿Dónde está, con su quehacer, la obrera?

*

Invocación para el Día de los Enamorados

«El inconsciente humano, la zona más amplia y profunda de la psiquis, tiene todas las respuestas a cualquier posible pregunta sobre los orígenes del hombre»: Carl Gustav Jung
Todas las respuestas quiero,
todo el almacén de tus amores y fidelidades,
misterios que tengas escondidos,
delicias que no haya conocido mi conciencia,
la plenitud de tu compañía, porque no soy feliz
y amor quiero, todo lo que tengas que sea consuelo,
todo lo que me suma en certidumbre,
todo el contenido de esa alacena de tu cuerpo,
de esa vasija de luz y tiniebla de tu alma
porque cuando vaya a conocerte,
con el leño encendido, sabrás que soy
pene de fuego, ladrón que va al Olimpo
y te roba el kerosene de la vulva.

No me interesa, si eres pequeña y juvenil
como una lechuguilla, si son tus senos
grandes como melones, o son chicos
como una guayaba, pero sé cálida, dispersa
ese cariño sabio de tus manos,
esa tibieza rica de tus muslos, si navegas
en medio de mi cama... estoy yendo por riscos
de mi pena y abriendo grutas en mis soledades
porque yo sé que estás en alguna parte
de este vendaval de mi ignorancia
y mi camino andado.

No me interesa este Día del Amor que sigas
escondida. Para eso estoy yo.
Para buscarte. Para eso es voy en friega
con mi pasión de hallazgo,
mi maña de olfato y mi esqueleto
husmeando tus rumbos, desde dentro del pellejo
y desde afuera, donde se dan más tumbos.

No me importa si afeitaste tus axilas
y sexo, si tu pie es delicado, o si ya está
encallecido por trepar a las cúspides,
no me importa el tamaño de tus manos
o si eres ruda con la voz,
aunque sea sutil tu palabra... lo que sé
es que quiero tu presencia y eres más antigua
que los sueños, más remota que los arquetipos
y que se te haya en la carne, porque eres la Compañía
y el Otorgamiento, sede de todas memorias
del género humano.

Eres la líbido, la estructura del amor
que dejó de ser tiniebla y alumbró
las pulsiones de la más pequeña molécula,
oh Varona, carne del Emet, supe que comíste
manzanas de sabiduría, y quien está sediento
por este mal de quererte, sólo contigo se cura
y vuelve a verte encuerada, siseante, serpentina,
agitada por las ganas de atrapar
dos cojones que satisfagan tu menstruo
y soy yo, en este Día de los Enamorados,
el pene de tu ladronería, el alma de tu memoria
diferenciada en mi sexo, complemento
para tus emociones.

Yo soy el infeliz que tú amas,
el varón perdido que se antoja de la plenitud
de tu compañía, si es que acaso te internaste
como Eurídice en el infierno, pero yo tengo
el leño, el que sin tí se apaga... es un garrote
en pena, no un inconsciente colectivo,
no simulacro para tu vagina aislada.

Tu Memoria Objetiva y Creadora
no está conmigo; te internaste profundamente
y fuera de mi alcance, te llevaste el carbón
y dos piedras, tus nalgas curvas
que cautivaron mi frote, te llevaste la suavidad
de la llama, el ámbar de la delicia.

En frío me dejaste
pues te llevaste el fuego, éter del Akasha,
virtud de la zarza ardiente de la que nace
el sonido, tu gemido que ama, y me incita
a cogerte... No me dejes, Eva Congrio,
culo peludo de amores, vaginita anhelada.

No te hurtes de mis ojos, no te ocultes
tras un vestido hilvanado con hojas de parra.
Peca delante de mis ojos, comparte el conocimiento
de tu manzana. Tú eres mi nostalgia
de paraíso y estoy solo.

En el Día del amor y los placeres,
en la efémerides de la invención de compañía,
Adán está solo, Evé, y no soy feliz
y amor quiero.

12-02-2002 / De TANTRALIA

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