Sunday, February 27, 2011

A propósito de un veto


Por MELVIN MAÑÓN

Obama accede a enemistarse con todos los árabes del mundo al vetar la resolución de condena a Israel solamente porque sabe muy bien que, el lobby judío (léase sionista) tiene capacidad sobrada para arruinar su reelección.

Una vez más, EEUU ha vetado una resolución unánime del Consejo de Seguridad que, con 14 votos condenaba a Israel por los asentamientos de colonos judíos en Cisjordania, parte mayoritaria de los territorios palestinos. En el mundo musulmán, 1,200 millones de personas pasan del asombro ante lo que consideran una increíble torpeza del gobierno de Obama a la confirmación de lo que ha sido obvio para ellos hasta ahora: el respaldo incondicional de EEUU a Israel.

La prensa internacional habla del momento como inoportuno, y lo es; se habla de las consecuencias posibles y las habrá. Se comenta que EEUU trató de evitar la unanimidad de la condena y ejerció el veto con cierto pesar, pero a nadie le importan los intentos sino el resultado.

No creo necesario repetir que los asentamientos israelíes en territorio palestino violan —sin excepción— todas las resoluciones de la ONU, las convenciones estipuladas y los acuerdos de paz negociados, en Oslo, Madrid, Camp David y otros. Se sabe, hasta la saciedad, que los asentamientos son ilegales; que son un factor de irritación y violencia; que los palestinos se oponen con ferocidad a éstos; que el derecho internacional explícitamente los prohíbe y que Israel ha faltado a sus obligaciones como ocupante de territorios ajenos ocupados. En fin, todo esto se sabe. Veamos, empero, dos aspectos que no son tan bien conocidos.

En primer lugar, el fundamento del enfrentamiento entre palestinos y sionistas israelíes no ha sido nunca, ni es, un tema estricta ni principalmente religioso entre gente que abraza el Islam del Corán y otros que proclaman la Torah. El verdadero conflicto en Palestina es el despojo de tierras que se consuma contra los palestinos. Primero se hizo con dinero sionista (entre 1889-1948) y, desde entonces hasta hoy, se consuma con la fuerza militar y la mayor brutalidad imaginable. Es decir, lo que ha enfrentado una población palestina autóctona con colonos judíos recién llegados de cualquier parte, pero sobre todo de Europa del Este, no es un texto sagrado o pagano, ni una túnica ni una barba, sino que es el robo con violencia, el despojo de las tierras, sembradíos y hogares palestinos para construir asentamientos judíos desde los cuales se abusa, tirotea y masacra rutinariamente a los palestinos en su propia tierra. Ninguna campaña mediática de las tantas que han emprendido los gobiernos israelíes ha logrado desmentir, ni borrar esta realidad. Peor aún, a pesar del evidente perjuicio que han hecho a la imagen de Israel estos asentamientos, a pesar de la evidencia pública, diplomática e histórica de cuanto han obstruido los procesos de paz que Israel dice abrazar y a pesar del daño enorme que infligen estos hechos a la imagen y la posición de los EEUU en el Medio Oriente y por extensión en todo el mundo, los israelíes siguen haciéndolo y los EEUU siguen apoyándolo.

¿Por qué?

Esparte y continuación de un plan diseñado desde que Theodore Herzl lo propusiera a finales de 1880 y la diáspora judía y los sionistas lo aceptaran. David Ben-Gurion, reconocido como el padre del Estado Judío sabía perfectamente bien que eran intrusos, usurpadores y que se dedicarían al despojo y las cartas suyas, que al efecto lo revelan, están publicadas desde hace muchos años y reposan en museos.

Puede verlas el lector en los siguientes libros entre muchos otros: The Gun and The Olive Branch de David Hirst; Righteous Victims de Benny Morris y
The Great War for Civilization de Robert Fisk.

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