Sunday, February 13, 2011

Poesía política: Carlos López Dzur / 2.

Los enemigos de la Revolución


Hay tres cosas que la Revolución no es.
Ni deber ser. Ni nunca ha sido en aras de triunfar,
pero una cosa es cierta... El revolucionario
admite y ama su libre albedrío y con éste
es que elige cambio, hacer transformaciones.

Dentro y fuera está el bruto pedregal de las pasiones,
aquello que no conviene, disgusta, desafía
lo que hay que llevar al atanor, al Horno que purifica
y pule, porque todo revolucionario no es otra cosa
que el Alquimista, el transformador material
y espiritual de lo existente.

Hay tres cosas que la Transformación repele
y al repelerlas, no retarda el proceso. Lo ilumina.
La primera es el Miedo
(el miedo es sobrevalorar el fracaso,
dolerse anticipadamente del futuro,
ese subproducto que tarda,
esa unidad que no viene
y que la apresuramos, desde lo que llamamos
«miserable presente»).

Es que el hambre de futuro es intensa y dolorosa
en los revolucionarios y los otros, tan tardos,
tan satisfechos de pasado, estorban,
pero la Revolución es sabia.
No quiere a idólatras rabiosos
por tanto invocar el porvenir.

Es más útil una mente que se ponga unas manos espirituales
de Presente, energía de corazón focalizada en el hoy
para que pueda el ahora ser pieza del mañana.
El futuro hay que comenzar a verlo, sin prisa,
con la vista de hoy para que nos sea familiar
su rostro amable; rostro más amable que el pasado.

Hay tres cosas que la Revolución repele,
ese miedo rabioso de que el futuro no venga
y esa rabia venenosa que el pasado produjo.
En el pasado se quedaron como estatuas de sal
cristalizadas, mohosas, calcáreas
los que miran atrás y lamentan dejar
sus hábitos, entes, sistemas perversos.

No. Revolucionario, no mires atrás por ellos.
No pienses que fueron mejores.
No estés cerca del pasado fijo porque,
aunque parezca que el pasado esta muerto,

el pasado llama, invita, inmoviliza.
Es espejo aterrante.

Es cierto que hay seres heroicos y transformadores
que han muerto; pero, fíjate, su memoria
es más presente que pasado porque su luz
traspasa los tiempos y ellos nos aguardan
en el porvenir.

El pasado tiene mucha rabia y frustraciones
en su Canasta Arcaica, no ha visto esplendores,
libertades, posibilidades que tiene el Presente
(si el pasado hablara más sería la envidia
que el contento); por eso mira tú sin arrepentimiento
ya no estés colgado del pasado. Examina sin queja
este presente, donde si bien no todo
está como quisiéramos, hay más firmeza
(aquí está el horno todavía, el atanor).


Desde aquí es que se pueda seguir hacia adelante
sin rabia interna, hacia tí mismo,
Perdónate / no tienes la culpa del mundo tan jodido.

Al contrario, con la revolución quieres consolar,
enmendar, iluminar; corregir.

Deja pues la cólera callada e internalizada
y no participes de la rabia viciosa por los otros.
Más bien, ámalos, persuádelos

de que la Revolucion los llevará a lo mejor.

Se tú el control del Presente.
Lo que pasara antes es escoria residual
que no fue molida en el Atanor.

*


La energía del estímulo

Lo que la revolución más ama y necesita
como alimento es la energía del estímulo,
confianza pese a la adversidad
y mirar el presente,
que algo sea bastante para sonreir
y seguir en la lucha, en un Estar-y-Ser
que no agota el deseo de recepción y plenitud.

Sin el pan de la confianza, ¿a dónde vamos,
si estamos desnutridos, macilentos,
enganchados al No,
dudando de la abundancia de la luz,
ensombrecidos por espectro de cuevas
que están fuera y están dentro y acobardan.

La política puede ser cualquier cosa
desde el hambre y la opresión, pero... revolución
¡ah, revolución! es mucho más
que toda sombra temporaria
Es saber que aún en el dolor penetra la luz
y revolucionario quien ve luz donde otros no la ven.
El sí puede ser el dador de luz, revolucionario suficiente.

¿Qué ciego dice: Hineni shalcheni
/ Yo estoy aquí / envíame como quien vio
y seré siervo de la luz?
No el ciego siendo que la luz
es ver / ver cuando otros desesperan sin confianza,
sin fe... ¿Quién? Pues ninguno, excepto
el revolucionario que ve y dice: «si yo soy el que veo,
a mí me toca servir / envíeseme a mí
donde los ciegos están y no se come otra cosa
que tinieblas y dudas e incertidumbre,
frustración... Hineni shalcheni /
Hineni shalcheni
/ yo soy sirviente de estímulos,
yo traeré la certeza total, el pan
de la Confianza en la Luz.

23-03-2006

*

Cuando la avaricia parezca buena...


Darwin brought to light that; we, as humans, are ultimately sympathetic beings. We want to help others and, when we do, we feel good. We feel fulfilled, we feel successful and appreciative and are... wait for it. Happy!»: Dacher Keltner, Born to Be Good

La gran riqueza del mundo es el deseo,
deseo de ser y estar por un mundo significativo,
ferviente codicia, si se quiere parafrasear así,
pero siempe deseo de regocijo y libertad,
deseo de nacer y crecer bueno
y no ver ante sí un mundo miserable,
doliente y desprolijo.

¡Qué rico es el mundo nacido así cuando lo sabe:
y tiene el deseo de perfeccionar los cambios necesarios
y consumar la generosidad y, sin embargo,
qué triste cuando no lo entiende bien!
(e ignora que el deseo es la esencia de la Revolución,
generoso deseo que oculta en sí
la vida toda y que sólo el generoso desoculta).

Deseo por todo lo mejor que la riqueza tiene:
ausencia de dolor, estrés, incertidumbre.
Siempre el Deseo ha sido la riqueza
y lo mejor de la luz.

Pero la política / suena su propia cuerno.
Lo sopla sonoramente a expensas de la generosidad
y en la Era del Toot your own horn
el deseo esencialmente revolucionario,
social, universal, generoso,
se desfigura al soplido del cuerno deshumanizante:
que nada tiene de shofar invocativo, cuerno
que nadie tiene de flauta o de lira de Dioniso.
Es el cuerno político que grita
Greed is good!»
Que te jodas si no avanzas, que yo empuño
todo con mi avaricia inminente, que yo compio
todo lo que tires, o que pierdas,
y siendo el mejor,
no dejaré nada, el deseo es mío,
yo controlo el desro y me apodero
de todos los valores
«You can bet on it.»


Significa que Wall Street dirá, cuerno en boca,
lo que proclamara Gordon Gekko,
que es lo que Ivan Boesky a su vez proclamara:
La avaricia es buena.
GREED IS GOOD!
No preguntes: «what can I do for you?»
Al contrario: «what's in it for me?».
La avaricia es mi cuerno de abundancia.
La avaricia es mi yacimiento inagotable de deseos.
La gente sólo quiere un trabajillo y migajas;
la gente no tiene el deseo del crecimiento
y el desarrollo acumulativo,
sólo unos pocos tenemos las agallas, los del Cuerno,
«cuerno pa' ti, pendejo, nunca serás rico, socialista.
Nunca, liberal, con liberalidad verdadera.
No vivirás magnánimo con tus propios bolsillo,
bola de perdedores, losers!
el Gekko avaricioso es el que puede
y ésta es la Era de Ensordecer Con mi Cuerno
a los pendejos.
«I toot my own horn!»
I am Gekko,
creando empleítos de mierda
pa' pendejo, mientras edifico mis propias
existosas compaña, all mine profit-making firms
y origino riqueza con despojos de mundo
que encuentro... Véanme: Boesky, Master del Gekko,
aprende, perdedor de quien ha olfateado
sus mundos quebrados,
sus negocios fallidos y reestructura
la mierda que dejaron medio tirada
(¡tantos fallidos Deseos del negocito,
su independencia financiera, una paz
para las vacaciones, hijos en buenos colegos
y todo en ausencia de temores);
pero... gente pendeja, sin talento....

Sean como yo, avaricioso, ido
sobre sus presas com depredador sin sentimentos.
Atraquen temerarios como si robaran un banco...
vendan caro lo que compran barato, véndaselo
a ellos mismos, los jodidos que antes les vendieron...
Y el que crea que tenga Avaricia, o sepa servir
a la codicia y el deseo, cuando vea un socialista
(de esos que se llaman revolucionarios)
muévanse al «killer edge», al claro del cazador
o el tirador certero. Y luego, a sonar
el cuerno victorioso.

«I attained my celebrity status because
I toot my own horn and I preached
my Greed is Good mantra to generations».

Al carajo las necesidades de tus semejantes.
La avaricia es buena y nacimos malos,
unos pendejos, otros sabios. dijo.

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Cómo se pierde la inocencia


El modelo civilizatorio en el que vivimos (capitalismo), con sus intrínsecas características de desarrollismo, consumismo y derroche, impuesto a casi toda la humanidad en los últimos 150 años, lleva una suicida carrera por obtener los recursos energéticos que le son indispensables para mantener su ritmo incesante de crecimiento y dominio: AUTOR

En estos tiempos neoimperiales
que vivimos. si vamos a mencionar
a los asalariados o al pequeño artesano, incluídos
los 'mil-usos' marginales, y los micro-empresarios
(en verdad, todos sobrevivientes y si hemos de dejar
así definida la mayoría de las «mujeres / hombres /
juventud buena / seres humanos / buenos /
potenciales históricos para el cambio y el progreso),
les recuerdo / replico / que bueno,
estrictanente bueno, no hay ninguno
hasta que aprende su rango revolucionario.
Que todos somos insensatos si no aprendemos
a mirar y a mirarse...

Inocente la niñez / y déjela a su suerte en las calles
y, por sobrevivir al desamparo y la violencia,
roba, se corrompe, se apandilla y se vuelve
semillero mercenario que las hampas reclutan.
Inocente, les recuerdo, replico
la niñez de cuna, la que gatea
inocuamente, sin conocer otro mundo
que su casa. Sus amores.

Nadie ha de ser suficientemente bueno,
moralmente inocente, plenamente
productivo y solidario, si vive
en la complicidad satisfecha
con este mundo heredado de injusticia,
si no comprende esa ligazón de capital e imperialismo
(dos sistemas que, a la altura de este tiempo,
no sabrían vivir el uno sin el otro).

Nadie es bueno si no observa el llanto
del ecosistema terrestre ante la dinámica
que lo depreda y destruye; nadie es honesto
si no llama a las élites malvadas y sin conciencia
por su nombre... y deja de creerlas
imprescindibles e indisolubles...
es malo no saber, es opio.

Pero hay que hallar las maneras de hacer soluble
lo que parece indisoluble y la tarea es
de todos los que ya no somos inocentes.
El atanor tiene que ser el objetivo,
el molino que rechace y pulverice
la estructura del opio y la concepción neoimperial
que lo origna, lo vende y, en su nombre, edifica
un sacerdocio de ladrones, un trafique universal
de recursos energéticos
y todo lo que destruye al adquirirlos y nos vende
para más opiarnos de culpa y consumismo.

Cuando se organizan para preservar su modelo ad aeternum
con justificaciones fatulas, los crédulos dejan de ser
inocentes, se apropian las mentiras
y observan sin cuestionarlos a los intrusos prepotentes,
no mueven un dedo, no protestan
por el modo de adueñarse los recursos ajenos
en forma ilimitada y con costos apenas
un poco mayores que los gastos
de inversión.. Nadie es inocente si perdona
al pillo, si le teme a una élite que ultraja,
si renuncia al despertar político
que tiene su atanor transformativo.

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