Tuesday, August 2, 2011

Después de Oslo: Europa, el Islam y la asimilación del racismo


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Aún después de haberse confirmado la identidad del asesino, la cobertura ofrecida por los medios de comunicación europeos sobre la tragedia noruega ha puesto en marcha peligrosos argumentos plagados de clichés acerca del «extremismo islámico» y el multiculturalismo, contribuyendo así al fortalecimiento del racismo que ayudó a hacer de Breivik el que es.

Una hora antes de que Anders Breivik emprendiera su masacre de inocentes, distribuyó online su manifesto. En 1.500 páginas, este mensaje urgente identificaba a «marxistas culturales», «multiculturalistas», antisionistas e izquierdistas como «traidores» que están permitiendo que los musulmanes dominen la Europa cristiana. Y a continuación se lanzó a asesinar a docenas de esos traidores, la mayoría de ellos niños, en un campamento juvenil del Partido Laborista. Su fuente de inspiración, según ese manifesto, habían sido los pioneros de la derecha islamófoba que se han beneficiado inmensamente de la preparación y prosecución de la «guerra contra el terror», incluyendo a Melanie Phillips, Bernard Lewis, Daniel Pipes, Martin Kramer y Bat Ye’or.

Sin embargo, muy poco antes de que los ataques hubieran concluido, en los medios de masas se estaba ya desarrollando una determinada “línea”: que se trataba de ataques perpetrados por yihadistas claramente al estilo de Al Qaida. Peter Beaumont, de The Guardian, fue de los primeros en desarrollar esa narrativa que cundió a toda velocidad entre los medios. Gleen Greenwald describe cómo el día del ataque «el titular de la portada que apareció en el The New York Times online sugería sin ningún género de dudas que los musulmanes eran los responsables de los ataques en Oslo, lo que produjo comunicados definitivos en la BBC y varias cadenas más acerca de la culpabilidad de los musulmanes».

Mientras tanto, «Jennifer Rubin, del Washington Post, escribía toda una columna basada en la aseveración de la responsabilidad de los musulmanes en los hechos». Para seguir tejiendo esta línea más allá de cualquier punto de credibilidad, se utilizó también unaengañosa reivindicación de responsabilidad del ataque por parte de un grupo desconocido, que un supuesto «experto» se encargó de difundir.

Uno podría atribuir todo esto a una errónea valoración de los hechos y a una serie de prejuicios, si no fuera por el hecho de después de que la identidad del terrorista se hubiera establecido como noruego cristiano y blanco, la conversación continuaba girando alrededor del Islam y del multiculturalismo. Por ejemplo, el Wall Street Journal empezaba su editorial acerca del asunto con tres párrafos sobre el Islam.

The Sun, el buque insignia diario del caído en desgracia imperio Murdoch, preparó una portada en la que inicialmente describió el ataque como una «Masacre de Al Qaida Ver. Un artículo de opinión» Ver de The Guardian al día siguiente del ataque incluía a una serie de expertos –entre ellos Will McCant, que fue el encargado de distribuir la falsa afirmación de responsabilidad- atribuyendo los ataques a yihadistas. En un intento de hacer justicia, The Guardian quitó el artículo y el artículo de Peter Beaumont, mientras The Sun cambiaba su portada.

Pero incluso una vez desaparecido el ángulo yihadista, prosiguieron los esfuerzos por incriminar al Islam y a los musulmanes. El diario belga De Morgen, aceptando las raíces blancas del criminal, insistía no obstante en que «no debe ignorarse la posibilidad de que… el autor sea simpatizante de Al Qaida» [1]. En The Atlantic se aseguraba Ver que el espíritu del yihadismo se había
mutado y extendido a la extrema derecha, como si el fascismo no tuviera, por decir algo, una tradición terrorista. Simon Tisdall, de The Guardian, afirmaba de forma similar que Breivik adoptó el «lenguaje de los Ver yihadistas musulmanes», a pesar de que su lenguaje era clásicamente
fascista. Existía el temor real de que la naturaleza grotesca de los ataques, al llamar la atención sobre los peligros del racismo, socavara el apoyo a las políticas islamófobas. Para el Jerusalem Post había que evitar eso a toda costa y el ataque tenia que servir de oportunidad Ver para
«volver seriamente a valorar las políticas de integración e inmigración en Noruega y en otros lugares». De forma parecida, el tan estimado escritor ateo Sam Harris insistía Ver en que este ataque no debería cegarnos ante el hecho de que el “Islam sigue siendo la religión más retrógrada y con peores comportamientos sobre el planeta».

Este es el mismo autor que escribió que aquellos “que hablan más sensatamente sobre la amenaza que el Islam representa para Europa son en estos momentos fascistas”. La lógica está clara: Breivik es despreciable, pero su salvajada expresa una verdad sobre el Islam y el multiculturalismo; y comprenderlo debería formar parte de la
base de la política europea. Siga leyendo Después de Oslo.
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Estas en mis manos, gordo / cuento / Formación de la etnia pepiniana / Yossi May

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