Thursday, March 10, 2011

Algo sobre antillanismo en la poesía de López Dzur


La siguiente es una respuesta de Carlos López Dzur a unas preguntas de entrevista de Gocho Versolari que se publican en En El Vuelo de las Grullas.

Continuación

Profecía de la cautividad antillana


a De Hostos, Martí y Varona

al Dr. Marcos Reyes Dávila
Ellos llegaron al Caribe, al espacio donde estabas,
objeto y sujeto de amores. Querían elaborar
cognitivamente su presencia en tu espacio
y todos su dispositivo invasor se organizó
para sacarte del signo, porque tenías
una pureza de símbolo que ahora
no tienes. Por causa de ellos
y de tí, que te entregaste al mestizaje
de los fracasos.

En el momento de la invasión y el choque,
empezaste a expresarte y jugar a las escodidas
y eran Tres Hermanas que ya no sabrían
dónde y cuál es / o fue / su sangre.
El signo de su sangre / o su esencia /
se volvió confuso.

Haítí se volvió negra, olvidó que era taína
como aquellas aruacas, sus hermanas,
Cuba y BorinKén. Y Borinkén dijo:
«Yo soy blanca» y Cuba, «pues, yo más parda,
entre azul y buenas noches».

Entonces, ya no eran Una aunque había mares
dividiéndolas con danzas y con giros de playa.
La canoa era su cuerpo de madera,
el común cuerpo de su espacio,
y todas se metían para el viaje dentro de ésta
y se decían: «Siempre seremos tres hermanas».
Se habían mirado con profundidad sabiéndose
en la carne Una y en el espacio,
el signo se mostraba más puro, todavía no relatado
en areito con símbolos orales, como cosa-signo
diferente al Uno, carne de vida
hoy y para siempre,
tres mujeres-antillas, tres pueblos,
tres humanidades, en el Uno singular
del viaje por la historia en la concreta carne.

Entonces, en el momento de la invasión y el choque,
cuando irrumpe un modo de elaboracion cognitiva,
otro lenguaje que posee simbolos y signos
trajo los conflictos ineludibles.
Un lenguaje verbal que no tiende hacia el signo
sino que es prisionero de acontecimientos,
y todo lo disocia para que el sistema social
del invasor venza contra la imagen de los cuerpos humanos,
cuerpos de Tres Hermanas que habrían querido
serlo, desde el comienzo al final
de la primera ceiba y el primer caracol
que vieron sobre las playas.

... pero cuando los invasores llegaron,
tan armados con poder disociador,
con lenguajes simplificadores y olvidadizos,
con sed de repugnancia por los signos
a los que ellas habían servido desde largo,
vino la doble propuesta: el ultraje como forma
de rechazo, y la acusación de que ellas
representan el no-sentido.

Ellas son las inferiores, enunciaron.
No son la oferta del príncipe cautivo;
son la rana sucia, asquerosa, a la que nadie
debe besar en la boca, como en el cuento de hadas
o de brujas malditas.

Las almas de las Tres Hermanas
deben vigilarse porque representan grados
de subdesarrollo y riesgo profundo de conflictos.

Los invasores no trabajarán para elaborar
con materiales previos, viejos signos, yendo
al rescate. No tienen interés en conocer lo oculto
por lo que parecen vivir las Tres Hermanas.

Sus cuerpos de hermosas taínas serán ecos
de ajena comunicación, no órganos autónomos.
El Caribe ha de ser el espacio de perenne cautiverio
y el vehículo de vida vulnerable.

El invasor les llamará mis yacimientos de residuos
y aprovecharán lo que allí valga, si algo:
materiales / signos / que son residuos,
no riqueza, Puerto Rico, residuo,
todo tu oro, tu cobre, tu flora,
residuo. Residuos.

Cuba, escucha lo que el imvasor te dice:
no serás tú, ejemplo Valiente, ni darás modelo moral
con tus rebeliones, serás la aislada,
serás donde el invasor de ayer y hoy ponga sus campos
de reconcentramientos, sus bases de tortura,
guantanamera. Y será en Dos Ríos que se asesine
la Gracia Moral de los genios, Martí primero,
y después, Fidel, aislado con embargos,
atacado por gusanos, vermífugos de la peor toxina.

Escucha la profecía que dejó el invasor:
Haití, tú no enseñarás libertades,
tierra de negros jacobinos, tú eres residuo de residuos,
el abandono, la extracción, bosque deforestado,
el cuerpo del sufrimiento, el huracán y el sismo.

Boricua, despierta, a la verdad de tu cautiverio
y oye profecía blanca para tu pueblo mulato.
Cuando trates de ser valiente, no escaparás,
Albizu Campos, no pudo.
O te tiras al mar, o te llega tentáculo de asfixia.

Tú baila a ritmo de festival y turismo, mueve la nalga,
rapea, cocolo. Toda tu creatuvidad ha de ser
lo único que los invasores no puedan reducir
a residuos.

Ellos llegaron al Caribe, al espacio donde estabas,
objeto y sujeto de amores. Y cognitivamente
su presencia en tu espacio está dirigida a destruir
la Confederación de las Antillas, tu inicial esperanza,
el remoto signo de las Tres Hermanas
(todas Una en la sangre, una en la Canoa del Cuerpo
y el Origen) y ya no sabes
si tal destrucción
es sólo por hoy
o para siempre.

23-11-2003 / Lope de Aguirre y los paraísos


—Me gustaría que, de ser posible, me indiques cuál es el significado que le das a la palabra signo en «Profecía de la cautividad antillana», poema contenido en el libro «Lope de Aguirre y los paraísos soñados».

—Ricardo, para contestar, déjame que establezca primero que yo soy antillanista, o en rigor, creo la Confederación Antillana, visualizada por el Dr. Ramón Emeterio Betances y que es dentro de esta entidad regional que pienso que Puerto Rico obtendrá su soberanía e independencia. Esta confederación que propuso Betances como una medida disuasiva al colonialismo europeo en América, «las Antillas para los antillanos», y frente a la Doctrina Monroe y sus colorarios («America for the Americans»), establecía que, idealmente, Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana deberían estar confederadas. Los puertorriqueños Betances, Eugenio María de Hostos, Segundo Ruiz Belvis, el cubano José Martí y el dominicano Gregorio Luperón, coincidieron en la idea. El último puertorriqueño que avaló los méritos de la Unión de las Antillas fue el abogado y poeta José de Diego... Mi ideal antillanista está implícito en ese poema sobre el que preguntas («Profecía de la cautividad antillana»), con la metáfora de las «Tres Hermanas / (todas Una en la sangre, una en la Canoa del Cuerpo / y el Origen)». Ahora las tres antillas están desunidas, cada una en su canoa, sin unidad. El esfuerzo profético consiste en la pregunta: ¿será tal desunión para siempre y será el peligro que encaran, si no están unidas, la destrucción provisional de su hoy y, posiblemente, para siempre? De hecho, estamos desunidos en una peculiar cautividad... y la vecina Haití es la palpante muestra de que la destrucción puede ser material. Es una hermana antilla herida, sola y en carne viva...

—¿Cómo se explica tal cautividad, la mencionada en el poema?

—Esta cautividad es, sobre todo, una condición que propicia una sociedad con dificultades para identificar sus sentimientos, buscar liberación emocional y el sentido de su identidad. Es la cautividad como momento en que se borran las fronteras entre las acciones adecuadas y el comportamiento aceptable porque la penetración cultural de su invasor rompe las propiedades diferenciadas, semiótidcas, de sus símbolos y signos... Así, por ejemplo, la Gran Canoa de la unidad afectiva y destino asumido en común de las Tres Hermanas se troca, resignificándoaw en embarcación espúrea, vulnerable; ya el viaje no es «juntas» ni hacia fin seguro. Se va como a la deriva. Hay otros símbolos distorsionantes como parte del signo original e identitario y, en consecuencia, confusiones entre designantes y lo dsesignado. En la cautividad, el invasor o el agente distorsionador lesiona la perspectiva visual que los signos de autoctonía representaban, tanto como lesiona la comprensión inmediata hacia el acceso de la memoria ancestral... Diría que, con estas referencias a la relación signo y símbolo, señales y pictogramas, yo construyo un poema sobre la comunicación dificultada y la identificación de peligros en condiciones de adversidad impuestas por engañadores y explotadores... pero, en cuanto a esa sociedad aruaco-taína, su suerte no pudo ser peor. De tal ancestro lo que evolucionará en la historia, asimilando las culturas del africano y el español, y cuyo resultado es el ciudadano actual, los signos y símbolos no se podrán desplazar y comprender del todo...

—¿En qué consiste la profecía?

—En un «mestizaje de los fracasos» o desorientaciones que tendrán que superarse una vez que el invasor se vea organizado en el espacio que no es suyo (léase el colonialismo) y nos quite o saque del signo autóctono; dando un lenguaje / mitopolíticas nuevas y tecnología visual y auditiva que desmantelan la propia y natural. Ese proceso colonial o poscolonial es peligroso porque puede que, como resultado del choque cultural, de las «Tres Hermanas (...) ya no (se) sabría / dónde van y cuál es / o fue / su sangre. / El signo de su sangre / o su esencia / se volvió confuso». Puede que tengan que sufrir un poco antes de reconstruirse... La profecía es también sobre la actitud del dominador: «Los invasores no trabajarán para elaborar / con materiales previos, viejos signos, yendo / al rescate. No tienen interés en conocer lo oculto / por lo que parecen vivir las Tres Hermanas»... Bueno. creo que visto el poema se hace obvio que el dominador de turno puede ser España, como fue en el caso de Cuba y Puerto Rico, o puede ser Francia, como fue en Haití y en parte del territorio dominicano, también conocido como el Haití español o la Domininicana, o puede ser los EE.UU. de Norteamérica, que ha pulsado con quedarse y contínua manipulaciones en estas antillas...

Las Tres Hermanas son las Antillas y lo interesante de este poema es que yo comienzo, con las raíces de hermandad, que se autoevidenciaron durante la historia taína, pre-colombina, cuando había Grandes Canoas y tráfico intenso de los aruaco-taínos por todo el Caribe, a diferencia de lo que vendrá después que son barquilluelos de emergencia, improvisadas balsas para esconderse del invasor... Hoy la gente dominicana o haitiana que huye de sus pueblos fracasados y desorientados usan hasta un tronco, como balsa rudimentaria, se lanza a las aguas sin gran conocimiento y caen finalmente en las manos de aquellos que prenden fuegos fatuos, sus mismos dominadores. Hay una cautividad moderna y buscada, estar refugiado con el enemigo práctico para a él ofrecer incondicionalismo y autorenuncia... Es que esa gente había introyectado la visión de los grandes galeones negreros, o las armadas de los piratas y conquistadores; pero ya no podrían ser los mismos símbolos... Cuando las Tres Hemananas lo eran, Eugenio M. de Hostos escribió la «Peregrinación de Bayoán» (1863) y, con ellas, representó a cada Antilla y al correspondiente indígena valiente... En los tiempos de De Hostos, el gran educador y sociólogo continental, cuyo deseo de antillanismo le llevara promoviendo la oidea por los EE.UU., FrancIa, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Venezuela lo que hoy son Islas Vírgenes, también vio el resultado de los procesos de desarticulación de signos y símbolos, conformado ya como un amodorramiento sicológico, tan intenso a esas alturas que la gente antillana prefería el cipayismo, el anexionismo voluntario a los EE.UU., al menos, así fue entre los liderazgos políticos, gente educada y pequeñoburguesa...

—¿Y hay marcha atrás o la cautividad antillana será para siempre, siendo que se ha perdido lo «más puro, todavía no relatado / en areito con símbolos orales, como cosa-signo / diferente al Uno, carne de vida / hoy y para siempre»;

tres mujeres-antillas, tres pueblos,
tres humanidades, en el Uno singular
del viaje por la historia en la concreta carne.

—Si bien hoy no se tiende hacia el signo y se es «prisionero de acontecimientos» disociadores, yo veo los profetas y veo los mártires. Te diré lo que entiendo como el Gran Signo, en el sentido profético: la «Gracia Moral de los genios», o de los propios mártires, como José Martí fue uno en Cuba cuando murió en Dos Ríos. A él y Betances, yo dediqué el poema. Y se lo pude dedicar a Luperón. el dominicano o a Albizu Campos, de Puerto Rico, que es un Mártir de nuestra patria... Esta es la gente, en la política interna, vio la presencia negadora de quienes combatieron la Confederación de las Antillas, como inicial esperanza, y remoto signo de las Tres Hermanas y a ella dijeron como el profeta Daniel: «No se unirán el uno con el otro», el que sea patriota no comulgue con el destructor y aprenda a ver su redención... La presencia de la que yo hablo en el poema es como la visión de las Cuatro Bestias de las que Daniel hablara como azotes imperiales al Signo Sagrado de la Unidad... Claro que yo hago una lectura política-hermenéutica del advenimiento de la Patria y esa unidad que confrateriniza las naciones antillanas... Daniel hablará del León de Babilonia, el Oso de Medo Persia, el Leopardo griego y un Dragón que representa a Roma y diez cuernos que representan división imperial y de un cuernito extra de las apostasías... Daniel sí que era un poeta; pero, en esas visiones, se saca en claro algo, no voy a decirte la encarnación de un Mesías que él profetizó 500 años antes que ésto sucediera; más humildemente, digo, la cautividad tendrá su fin y no es un sueño, sino una realidad sustancial en la historia del Caribe... Para mí, el Nabucodonosor sobre el que Daniel habla es el ciclo del imperialismo y, a partir de ese símbolo tan referencial y lejano, si Daniel profetizó 400 años antes con exactitud el bautismo de Jesús y el año exacto de su crucifixión, yo haría de ese mismo evento profético uno paralelo... Los imperios tendrán que caer y el Mesías no es una persona si no un estado de consciencia que, por cierto, lo procede un estado de rebelión, mucha miseria. Las estatuas se derrumban y el mundo busca su nueva acomodación y gravitacióm en la Luz de su verdad, en su Signo sagrado...

—¿Y lo ves en el logro de una Confederación Antillana?

—Sí, contra todo mal presagio, aunque antes deben suceder algunas cosas. Por último, te hablaré de este proceso previo de destrucción de las estatuas, bestias, cuernos y cuernitos... En las Antillas, creo que todas, por el vínculo sanguíneo de negritud y contradicciones de clases sociales que tuvimos y tenemos, aún la gente más pobre tenía una actitud crítica, politizada que sacaba a flote lo mejor de las actitudes y lo panoramas... No había mucha ediucación, entonces, pero sí afinada capacidad, a veces humorística o sarcásica de copar con su resentimiento. Esos pueblos se abrían a ideas nuevas, no cipayismo. Oyeron a los abolicionistas, a los anarquistas, a los socialistas, a las doctrinas liberantes y se les podía proponer cambios revolucionarios y ellos verse dispuestos a cualquier sacrificio... La única manera de disuadirlos fue la represión constante, sistemática y los poderes intervencionistas...

La sensibilidad crítica que investiga la raíz de la miseria siempre existió y eso es algo que me fascina de la historia antillana y es algo que se pierde, o se atenúa hasta la indiferencia, con la ilusión de progreso que se vive hoy... Hoy parece que todo es la búsqueda de acomodo y se vive feliz, sin necesidad de crítica, ficticiamente contentos... La pobreza se puede vencer cuando la gente es honestamente crítica y entiende la necesidad de cambios y se compromete con hacerlos. Con la pérdida de aptitud crítica los pueblos se acobardan...

En la actualidad, la política es como un diversión, hacerse el chistoso las 24 horas del día, se ha vuelto un hábito de reirse ante rituales eleccionarios y las incertidumbres de las promesas; pero no hay honda crítica. La gente parece sentirse segura y cómoda para no comprometerse políticamente. El status quo es su misma modorra... En los años Treinta, pese al poder represor y de las élites, Puerto Rico comprendía que las componendas son malas. La gente odiaba las «mogollas»... a duras penas iba a laxs urnas. Y era más autogestionante. Los más consientizados hacían sus «tertulias», centros recreativos, espíritas, grupos teatrales, sus puntos calientes, gacetillas, volantes anónimos, marchas de hambrientos hacia las Alcaldías y, si las condiciones, eran propicias, partidas sediciosas como en 1898 y ajusticiamientos... Albizu Campos, en los '30, enseñó que por cada puertorriqueño se iban a ejecutar a un policía, golpe por golpe... Recuerdo esta cita de Albizu: «Si por las balas de la policía muere un obrero, morirá el gobernador Winship. Y si por las balas de la policía muere un trabajador, morirá Riggs. Porque la vida del más infeliz jíbaro puertorriqueño vale más que los ciento treinta millones de habitantes de Estados Unidos. Si aquí suena un tiro, matamos al gobernador inmediatamente».

Mas cuando los EE.UU., con su Doctrina del Big Stick, del Garrote, enseña que a las Antillas las puede tener en el puño, comienza un temor. Comenzamos a comer piedras, a volvernos pesados y acomodaticios en la inercia... Es cuando comenzamos a amogollarnos...Esa palabra que yo se la había oído a mis padres, vecinos, a gente de las viejas generaciones, resume una actitud, una vivencia, que tiene mucha profundidad y herencia de crítica totalizadora, política y sicológica... Recuerdo a mi madre y abuelos hablar sobre la «mogolla» como lo que nunca se debe hacer: esto es, ligar lo malo con lo bueno... empelotar en una misma mezcla o masa lo que debe estar separado... ¿Usted mezclaría un cocktail de frutas, en la misma salsa de las habichuelas, o haría para el mismo caldo de gandules una mogollita con las sobras de su bacalao o el arenque? ¡No! Y, políticamente, éso pasó en Puerto Rico desde 1924 cuando al liderezgo le da con la alianzas... El Partido Unión, con Antonio R. Barceló a la cabeza, se amogolla con el Partido Republicano Puertorriqueño de José Tous Soto hasta 1929. Para no quedarse atrás, ésto es, en la ambición electoralista de meros votos, el Partido Republicano Puro (o los «barbosistas» de Rafael Martínez Nadal) se amogollan con el Partido Socialista Obrero (de Santiago Iglesias Pantín) y en 1932 se les une el Partido Unión Republicana y formaron la Coalición que duró hasta el año 1940) y ninguna de esas mogollas sirvió para nada, sino que esa cultura de mogollas creó el síndrome de indigestión que se hizo más intolerable con la Unificación Tripartita o La Mogolla de 1940, donde ya lo que fue doctrinalmente más consistente, lo bueno y más orgánico, contenido en las plataformas del Partido Liberal de Antonio R. Barceló (que antes de 1931 fue el de la Unión), se echa al mismo saco de lo malo. Los liberales se amogollan con el Partido Unión Republicana y disidentes socialistas de Prudencio Rivera...

—En la Mogolla, ¿se connota más el símbolo que el signo?

—Esa Mogolla tripartita para el 1938 estalló como un mal efecto. Los liberales, que sintieron su estómago político 'abombao', dijeron: «Si queremos lucha social verdadera, atención a la miseria colonial y sin que el 'status' que aspiramos de libertad e independencia se comprometa, o 'esté en issue' como se decía pedantemente, tenemos que caminar solozs, no arriar con los reaccionarios y enemigos internos». Entonces, formaron otro partido, que se moviera solo, el Partido Popular Democrático, disidentes de los Partido Liberal. Los primerod en dar un estallido previo, como los más nauseados por las mogollas, habían fundado el Partido Nacionalista y habían sido los críticos más duros del Partido Unión de Barceló y De Diego... Sí, en un país de mogollas, la consecuencia históricia es el indigestamiento de la consciencia... Lo que lleva a rompimientos. Vomitar todas esas piedras que se han tragado, el espíritu de la pesadez...

—Por lo que dirías que la nación puertorriqueña, así como las Antillas, son signos... a los que alguien interpreta y puede que sea el nativo mismo o el invasor, algún oponente que juzgará el efecto producido por el signo...

—El signo de nación, como el de Unidad Antillana, a muchos les produce indisgestión... Para el patriota, sin embargo, el efecto evocado es la noción de su idiosincracia (colectiva), o su sentido de pertenencia. Por eso cada signo tiene un sujeto que lo interpreta y la noción de su efecto es diferente. según sea el sujeto y su intención. Mas de los signos en general hay que decir cosas positivas e imprescindibles. Son eficientes. Dan especificidad, contrario al significado más amplio y alambicado del símbolo y la convención socialmente aceptada que tiene. A veces funciones ocultantes. Del el signo no se puede cambiar su escencia... Me comenta mi hermana Rachell, escritora también, residente en Puerto Rico. que al signo se puede mirar «a través de mil espejos, según los intereses particulares de quien mira, hasta podrán mutilar o mutarlo, pero por 'default' su génesis no puede alterarse y quien lo haya conocido, objetivamente, siempre lo reconocerá». ¿De qué en rigor habla, o significa, el signo de las Tres Mujeres o las Antillas en el contexto de mi poema, sino de identidad? ... Para el invasor, puede que sea un símbolo de puente hacia el poder, o de frontera para conquistar, no para el verdadero patriota. Y observa, además Rachell, que conoce muy bien mis poemas: «La Antillas siempre serán un 'signo', una identidad propia, aunque le den trato de 'símbolo', sujeto al vaivén de quien lo interpreta, de su propia historia».

—La Gran Canoa es otro signo más poético. El viaje o la Unidad.

—Sí, porque las Tres Mujeres / Antillas / van remando como si fuera unas en su destimo y en un mismo vehículo y el vehículo unitario, siendo colectivo, es la Unión Anrillana... Comememos muchas piedras, ídolos simbólicos, que se apartan del Signo de identidad que nos convoca...

Mira, sólo el que se acostumbra a comer piedra o mucha mierda, no se entera que se indigesta y va feliz por la vida con su estómago abombao. Nunca se entera que, segregándose de los politiqueros manipuladores, es que su causa, si algo bueno tiene, brillará más... La historia reciente de Puerto Rico es la historia de la politiquería, la de sus mogollas; lo mejor, la de sus rompimientos, herejes que caminan hacia otro rumbo, con dos o tres gatos, pero, solos, pero verticales y el pueblo hace mitos sagrados con ellos, porque son mártires y sus doctrinas el mejor camino... Claro, cuando despierten del amodorramiento y la dicha ficticia de hablar de política, pero en pesadez...

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