Cien versos al recuerdo pepiniano
La cuesta de Pueblo Nuevo,
nacía en la veinticinco.
Yo la subía de un brinco,
sin descanso ni relevo.
Es el recuerdo que llevo
cuando al pasado me ciño;
son los recuerdo de niño
que hacen siempre sonreír,
porque es bueno revivir
los recuerdos con cariño.
En Pueblo Nuevo, en el puente,
comí del flan de '" Chelao",
y recuerdo haber "chupao"
los "limbers" de Don Vicente.
Vi a "Clivillé" diligente,
empujando su carrito,
y comí de aquel "piquito"
que picaba como el "diablo";
y vi en el río en su establo,
al caballo más bonito.
Recuerdo a "Los Buche” friendo
bajo el poste las "tripitas",
las morcillas, las "toallitas,
que se amanecían vendiendo.
Y me parece estar viendo
a Tito Vargas de noche,
en un bacanal derroche,
de un pescado tan bien frito,
tan rico, tan exquisito...
¡ ponerle a las "juergas" broche !
En mis noches de recuerdo,
veo los radios de Bonet;
trabajando en su "'chalet'',
veo al gigante de Izquierdo.
Si en desvaríos me pierdo,
veo el ''Cadillac” de Tino,
el primero que en Pepino
vi con semejante coche.
! No importa que me trasnoche,
porque el recuerdo es divino!
Recuerdo la algarabía
de los billares de Pita,
y la almojábana frita
que vendía Juan María.
Con dolor recuerdo el día,
que aquel Belén infeliz,
asesinó a Nano Ortiz,
aquella mente preclara,
que en una tarde cegara
aquel esclavo feliz.
Tati Pereira pintaba
neveras y lavadoras;
y así pasaba las horas
mientras algo se buscaba.
Si contra Mingo lanzaba,
al Quin Méndez los seguían.
Mientras en el agua hervían
los pollos con la cebolla,
Piri nos traía la olla…
¡Y al final todos comían!
Recordemos a Tinito
con su güiro y su “maestranza”,
su recuerdo se hizo danza
que partió hasta el infinito.
Ya convertido en un mito,
no olvidemos su “folklor”,
que es semilla del amor
de nuestro antepasados,
¡que en el alma están guardados
moriviví del dolor!
Recordar a “ Lolo Pulla”
no me causa mucho agrado,
guapetón y malcriado
que siempre formaba “bulla”.
Su bocota y su “farfulla”
sonaban a letanía,
pero hasta el cura sabia
que no tenía valor,
porque todo abusador,
carece de valentía.
Mis penas las llevé solo,
llorando mientras reía,
venciendo así la agonía
que en mi espíritu acrisolo;
“pendejás” de gallo bolo
que van tentando mi suerte…
Yo no le temo a la muerte,
pero tampoco la busco;
y aunque a veces soy muy brusco,
el dolor me hizo más fuerte.
¡Ay mi pueblo!...que ha escogido
al dolor como maestro,
porque un invasor siniestro,
colonial y corrompido,
hace tiempo ha subvertido
la razón del pensamiento.
¡ Y qué gran atrevimiento
olvidarnos de quién somos!
Cargamos en nuestros lomos,
seis siglos de ofuscamiento.
Julio Soto Arocho
nacía en la veinticinco.
Yo la subía de un brinco,
sin descanso ni relevo.
Es el recuerdo que llevo
cuando al pasado me ciño;
son los recuerdo de niño
que hacen siempre sonreír,
porque es bueno revivir
los recuerdos con cariño.
En Pueblo Nuevo, en el puente,
comí del flan de '" Chelao",
y recuerdo haber "chupao"
los "limbers" de Don Vicente.
Vi a "Clivillé" diligente,
empujando su carrito,
y comí de aquel "piquito"
que picaba como el "diablo";
y vi en el río en su establo,
al caballo más bonito.
Recuerdo a "Los Buche” friendo
bajo el poste las "tripitas",
las morcillas, las "toallitas,
que se amanecían vendiendo.
Y me parece estar viendo
a Tito Vargas de noche,
en un bacanal derroche,
de un pescado tan bien frito,
tan rico, tan exquisito...
¡ ponerle a las "juergas" broche !
En mis noches de recuerdo,
veo los radios de Bonet;
trabajando en su "'chalet'',
veo al gigante de Izquierdo.
Si en desvaríos me pierdo,
veo el ''Cadillac” de Tino,
el primero que en Pepino
vi con semejante coche.
! No importa que me trasnoche,
porque el recuerdo es divino!
Recuerdo la algarabía
de los billares de Pita,
y la almojábana frita
que vendía Juan María.
Con dolor recuerdo el día,
que aquel Belén infeliz,
asesinó a Nano Ortiz,
aquella mente preclara,
que en una tarde cegara
aquel esclavo feliz.
Tati Pereira pintaba
neveras y lavadoras;
y así pasaba las horas
mientras algo se buscaba.
Si contra Mingo lanzaba,
al Quin Méndez los seguían.
Mientras en el agua hervían
los pollos con la cebolla,
Piri nos traía la olla…
¡Y al final todos comían!
Recordemos a Tinito
con su güiro y su “maestranza”,
su recuerdo se hizo danza
que partió hasta el infinito.
Ya convertido en un mito,
no olvidemos su “folklor”,
que es semilla del amor
de nuestro antepasados,
¡que en el alma están guardados
moriviví del dolor!
Recordar a “ Lolo Pulla”
no me causa mucho agrado,
guapetón y malcriado
que siempre formaba “bulla”.
Su bocota y su “farfulla”
sonaban a letanía,
pero hasta el cura sabia
que no tenía valor,
porque todo abusador,
carece de valentía.
Mis penas las llevé solo,
llorando mientras reía,
venciendo así la agonía
que en mi espíritu acrisolo;
“pendejás” de gallo bolo
que van tentando mi suerte…
Yo no le temo a la muerte,
pero tampoco la busco;
y aunque a veces soy muy brusco,
el dolor me hizo más fuerte.
¡Ay mi pueblo!...que ha escogido
al dolor como maestro,
porque un invasor siniestro,
colonial y corrompido,
hace tiempo ha subvertido
la razón del pensamiento.
¡ Y qué gran atrevimiento
olvidarnos de quién somos!
Cargamos en nuestros lomos,
seis siglos de ofuscamiento.
A Rita, Carla, Wilson, Brilly, Miguel “Cheveca”, Papo Urrutia, Millán y las muchachas, Benito Fred, Brooklyn, Alejo el de las gomas, Los negros de María Luisa, Don Sico y Doña Celia, Don Gino ,Doña Sora y Pito, Don Tito el barbero y María y la “espiritera”, Rubén y Luis Plaza, Piri Márquez, Samuel y Tinito… y todos los que la telaraña del recuerdo no me dejan recordar.