Wednesday, November 26, 2008

«Papá Mumin» o la cara de la indignidad


Por Cristina Castello / Poeta y periodista

Defensor de la causa de Palestina y el Líbano, la posición de Ahtisaari con respecto a Irak fue, en cambio, francamente indigna. En 2003 encabezó un equipo que evaluó las condiciones de seguridad para el personal de la ONU en Irak, tras la ocupación anglo-norteamericana. En aquel momento, fue favorable a la invasión. No compró el argumento mentiroso de las supuestas armas de destrucción masiva que dieron la excusa a Bush para atacar; pero justificó su defensa en los crímenes y violaciones a los derechos humanos cometidos por Saddam Hussein.

En una palabra: el flamante Premio Nobel de la Paz invocó la defensa de la vida para apoyar la muerte: los crímenes de lesa humanidad que cometerían el Imperio y su aliado británico.

En enero de 2007, el hoy flamante premiado había presentado su plan de paz, incluida una propuesta de soberanía limitada, para Kosovo; y esa independencia que ayudó a conseguir, lo enorgullece, a pesar de las reticencias de países como España y Grecia; y del rechazo por parte de Serbia, Rusia y Cuba. El embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogosin, se mostró francamente molesto por el Nobel para Ahtisaari y, como muchos otros, interpretó que su plan para Kosovo no hizo más que perjudicar a Serbia.

De todos modos, Ahtisaari parece estar más allá de las críticas. A los 71 años se regocija porque su rostro será inmortalizado en un sello de correos de alrededor de un dólar, en moneda finesa, mientras espera la gran fiesta en honor de su premio.

En Oslo, la capital noruega, los ricos y famosos


—pero sobre todo los poderosos— le rendirán homenaje durante una celebración que comenzará con un concierto y donde no faltará ni el mayordomo de Batman. Precisamente, el presentador será Michael Caine —quien desempeñó ese papel en el reciente filme El caballero negro—, junto a la actriz norteamericana Scarlett Johansson; y entre otras stars, desfilarán por el escenario Diana Ross, la mexicana Julieta Venegas, la cantautora canadiense Leslie Feist y el cantante de country Dierks Bentley.

Claro que el día anterior Martti Ahtisaari habrá embolsado el dinero del premio que, según ha dicho, le servirá para fortalecer la CMI, su ONG; se trata de la Iniciativa para la Gestión de Conflictos, creada en el año 2000 para apoyar los esfuerzos de la comunidad internacional para prevenir y resolver crisis de seguridad en diversas áreas del mundo. Tal, la declaración de principios; pero según el diario ruso RBC Daily esta empresa es un verdadero negocio que le reporta grandes beneficios... ¿Qui sait?

Desde 1901, fecha de la entrega de los primeros premios del arrepentido creador de explosivos de muerte, Alfred Nobel, la nómina de los ganadores es —por lo menos— discutible. Es verdad que entre los premiados, muchos hicieron honor a aquellas palabras de Erich Fromm según las cuales el corazón de hombre nunca deja de ser humano. Albert Schweitzer, Linus Carl Pauling, Martin Luther King, la Madre Teresa de Calcuta, o los latinoamericanos Rigoberta Menchú y Adolfo Pérez Esquivel.

Pero también, en una suerte de carnaval perverso, recibieron el galardón hombres cargados de sombra y muerte. Entre ellos, Theodore Roosevelt (no confundir con Franklin Delano Roosevelt), Henry Kissinger, Shimon Peres y Menachem Begin. Según Gabriel García Márquez, Begin —a quien con razón comparó a Adolf Hitler— debería haber merecido el Premio Nobel de la Muerte.

Martti Ahtisaari, la figura viviente de Papá Mumin, se lleva el premio en momentos en que el planeta padece más que nunca la mundialización de la miseria, la violencia y el desamparo. El día de su fiesta, mientras El caballero negro se verá en todas las pantallas del mundo, brindará con Michel Caine, el mayordomo de Batman, por su Nobel de la Paz. Y pues la crisis de la Tierra toda se acrecienta cada día, palpitarán también con más fuerza, las palabras de Martin Luther King en 1963: «Tengo un sueño». La libertad, la justicia, la paz.

Tomado de
Cristina Castello Blogsite
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