Saturday, November 12, 2011

Don Perico / cuento



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Del libro RAYOS POR CELO DE TU CUERPO


A Pedro J. Jaunarena Oharriz,
nacido en 1885, en Iturren, Navarra

a Pedro Tomás Labayan Jaunarena,
amigo y notable pepiniano, fallecido
Contaba Piri Márquez, en programas de radio y en tiempos en que fue llamado el 'Pajarito Investigador', que su afición a la locución fue por causa de Don Perico, inmigrante español a Pepino, tío y padrino de Pedro Tomás, último dueño y administrador de Laurnaga y Co. En su tiempo, antes de su muerte, el tío navarrés y esposo de Quintina Ramírez, pepiniana, fue el contable. Curiosamente, no separan al uno-ave del Don Perico humano.

El mote de pajarito investigador fue homenaja a la cotorra de Don Pedro. Homenaje de Piri, reportero madrugador en la radio. El pueblo dio otro homenaje a Jaunarena Oharriz. Le dio el Don de Perico, como si una cotorra fuese siempre para ser copia del dueño, o un perico siempre una cotorra que acompaña e identifica al dueño, a quien le enseña indiscresiones. Para investigar las diferencias entre dos entes, Piri les investiga a ambos por separado. Descubrió que la cotorra o perico, «lo que haya sido», sólo repite sonidos cuando escucha la radio. Sin embargo, Don Pedro / el Perico / cuando lo azuza la nostalgia de España, el dolor de Pedro Jaunarena, el Manco, esposo de Doña Cleofe, durante aquellos tiempos amargos de 1898 y la violencia campesina en el Pueblo, es cuando más habla, eb voz alta y a solas. Don Perico, periquín a escucharle...

En realidad, Jaunarena Oharriz fue como todos los vascos y navarrenses en el pueblo entonces: una comunidad cerrada, recelosa, unida entre ellos por los vínculos de familias, sus propias cofradías, sus silenciosos y ocultos hábitos, siempre elitilistas y amigos de incongruencias para que resultara difícil el juicio que los objeta, porque, obviamente, no soncomo otros criollos los desean. Evitaban los nexos con criollos y con el populacho.

Don Piri no duda que Jaunarena adora su cotorra. Es más, pasea con ella. Mas cuando tiene la nostalgia de la idiosincracia apaga la radio. Demanda silencio de la cotorra. Y Don Perico se calla porque se calla. En esas horas, dedica algunos pensamientos a los viejos Laurnagas que se regresaron a España; recuerda a los Echeandía Vélez (y los Medina) de Cidral, a los Micheo Irigoyen, Zarratea y Martiarena, la parentela del ex-Alcalde Manuel María Liciaga, que fue gente muy diferente a los emparentados con los Méndez y González.

Don Perico, con la simpatía pública que pueda darle su cotorra, utiliza el recurso como el apoyo que se dio de viejo en el bastón de araguaney, color aceituna, pero siempre va metido en su propio fondo emocional, en la historia y tiene el aire cogmatista de Zenón, el Estoico. El no fue conversador. Tenía su timidez cautelosa y no quería el pleno acercamiento; pero, ahí está Don Perico. O más bien, su avecilla verdigrís Myiopsitta monachus, tan simpática, con su pico amarillo. Será de origen suramericano, del Uruguay tal vez, y de allá la madera del bastón de color aceituna.

A veces al navarrés, el Pueblo de Pepino se le antoja lleno de distónicos. El afán de poder y justificación religiosa de la gente, sumisa a los controles, les hace camaleónicos, carnavaleros, mentirosos. Seres con  afectación neurológica difusa que asemeja la demencia cuando le hablan a su pájaro. Nadie le pregunta  a él. Se encella. El diría algo profundo, emocional o histórico.  Interrogar a una cotorra muda del pasado es estúpido. Es distante.

El no quiere estos juegos; mas para no enojarse, prefiero ser Zenón el estoico y no hablar con el populacho que ha de aportarle poco. No se esforzará en quererse democrático si no lo es. «El que quiera hable con Don Perico. Sí, con el Loro, pero no conmigo», a solas lo explicita, hablándole al perico..


06-04-2003 / MICRORRELATOS

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