Sunday, May 18, 2014

Experiencias de la vida en la carne

Experiencias de la vida en la carne


Era un simple portero en la Morada de Visnú.
Pobre, apocado, tontejo con cara
de mendicante del Espiritu y su gozo.
Mas bien, era un San Turrón,
sin querer serlo, Jaya-Vijaya
que quería su jayaca,
pero con carne dentro.


Rondaba en Vaikunthá sin dar servicio alguno
bajo mirada sospechosa e inquisitiva
de cuatro sabios Kumaras.
Era como una excreta siempre en ofrenda
a la puerta del Palacio. Entonces, se le dijo:
«Vete a la Tierra, Jaya.
Gozate el sueño de la Felicidad Material
y las bancarrotas de hedonismo
en esos mundos.  Redúcete
a la naturaleza a pura, a onticidad
y objetividad mensurable».


Así lo hizo y se le dieron consejos
que complacen a tontos.
No andes a pie.
Cómprate un auto.

No desesperes ante malos caminos.
Contruye mejores vías y puentes.
Aquí  ni vuelas ni te arrastras, mediocre.
No desesperes ante congestiones vehiculares
ni tengas prisa ni provoques accidentes.
Anda buzo, caperuzo y no duermas en las pajas.
Claro que es cierto. Es parte
de la la dicha común de los mortales echar humo
por el mofle y entre pedos y retortijones
interrumpirlos  a veces gozos materiales del viaje,
pero no cagarse. No llames amarga carga
a tu estrés, sigue el camino
entre brechas y tóxicas sendas de hidrocarburos.


Ser demonio en la Dichosa Densidad
de los mortales, arte tiene como toda cosa.
Te lo dije: precariedad, objetividad  mensurable,
formas constituidas esencialmente
por determinaciones, cuantitativas
y sujetas, por tanto, a leyes de finitudes.


Allí donde la necesidad es
permanente no esperes serte feliz del todo.
En el karma es el luctoso regocijo:
aprender o joderse.

Y, en nostalgia del Palacio de Shesha
y la cama serpentina donde Visnú, acostado
recibe sus placeres, se atreve alguno
y le dice sobre el Visnú respetuoso:
«Namaste: La divinidad que mora en mi,
saluda a la divinidad que mora en usted»,
el jayacudo en soledad se ofende
cuando es tarde para el lamento.
Ya está encarnado, con más límites
que antes y su casa, por lo menos,
es Psique y una pizca de Aquel
Quod reminiscentur.


Quiere un océano universal, piel de muchas gabrielas,
con colas de exquisitas de chechas, chichos
ribeteados grasientos laterales y sudosos.
¡Sí hasta alucina con las mantras chochudos!
Ellas harán que gire el monte Mandara
o lo que llama sus apéndices peludos y testiculares.
Acá el jayaco sufre un vergudo empeño,
ansias de que le batan su leche gonadina,
así como la cola y cadera de Shesha se turna
y fabricará las vías lácteas, los pruritos
y derrames seminales
en infinitos espacios  siderales.

No se culpe a Jaya ni Vijaya de imitar
lo que el Espíritu dispone, ahora que habita
en la escuela de Chárvaka y en palacios,
del materialismo sensualero.


 2.

Quienes repugnan la virtud, la alegría y libertad
de espíritu, recomiendan: «Ya necesita, le urge
para la Dicha densa, su colección de putas».
Una que sea como anguila resbalosa.
Otras muchas que sean sirenas,
ricamente entalladas en su sari
y con su bindi arriba de los ojos,
en  la auspiciada frente
donde un beso se esconde.

A todas pónles / cómprales / hilo dental o tanga.
Colorete chillón si son solteras
y désele bofetadas, si casadas
o abandonadoras... y para más enojarte
si son las que no te comprenden
ni complacen con giros de kama-sutra
y todo capricho del ano.


 3.

Empalagado en Punjab por mucho sexo
y obesidad con que azotan las harteras,
demasiado dal makhani. exceso de gravy y manteca
disueltas entre lentejas, tamarindo, arroz y sambhar,
Jaya pidió su dieta de gabas, redúzcame la grasa
y la jayaca,  se ha confiado en que no hay mal
que por bien no venga y que sarna con gusto
no pica, pero... entre trancas y barrancas,
no dará pie con bola, hasta que no venga GABA,
una gabriela que sesa endógena morfina,
opioide pituitario que me neurotransmita
sus flujos en orgasmos, que module
mis dolores, me devuelva mi dicha,
ay que Gaba me dopamine,
y me domine la dopa.
Que me libere con gusto sobre mi Masa dormida
y aliviane este saco de plomo en que se ha vuelto mi vida.


¡Ay, Gabrielita, que en mi luto es el estrés
de tu ausencia quien me mata!
¡Ven y corta el sol y traeme un poco,
cortisol en forma de glucosa
y su nueva energía, que bien supiste sacarla!

 4.

Rescátame de la Varaha. Parezco
que juego al caos y que la Tierra de mi Condena
lentamente naufraga en piélagos del abismo.
Del agua cósmica,  deten las olas de asfixia,
Los tsunamis bajan a la tierra y por boquetes
de ozono, te veo, Visnú, Ser supremo.
Y aunque castigas, Demonio, te extraño.
El mundo así me traga
con nostalgia por la Puerta de Vaikuntha
y demonios mayores / los tuyos /
llegan y me seducen.
Y celosos sabios / Niños de Kumara /
me niegan su dulzura. Te obedecen.
Me maldicen. Todavia me maldicen. 


Ya se impuso
Narasimha, el destructor
que me quita consciencia y estámina.
Me sumerje en el letargo severo
y a mi sangre la inunda de potasio
y de hipercalcemia. Vomito a diario
mis penas porque sin Gaba no vivo
aunque ella es hermosa,
más que las putas de mi primera etapa,
más que los automóviles del último modelo
y de los trajes que vestí, vanaglorioso,
y en desafío por la Morada Eterna.


¡Cómo extraño la puerta
de la Vaikuntha Chaturmurti
(aquella donde fui un portero),
allí me bendijo el mero verte
dormido sobre el loto y tu amada
debajo de tu pecho de Supremo Ser,
Creador del Universo!


¡Cómo pienso en ti, te medito
en este arrabal de Casimir, hoy cuando no-soy
y donde nada me sostiene cuando caigo,
con dolor en las piernas! ... me temo
que extraño tus ocho brazos y que envíaste
al Hombre-León para que entienda al fin
quién es el Monarca y quién el portero en tu casa!


No envíes el sol a Varaha.
Me hará pedazos. No me tortures
con tus  cuatro vyuhas (manifestaciones).
mi vida mínima que se creyó agrandada
en la materia densa de la Maya
Yo soy el tonto.


Súbeme a Garuda, junto a Lakshmi.
Regrésame a Vaikuntha.
Dime el camino donde me esperarías.
Si quieres me arrastro en medio
de mis fiebres y convulsiones.
Tengo mis patas torcidas
Estoy enfermo del mundo.


Kashimir / 2005 / CARLOS LOPEZ DZUR

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