Wednesday, May 7, 2014

EN HOMENAJE A MAMA...

 

EN HOMENAJE A MAMA...
1. MI AMIGO PIOJOSO
Cuando fui dulce en medio del tabú
y la miseria circundante,
era porque te tenía, Abejita,
era porque eras tú mi alegre sabiduría...
Sabías sobre el niño que llevó sus piojos
a la escuela y los echó en muchas cabezas.
En todas, menos la mía.

En festejo, me hurgarías tú el cabello
con yemas de tus dedos, shampoo
casero y mejunje de huevo y qué gozo
que me acariciaras, palmo a palmo
mi cráneo... mira si lo recuerdo
que agradezco al muchacho piojoso
el milagro oportuno de tus manos
en dulce rastreo por causa de sus piojos.
Ella en previsión da miel
de sus manos, me da hebras
de sus bendiciones.
2. ERAMOS INOCENTES
Quise a la hijastra de los tuberculosos,
y a la nieta de aquel fumador nauseabundo
que tosía y se quedaba tieso
con su gargajo asfixiando su pecho,
vecino / cornudo voluntario
de su mujer tan puta.

Ella / Clarita / tenía ojos verdes
y seguía flaquita, ardiente
aunque ya no era hermosa
y su nena, porque corría a mí
y me surtía con abrazos.
Ni siquiera eran besos
ni siquiera sabíamos qué
seria estar enamorados
o fascinado por algún deseo...
... éramos inocentes, y no me dijíste
'échala'. Valoraste su dignidad sin asco.
Era una linda niñaja sin otra riqueza
que inocencia, sed de cariño
y ombligo al aire,
en pantaletas.

3. EL AGUACERO DE MAYO
No había problema con que me bañara
colectivamente, junto a toda la muchachería
cuando llegara mayo y lloviera un dua primero
y bajo el agua por gusto irse desnudo
como en la romería y cagarse de gozo...
Hacerlo yo que era dulce
y arisco como un gato.
Hambre de júbilo me engordo
con tales cosas, y solo contigo era sumiso
y te contar dónde,
cómo,
qué hice
y no habrá ningún castigo.
Tal vez, no, siempre
tu sutil exhortación que canaliza
el cuidado, protecciones, cautelas...
,.. Quería silbar como silbas,
pero mi aliento o mi boca no aprendía
el arte de tu silbido; yo creí a ciegas en Dios
porque tú eres judaica
y tienes un corazón de sefardita;
yo era dulce en medio del tabú
y la miseria circundante,
y me creí el más rico,
el más listo de todos
y no dolía ser pobre
porque te tenía, reina-Abejita,
y por tí me creí amado del Universo entero
y con garantes de todo tipo,
así que, si a tí preguntara
lo más arduo, seguro que vendrías
con abundancia de respuestas y soluciones.

4. DE LAS SANACIONES
Se quiso, yo sólo era
una sombra de tu paso por el mundo,
sombra más muda porque tú si sabías,
a mi juicio,la razón de todas las cosas,
cada secreto y dolor del vecindario
y cómo hacer milagros de justicia.
Eres la sanadora del planeta, tú,
enfermerita milagrosa,
que curaste mi ceguera con borra de café
y que sacaste de mi barrigota
una legión de lombrices y parásitos,
curaste mi farfallota y mis varicelas...
¡Cómo de sanadoras son tus manos
que mi tez es comparada con la loza!

5. DE LAS DESTREZAS
Y cosíste la mayor parte de mis pantalones
(y camisas) y eso que eras costurera aficionada,
peluquera sin título, partera por necesidad
para vecinas más pobres de aquel barrio.
Tú servías para todo y yo
(para nada), bueno...
sólo para darte compañía.
Y, por señas tan orondo: ¡ah,
por mi madre hacendosa!

Una genia en las comunas
y, seguido ya que cortaste mi cabello,
presumido: es mi mamá quien lo corta
y lo peina y me hace este gallo
y esta compartidura y siga sumando...
me alimenta (nunca me faltó pan a su lado
ni algo que echar como merienda
en mi fiambrera (o el bulto de la escuela)
y, más ufano, en el colegio, anunciaría
que no recuerdo un día que me pegaras;
ni un Día de Reyes o Navidad
sin algún regalo.
(¡Que lo sepan en mi pueblo:
la madre de él es la razón
de la dicha de Carlos!)

6. DEL ASMA
Para que yo me enorgullezca no se necesitó
otra cosa que esta confianza en su amor,
el diálogo y, conste, prescindo del miedo
a verme vencido por alguna tristeza,
o amenaza y por eso, casi faldero,
si ella salía, quería irle a su lado
como un perro, pero contigo.
Díme, abejita, si un infierno de vuelos
te ocasiona el cansancio, oh, mamá
yo me canso contigo, te auxilio.
Te doy mi aliento, si te acosa el asma,
te doy todas mis alas.
Las agito yo, si tú no las agitas.
Contigo el mundo es dulce
aunque haya penuria...
Y en medio de lo prohibido,
¿quién me vencerá o negará justicia
a nuestras causas?

7. DEL FIN DE LOS PANALES
No en medio del tabú y la miseria circundante,
cuando estabas viva y yo, por tal razón,
a mi alegría la designé
el dulce panal de tu reino...

pero un día te perdí
y contigo se fue la educación
en la inocencia.
La injusticia vino
a ocultar el recuerdo,
a dementir lo que dices,
a dar recomendaciones
que no son las que enseñaras.
Estos otros me dicen:
«No dejes que una niña,
hija de puta, coquetée, te abrace y venga
con ínfulas de novia o de amiga».
«Tú no puedes hacerte asiduo de El Pulgoso,
si es quien lleva sus piojos a la escuela;
no te juntes con tal o cual palomilla.
Acuérdate que la gente juzga
hasta por lo aparente».

«No te digas, obrero, porque educado
has sido como Hijo del Libro, y tu moral
ha de sersanta como la Torah».
«En el mundo hay conflictos, polémicas,
violencias, no te metes con él, no contiendas,
sé apolítico, no te arrimes ni ayudes
a nadie a no ser que te convenga...»

8. EL MUNDO CAMBIA Y LOS ANGELES SE DESALAN
Ha muerto mi madre y el mundo cambia.
No ella.
¡Qué extraño es cuando otros
me predican que esconda lo que realmente
conmigo se atesora y se piensa!
Que sea hipócrita, insolidario, piden,
que no permita que nadie hurgue dulcemente
mi cabeza ni vea que estoy desnudo
porque el mundo está lleno de líbido asquerosa
y gente que tiene tisis, gonorrea,
vicio por sangre y malos pensamietos
y no merecen ni cariño ni ayuda...
... por eso sé que estás muerta, Abejita,
porque en medio del tabú
y la miseria circundante,
ya no tengo a mi lado dulzura,
sólo recelo y negaciones
y a mi oído, instruyéndome,
hay voces tan distintasa tu sabiduría...
Ahora siento, sin tus protecciones,
que los ángeles, no sólo mueren.
los matan. Todo el prejuicio y el odio militan
más que los generosos y las abejas nacen sin alas
y ninguno alza su vuelo ni confirma
que el mundo puede sostenerse
en pos de una inocencia eterna.

2000 / Del libro Las zonas del carácter /
CARLOS LOPEZ DZUR

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