Saturday, August 14, 2010

Una reflexión sobre las fiestas taurinas


Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertorriqueño

Con esta nota reflexiva quiero dejar meridianamente claro lo siguiente: que no soy partidario de las corridas de toros. Que las condeno con todas las fuerzas de mi razón y mis sentimientos. Podrán ser muy antiguas en la vida social, económica y cultural de España, pero eso no le elimina el carácter de ser una fiesta llena de crueldad. Esas contiendas no debieran ser parte de la vida de ningún pueblo del orbe. Estamos rodando ya el siglo XXI, y todavía el hombre ni medita ni recapacita sobre esas cosas que son bárbaras, que son dolor, que son agonía…que son muerte. Es tiempo ya para que la humanidad deje de pensar en dólares y centavos, en artes malsanos y en extraviadas metáforas culturales.

Somos seres humanos pensantes que debemos saber dónde está lo correcto y dónde lo incorrecto. ¿Adónde ha ido a parar nuestro sentido común? ¿Acaso es que todo lo tenemos que someter a la burda idea de un progreso material, inhumano y nada civilizado? No importa que reyes y reinas estén de parte de esas fiestas taurinas. No importa que hombres literatos usen su pluma para dibujar bonitas apologías sobre esas fiestas taurinas. No importa que hombres y mujeres, ricos y famosos, le den su más sólido respaldo a tales fiestas taurinas. ¡Están en un error!

Hay que tener hondos sentimientos, hay que tener una gran sensibilidad, y hay que tener una clara espiritualidad para darse cuenta de que lo que se va a presenciar en ese circo es la muerte segura e inevitable de un hermoso animal. Y en otros casos heridas profundas y dolorosas en un hombre que arriesga su vida en un acto tan cruel e inusitado. En nombre del dinero, la fama y la pompa empujamos nuestras vidas con ideas anormales y muy dañinas.

Para escribir el poema Arte taurino y esta reflexión, he leído varios artículos salidos en la prensa española, y he visto diferentes videos sobre estas fiestas taurinas, y puedo decir sin que me quede nada por dentro, que son un derroche de sangre, dolor, agonía y muerte. Es preciso detenerse a observar esa mirada alucinante que escapa del toro cuando está siendo sometido a tan estúpido y arrogante castigo. Ya cansado y estropeado ese toro queda como en posición catatónica. Desesperado busca una salida, pero no la encuentra. Lo espera un valiente torero con su magnífica espada para dar por terminada tan abominable jornada. El toro arquea noblemente su cuello, se agita por última vez, ya su mugir no es amenazante, sus poderosos cuernos ya no son peligro. Ya su lápida queda pintada con su propia sangre. Aquel poderoso toro ya no infunde temor. Un día más que llega a su fin luego de una lidia que corresponde a los instintos más innobles del ser humano.

Toro y torero entran al ruedo dando lo mejor de sí para que toda una muchedumbre frenética e irreverente quede contenta y feliz. El torero sale airoso, el toro termina aguijoneado por una serie de banderillas clavadas en su cuerpo, y por una larga espada que le prescribe la hora y causa de su muerte. Ese es el veredicto final. No hay apelación. Tampoco hay amor ni respeto por un hermoso animal que es parte de la creación de Dios. ¿Acaso no es España una nación entregada a los más nobles principios cristianos? ¿Dónde está esa atención primaria a favor de la gran diversidad que llena este planeta Tierra? No quiero olvidarme de lo siguiente: ¿dónde está la voz de la Madre y Maestra Iglesia Católica de España? No he visto nada al respecto en la prensa española.

Hay una inspirada mística entre toro y torero. Hay bravura en el hombre que se enfrenta a tan magnífico ejemplar taurino. Pero la bravura y empeño del toro por salir vencedor queda opacada por la superioridad intelectual del hombre. El torero siempre vence. El toro siempre pierde. Y la sociedad blanca, europea, civilizada y cristiana se deshonra cayendo en el abismo más profundo de la estupidez. Esta fiesta alocada es una vergüenza para España y una torcida realidad de los más nobles quehaceres de la humanidad. Precisamente, son los grandes líderes del mundo los que históricamente han conducido el carruaje de la vida por los caminos equivocados dejando toda una estela de desgracias para toda la humanidad. Un toro es eliminado cada día con premeditación y alevosía. ¡Un crimen más en la bandera de la gran nación de España!

La vida sería más hermosa sin esos trapos sucios que ondeamos en nombre de un progreso material tan malvado, y en nombre de una retórica cultural tan despreciable. El verdadero arte y cultura son expresiones que motivan al hombre a ser cada día mejor persona y más civilizado. La muerte no tiene esa finalidad.

Caguas, Puerto Rico
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