Sunday, November 28, 2010

El interrogatorio / cuento histórico


«Si Dios nos concede tomar las posiciones enemigas, desalojar de allí a los agraristas, matar al jefe de ellos y que de nosotros no muera ninguno, iremos todos a rezar a la santísima Virgen María, un rosario de quince misterios, sobre la tumba de nuestros mártires»: Anacleto González Flores, (1888-1927)

Por CARLOS LOPEZ DZUR

«¿Dónde se esconde el Obispo Orozco?», le preguntó el militar porque perdía la paciencia. Ordenó que soltaran a la víctima, que estuvo amarrada de los pies, con unas cuerdas de alambre alrededor de sus pulgares. Sangraba debido a que le dieron navajazos a lo largo del pie, a partir de los talones. Mas el interrogado tenía resistencia de mártir. Lo decolgaron de su amarradura al techo y lo sentaron frente a la mesa de interrogatorio, ante la cual el militar se sentó también.

En el Cuartel «Colorado» de Guadalajara, la capital del estado de Jalisco, este abril sería el comienzo de un mes intenso. «Hay algo más importante que ser un mártir. Tener consciencia. Usted no la tiene. Le gusta el sufrimiento innecesario. Si usted, licenciado González, fuese un hombre libre de sospecha, inocente de y por los hechos que se le imputan, no tendría que enfrentarse a mis preguntas este año de 1927».

Antes el torturado vio que el trato que se le dio a jóvenes que conocía no fue muy distinto al que le dieron a él. «Usted puede salvar a esa gavilla de fascinerosos». En esa ocasión le dijo al general: «No maltrate a estos jóvenes. Si quiere sangre tome la mía. No sea burdo y brutal». Entonces, el General Colorado le dijo: «Yo no quiero sangre. Sólo respuestas». Le caló lo de burdo y brutal porque, aunque militar, es lector de filósofos: Hegel. Fichte, Schelling y lo que designada el concepto romántico-objetivo de la Filosofía del Derecho.

Uno de los jóvenes aludidos agonizaba en su presencia y pidió un cura para completar un ritual que lo llevara al cielo, se lo dijo así al licenciado González; pero éste le respondió con contrariedad al pobre indígena: «No, hermano. No es tiempo de confesones ni para confesar. Aquel que te aguarda es Tu Padre y no un juez. Tu sangre te purificará». Entonces, viendo la contradicción, el General Colorado le preguntó: «¿Le pide la sangre al pobre indio para que se purifique?» En vez de responder la pregunta, se puso a recitar un Versículo de Arrepentimiento, al que se unieron los otros jóvenes cautivos.

«¡Llévense al licenciado!», dijo el general a otro militar que armado de bayoneta lo empujó, hiriéndolo. Una vez separados, desde una celda, González oyó disparos de fusilería del escuadró que ejecutó a sus compañeros.

«En realidad, yo no sé que es lo que más le gusta a usted. Si el silencio o la sangre», le dijo esta vez a González, aludiendo con ello la ejecución de horas antes y a los pies sangrantes suyos y sus quejidos por una fractura del cráneo y una herida de bayoneta. El interrogado absorbe mucho dolor y no se inmuta y le gusta hablar con un tono que no pertenece a un hombre que toma decisiones sensatas y pragmáticas para el presente.

«General, yo lo perdono desde el fondo de mi corazón. Muy pronto, veremos a otro ante la Corte Divina. El mismo juez que me juzgará, lo juzgará a usted y en ese tiempo, usted hallará en mí a un intercesor ante Dios».

«¡Jah, yo no querría un hombre como usted como mi intercesor! ¡Un hombre de silencios cómplices, que pudo salvar la vida de esos fusilados y, sin embargo, les pidió morir en nombre de Dios y no rendir los secretos de la complicidad... Pero los hechos son los siguientes: el Presidente Calles nos exigie a nosotros esclarecer dos cosas: primera, el secuestro y asesinato el día 27 de marzo de Edgar Wilkins... Usted sabe que en México si se mata a un gringo nos lo cobran al triple y el General Jesús Ferreira aquí en Guadalajara ha recaudado los datos suficientes como para creer que usted y la gente que lo apoya es el «director intelectual» de ese secuestro y asesinato. El Presidente de la República y la Secretaría de Guerra me presionan una vez se ha sabido que el bandolero Mariano Calzada, jefe de la gavilla de plagiarios, tiene contactos con usted... Sobre el asesinato de Edgar Wilkins se han formado tormentas de mala propaganda para México. Presiones de Evening Telegram y The New York Times... y ahí es donde se destaca que esta conspiración contra el gobierno del general Calles,es maquinada por usted... Hay un segundo hecho, que desde el año pasado nos preocupa: si la Constitución de 1917 tiene artículos o provisiones que otros o usted juzgan anti-católicas, o de corte masónico, la vía sensata y democrática para corregir esas leyes no es armar rebeldes contra el gobierno y cometer asesinatos contra los masones mexicanos.. ¿Cree que hay 130 leye anticatólicas? ¿Cree usted que, cuando las primeras dos seccions del Artículo Constitucional #3 y el Artículo #24, establecen servicios educativos seculares, libres de orienración religiosa, o amparan el progreso científico como modo para combatir la ignorancia, el fanatismo y el servilismo, se le hace daño al país? Ofrezca entonces ejemplo de tolerancia y madurez religiosa... Cumpla, por lo menos, el «no matarás» e instrúyalo a su gente... porque hay unos casos pendientes... Dígame usted, licenciado, ya que es enemigos del Arículo 24, que da a cada mexicano el derecho a profesar cualquier religión e idea, en tanto se mantenga con respeto a la ley, ¿por qué conbate contra el derecho de los masones a anunciar sus negocios en la prensa y no tiene el católoico su periódico 'La Epoca' para promocionar lo suyo? Mas usted presiona a los anunciantes de 'El Occidental', los asociad a lo que llama 'diario maldito', lo sume con su campaña de libelos y blasfemias en la bancarrota y eso sería lo de menos; la sangre no llega aún al río.... pero ya comienza a llegar. Se arman los católicos y dicen que usted los anima... ¿Cómo respondería a eso?»

«Diría sólo una cosa: he trabahojado sin egoísmo para defender la Causa de Jesucristo y su Iglesia. Podrás matarme, pero la causa no morirá conmigo. Muchos se me unirán en el martirologio. Yo iré, con la confianza del Cielo y veré pronto el triunfo de la fe en mi país»., dijo el torturado.

«Entonces, funde un partido, no un movimiento subversivo y secreto».

«Ya lo hice. Tengo un periódico católico y encabezo un movimiento que pide la unión popular».

«Y el Gobierno lo tolera y lo tolererá. Publique sus libros católicos. Discuta las leyes que merecen corregirse. Búrlese de Chesterton, Ibsen y Paul Bourget, de los protestantes y los masones; pero no les quite el derecho a otros que quieran un periódico, ediciones de sus propios libres y unir las gentes por un bien público... usted es tan criminal, si manda a matar o si inspire algún delito, como quien lo hace materialmente... Lo mejor que tenemos después de miles de muertos en la Revolución es esa Constitución de la que usted se burla, en nombre de Cristo. Esa revolución que le ha permitido estudia leyes, casarse, salir de una pobreza muy grande en su natal Tepatitlán, se puede mejorar... pero quien lo hará, me temo, no será un charlatán como usted, que manda a tirar piedras y esconder la mano, para poder justificar el comportamiento de un Cristo Mártir... me defraudó lo que hizo hace unas horas. Les dijo a unos jovencillos que se maten por Cristo y saboteen la ley... yo esperaba que usted fuese más piadoso y le voy a pedir por qué ordenaré que se le fusile. No es por rezar, por católico, ni siquiera porque el Gobierne me pide que despache y con prontitud y no deje impune el secuestro y asesinato del gringo ni la persecusión que usted desata con comerciantes masones y periodicos de Jalisco... yo quiero verlo muerto porque un incitador cobarde, en las sombras, y cuando está delante de la Persona del Gobierno, les pide a sus propios compañeros: 'Oren y dén su sangre'. A Jesús lo toma por cómplice... Yo, que soy ateo, no creo que Jesús tenga por buena idea matara al gringo Edgar Wilkins, o sabotear la prensa de El Occidente, ¿me entiende?»

«El plan de Dios es mucho más que eso».

«Usted no es defensor más que de su propio capricho antigobernista... y, tan falto de visión y profecía está, que no adivinó que yo sólo quería saber dónde se esconde el Obispo y, no para arrestarlo. Sencillamente, para que explique sus vínculos con el Cura Heriberto Navarrete, que está organizando una revolución contra el gobierno y cometiendo actos de salvajismo. Tiene usted todo el derecho a aplaudirla, pero nosotros... a sofocarla».

Entonces, delante de González, escribió un comunicado ordenando su inmediata ejecución. el primero de abril de 1927. Todavía le repitió: «Usted pudo haber salvado con una palabra humana a aquellos muchachos y no lo hizo. La no-colaboración tiene también un precio».

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