Thursday, November 18, 2010

La identidad nacional / El orgullo patriótico / La lucha de clases

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La identidad nacional

a Nilita Vientós Gastón

Hasta el hijodeputa explotador
evoca con sabe qué nostalgia o intimismo
de bonituras, al jíbaro de antaño,
el noble campesino de allá, del interior,
en montañas del Oeste, tierra adentro.
Te hablará sobre identidad nacional
y sobre la belleza del lenguaje 'castellano'.

Siempre invocan (estos tráfalas de dura
cáscara de coco) abstractas cosas estéticas,
difusas para el estómago con hambre
y la mente que recula ideales por el desempleo,
la vergüenza de no saber dónde ir
a recuperar las dignidades humanas,
prácticas, básicas en cuanto todos los días,
hay que amar / defendiendo / el decoro
que no es cosa simplemente de elecciones
o efemérides.

Pero hay sentimientos patrióticos,
después de todo y suelen ser tan anónimos
que no hacen galas de evocaciones
ni izan banderas ni cantan himnos.
Hay sentimientos patrióticos a despecho
del hijodeputa para quien todas las coss
relativas a la identidad son adornos,
externos ecos, que no salen
de adentro todo lo feliz que es lo esperado.
A veces duelen como la forma de cierta
incredulidad, anti-dogmática,
anti-ceremonial; pero aún ahí
y desde-ahí, existen.

Existen, pese a los opresores consuetudinarios
que se afanan en dar cátedra
sobre la identidad nacional.

09-27-1980

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El orgullo patriótico

El orgullo patriótico del ciudadano mezquino
es como el dios sin amor de los fanáticos
o escrituralistas de la Biblia bajo el sobaco
y la pandereta en la calle
(y hasta el predicador callejero que se desgañita
sabe que nadie lo oye, aunque repita mil veces
en su testimonio que viene de hablar con dios
o con ángeles que le sorprendieron
en la letrina de su casa, o con una jeringa
en la mano, pecando contra su cuerpo
en el delito).

Basta. El nacionalismo no es ningún prestigio
en la boca, o la oficina, en la casa,
o en la cátedra, de quien no combate
las comunes agresiones de a diario:
que, en términos económicos, hay una gran desigualdad.
Todavía el arrabal moderno del desposeído
está calado de venta ilícita de drogas y quien las lleva
allí, a los caseríos, vive a sus anchas del lucro
y se divierte en hoteles de cuatro estrellas.
Hay muchos médicos matasanos
(tras la compraventa de reválidas y títulos);
ya muchos abogados baratos, todos se van como ganado
a la política, lamen los pies de quien sea
y convierten los partidos en una porqueriza.

En fin, ya que el nacionalismo se ha convertido
en una religión en los círculos del orgullo patriótico,
velemos como zorros, ejercitemos el olfato,
que para decir soy... valga un trabajo
por la descolonización, no sólo cultural,
sino sicológica, saneadora.
Tal vez no sea poco concentrar la energía
en el frente de las cosas cotidianas,
y no en lo político-discursivo.
Las urgencias mayores de la nación
parecen ser el vicio descontrolado, delincuencia,
juventud sin oportunidades ni mentores,
la inmoralidad cínica de los privilegiados,
muchos de los cuales invocan
el orgullo patriótico y altisonante vocinglerío
ante el nacionalismo...


08-07-1980

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La lucha de clases

Hay, entre las cosas dignas de tomarse en cuenta
a fin de reeducar las sociedades, una noción
que se llama privilegios.
Concierne al apetito por destituir
al que ha logrado menos, darle un lugar marginal,
quitarlo del medio para que no estorbe.
Es algo que tiene que ver con narcisismo.
«Si yo soy mejor, deja que sea yo el que ocupe
el primer plano en el espejo».
Hablo un espejo social, la Gran Pantalla
ante todos los auditorios.

... pero, en la actualidad, hay la sospecha
de que hablar sobre lucha de clases
es inconveniente, desesperanzador
y, en virtud, de corrección política,
mejor no hablar de eso. Quizás por resta votos
o hiere susceptibilidades. Es ofensivo insinuar
a un compañero: Usted es un puerco narcisista.
Se sobrevalora a sí mismo.
Quiere ser el amo del futuro.
Ente paternalista que aguarda el momento
de «gobernarnos por nuestro bien»
y disponer, de acuerdo a sus dotes narcisistas
y preferencias partculares, cómo ha de ser
la relación de todos con los medios de producción
y a dónde irá el capital que otros,
la mediocre mayoría, origina con su trabajo.


09-27-1980

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Las causas de la nacionalidad

al Dr. Ramón E. Betances y Pedro Albizu Campos,
dos de 'los padres de la patria' puertorriqueña

«Las causas de la nacionalidad no existen, cuando solo existe un pueblo, el pueblo humano, y cuando solo hay una libertad que defender, la libertad de todos»: Miguel Bakunin

El por qué se lucha por un territorio,
espacio vital de sustento y de sueños,
espacio nato, autóctono, donde se centra
la planificación nuclear y promesas patrióticas,
es simple: «Ningún invasor extranjero
vendrá a regalarnos nada».


De hecho, en principio, viene sin permiso
como un ladrón en la noche,
a sorprendernos dormidos, viene, depradatorio,
a robarnos los güevos.
La nación existe por eso,
a veces marcada por sus propias fronteras naturales,
a veces por el celo inherente de sus propios crecimientos.
La nación es primero que todo un Estado de Consciencia
y sólo después es todo ese adornejo que glorifican
los parlamentarios y trinunos: sistema conceptual
de política, república con himno, territorio
con bandera, zona de ardientes autodeterninaciones.

Para mí, anarco, reeducado para combatir
la extorsión de los poderes acaparadores
y las hegemonías distorsionantes,
la nación es, sobre todo, instinto de sobrevivencia.
Algo zorruno, paciente, artimaña que vela
mejor por la noche cuando más hábiles son los ojos
y cuando más acechan los peligros.
Por eso admiro los visionarios noctívagos
que entienden su propio instinto-de-ser
con la patria; entiendo la causa de Ramón Emeterio
«Padre para los Pobres», padre de la Patria
y él al nacionalismo lo entendió, aunque era anarco,
simpatizante de Angiotillo; pero, no se desesperó
(la patria no es sólo una bandera,
o un paisajismo romantizado,
o una estructura de poder que copie
Constituciones), el nacionalismo es una cercioración
que internamente se asegura que cada negro y muleque
sea libre, que nadie se acueste con hambre,
que el derecho a la salud milite como una guerrilla
contra todos los males, de las lombrices al cólera,
del sarampión a la tisis)... de modo que las causas
del nacionalismo, son simples... y no hay que ser médico
para diagnosticarlas y no hay que ser diputado
en las Cortes Imperiales... basta ser un
Lobo Rojo
como Louise Michel, sólo hay que haber aprendido
un ABC de la Comuna de París...
y aplicarlo al rincón donde nacimos...


09-29-1980 /
Indice Actualizado / El libro de anarquistas

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