Saturday, July 31, 2010

«Bruja de Dios»: Estreno Mundial el 20 de agosto

Una metáfora del Puerto Rico de hoy en el mundo represivo y demente del siglo XIX

«–Si un demente dice algo MUY peligroso, y otro lo oye y lo repite... y si ese demente que repite, salta las paredes de este Asilo y grita eso que oyó por todas las calles de la ciudad... ¿qué tenemos, ¿ah?, dime, ¿qué tenemos?

–Tenemos Revolución».


La Compañía de Teatro del Ateneo Puertorriqueño llevará a escena la obra teatral BRUJA DE DIOS, escrita y dirigida por el dramaturgo puertorriqueño Roberto Ramos-Perea, en su estreno mundial, el viernes, 20 de agosto de 2010.

Tras los violentos sucesos provocados por la pugnas políticas y sociales del Puerto Rico contemporáneo, también se impone su análisis y su reflexión desde perspectivas artísticas. En ese análisis se puede afirmar que mucho del hoy se explica con el ayer, y para ello el dramaturgo nos devuelve al año 1887, año de las terribles torturas conocidas como los compontes con los que el Gobierno del dictador español Romualdo Palacio reprimió y persiguió al separatismo y al autonomismo en nuestro forjador pero doloroso siglo XIX.

La historia de Bruja de Dios comienza cuando una joven mujer es violada por el propio Gobernador Palacio durante uno de los bailes que ofrecía en su finca de Aibonito.

Para esconder la atrocidad de los hechos y las gritadas denuncias de la joven, la Guardia Civil la encierra en el viejo Asilo de Beneficencia de San Juan, donde es tomada por loca. Para descubrir la razones de la “histeria” de la mujer, un psiquiatra trata de sanarla con las nuevas teorías desarrolladas por un joven austriaco llamado Sigmund Freud. Entre médico y paciente se desarrollará una alta tensión emocional, sexual y política que resquebrajará los cimientos de lo que alguna vez se creyó firme y sólido en las relaciones entre los puertorriqueños.

Sobre su obra, señala el dramaturgo Ramos-Perea: «Con Bruja de Dios hablo de la cobardía y de la valentía de hoy. Hablo de la conveniencia contra la dignidad, del engaño contra la ingenuidad, hablo de la utopía, de la solidaridad y de la esperanza y pienso que el teatro nacional, en el rescate de la historia de la Nación que le da origen, nos explicará lo que nos pasa en este presente tan destrozado por la barbarie».

BRUJA DE DIOS es protagonizada por los actores de la Compañía del Ateneo, encabezados por Melissa Reyes como Teresa, la joven histérica, Ricardo Santiago, el joven psiquiatra puertorriqueño acabado de llegar de París; Jessika Marie, como la joven esposa del psiquiatra; Verónica Rubio, una paciente mental de 18 años con una extraña compulsión por la comida en un país hambriento; Carmen Sánchez como Sor Benita, la monja carcelera, represora y cruel, y cuenta también el reparto con las actuaciones especiales de Edgar Quiles Ferrer como el viejo Psiquiatra sometido al poder político, y de Willie Denton, como el padre de Teresa, quien encarnará las más sublimes aunque torturadas aspiraciones de libertad. La producción ejecutiva de la pieza está a cargo de Olga Vega Fontánez y los estudiantes del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo.

BRUJA DE DIOS estará en cartelera en el TEATRO DEL ATENEO en San Juan, durante tres fines de semana, desde el 20 de agosto de 2010, en funciones viernes y sábados a las 8:30 pm y domingos a las 4:00 pm. Debido al fuerte contenido sexual de algunas escenas, la obra se declara no apta para menores. Para mayor información puede llamar al 787-977-2307.

Para entrevistas y medios: Angela Mari, 787-444-7747 ó Menades8@gmail.com.
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Friday, July 30, 2010

«Lilith» de Norma Segades Manías: Análisis




Por CARLOS LOPEZ DZUR / Fundador de Sequoyah Virtual

Con la perspectiva del «acaecer apropiador» («Ereignis») con que Heidegger descubre la «vocación de poeta» de Johan Christian Friedrich Hölderlin, sabedora de su tarea investigadora ante la expectación de la Abierta Comarca, «desde donde viene-a-la-presencia» lo Divino, también al igual que Hölderlin, una poeta de la grandeza y recursos de Norma Segades Manías expresa su nostalgia por la «falta de nombres sagrados».

El poeta de Lauffen, de quien se dijo «crecido en brazos de los dioses» [Javier Galarza, lo. cit.], el buscador de «lealtad de la vieja alianza, alianza sin sellos ni promesas, / de vivir solamente por la libre verdad», al que Heidegger respetara admitiendo que sí, «los poetas son ánforas sagradas / donde se guarda el vino de la vida, / el espíritu de los héroes», me recuerda en su búsqueda a Norma Segades. En la búsqueda de la Noche Sagrada, o el espacio de lo Divino, rumbo a las tierras del espíritu, como peregrina libre, ella va.

En el poema Lilith (que pertenece a la primera sección de Nombres en los enigmas, recontinúa la tarea de identificar con los nombres adecuados las figuras marginales y heroicas que, hoy por hoy, han sido subvertidas y agredidas con la desfiguración y la profanación. En su plenitud En nombre de sus nombres [Editorial Alebrijes: en Internet] es un trabajo maravilloso de Segades para cumplir esa tarea que Hölderlin dijera que quedó pendiente, o trunca: dar nombres o designaciones verdaderas a lo Sagrado.

Norma Segades, poeta de Santa Fe (Argentina), con más de 15 libros escritos, con el que aquí me concierne, nos lleva al Acaecer apropiador de la memoria, lo que equivale a ponerse al tanto de los nombres sagrados que aún faltan y las vivencias que a ellos les corresponde. En este punto del Ereignis que hemos venido discutiendo hay mucha luz, comarca abierta, para rehistoriar la esencia de lo femenino, en lo divino de su Acontecer, en su proceso sacro, que no es mera conceptualización por mecanismos institucionalizadores de control y poder.

Me detendré en los textos: Lilith y Eva. Ambos explican la tragedia que se vive hoy y marca, históricamente, la destrucción del matriarcado espiritual por las fuerzas del menosprecio institucionalizado a la esencia / espiritualidad / femenina. La calidad poética de cada uno de los poemas, la totalidad del libro de Segades, a mi juicio, es la historia sagrada de la feminidad y documento contemporáneo de expresión de la Hembra Transgresora, en lo que este término mienta de reinvindicación.

Comencemos por el primer texto «Lilith» que cito completo.

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo Dios: Sean fecundos y multiplíquense y llenen la tierra y sométanla; manden en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra: Génesis 1:27-28
En la tarde proscrita,
la penumbra de mi encolerizada cabellera
—como magma o demencia o llamarada—
eriza rebeliones primitivas en el profundo abismo de mis ojos.
En la tarde proscrita,
mi locura,
enfrentando excluyentes reglamentos que me niegan posturas, actitudes,
en mitad de batallas a destajo bajo los laberintos del insomnio.
En la tarde proscrita,
mientras rugen los tigres sus hambrunas de arterias
y ocultan las gacelas sus cuellos palpitantes
y un vendaval de esporas se proyecta en descargas de amores migratorios
porque la vida trepa en el silencio como un enredadera clandestina
que avanza entre los muros de la gracia
sin que nada se oponga
o la detenga
o avasalle su pulso borrascoso;
expongo ante la voz que no me nombra
este ímpetu de sangre avasallada por lunas desprolijas y cauces sin cordaje,
esta furia de afrentas arbitrarias renunciando al alivio del sollozo;
notifico a la voz de las ausencias
que no acepto
ni admito
ni consiento que el hombre que me dio por compañero,
ajeno a la exigencia de mis muslos,
violente complacencias y cerrojos;
porque yo soy Lilith,
hembra salvaje abdicando a calladas mansedumbres,
a esta ultrajante furia de mordazas que corroe el idioma primigenio
amasado en los úteros del lodo;
yo no seré la esclava que obedece el mítico capricho del aliento,
no viviré cautiva del ultraje
aunque deba expatriarme en las orillas donde naufragan voces y demonios.

[Norma Segades Manías: Libro completo: «En Nombre de sus nombres»]

Lilith («la Nocturna», según la etimología hebrea de su nombre, «Lil», préstamo de la literatura mesopotámica) es presentada, significativamente «en la tarde, la penumbra» por Norma Segades.

Desde la tradición talmúdica, ella es descrita como bella y ardiente y, considerada su «opulenta figura y espectacular cabellera ondulada», la hablante de Segades la toma en primera persona y se apodera de su voz para que haya una cercanía a su Acaecer apropiador. Entonces, Lilith se presenta orgullosa de poseer una «encolerizada cabellera», de ser «hembra salvaje» y querer ser amada, como «exigencia de mis muslos» por un compañero.

Algunos autores creen que la alusión a la encolerizada cabellera mienta «un animal de pelo muy abundante perteneciente a una antigua especie no precisada, ya extinta y problablemente desconocida en la actualidad». [Paloma de Miguel: «Lilith, la sombra de Eva»]. No quita el hecho que el cabello, como accesorio natural de los humanos, tiene importancia simbólica como un medio de expresión personal y social.

En tiempos prerrománicos en el Norte de Europa, cuando el varón llevaba el pelo largo, ésto representaba su fuerza; en la expresión de su fertilidad. La misma idea sobre la longitud del cabello aparece en la Biblia. La fuerza varonil y los poderes sobrehumanos que caracterizaban a Sansón, líder de los israelitas y «escogido por Dios» tenía un sentido y el secreto (su larga melena, nunca cortada) sólo Dalila lo conocía. La traición de Dalila permite que, finalmente, que Sansón sea capturado por sus enemigos. Los griegos del periodo clásico, a 500 años antes de Cristo, aportan al simbolismo del cabello rizado la expresión de actitud. «Los rizos eran la metáfora de la turbulencia, el cambio, la libertad y el disfrute de la vida». El cabello puede verse como un signo de liberación, o «forma diferente de objeción», como en la época contracultural del '60 y 70.

En el sentido negativo, la palabra «rizar» (de la raíz antigua griego, «oulos») «está relacionada con la intriga» y, como en el alemán, 'locken', en el «rizar» se implica tentar a alguien. Esta simbología entorno a la longitud y ondulancia del pelo, intuída por los griegos, es lo que explicará la transformación de la Medusa en Gorgona. «Su característica más bella, los rizos, los convirtió en serpientes».El cabello y la historia»: Pantogar, 2008]

En el folclor popular, Lilith es la Luna Oscura, representada como una mujer seductora, desnuda, con pelo rojo rizado que se extiende como un manto a su alrededor «y que tiene por costumbre sentarse sobre la concavidad de la media luna», visible al tercer día de la luna nueva. Segades aprovecha este código en su poema cuando dice que su sangre está avasallada por lunas (hecho que puede mentar los ciclos de menstruación).

En la autopresentación introspectiva de Lilith, la condición de su cabello alude a la sicología de su actitud y de su mirada examinadora. Su pelo se eriza en señalamiento a la vigencia de las primeras «rebeliones primitivas». La hablante se pregunta, con respecto a su conducta, si se trata de locura, «demencia o llamarada». Llamarada implicaría rebelión, en cuanto a un momento externo de intensidad de la luz. O el fuego interior que la calienta, o encorajina. Y la luz es un momento cognitivo, neuronal, de comprensión. ¿Hacia a qué se dirije esta sensación de calentutura («magma» mental) y erizamiento que da señal en el pelo, que inclusive le provoca insomnio? Segades Manías aprovechas etopeyas sensoriales para acreditar al personaje como ente pensante, sensitivo y carnal.

La definición de su problema es clara: Lilith se enfrenta con «excluyentes reglamentos que me niegan posturas, actitudes». Se siente ultrajada y censurada, cohabita entre una «ultrajante furia de mordazas». Rescatada de su memoria arcaica, dándole voz con su hablante, la poeta santafesina no describe a la Mujer que prostituye, sino una que se queja de lo que se viene haciendo con ella y que la ofende.

«En la tarde proscrita» de esta penumbra, se establece «un momento previo al actual orden social patricéntrico que ha prefijado determinadas pautas de relación entre hombres y mujeres» (Paloma de Miguel, loc. cit.). En el texto de Segades, Lilith llamará a este proceso «furia de afrentas arbitrarias», a las que ella no buscará el «alivio del sollozo».

Si partimos de la idea de que Lilith es la alegoría de cierto conflicto colectivo, o que ella es símbolo del matriarcado derrotado (un signo histórico vinculado al ocaso de las Diosas Madres), se entiende su sentimiento impetuoso ante la: «sangre avasallada por lunas / desprolijas y cauces sin cordaje». Así como la «misoginia íntima» precede a todos los tipos de feminicidios (el sexual serial, el sexual sistémico, el. feminicidio en masa y el infanticidio femenino), la alusión a la sangre avasallada es una metáfora poderosa que habla de agresión y desatención. Lilith se ha quejado aquí de algo más agresor que los reglamentos. «Cauce sin cordaje» es alusión a una sociedad que se ha descontrolado. «La vida trepa en el silencio como un enredadera clandestina que avanza entre los muros de la gracia / sin que nada se oponga».

El silencio es una actitud cómplice, pasiva, que no defiende la Gracia, o la deja indefensa, y Llilith dice que tal actitud debe inspirar cladestinaje. La vida no puede quedar frenada y burlada.

En la frase poética, la vida es impulso activo, pulso borrascoso. La vida «trepa» como una enredadera sobre muros. La vida es serpentina, se enrosca y se impulsa y se reimpulsa, a pesar de todo. No se trata de que la esencia humana sea la violencia, aunque tenga «pulsos borrascosos». Es, más bien, un equilibrio vital que demora, esto es, aún no logrado y que tiene que prevalecer en la Altura de la Gracia. En su texto, Segades refiere ese nivel como Gracia y no la equipara al silencio, o una bondad absoluta. La Gracia es reciprocidad y equilibrio, en atención a las necesidades. Como la vida en gracia no es silencio, Lilith abdica las «calladas mansedumbres». Sabe que la pasividad (o ley del menor esfuerzo) es el preámbulo de las proscripciones. Y, si bien, la criatura humana puede ser cómplice hasta de lo que no quiere, al serlo deja de evolucionar hacia el nivel más alto.

En esta proclama contra la esclavitud y declaración de independencia sexual y espiritual que emite Lilith, está implícita una definición de transgresión. No se transgrede contra lo bueno por capricho. No hay una ética del mal, o contra la bondad, como se pretende con su ligera mención en el Libro de Isaías o en la literatura talmúdica, en la que «una criatura espontánea y libre, de fascinante belleza... posteriormente se convirtió en un ente maléfico, en un ser de la oscuridad» o «madre de gigantes y monstruos» (Paloma de Miguel, loc. cit.) Como transgresora, Lilith desacata, desobedece, se encorajina ante lo inadmisible.

«Yo no seré la esclava que obedece el mítico capricho del aliento,
no viviré cautiva del ultraje aunque deba expatriarme en las orillas donde
naufragan voces y demonios»

[Norma Segades Manías: Libro completo: «En Nombre de sus nombres»].

Paloma de Miguel apunta: «En el contexto judaico se la tiene por un ser nefasto y un ente maligno en general; de ahí su asociación con lo diabólico y su vinculación con la tentación y la transgresión»; «Lilith ha abierto las puertas de lo prohibido. Lilith ha roto con lo estipulado por el Creador para la raza humana. Ha quebrantado lo establecido, se ha querellado contra el orden natural de las cosas, ha abandonado el lugar propio de la Humanidad» y «por ello se ha colocado fuera del mundo de los hombres y se ha convertido a sí misma en apátrida, en exilada, en extraña» (loc. cit).

Cuanto se desprende del mito, desde el punto de vista antropológico, es una visión de la transgresión que revela que no hay un a priori del pecado, sino un innato guerrero (rey / reina de abajo) que, en la criatura humana, lucha contra la demora de su libertad y disfrute en la Gracia. Esta es la primera mujer que se opone a los síntomas de violencia y brutalidad no dichas que permean las relaciones de género. Lilith es esa voz e idiosincracia de persona:

«... notifico a la voz de las ausencias
que no acepto
ni admito
ni consiento que el hombre que me dio por compañero,
ajeno a la exigencia de mis muslos,
violente complacencias y cerrojos;
porque yo soy Lilith,
hembra salvaje abdicando a calladas mansedumbres,
a esta ultrajante furia de mordazas que corroe el idioma primigenio
amasado en los úteros del lodo...»

[Norma Segades Manías: Libro completo: «En Nombre de sus nombres»].

Desde este «idioma primigenio» desde que el nos habla la «Lilith» de Norma Segades, que es el lenguaje simbólico, «verdadero lenguaje de la Humanidad, característico del mundo interior humano», [Paloma de Miguel: «Lilith, la sombra de Eva»] también puede diferenciarla de «Eva», la segunda esposa de Adán y, así de los hombres. A nivel sicológico, Lilith es la energía de la inteligencia / o la líbido / que opera sobre los impulsos inconscientes, activándolos.

La interpretación kabbalística ilumina este rol de la iconografía en torno a Lilith cuando se interesa en «bello animal, ambiguo ser a medio camino entre el humano y la bestia». Verla marcharse del Paraíso, la Morada Abierta de lo ontológico, e internarse en los «abismos más profundos», en el ocultamiento, en lo latente que pese a tal sigue vigente, «en el profundo abismo de mis ojos», puede significar un viaje al Subconsciente Colectivo, a Lo Profundo, a la zona esencial de lo Sagrado.

Me impresiona en ambos poemas de Segades, «Lilith» y «Eva», que su exploración de estos personajes sean «miradas» desde «el profundo abismo de mis ojos», expuestas «ante la voz que no me nombra», pero «en nombre de sus nombres». Con esta cautela aproximativa, Segades deja una puerta abierta a la posibilidad de que la verdad antropológica de las primeras Madres (Lilith / y la segunda Eva) algún día sean explicadas como criaturas en tránsito evolutivo, entre lo humano y la bestia; pero, también la puerta ha quedado abierta para que se entienda el aspecto sicológico colectivo: la represión, lo oculto en el interior de la psiquis colectiva como parte de su tránsito posthistórico como Mujer / Madre mitocóndrica original.

El mito ya establece unas condiciones sociales, políticas y espirituales, si bien aún vagas y poco determinadas, se relacionan al colapso del matriarcado. En el poema de Segades, Lilith no es ni fascinante demonio hembra ni generadora de seres aberrantes. No es un ser maldito. La poeta se limita a definirla como ser transgresor, capaz de ver la malignidad y peligros de su entorno. Dispuesta a asumir, sin sollozos ni complicidad, el aprendizaje que la compete.

Lilith es enigmática porque desafía lo incierto y las condiciones presentes de su temor y, diría que es ella como un animalito en alarma, desafiado, provocado y, por sentirse ofendida, es que se desata su agresividad defensa.

Sin embargo, siquiera a nivel de mitos o protomitos, si la consideramos hembra, hay testimonios del daño que cometido por ella la hace digna de reprobación. La literatura, o leyendas en torno a su peligrosidad, es sólo la maladicencia que, al mismo tiempo, se mezclaría con su ejemplaridad y adoración. El fenómeno histórico posterior que se transluce, si vamos a su más lejana fuente, no talmúdica, del mito es que moraba entre las ramas de un árbol que la mismísima Inanna plantó en un jardín sagrado de la ciudad de Uruk. ¿Y tiene sentido peyorativo que ha hembra tenga morada un árbol? ¿Es sólo por ésto que ha de llamársela «hembra salvaje» como si tratara de la progenie del simio?

Mitos posteriores hablarán sobre Lilith asociándola a las «criaturas indomables, inocentes, ardientes y salvajes, que fascinan y enloquecen a los campesinos enamorándolos sin remisión» (Paloma de Miguel, loc. cit). De las sociedades remotas, ésto no debe sorprender siendo que la gratificación sexual es instinto básico del que el varón, desde los siglos remotos, ha sacado ventajas. En adición, el sexo con bestias, en tiempos pasados, fue común. Hembras «inocentes, ardientes y selváticas», asociadas al prototipo de Lilith, son las candidatas ideales, si es que se presupone que Lilith representara la hembra más feraz y lúbrica, la que será posteriormente difama como tipo y figura de adulterios, brujerías, infanticidios, culto a ídolos sacrílegos y otras aberraciones. De hecho, Paloma Miguel que el cátalogo de las acusaciones misóginas que se creara en torno a Lilith incluye a la cruel reina Lamia, transformada en fiera que devoró luego a sus hijos), a «ninfas de los campos de tersos cuerpos etéreos, relucientes de sol», a Nereidas que «simbolizan la belleza femenina idealizada», pero también la vanidad y la inconstancia (David Fontana, op. cit.). En el Zohar, Lilith es «Hayo Bischat: la Mala Bestia», de quienes descienden nuestros actuales monos. La demonología medieval le asigna el papel de «uno de los siete demonios tradicionales», con «faz humana», busto desnudo y su cuerpo, con larga cola de serpiente. En fin, «ente maligno semianimal o medio humano», al que habría que privar, en el plano físico de las «delicias de la fecundidad». [Paloma de Miguel: «Lilith, la sombra de Eva»].

Mas concluyamos este apartado séptimo, con una simple idea, Lilith representa la activación del carácter conscientivo de lo Femenino, no sólo en cuanto a belleza erótoca y fuerza fecundativa. Ella habla de cierto aprendizaje en torno a la transgresión. Un aprendizaje que implica al sufrimiento, o dispuesto para educarse reactivamente ante el temor, de modo que sea posible ascender y acceder a su verdad interior. Toda la negatividad asociada a Lilith (o esas interpretaciones que la pintan «muy enigmática y bastante siniestra, fatídica y perversa, indómita e impetuosa, celosa de su independencia, rotundamente atrayente, de ardientes deseos y de contundente seguridad en sí misma»), lejos de serle acusadora, con razonable causa, son el testimonio de sus virtudes vitales y lo que ella asume en su tarea, tras abandonar el Paraíso.

[Frags. de libro en preparación / Sociología política y cultural de la Diáspora]

Bibiografía

[Norma Segades Manías: Libro completo: «En Nombre de sus nombres»] PDF.

[Paloma de Miguel: «Lilith, la sombra de Eva»]

[Artículo sin autor / «El cabello y la historia»: Pantogar, 2008]
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«Lilith», visión de su protesta en Norma Segades Manías / Sociología cultural y política de la diáspora / Mi huésped y yo / Diez cantos de ignominia / La primera cuna: En Revista Literarte / A J. J. Bachofen, iniciador de los estudios sobre el matriarcado /

Wednesday, July 28, 2010

EE.UU. argumenta una lucha antidroga para instalar bases militares


Bolivia: El presidente boliviano, Evo Morales Ayma, denunció que el gobierno de Estados Unidos utiliza la lucha contra el narcotráfico en Latinoamérica como pretexto para instalar bases militares.

«Estoy convencido de que el narcotráfico no es solamente un problema social y económico, sino político debido a que es utilizado por el imperialismo para justificar la instalación de bases militares en algunas naciones latinoamericanas y poner en riesgo la paz de la región», afirmó el mandatario indígena.

Durante la presentación del Representante de la Organización de las Naciones para la Lucha contra el Narcotráfico y el Delito, César Guedes, Morales aseveró que Bolivia impulsa el combate a la droga «con soberanía y dignidad».

Ratificó su decisión de encarar una lucha sin cuartel contra el narcotráfico, pero convocó a Estados Unidos y a otras naciones industrializadas a asumir su responsabilidad por el incremento de la demanda de drogas en sus mercados e insistió en que Estados Unidos utiliza el asunto como un pretexto para ejercer control sobre la región.

Recordó que, desde su época como sindicalista en la zona del Trópico de Cochabamba en los años 80, ha visto que «la derecha y Estados Unidos satanizaban a los líderes laborales acusándolos de comunistas o de rojos para justificar la represión y la detención en los gobiernos neoliberales».

El presidente Morales además reveló que el narcotráfico en Bolivia tiene más tecnología que la Policía y más equipamiento que las Fuerzas Armadas. Pidió ayuda a la comunidad internacional para compensar el desequilibrio y combatir eficientemente ese flagelo.

El mandatario, líder a la vez de los cultivadores de la hoja de coca, aseguró que Bolivia realiza esfuerzos para combatir el narcotráfico, pero hay limitaciones técnicas y financieras, por lo que «es una obligación de la comunidad internacional coordinar acciones conjuntas» contra este negocio.

«El narcotráfico (es) como una telaraña internacional y ahí la gran debilidad del Estado es el equipamiento, es tecnología, son radares (con los) que no contamos», manifestó.

Bolivia, tercer productor mundial de coca después de Perú y Colombia, tiene la capacidad, según las Naciones Unidas, para fabricar 113 toneladas anuales de la droga, y sus cultivos de coca llegan a las 30.900 hectáreas, de las que sólo 12.000 son consideradas legales para usos tradicionales locales.

La Policía antinarcóticos decomisó de enero a la fecha de este año 17 toneladas de pasta y clorhidrato, mientras que en 2009 sus incautaciones totales fueron de 26 toneladas.
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EE.UU.: Jueza bloquea puntos clave de ley de migración


Tomado de ANSA

ARIZONA: La jueza de Phoenix Susan Bolton bloqueó puntos clave de la ley de Arizona contra la inmigración, cuya entrada en vigencia está prevista para mañana.

Bolton bloqueó los artículos de la norma que durante meses causaron protestas y acciones legales, incluyendo la que emprendió el gobierno federal, y reclamos internacionales, sobre todo por dar poder a la policía para actuar ante personas a las que considere inmigrantes sin papeles.

La ley entrará mañana en vigencia, como estaba previsto, pero algunos de sus artículos no podrán ser aplicados, si es que se respeta el fallo de hoy.

La jueza bloqueó justamente el artículo que otorgó a la policía la posibilidad de pedir documentos a personas que pueda considerar inmigrantes sin papales.

Además, dispuso que no será posible arrestar a personas que no tengan documentos consigo.

El fallo representa una victoria para la postura del gobierno del presidente Barack Obama en su confrontación con la gestión local, republicana.

Algunos expertos opinaron que si el gobierno de Arizona apela el fallo de hoy, el caso quedará en manos de la Corte Suprema.
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Monday, July 26, 2010

El narcotráfico: Un problema de todos


Por Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)

El mundo de las drogas ilegales, en tanto gran negocio a escala planetaria, pero más aún: como mecanismo de control social, es algo manejado por los mismos actores que deciden las políticas globales, las deudas externas de los países y fijan las guerras. Dicho claramente: el mundo de las drogas ilegales es un instrumento implementado -secretamente- por los grandes poderes, y más exactamente, por la Casa Blanca, por el gobierno de la principal potencia del orbe: Estados Unidos de América, en función de seguir manteniendo su hegemonía.

Sabiendo que no es simplemente un problema de salud pública o una cuestión criminal de orden policial, sabiendo que las dimensiones del asunto son gigantescas, con implicancias militares a nivel planetario incluso, ¿qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para enfrentar todo eso, nosotros, los pueblos que seguimos padeciendo la explotación y la exclusión social?

Hay que empezar por crear conciencia, por desmontar la mentira en juego, por denunciar de manera pública el mecanismo que allí se realiza.

Está claro que el problema afecta a todos los ciudadanos comunes, tanto los del Norte como los del Sur. En los países capitalistas desarrollados el problema es la cultura de consumo ya establecida, consumo universal de cuanta mercadería se ofrezca y que incluye, entre otras, las drogas ilegales (además de las legales. Las benzodiazepinas, es decir: los tranquilizantes menores, constituyen la segunda droga más vendida en todo el mundo, luego del ácido acetil salicílico -la aspirina-). En el Sur, donde no es tanto la calidad de vida lo que está en juego, sino su posibilidad misma, el problema tiene otras connotaciones: el tráfico de drogas ilegales es una buena excusa que sirve para la intervención directa, política y militar. En ambas perspectivas, no obstante, se trata de lo mismo: mecanismos de dominación político-cultural con los que el poder se asegura el manejo de las poblaciones y los recursos. En ambos casos, también, para el campo popular se trata de lo mismo: ¿qué hacer?, ¿cómo enfrentar este monstruo que se ha ido creando y que se presenta como de tan difícil desarticulación?

La legalización es una clave fundamental para empezar a cambiar todo esto; si se saca a las drogas de su lugar de prohibido, seguramente va a descender en muy buena medida el consumo y se va a terminar, o se va a reducir ostensiblemente, mucho de la delincuencia y la violencia que acompañan al fenómeno. Pero la legalización no es la solución final.

A partir de la misma condición humana, finita, siempre necesitada de válvulas de escape ante la crudeza de la vida, para lo que apareció el uso de evasivos -práctica que se repite en todas las culturas-, a lo cual se suma la monumental inducción artificial a un consumo siempre creciente, es muy difícil predecir si en un futuro inmediato podremos prescindir absolutamente de las drogas. Pero el hecho de quitarles su estigma diabólico, despenalizarlas, eso ya constituiría un paso adelante en el manejo del tema. De todos modos, dado que en la actual situación estamos ante una red tan fuertemente tejida, con intereses tan extendidos, quizá resulte prácticamente imposible, dentro de los marcos sociales donde la misma surgió, poder terminarla en totalidad.

¿Represión o prevención?: Los planteamientos policíaco-militares en relación al narcotráfico no son una verdadera respuesta ante el problema. De hecho las políticas antinarcóticos que se despliegan por todo el planeta, alentadas por Washington como parte de su estrategia de dominación global, ponen siempre, y cada vez más insistentemente, todo su acento en la represión. Se reprimen, eso sí, los dos puntos más débiles de la cadena, los que menos incidencia tienen en todo el fenómeno: el productor de la materia prima (campesinos pobres de las montañas más recónditas) y el consumidor final. De esa forma no hay posibilidad alguna de terminar con el círculo. Eso, en todo caso, marca que no hay la más mínima intención de afrontar el problema en forma seria. Muy por el contrario, reafirma que es un problema artificial, provocado, manejado desde una óptica de control político-militar planetaria. La angustia humana que lleva a consumir los diversos consuelos químicos de que disponemos no es artificial; lo es, sí, el manejo político que se viene haciendo de él desde hace unas cuatro décadas, con fines de dominación.

A esto se suma el manejo hipócrita que se hace del tema, pues mientras por un lado la estrategia de hegemonía global de Washington levanta la voz contra el flagelo del narcotráfico, al mismo tiempo su principal instancia presuntamente encargada de combatirlo, la DEA, funciona de hecho como el más grande cartel del trasiego de sustancias ilícitas en el mundo. Doble discurso inmoral con el que es imposible afrontar con seriedad el asunto y que ratifica, en definitiva, que no hay interés en terminar con el mismo.

En Cuba hay algo emblemático: el caso del general Arnoldo Ochoa, héroe de la guerra de Angola, y de otros tres oficiales del Ejército. Cuando se descubrió que participaban en una red de narcotráfico, se les fusiló. Eso fue realmente una respuesta fuerte del Estado a este problema social, con un alto contenido político e ideológico. Y de hecho Cuba, más allá de la sucia campaña mediática internacional con la que quiere involucrársela en el negocio de las drogas ilegales, no tiene problemas ni de narcotráfico ni de consumo. ¿Se tratará de fusilar unos cuantos mafiosos para terminar con el problema? No, sin dudas que no; los entramados en torno al poder mundial que hoy día se construyeron con este mecanismo son infinitamente complejos. En definitiva, el consumo inducido de drogas es parte medular del mantenimiento del sistema capitalista, tanto como lo es la guerra. Atacar el narcotráfico, por tanto, es dar en el corazón mismo del poder. Por eso en un país socialista se puede fusilar a narcotraficantes considerándolos delincuentes peligrosos mientras que la DEA, la agencia pretendidamente dedicada a la lucha contra los narcóticos, termina funcionando como el principal grupo mafioso de narcotráfico. Está claro que el proyecto del capitalismo no es terminar con el negocio; al contrario: lo necesita.

Dicho de otra manera: el sistema capitalista se apoya cada vez más en pilares insostenibles. Si la guerra, el consumo de narcóticos o un modelo de consumo voraz que está provocando una catástrofe medioambiental sin salida, si esas formaciones culturales son las vías sobre las que transita, eso marca que, como sistema, no tiene salida. Si la muerte y la destrucción son su alimento imprescindible, definitivamente no sirve al desarrollo de la humanidad. Por el contrario, es el camino que conduce a su destrucción.

En un sentido es casi imposible, al menos hoy, pensar en un sujeto que a través de la historia no haya necesitado este soporte artificial de las drogas. De hecho, hasta donde podemos reconstruir, nuestra historia como especie, nuestra misma condición de finitud nos confronta con esa angustia de base que nos lleva a buscar apoyos en determinadas sustancias químicas. Son nuestras “prótesis” culturales, que hablan, en definitiva, de nuestras flaquezas originarias. Es difícil, cuando no imposible, hablar de “la” condición humana, una condición única, ahistórica; con modestia podemos hablar de la condición de ser humano que conocemos hoy. El sujeto de referencia, aquél del que podemos hablar en este momento, es una expresión en pequeño de la dimensión socio-cultural general que lo moldea; por tanto es una expresión de finitud girando en torno a valores egocéntricos y donde la lucha en torno al poder juega un papel central. Esa es, al menos, nuestra realidad constatable hoy; si la edificación de una nueva cultura basada en otros principios da lugar a un nuevo modelo de sujeto, a nuevas relaciones sociales, y por tanto a una nueva ética, está por verse.

En todo caso, hay ahí un desafío abierto. Con mayor o menor éxito, el socialismo lo ha intentado construir en las primeras experiencias del siglo pasado. Si aún no se logró, ello no habla de la imposibilidad del proyecto. Habla, en todo caso, de su dificultad, de la lentitud en cambiar modelos ancestrales. ¿Quién dijo que cambiar la ideología patriarcal, machista, xenófoba y egocéntrica que conocemos en todas las culturales actuales es tarea fácil? La duda, en todo caso, es ver si ello será posible cambiar. La apuesta nos dice que sí. ¿O estaremos condenados a sociedades centradas en la división de clases y en el triunfo de los mejores? ¿Habrá, acaso, que aceptar un darwinismo social originario?

Negocios sucios: una necesidad del sistema: Siendo crudamente realistas, nuestra situación en este momento es que estamos en el medio de un mundo manejado criminalmente por unos pocos grandes poderes basados en enormes capitales privados y con un espíritu militarista furioso; y son esos factores de poder los que han puesto en marcha la estrategia del consumo de drogas ilegales como parte de su política hegemónica. Una vez más, entonces, la pregunta inicial: ¿qué hacemos ante este estado de cosas?

Llamar casi ingenuamente al no consumo de drogas sabemos que no alcanza. En todo caso, con bastante más modestia -o visos de realidad-, se podrían pensar estrategias para minimizar el consumo. ¿O podremos terminar algún día con la angustia de base que genera estas huidas a paraísos perdidos? De momento, nadie en su sano juicio podría concebir un mundo donde los evasivos no fueran necesarios; pero lo que sí podemos intentar es generar una nueva sociedad donde ningún grupo aliente las conductas de las grandes mayorías imponiéndole tendencias, obligándolas a consumir en función de proyectos basados en el beneficio de unos pocos.

Algunos gobiernos, con proyectos alternativos al neoliberalismo salvaje de estos últimos años, están proponiendo nuevos caminos. No se trata de seguir los dictados del imperio, hacer buena letra para no ser “descertificados” y apoyar la estrategia de represión que se ha puesto en marcha. Reprimiendo al usuario final o al campesino productor de las materias primas, no se termina con el problema de las drogas ilegales. Para atacar el consumo con alguna posibilidad cierta de impactar positivamente hay que implementar políticas que vayan más allá de la represión policíaco-militar; hay que poner énfasis en la prevención en su sentido más amplio.

Pero terminar con el narcotráfico tal como hoy lo conocemos implica, por fuerza, luchar en términos políticos por otras relaciones sociales. Se trata, inexorablemente, de una nueva sociedad: nuevas relaciones de clases, nuevas relaciones entre países, nuevas relaciones entre géneros. Es decir: un mundo nuevo, una nueva ética, un nuevo sujeto. Sin ese marco no es posible considerar seriamente el narcotráfico, sabiendo que él es, en definitiva, un instrumento más de dominación de la clase capitalista global liderada por el aparato gubernamental de Washington.

Sólo la construcción de una sociedad nueva que supere las injusticias de lo que ya conocemos en el ámbito de la iniciativa privada basada en el lucro y que recupere críticamente lo mejor que hayan producido las primeras experiencias socialistas del siglo pasado, sólo así podremos pensar de verdad en terminar con el altísimo consumo inducido y el tráfico de sustancias psicoactivas como gran problema de salud a escala planetaria. Sólo una sociedad nueva a la que llamaremos socialista, quitándonos de encima el miedo y la esclerosis que nos produjeron las pasadas décadas de neoliberalismo feroz, sólo una sociedad con esas características, centrada en la equidad, en la búsqueda de justicia por igual para todas y todos, sólo eso será lo que podrá desarmar esa estrategia de muerte que hoy, al igual que el siempre mal definido terrorismo, ha implementado el imperialismo para seguir manteniendo sus privilegios disfrazando el control social con el noble fin de un combate contra un problema real. El peor enemigo de la sociedad, en definitiva, no son las mafias delincuenciales que trafican con drogas ilegales; el enemigo sigue siendo el sistema injusto que usa esa barbarie para beneficio de unos pocos privilegiados.

Nadie asegura que los seres humanos, por nuestra misma condición de finitud, no sigamos apelando por siempre a estos apoyos externos, estos evasivos que constituyen las drogas. Pero sí podemos -y debemos- buscar modelos de sociedades más justos donde ningún poder hegemónico decida maquiavélicamente la vida de la humanidad, tal como sucede hoy día con el capitalismo desarrollado. Una sociedad que no ofrece salidas, que se centra cada vez más en los negocio de la muerte como son la guerra, la catástrofe ecológica provocada, el consumo imparable de drogas, la apología de la violencia, no es sino una barbarie, es la negación de la civilización. Los incivilizados no son los pueblos que aún están en el neolítico y con taparrabos, tendenciosa imagen holywoodense que ya se nos internalizó. La barbarie está en la sociedad capitalista que no ofrece salida a la marcha de la humanidad, que tiene como sus dos principales quehaceres la guerra y las drogas, principales rubros comerciales del mundo. ¿Cómo entender, si no, lo que decíamos de las benzodiazepinas? ¿Por qué esa acuciosa necesidad de fugarnos de la realidad?

En ese sentido, entonces, hacemos nuestras las palabras de Rosa Luxemburgo para mostrar que sin cambio social no es posible terminar con esta cultura de muerte llamada capitalismo que nos envuelve día a día, destruyendo valores morales y el propio medio ambiente. Es decir: socialismo o barbarie.
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Primera parte / Segunda parte / Tercera parte /

Friday, July 23, 2010

El poder militar de Estados Unidos

Acaba de publicarse en Estados Unidos uno de esos libros polémicos que revela parte de la estructura del imperio estadounidense (Chalmers Johnson, The sorrows of empire: militarism, secrecy, and the end of the Republic). El autor sostiene la tesis de que si, en el pasado, los imperios se hacían presentes en el mundo mediante sus posesiones coloniales, el nuevo imperio de EE.UU. marca sus territorios por medio de bases militares.

El Pentágono definió lo que denomina el arco de inestabilidad, expresión que suena de modo más técnico que aquella banalidad proferida por Bush sobre el eje del mal. Tal arco recorre el mundo, desde Colombia, pasando por Africa septentrional, Oriente Próximo y Medio Oriente, y alcanza Indonesia y Filipinas. Que coincida con territorios ricos en petróleo se estima oficialmente un hecho meramente fortuito...

Según informe anual del Departamento de Defensa, existen más de 700 bases militares estadounidenses, repartidas en más de 130 países, para vigilar ese estratégico arco. Las bases en el extranjero son las avanzadillas del imperio, donde residen permanentemente más de 250.000 miembros de las Fuerzas Armadas, además de un número análogo de familiares y funcionarios civiles de todo tipo; en ellas trabajan también unos 45.000 contratados locales. El informe no incluye las bases recientemente establecidas en Kosovo, Afganistán, Iraq, Kuwait y otros países, a pesar de que hay indicaciones de que muchas de ellas se harán permanentes.

Pero ni los soldados son lo que eran, ni las bases funcionan como antes. (...) La vida en las bases intenta parecerse a las versiones cinematográficas made in Hollywood. Camareros en esmoquin sirven la cena a los oficiales y hasta un Burger King se ha inaugurado en el enorme complejo militar del aeropuerto de Bagdad. Las bases militares, además de marcar los confines del imperio, son un buen negocio para muchas empresas de EEUU, que están tanto o más interesadas que el Pentágono en que continúe ese vasto despliegue militar. Ahora bien, también hay algunos problemas en ellas. Más de 100.000 mujeres que viven en las bases tienen prohibido utilizar los hospitales militares para abortar. A pesar de que anualmente hay 14.000 agresiones sexuales en las bases de EEUU, ellas tienen que recurrir a los medios sanitarios locales, lo que en ciertos lugares implica serios riesgos. El puritanismo y la hipocresía siguen tiñendo la vida militar. (...)

Conviene recordar que, desde que EEUU invadió Afganistán e Iraq, la peligrosidad de Al Qaeda ha aumentado en vez de disminuir. Entre 1993 y el 11-S hubo cinco atentados en todo el mundo atribuibles a esta difusa organización; en los dos años siguientes se produjeron 17 ataques terroristas. Como afirma un historiador británico: «en vez de ir derribando puertas e irrumpiendo brutalmente en sociedades antiguas y complejas, con remedios primarios como libertad y democracia, se necesitarían métodos inteligentes y sutiles, basados en un conocimiento profundo de los pueblos y sus culturas», lo contrario de la torpe política seguida por EEUU, originada en las mentes, a la vez arrogantes e ignorantes, que hoy rigen el Pentágono.

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Thursday, July 22, 2010

Argentina: Las mujeres son las que más sufren la violencia doméstica


De PRIMERA FUENTE

El 80% de las víctimas que denuncian casos de violencia doméstica ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación son mujeres y la mayoría de ellas sufre agresiones psicológicas. En tanto, el 86% de los denunciados son hombres.

Desde septiembre de 2008, cuando fue creada la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de las 14.883 personas afectadas, 11.881 son mujeres, es decir el 80 por ciento de las víctimas.

Los datos surgen de un relevamiento realizado por la oficina desde esa fecha hasta el 30 de junio de 2010, que fue difundido por el Centro de Información Judicial (CIJ). Con relación al tipo de agresión denunciada, la mayor cantidad de casos responde con violencia psicológica (90%). Luego siguen la violencia física (67%), económica (31%) y sexual (13%). En este caso, la suma de los porcentajes excede el 100% ya que en un mismo caso puede observarse diferentes clases de violencia.

En relación con las personas denunciadas, la oficina registró un total de 11.481, con 1.658 mujeres y 9.823 son varones. Es decir, el 86% de las personas indicadas como autoras de hechos de violencia son varones y el 14% son mujeres.
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Conversando sobre las «Estéticas mostrencas y vitales» de Carlos López Dzur (1) / Conversando sobre las «Estéticas mostrencas y vitales» de Carlos López Dzur (2) / Conversando sobre las «Estéticas mostrencas y vitales» de Carlos López Dzur (3) / Usted va con mucha prisa / La patriotería y el antimilitarismo / A Gustave de Molinari / Hay un mercado natural y que es la Fuente / La tristeza del héroe / El tecnócrata político / Selecciones del Libro de Anarquistas / Letras Kiltras / Tres Textos de «El Libro de Anarquistas» / Conversaciones con la Divina Jane / ELA / Zorro y Aluzina2 / Entrevista / Anarkia cl / Foro / Letanía para agregar a la promesa de lealtad / en: Poetas de la Tierra / El poeta vendido: De Jaime Sabines / Diez cantos de ignominia / ELA / en ColectivosEprosario / Ven a mi, Moab /

Sociología cultural y política de la diáspora


Por Carlos López Dzur / Fundador de La Naranja / OC

«La experiencia de los pueblos inmigrantes o en la diáspora es esencial en las sociedades contemporáneas»: Marie Gillispie (1995)

Todos los inmigrantes étnicos en los EE.UU. vivimos [«en y con»] con las instituciones y gentes que sólo, hasta cierto punto, llamaríamos «anfitriones benévolos». No se tiene anfitrión benévolo, esto es, que ofrezca bienvenida, si se ha entrado ilícitamente a la tierra en que se vivirá. Quien no fue invitado, tarde o temprano, es resentido por su ilegalidad e indocumentación.

Y no es Anfitriona Benévola, en ninguno de los casos, una tierra que es epítome de xenofobia, opresión socio-económica y competencia desigual. No obstante, por el mero hecho de ser anfitriona, mala o buena, las comunidades no la consideran Tierra Enemiga. El discurso hegemónico, compartido por los republicanos y demócratas conservadores, que son la mayoría, alega: «All illegal immigrants wrongdoings in America!»

Una persona no puede hacer enemigo o rival, o tratar como tal, al lugar en / y desde el elucidario existencial / al que va a solverse. De hecho, en común, los inmigrantes se van, voluntaria y sacrificialmente de su tierra por una vaga ilusión que creen poder materializar: Un «Sueño Americano». El discurso hegemónico que estigmatiza como mal-hechor y transgresor al inmigrante muestra una intención persecutoria: Si sus hijos nacen en los EE.UU., esa generación nacida en tierra estadounidense no debe beneficiarse de las leyes de nacimiento, que lo harían ciudadano y debe seguir «indocumentado», de modo que ni él ni sus padres disfruten beneficios a los que tendrían derechos. La hostilidad pasa un nivel mayor cuando se aspira a que el Estado tenga la facultad despedir a sus padres como empleado, solicitándolo al empleador. El empleador se convertirá de este modo en cómplice del Estado, que desea imprimir la culpa de que emplear a un inmigrante sin documento es «anti-patriótico» / «un-American».

El Estado / Gobierno / del Anfitrión Benévolo, al deportar, quiere la facultad de separar a padres o madres inmigrantes, aunque con la acción lastima sentimientos y seguridad de los niños que han nacido como estadounidenses, o segunda generación. El discurso hegemónico acusa al inmigrante empleado, por el solo hecho de llegar sin invitación al país / a la Fiesta del Estado, de explotar en su provecho las «birthright laws as sneaky amnesty», o amnístia para sus hijos y como dicer la propaganda antiinmigrante: «Feeling good about them selves being over populated, it makes them feel like they are winning and conquering America!»

La experiencia de diáspora mienta al invitado, inmigrante legal, y al no invitado, el polizonte indocumentado. De embos se obtienen servicios y la ventaja de que se le puede pagar el salario mínimo, o emplearse con más paga que a otros, que son ciiudadanos. En el sistema de adquisición de «mano de obra barata», hay una primera hibridización de la institución del empleo. El hecho básico es que el inmigrante, hata venido legalmente contratado o de modo ilegal, consiente voluntariamente, o por necesidad, el salario inferior. Por eso hay que entender que en ambos tipos de inmigrantes la primera negociación con una estructura de violencia (o sutil ventaja en favor del empleador) es de gratitud, no beligerancia, sin resentimiento.

Utilizaré el concepto de «hibridización» del sociólogo británico Suart Hall y las teorías poscoloniales (Spivik, Sassen y la Dra. Ana Bravo Moreno), para meditar sobre la experencia de la diáspora de los inmigrantes de América Latina y el Caribe y, en particular, el que caso más típico, notado y numeroso entre ellos, el del mexicano, al que se insiste en castigar como transgresor.

La «presencia / ausencia» del mexicano en su tierra y en [el «en» y «con» de] su nuevo espacio, sea los EE.UU. al irse o en México, al volver o recomenzar a identificarlo como suyo, su origen, es un tema muy rico que explica las demandas que a él / como a todos los inmigrantes / hacen aquellos quienes anhelan como proceso útil que su asimilación cultural al maimstream sea acelerada, como acelerado es su rápido crecimiento como gruipo de minoría. Otra demanda es que conserve, o dosifique su nivel de aculturación o familiarización con la cultura, que trajo o se arriesga a perder.

Con la «presencia» en los EE.UU., el inmigrante pobre, no técnicp especializado, ayuda en la tarea de perpetuar un sistema de dominación poscolonial. Cuando no se asimila, propiamente, a la cultura anfitriona, se le excluye de una participación activa que le conferiría poder representativo sociocultural y político. Esto explica que, aunque los hispánicos, fuesen el 14.5% de la población estadounidense, constituyan menos del 8% del electorado para el 2008. Obviamente, una vasta mayoría de inmigrantes ilegales, o de recientes inmigrantes, no es por ley apta para el voto. Son, posiblemente, criterios culturales, asociados a su origen, lo que demoran que se registre y vote en porcentajes bajos, aún cuando hayan obtenido la ciudadanía.

Según Suart Hall, la experiencia de diáspora supone el inicio de un «diálogo de poder y resistencia, de rechazo y reconocimiento», en que el inmigrante puede que descubra o no, el proceso como uno intensamente «imperializador», en que la hegemonía del anfitrión es la que se impone. El inmigrante suele descubrir que, por razón de la distancia del lar nativo en que vive y las vivencias que trajo, desde su autoctonía, ya nada «se encuentra en su estado puro, prístino, en ninguna parte». A más se vive la diáspora, más grande el sentido de impureza, hibridización, más falseadas las nociones de identidad nacional, y la ccesibilidad protectiva, aquella que otrora definía una identidad fijada, «dada naturalmente o unificada». El inmigrante de hoy no tiene Lugar Sagrado. Voluntariamente, deja su tierra y puede que vea en ésta un lugar, tan profanador, que al va, aunque no lo empujen a irse.

En el nuevo discurso posmoderno, el discurso con disfraz, mas imperializador, el inmigrate puede ser bienvenido, aunque, más tarde descubra, que él como huésped no tiene el mejor de los anfitriones. En este contexto general, es que hilvaneré mi análisis. Esto es, un espacio de diáspora que se ha reconfigurado como «ya fusionado, sincretizado, con otros elementos culturales», que no son los propios y donde no hay el estímulo de regreso a algo mejor y más sagrado. Los «latinos» en general continuarán inmigrando debido a dificultades económicas y quienes recién llegan cruzarán en su vida, en alguna posición o enlace por empleo o nexo de convivencia familiar, con primeras, segundas y terceras generaciones.

Respecto a grupos migratorios de oleadas europeas de principios de los 90, es una diferencia. Ninguna otra oleada migratoria entrelaza su continuidad. Al explicarse la diáspora hispánica en general, se evidencia el amplio abanico de personas compuesto por aquellos que ya están asimilados / aculturados y por otros que no tienen ni idea de cómo funcionan las cosas en el país anfitrión. Hubo un momento, como han visto los sociólogos Richard Alba y Victor Nee, en que «durante cuatro década, desde 1924, hubo una interrupción de las grandes oleadas de inmigración» que, según ellos, «debilitó culturas y comunidades étnicas por largo tiempo». [Remaking the American Mainstream: Assimilation and American Contemporary Immigration, Harvard University Press, Cambridge, 2003]. Este hecho ha venido a revertirse, por lo que ahora, los mismos sociólogos, junto a Morris Janowitz, alegan que «hay fuerte resistencia de los residentes de habla hispana a la aculturación» [
Samuel Huntington, en: El Reto Hispano]. Es, sin embargo, Samuel Huntington quien de modo más falaz y desenfocado trata de explicarse todo el proceso que podemos llamar la experiencia de diáspora, hibridización cultural y explotación de los inmigrantes en loe EE.UU., a los que acusa de cumplir con una «invasión silenciosa» y de reclamar «derechos históricos sobre territorio americano».

Mas, a pesar de y distintos a los conceptos estrechos y alarmistas de Huntington y los copartícipes neoconservadores (Mark Steyn, Bruce Bawer, William Gheen, Scott Brown etc.) de lo mismo y, sumados a los triunfalistas del mercadeo que observan al inmigrante como un mercado, hay otras posibilidades interpretativas para explicar la movilidad humana, la construcción de identidades, «más allá de las fronteras del Estado-nación». Todavía el tipo de memoria institucionalizada por la escuela o la universidad, el tipo de estudios que se hacen sobre la importancia de la historia de la inmigración en el país de acogida y en el de origen está viciada; no hay reconocimiento de la contribución de los «trabajadores coloniales» ni «poscoloniales».

El investigador Severiano Rojo de la «Faculté des Lettres et Sciences Sociales Victor Segalen», en Francia, dice que el estudio de las percepcionales nacionales de la inmigración en Europa son denegatorios; se ha empobrecido el mundo académico al quererse dar un lugar periférico en la investigación histórica a la gente pobre que abandonara su patria y al posible aporte que hace en otra. El pasado de los emigrantes está en la marginación y cuando se hacen estudios parten de criterios estrechos que oscilan entre la selección de prestigioso, peligroso o degradante. Los factores de evolución o de modificación de esta percepción. En cuanto a Francia, particularmente, al enfrentarse el desafío de ciertos acontecimientos ocurridos son «a menudo silenciados» aunque sean importantes para el esclarecimiento de asuntos migratorios, en toda Europa. Ejemplifica con «los campos de concentración en el sur de Francia, donde fueron internados los republicanos españoles, el genocidio armenio en Turquía, el trato de los americanos de origen japonés en EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial».

Además de la inedición su memoria histórica y la documentación adecuada, de su Presencia / Ausencia / su diáspora, están a merced de avatares políticos: olas de xenofobia, como la que sufre muchos árabes en los países occidentales, inclusive en Francia, donde se hizo una prohibición de la «burqa», así como hay prohibiciones de rituales, templos y burlas de Mahoma, en Suiza y Dinamarca.

Suscribo un pensamiento de la profesora Saskia Sassen, autora de libros tales La Ciudad Global y Territorio, Autoridad, Derechos (Princeton University Press 2006). Para ella, «en última instancia, los inmigrantes son en parte ciudadanos desnacionalizados, con la ambigüedad intencional en cuanto a pertenencia que el término conlleva. El inmigrante, en tanto que ciudadano en parte desnacionalizado, pertenece a un mundo de actores políticos informales en expansión, junto con el ciudadano tradicional que, cada vez más, busca ser transnacional». [Saskia Sassen: Inmigrantes en la Ciudad Global].

Aquí, encontramos, que el mismo término «hibridización» que maneja S. Hall para explicar ese sentimiento de los inmigrantes africanos y el mismo negro afroestadounidense, cuando se pregunta si hay algo más allá de la piel, que le haga participar del esencialismo y la identidad cultural estadounidense, hay riquezas que vale deconstruirse. La crítica poscolonial de la cultura nos llevará a las mismas cosas «al tratar con cuestiones de identidad en relación con historias y destinos nacionales más amplios». Con identidad mentamos la referencia a factores de etnicidad, clase y género, y con destino o espacio de destino / nos referimos el mundo neocolonial que hoy prevalece y con el que se batalla como inmigrante. Una autora de crítica poscolonal deconstructiva, Gayatri Chakravory Spivak, resume la tarea en tal espacio, dominado por el neoliberalismo occidental, como «negociar con las estructuras de violencia» y, ciertamente, la vida de los inmigrantes en alguna fase inicial fue encarar, con la propia «cruzada», las fases estructurales de la violencia que cada vez son más complejas y atediantes para los oprimidos y silenciados. Cada enfrentamiento sucesivo con el Coyote explotador y desalmado, el riesgo del Desierto o la Camioneta que se cuida de su detección por las Patrullas Fronterizas / La Migra, cada enfrentamiento al negociar salidas al anonimato, sin leyes que les protejan, son las que permiten que «entiendan» hasta que límites les es posible darse una voz de autolegitimidad.

Intelectuales como Samuel Huftington se aseguran que parte de las estructuras de violencia a las que enfrentará una comunidad inmigrante sean políticas, de modo que el Anfitrión asuma su papel más represivo y perverso. Quien viene puede ser tan evasivo como un terrorista fantasmal, o puede ser tan concreto como un mexicano que quiera fraguar «una república bicultural y bilingüe como una amenaza divisiva»; mas, al objetivo de «reinventar la provocación», y el echar miedo con lo amenazante que trae el inmigrante como invasor, previas generaciones se unen a la de reciente arribo; según la idea paranoica del catedrático bostoniano de El choque de civilizaciones. Si bien «en los países receptores, las ciudadanías llegan a vivir la inmigración como una transgresión», Saskia Sassen, Spivik y otros críticos poscoloniales de la cultura la encuadran de un modo optimista en múltiples ámbitos.que conciernen a construcción de identidades, derechos humanos, procesos post-colonialiales y trannsnacionales, «racialización», género y diversidad, en adición, procesos económicos importantes.

Un ejemplo: «las nuevas modalidades de participación directa en el desarrollo económico de México». Las comunidades inmigrantes mexicanas de Estados Unidos han sido claves en ello durante las crisis. Internamente, los empresarios no pierden el rastreo de una comunidad que tiene «un potencial de gasto anual superior a los 54.000 millones de dólares».

Sassen reconoce ésto y más cuando dice: «En este proceso, la ciudad global se reconfigura como un espacio parcialmente desnacionalizado que permite tanto las políticas subnacionales como las transnacionales. En este proceso, a su vez, se reinventan el vivir y el narrar de la pertenencia política. Esta reinvención disloca lo político de las temáticas de la nacionalidad definida en sentido estrecho. Lo político se implanta y se reinventa a partir de un amplio espectro de intereses particulares -desde protestas contra la brutalidad policial y la gentrificación a políticas sexuales y la ocupación de casas (squatting) por anarquistas».

El concepto de hibridización implica la «deconstrucción parcial de la noción de comunidad nacional y el ascenso de las nociones transnacionales de ciudadanía y comunidad de pertenencia», dice Sassen. La hibridización suele ser del país anfitrión, como del mismo migrante. Se trata de «un conjunto de dinámicas que sectores diversos de las élites nacionales perciben como estimuladas por la inmigración, especialmente en el contexto de las grandes metrópolis y las mixturas que éstas facilitan». En el espíritu de este intercambio tiene razón Enrique Krauze, cuando dice que si bien «la inmigración debe detenerse en algún momento e incluso revertise», «La cultura mexicana no amenaza a la estadounidense». Un defensor de los ideales angloprotestante y el racismo eurocéntrico, como Huffintgton.

1. CUANDO EL ANFITRION BENEVOLO SE TORNA ACUSADOR

Darse una «misión civlizadora» ante el inmigrante étnico, como previamente se propusiera el proyecto domesticador y civilizador del Destino Manifiesto y, aún antes, la asimilación impartida a las poblaciones indígenas o los esclavos negros, es la tarea de dos entidades: la Clase Propietaria (incluyendo las grandes agricultores, los ferrocarrileros, o los habituales contratadores de inmigrantes), que trabajan a través de agentes empleadores y sus administraciones y, a otro nivel, la clase política que observa el fenómeno e interviene en momentos de crisis. Histeria anti-inmigrante durante el cual se proponen todo una serie de iniciativas legislativas que revelan que el Anfitrión Benévolo, antes invocado como el protector del Bienestar, el Progreso y la Libertad, se puede tornar en el Ogro Dominador y malagradecido. Para inmigrantes que dijeron adiós a su tierra natal, que divdieron sus lealtades para hacer con la lealtad también partícipe a los EE.UU., «shiting homeland» y un «nuevo nacionalismo» el estolo mexicano, se está volviendo una práctica más ardua y amarga.

El segundo nivel de representación ambivalente de una misión civilizadora, lo expone Ellwood P. Cubberley, cuando en el año 1909, como educador de la Universidad de Stanford, dijo sobre el proyecto de educación de los inmigrantes: «Nuestra tarea es quebrar esos grupos o asesentamientos para asimilar y amalgamar a toda esa gente como parte de nuestra raza americana, e implantar en sus niños, tanto pueda hacerse, la concepción anglosajona de rectitud, ley y orden, y gobierno popular». [George J. Sánchez:: Becoming Mexican American: Ethnicity, Culture, and Identity in Chicano Los Angeles, 1900-1945 [Oxford University Press, 1993].

El estudio de estas dos entidades (la clase propietaria e institucions públicas) y el trato prodigado a los inmigrantes es tardío y, afortunadamente, se está haciendo porque se vive, como dijimos al principio de este artículo, uno de esos momentos de crisis. Lo dicho Cubberley es sólo el comienzo de la tarea de quebrantamiento («Our task is to break up thiese groups or settlements, to assimilate and amalgamate these people») o americanización del inmigrante mexicano que Sánchez estudia en la Parte II y capítulo 4 de su libro. Mas es el hecho es que «asimilar» puede que no sea otra cosa que un acto de fuerza, o de prohibición, una adoctrinación caprichosa y prepotente, que nada tenga de civilidad o actitud benevolente.

Una vez que se han iniciado los tardíos estudios, sean de tipo sociológico o antropológico, lo que resalta en común en la narrativa sobre la inmigración es la prevalescencia de la «Figura Marginal», sofocada por el eco de su etnicidad y el origen. Esto es válido en memorias de la percepción del blanco del Suroeste («Southern white»), el mexicano el afroamerican y sus narrativas en distintos periodos, cuando han sido inmigrante. La era de la Depresión origina los primeros texto preparados con la metodología de las ciencias sociales y su pretendido «social scientific paradigm» para revelar la problemática. Los hallazgos visibilizan y coinciden con la visión de los artistas y escritores: los inmigramtes son figuras marginales, con familias sufrientes y conflictos en un marco sistémico, sea el de migrantes internos o los que se desplazan a otra parte del mundo. [Ver: Erin Royston Battat: Literature, Social Science, and the Development of American Migration Narratives in the Twentieth Century, Blackwell Publishing Ltd, 2007].

Cuando la cultura del inmigrante es muy diferente a la imperante en el país anfitrión, el carácter de «figura marginal» es más sospechoso y dramático. La inestabilidad política en el Medio Oriente y el recrudecimieto del nacionalismo eurocentrista hace especialmente ardua la presencia del inmigrante árabe en algunos países donde cunde la islamofobia. El desplazamiento de esta migración, aún a los EE.UU., donde hoy es indeseada, continúa vigente, debido a la situación de inestabilidad dicha. Como la inmigración mexicana, ésta migración árabe es una que ha contribuido al desarrollo de la nación. [X]

Como toda inmigración que plantea para los nativos una señal de identidad y alteridad, demasiado contrastante, el grupo árabe experimenta discriminación y alienación y se ha visto, en la obligación de negociar durante el proceso de adaptación, inserción e integración al país que lo recibe, lo que les ha producido una pérdida de una parte de sus rasgos identitarios ancestrales.

En términos de los estudios sobre la inmigración mexicana, hay que hacer unos reconocimientos sobre su historia, en el siglo XX, pasada el hecho de que su presencia en algún momento entra en una protohistoria del llamado novo-hispano o californio. El inmigrante mexicano originalmente fue el «invitado», uno llamado. por la calidad de su trabajo. El estudioso Carlos Torres Hinojosa lo expresa en estos términos:

«Durante las dos últimas décadas del siglo XIX y 1as dos primeras del presente, los inmigrantes mexicanos jugaron un papel muy importante en la construcción de las vías férreas en el suroeste de Estados Unidos, en especial las de las empresas Southern Pacific y Santa Fe. Los trabajadores mexicanos llegaron a representar el 70 % de las cuadrillas y tan sólo en 1908 fueron contratados más de 16,000 de ellos con destino a los ferrocarriles. Incluso después de que se terminaron las vías principales, los mexicanos continuaron siendo contratados para construir las líneas secundarias y para el mantenimiento y reparación de las mismas. La construcción de vías férreas llevaron a los mexicanos a Montana, Wyoming, Utah, Colorado, Idaho, Illinois y Washington». Carlos Torres Hinojosa: Migración mexicana hacia Estados Unidos
Las migraciones internas de anglosajones y afroamericanos durante el decenio de 1920 («The Roaring Twenties») y otros factores (el temor a los movimientos de masas como el fascismo, el comunismo y el socialismo, en época de problemas laborales y tensiones raciales) contribuirá a que surja una crisis en 1929 que torna al «Inmigrante Invitado» en el «Indeseado». La acttud de los angloestadounidenses de esa época querían «a return to Christian values, and less government interference in their lives» y es la política del Presidente Warren G. Harding que articula el lema «return to normalcy»; pero, éstos son los impensables años en que el Partido Socialista Americano nominara, con ilusionismo, a Eugene V. Debs para presidente; al parecer, una doble y vanidosa locura, a los ojos de los estadounidenses, porque se trataba de un afroamericano y de un candidato que haría el montaje a su campaña desde una prisión. El mensaje de Debs era cauteloso. Era un crítico de la histeria y fascinación con el dinero fácil. Cuando pasó la recesión que trajo la Primera Guerra Mundial, vino una época de derroche («spending spree»); se comenzó a vivir de créditos y no del ahorro, y muchos consumidores, fascinados por un auge de ganancias corporativas, no querían oir los mensajes de alerta de hombres como él.

En Italia empobrecida, tras la Primera Guerra Mundial, hay un auge del anarqusmo; el movimiento socialista y comunista es fuerte, y las estrategias para la solución a la economía no quieren ser oídas; la ultraderecha fascista y los paramilitares persiguen a los anarquistas, comunistas y socialistas; muchos de los cuales verán como un destino posible para inmigrar a los EE.UU.

Durante la administración de Harding, en los EE.UU., la mayoría de pueblo estadounidense simplificará su percepción, casi siempre insolidaria, del italiano que vino con la inmigración. Persiste en verlo como un hato de comunistas, anarquistas, socialistas y mafiosos. Con la misma ausencia de solidaridad, se prejuicia al italiano católico y a quienes lo son en los EE.UU., lo que incluye a muchos irlandeses e hispánicos de viejas generaciones en el Sur-Oeste. Las elecciones de 1928 entre el republicano Herbert Hoover vs. el demócrata Alfred E. Smith, muestra el impacto del prejuicio contra el Catolicismo-romano en la política presidencial. El auge económico de los '20 fue ideal con que Hoover y Smith estaban identificados; pero, fue Simith, el católico-romano, quien sufrió políticamente «from anti-Catholic prejudice y sentiments».

El modelo económico de los primeros años del '20 incluyó el auge de las patentes de invenciones, métodos de producción lucrativa como tarjetas de descuento para tiendas, procesamiento de tarjetas de crédito, la extensión de seguros de vida, planes de consumo y pago a plazos y son las ciidades las que mejor se beneficiarán de esa prosperidad; por lo que el Departamento de Agricultura, comienza a sospechar para 1926, el impacto que ese tipo de economía y prosperidad urbana tendrá como imán para atraer a migrantes internos del campo a la ciudad. «Next migration in favor of the cities was over one million people», se dijo.

Torres Hinojosa explica, entonces, como este factor, se va contra el migrante mexicano:
«La crisis de 1929 propició que surgieran y se desarrollaran algunos grupos que proponían restricciones a la inmigración y por lo tanto que se oponían al empleo de mano de obra mexicana, aduciendo que los mexicanos ocupaban puestos que deberían corresponder a los ciudadanos norteamericanos agobiados por los crecientes índices de desempleo. El gobierno norteamericano encontró entonces a quien culpar de por lo menos parte de la crisis y organizó repatriaciones masivas de mexicanos. Esto coincidió con la política del gobierno mexicano respecto al campo y a los campesinos, pues fueron los años de auge del reparto agrario. Ambos acontecimientos arraigaron por algunos años a los emigrantes en sus propios asentamientos»: Loc. cit.
El pueblo estadounidense / trabajador blanco / que conoció en el decenio de posguerra el «Boom and Bust of Easy Money», sabía la dureza y penurias de la ruralía (los pueblitos de miseria que llamaron «hoover-villes»), pese a la prosperidad de los tiempos. En las ciudades, el inmigrante mexicano brillaba por su ausencia. Prefería el campo y, aún durante los años de la Depresión, no esperaba competir con el blanco, recibir bonos de Navidad y menos equipararse con aquellos que como ejecutivos, o empleados de rango, vieron sus salarios inflarse («ballooned to extravagant levels, widening the gap between management and the workers»). De la economía de «Wall Street» o los bancos, la migración mexicana no participó nunca y su ética como trabajadores solía ser intachables.

Sin embargo, pese a la marginación y el discrimen, el grupo migratorio mexicano que miraba a ka nación receptora como Anfitrión Benévolo pagó el precio. Fue expulsada cuando la misma ética comercial del blanco colapsa por causa de lo ampliamente extendida de su corrupción, «a los más altos niveles de política y negocios». Estas fueron las tempranas señales de que los tiempos de prosperidad llegarían a su fin. E irónicamente, tras la deportación masiva de mexicanos de los EE.UU., un año después, los EE.UU. es afectado por una serie de inundaciones que en su historia agrícola han pasado a recordarse como «Una Bendición con Disfraz», en cuanto enseña una lección de humildad, pese a que se trató de la «devastación de un entero grupo de condados y enormes áreas de Estados, que arruinaron a miles de agricultores». Un periódico de la época, The Literary Digest, en artículo del 23 de agosto de 1930, lo describe de este modo:

Nor will the consumer escape the evil consequences of the drought... Already short pastures have cut the milk supply. Many farmers, unable to feed young dairy cattle have sent them to slaughter. This will be reflected in the supply of dairy products many months later. This is only one of the most glaring instances out of hundreds of the far-reaching effects of such a calamity. [...] The farmer will feel the first and the direct effects of the drought, but every man, woman, and child in America will suffer the indirect consequences in some degree. Good and Evil Effects of the Drought
2. HIBRIDIZACION DEL DISCURSO MIGRATORIO POSCOLONIAL

En la teoría poscolonial de Homi K. Bhakba, expuesta en On Mimicry and Man: The Ambivalence of Colonial Discourse (1984), se describe un proceso de representación, canalizado a através de mecanismos psíquicos de «repetición, imitación y similitud» del Amo para el «proyecto de producir súbditos», unos que casi son lo mismo que el súbdito en yugo, como en el caso del esclavo negro, pero ya, «no del todo». Con este proceso de «mímesis, parodia e ironía», quien ha de pretenderse el amo, con efectiva autoridad, el experimentará la ambivalencia; ya no puede ser como en la dominación colonial. En las relaciones poscoloniales de trabajo, empleador y empleado, hay un carácter hibridizador manifiesto por lo que se «desestabilizan las formas unívocas de autoridad».

Según explica H. K. Bhakba, la hibridización «marca esos momentos de desabediencia civil dentro de la disciplina de la civilidad: señales de resistencia espectacular», de modo que un inmigrante debe ser tratado como un ente productivo que puede «invertir los efectos de la negación colonialista» y reclamar que se reincorporen otros conocimientos negados. Básicamente, el inmigrante es siempre un negociador a lo que Bhakba llama el «gestor en el tercer espacio». En The Third Space of Enunciation, el inmigrante como enunciador, no es la clase trabajadora unitaria (el elemento o espacio Uno) ni es la Administración Política de esa clase (lo Otro), «sino algo más además que rebate los términos y territorios de ambos».

So bien este enfoque bhakbiano es aplicable a las relaciones interpersonales del migrante ante su anfitrión, muchos de los mismos mecanismo pueden servir para representar procesos más amplios a nivel social y políticos. El interesante estudio A Century of Chicano History: Empire, Nations and Migration [Routledge, 1 edition, 2003] de Raúl E. Fernandez y Gilbert G. Gonzalez, es ejemplo, de un análisis neomarxista, donde el tercer espacio de resistencia al amo poscolonial, híbrido y ambiguo, es posible. La formación de una comunidad mexcana es rastreada en un contexto de dominación estadounidense sobre una comunidad trabajadora desatendida y que pide atención para todo lo que fue y sigue siendo en el presente, aunque hay dinámicas cambiante desde los finales del siglo XIX. Independientemente, de que la inmigración mexicana ha tenido un rol importante en la economía estadounidense, el gobierno no ha querido jugar el papel que responsablemente le toca, pese a desempeñar un objetivo de expasión económica y cultural en México.

Al retomar la teoría poscolonial Bhakba, expuesta en On Mimicry and Man: The Ambivalence of Colonial Discourse (1984), es imprescindible que puntualicemos aún más cómo la «repetición, imitación y similitud» del Amo para el «proyecto de producir súbditos», funciona. El amo es un cabecilla al servicio de una Autoridad dominadora. Su mentalidad es diferente a la del colono que se sujeta a un rol de trabajador, o de un futuro agente productivo, para servir a una colonia o asentimieto nuevo de inmigrantes. En la mentalidad de Amo, y el del cabecilla ausente que representará a la Autoridad dominadora (la Hegemonía del imperio) no está implícita la noción de que se ha emigrado del mismo modo que el que participa en un proyecto de colonos productivos, o de fundación de pueblos, donde se debe funcionar para el Bien Común o General de otros pobladores. La mentalidad de dominio (de amo) y mentalidad de colaboración (mente laboralista) son cosas diferentes; la primera es parasítica, la segunda pretende una dirigencia colaboradora y productiva.

El colonizador puede llegar como parte de una invasión para producir los súbditos que el Imperio desea y terminar siendo un inmigrante en desventaja al cabo de los años. En el poema lopezuriano, Todos somos inmigrantes, explica que este proceso ocurre y genera una culpa. Por el acervo que viene del pasado, lo dejado atrás, el colono se autoreprocha y auto-agrede:

Con pautas de autoagresión, todos,
todos y uno, somos vagabundos fronterizos,
desvalidos del presente, nunca definitivamente
aptos, admitidos, maduros y perfectos.
Uno es quien empieza de nuevo
disculpándose y sin perdón
de un remoto pasado.

Para López, el mecanismo inmediato para solucionar esta incertidumbre, o transición del pasado a lo nuevo, suele ser la hipocresía. La mentalidad de amo es la que más expeditamente resuelve el conflicto porque antes de arribar a tierra nueva ya tiene un compromiso de representación y se vende al poder de una Autoridad mayor a él, sin dejar espacio para las exigencias internas de su autenticidad humana.

En un texto poético titulado La Gran Migración de los Hipócritas, se ejemplifica con el surgimiento de los poblados de colonos de Europa en tierras americanas (e.g., la inmigración calvinista a Plymouth, Virginia, o en la Nueva Inglaterra). El poema describe los sentimientos y la percepción ideológica que Roger William tiene y expresa, una vez la discierne, ante «la intolerancia de las primeras migraciones». La colonización ha comenzado, invocándose la Roca y el Convenio de Pymounth, pero, los hechos pragmáticamente brutales que los colonos cometen no pueden ser más significativos: Thomas Hunt secuestró a 20 indios de Patuset y a otros siete de Nausett (el fin es venderlos como esclavos en Europa); no tardarán en darse las primeras matanzas («la guerra de colonos y los hijos de Wampanoag»).

Una plaga de viruelas en Londres (1625), traída por mercaderes, llegó a Virginia (Norteamérica) como otro agente que diezmará a los pueblos nativos y a colonos. Un colono, que representa la honestidad, Roger Williams, se siente molesto por lo que observara en Lancashire («hogueras», «Inquisición» y «cacerías de brujas»). En el se da el proceso descrito en el primer poema, «Todos somos inmigrantes», sólo que éste «ser inmigrante» en Williams revela la consciencia del costo humano del proceso:

Vamos a serlo por siempre, siglo a siglo,
con esta sensación de autoreproche
y desprecio de sí mismo

Lo que se trae a la colonia es lo mismo que molestara en Europa y, aún así, se trajo a las Trece Colonias, durante ese proceso llamado la primera Gran Migración que pudo haber sido numéricamente el saldo de los primeros 60,000 ingleses, irlandeses, escoceses, en los tiempos en que había puritanos en el Parlamento inglés y una lucha por imponer ideas calvinistas y hostigar el catolicismo en Inglaterra y otros puntos de Europa. Quienes huyeron de las hostigaciones detentados por la Iglesia Anglicana y emprendieron su marcha a Norteamérica, según esta narrativa de diáspora, se comportarían como continuadores de lo que en Inglaterra ya existía y no acaba de resolverse.

En América lo que se impone es la ambivalencia de la «Mimicry» que Bhakba discute en el ensayo citado. Si bien el colono puede llegar por necesidad, como parte de una obligación sobre él impuesta, o una circunstancia negativa o positiva de la que él mismo no pudo escapar (por ejemplo, un deseo de trocar la persecusión en libertad), la gravitación de los poderes de la Autoridad y sus primeros espacios institucionales tienden a hibridizar, hasta deshumanizar los propósitos originales, del colono benévolo.

El puritano hostigado en Europa querrá, en el espacio que le permite lejanía, sacar sus uñas en su defensa, pero en el ínterin descubre que, como comunidad, es parte de los «desvalidos del presente, nunca definitivamente / aptos, admitidos, maduros y perfectos».

En el poema citado La Gran Migración de los Hipócritas del libro Canto al hermetismo, se menciona a Miles Standish, líder principal de los puritanos, quien sostuvo ideas de predestinación para justificar la Gran Migración sobre la base de la Gracia Irresistible, gracia que se abroga el colono blanco. Quien se oponga a la asimilación predicada por los selectos de la Gracia Irresistible, verán los castigos. «Castigos que Dios da al que no cree / y no le ayuda al blanco misionero».

El poeta repasa la presencia histórica de Thomas Hunt, secuestrador y mata-indios y que, sin embargo, se jactaba con sus críticas a la tranía de Carlos I de Inglaterra y expuso hipócritamente la «moral de Dios». En el comportamiento de los puritanos / peregrinos / de las Trece Colonias, hay similitud y mímesis de la que ha sido una ética fracasada y oprobiosa en Europa. Aquí, en la nueva tierra de su migración, solo han de ser otra suma réplicas. En su ideario de «ideologemas», la ética puritana se dispone a castigar duramente a bebedores, adúlteros, a quienes no guarden el Séptimo Día, o sean considerados «herejes» por creer en la explicación científica de la realidad, el ateísmo u oponerse a dogmas. El puritiano tiende a ser teocrático. El derecho al voto no es para las mujeres ni para quienes no sean miembros de su Iglesia. Las mujeres no deben predicar / ni asalariarse como Ministras / porque no pagan impuestos y los ministros reciben salarios de las contribuciones fiscales de las nuevas colonias.

Estos poemas lopezurianos dan una voz a la tercera fuerza o espacio del discurso colonial, que es el colono benévolo. Uno que no viene a destruir al indio ni a replicar como súbditos al creyente o a pepetuar las nociones de autoridad impuesta. En su libro premiado por el Certamen Literario Chicano, de la Universidad de California, López Dzur llama al colono benévolo o consciente, «el hombre extendido», el que arriba «un poco pordioseros, todos otro poco
o apenas disculpados», «a la patria / de la culpa, con el indocumentado clamor» [El hombre extendido].

Como hombres extendidos / inmigrantes con clamores, Roger Williams y Anne Hutchintson representan esas figuras marginales que surgieron entre los peregrinos, que no se tornaron en opresores e hipócritas. Roger Williams fue obligado a salir de Massachussetts en 1635 y López Dzur lo destaca en el poema («pobre de tí, Roger Williams, / porque ya no te quiere Massachussetts»). Roger y Ana creen en la separación de iglesia y Estado, la defensa del indígena y la libertad de prédica, sin que el Estado intervenga, o censure. En Rhode Island, Ana Hutchintson pudo experimentar con sus ideas de libertad y verdadera tolerancia religiosa.

En cuanto, etnicidad y cultura ancestral identitaria, daría otro ejemplo. Un judío expulso de España que aprovechó el reclutamiento hecho por Colón, en rol de Almirante, puede que tenga motivos diferentes, más honestos, que el que su empleador tiene, o terminará expresando. Ante una población autóctona sumisa, o no, a la conquista, tras el encontronazo cultural por Tierras Descubiertas por el europeo, este colono (el benévolo) puede ser un copartícipe voluntario o involuntario de la invasión, al mismo tiempo que puede optar por el mecanismo síquico de la imitación del superior que le asigna un rol represivo. Todo colono es un inmigrante y hay un poema de López Dzur que expresa ésto: Todos somos inmigrantes en su colección El hombre extendido.

CONTINUA