Dr. Jacob Needleman, filósofo norteamericano, autor de los libros «The American Soul», «Money and the Meaning of Life», «Lost Christiany», «The Essential Marcus Aurelius» y otros. Esta es la crisis filósofica y espiritual de nuestra era. La gente ya no escucha. Se suscribe al relativismo moral, on por un lado, o tiene cierto tipo de visión absolutista, fundamentalista del mundo, no parándose en ambos lados a escuchar. No lo hacemos. Se gritan unos a otros. ¿Cómo entonces llegar a ser libres? Es difícil, pero, en cierto modo es fácil si sabes a qué sirves. Sólo hay que tomar un momento alguna vez y enfrentarse a los propios pensamientos. Lo he tratado y es muy poderoso».
Por CARLOS LOPEZ DZUR
Orange County
El modo no honorable de ganar el dinero no es privativo del pobre. Ganar dinero es una ambición universal, sujeta a las reglas ya existentes: un mundo dividido en clases. En el fondo de la pirámide social, desde luego, hay menos posibilidades de un crecimiento y un disfrute de ingresos.
Independientemente, de las barreras que la pobreza impone la necesidad de ingresos grita sus razones. Ahora bien, ¿cómo han de conseguirse esos ingresos? Vivir en los Estados Unidos, donde el mito del Sueño Americano hace conscientes a todos de que, sin ambición, no hay movilidad social ni aprovechamiento de oportunidades, ¿qué expectaciones crea respecto al dinero? ¿Cuál es el verdadero rol del mismo?
El profesor Jacob Needleman ha dedicado mucho de su tiempo e investigación al tema del dinero y la ética, a los efectos emocionales y espirituales del dinero. Investiga cómo hemos llegado al punto de poner un precio a todo y no valorar nada. Tal es la tarea de su libro Money and the Meaning of Life (1994). La lectura de este libro me devolvió el recuerdo de textos signficativos, llenos de ironía, que leí de Jaime Sabines. Uno de ellos, el poema «Cantemos al dinero», que Sabines incluyó en Poesía, nuevo recuento de poemas (1986), dice:
Cantemos al dinero
con el espíritu de la navidad cristiana.
No hay nada más limpio que el dinero,
ni más generoso ni más fuerte.
El dinero abre todas las puertas;
es la llave de la vida jocunda,
la vara del milagro,
el instrumento de la resurrección.
Te da lo necesario y lo innecesario,
el pan y la alegría.
Si tu mujer está enferma puedes curarla,
si es una bestia puedes pagar para que la maten.
El dinero te lava las manos
de la injusticia y el crimen,
te aparta del trabajo, te absuelve de vivir.
Puedes ser como eres con el dinero en la bolsa,
el dinero es la libertad.
Si quieres una mujer y otra y otra,
¡cómpralas! si quieres una isla, cómprala,
si quieres una multitud, cómprala.
(¡Es el verbo más limpio de la lengua: comprar!)
Yo tengo dinero quiere decir me tengo.
Soy mío y soy tuyo
en este maravilloso mundo sin resistencias.
Dar dinero es dar amor.
¡Aleluya, creyentes, uníos
en la adoración del calumniado becerro de oro
y que las hermosas ubres de su madre nos amamanten!
El modo en que Sabines ha descrito el poder del dinero es impresionante. El dinero no debe ser calumniado. El dinero es lo que hombre haga de él, una bendición o una maldición. Needleman lo ubica entre las invenciones neutrales. Y llega a decir: «El poder del dinero puede configurar nuestra cultura y nuestras almas... El dinero puede convertirse en las vías o medios de un autoconocimiento... Tenemos muchísimas cosas materiales, pero no tenemos tiempo libre. El tiempo humano ha desaparecido y estamos en un tiempo animal. O tiempo vegetal, si así preferimos decirlo. Tiempo mineral, si queremos. Es el tiempo de las computadoras. El tiempo de las cosas y los aparatos mecánicos. El tiempo animal es literalmente el tiempo de una carrera de ratas. Es la Nueva Pobreza... El tiempo sólo puede ser real si es el momento presente y nunca estamos en ese momento presente. Siempre estamos preocupándonos por el futuro, lamentando el pasado, tratando de hacer dos o tres cosas a la vez. No experimentamos ya el sentido de 'estoy aquí'. Esto es parte de los comienzos del capitalismo tal como lo conocemos. El tiempo es dinero. Cuando se comienza a medir el tiempo de esa manera, el tiempo se convierte en nuestro tirano. El tiempo deja de ser un sirviente bueno. Se convierte en el Amo».
En el tiempo de la Nueva Pobreza, el dinero se ha convertido en una obsesión. No queremos perder la declarada equivalencia. Que si bien ese tiempo tiraniza, en compensación da el oro. El oro verde del dinero. El tiempo siempre resulta poco para todos los proyectos que tenemos para el futuro. No tenemos tiempo para la familia ni los amigos cuando nos vestimos como hombres de negocios. Sólo el tiempo obsesivo, en una sociedad de expectativas, nos juzgaría apáticos y tontos si no mostramos ciertos logros visibles. Desde la Nueva Pobreza, se nos pide que mostremos la Nueva Abundancia, es decir, lo acumulado, lo sustancialmente visible que hablará de nuestros méritos. Esa nueva abundancia nos da la ilusión de control y de poder y puede que, al final, nos garantice una vejez traquila y sin carencias. En lo que llega se aplica la lógica siguiente: «La fortuna se mueve aprisa y casi todos los hombres, despacio. Por eso, pocos la alcanzan» [Diego de Saavedra Fajardo]
Este es el contexto de entrada que Needleman expone. «En la búsqueda de una vida ideal por el dinero, al mismo tiempo, puede que estemos creando la raíz de las diarias frustraciones. Y, en el nivel social, pagando un precio por el progreso». El tiempo que él llama la nueva pobreza nos limita el contacto con la naturaleza más alta y sagrada de nosotros mismos, la atención que le debemos al alma y su poder. «Lo que necesitamos aprender se asemeja a un acto religioso. Enfocar la atención simultáneamente en el espíritu y el cuerpo. Esto es la atención del corazón y el principal poder mediador y armonizador del alma. Esta atención del corazón es activada espontáneamente en un estado de auto-cuestionamiento. Dios sólo puede hablar al alma; pero el alma del hombre sólo existe por un momento, que es el que toma la pregunta que nos hacemos para aparecer y desaparecer». Esta idea idea de Needleman fue previamente desarrollada en sus libros The Art of Philosophy y Lost Christianity. «El signficado de la vida se halla entre los bordes de dos realidades, la realidad del espíritu y la realidad del mundo. A menudo la gente trata de hallar ese significado en uno sólo de los mundos, sea en la vida externa del mundo o en algún ensueño místico. Ninguno de esos extremos dará un significado real».
Needleman enseña, a través de seminarios y libros, la necesidad de intimar con nuestros sentimientos, propiciar una reververabación de la experiencia íntima. Juvenal, el satirista romano, ya lo había advertido: «El deseo del dinero crece tanto cuanto el dinero mismo». Mas, con la obsesión del dinero, va en riesgo la calidad de vida y el bienestar emocional. Se puede ser optimista, con expectativas de felicidad y éxito, y no estar ya cosechando el dinero como una de las consecuencias de una actitud positiva. El dinero está sujeto a factores fuera del control individual. Es aquí cuando quien lo busca debe ser paciente. Fr. von Schiller decía: «Solamente cuando madura, cae el fruto de la fortuna». Y la gente desespera.
Del mismo modo, como una lógica general, se puede decir: «el crecimiento económico no sólo hace a los países más ricos en lo material y superficial, puede también pagar por inversión en investigación científica que dé como resultado vidas más largas y saludables... El crecimiento económico por sí mismo, ciertamente, no es suficiente para garantizar el bienestar de la gente». No estamos en los tiempos, como aquellos del aforismo medieval, en que se decía que un hombre sin dinero es «una imagen de la muerte». Por lo menos, ésto es cierto para Norteamérica y el mundo industrializado en general en el siglo XX.
En 1974, un economista en la Universidad de Pennsylvania, Richard Easterlin publicó un estudio con el cual argumentó que el crecimiento de la economía no necesariamente traía consigo más satisfacción. Para él, la gente que vive en los países más ricos está más satisfecha. «Pero tiene sus dudas acerca de que la riqueza esté causando su satisfacción». Es bueno y consolador saber que se vive en un país próspero. Sin embargo, ésto no significa que las cosas vayan bien para un sujeto. Los EE.UU. es un país muy próspero; pero, aún así, la cantidad de personas pobres, muchas de las cuales son clases trabajadoras, sobrepasa los ___ millones. Posiblemente, está entre este grupo la gente que más sufre y que malvive; pero, hay diferencias. Hay dolores de hambre, padecimientos externos, así como hay dolor mental en distintos grados y por diversas razones.
Es curioso que los jóvenes de los países en desarrollo son al menos dos veces más proclives a sentirse felices con sus vidas que sus contrapartes en las naciones más ricas. En Estados Unidos y Gran Bretaña, dos de los países con los índices de jóvenes más afluentes y privilegiados, el porcentaje de los encuestados que admiten sentirse sentirse felices es sólo un 30% o menos. El dinero no representa, en términos absolutos, la felicidad. En un país como Japón sólo el 8% de los jóvenes dijo sentirse feliz y la razón por la cual los sondeos de diagnótico sobre la felicidad de la juventud como los realizados por MTV Networks International (MTVNI), dan estos resultados se relaciona a la búsqueda del dinero mismo. Los factores son la preocupación laboral, la presión por tener éxito y ser competitivo, la falta de optimismo cuando las metas trazadas no se cumplen y las ubres de la Becerra de Oro parecen secas, pese a las promesas.
Para Needleman es prioritario que haya una ética previa a las satisfacciones que origina el dinero. Esto es lo que garantiza que el ciudadano, como en aquel hablante de las Epístolas de Horacio, no se aboque a seguir el mal consejo. «¡Oh, ciudadanos, ciudadanos, lo primero que hay que buscar es el dinero, y después del dinero la virtud!» Más tarde, el mismo personaje o hablante de Horacio, intensifica un giro amoral y maquiavélico: «Procúrate dinero; si puedes, procúratelo honradamente; si no, procúratelo de cualquier modo».
A fin de repudiar muchas de las ideas que centran el objetivo del dinero en provecho egoísta («self gain») y no en el rescate del bien comunitario, Needleman hace una historia del lucro y sus obsesiones desde los tiempos de la invención de la moneda en los tiempos bíblicos. Nos trae paulatinamente, citando la sabiduría de Salomón, poemas Sufis, mitos y sicólogos, hasta la obsesionada-era presente que tan hipnotizada está por el enriquecimiento. «Epocas son éstas», decía Thomas Carlyle, «en que el único lazo que une a un hombre con otro es el dinero constante y sonante». A más dinero tienen algunos hombres, más indigno va creyendo el trato con los humildes y con quien lo necesita. El rico pierde el gozo de dar cuando no hay ética. Su atención se mueve hacia otros con los que pueda hacer negocios. El provecho propio lleva como compulsión el aislamiento y un progresivo desprecio por el bien comunitario. Un dicho popular dice que el rico mira por encima del hombro y da con la punta de los dedos.
Horacio satirizaba al rico que una vez acumuló una fortuna creía sentirse en todo superior a los demás: «En efecto, virtud, fama, honor, el cielo y la tierra, todo es esclavo del dinero. Quien lograre amontonar oro, será ilustre, valeroso y aún sabio o rey y cuanto se le antoje» [Sátiras, Lib. VI, II, 3.] Para Needleman, el sentido de la ética es la revelación de algo que es interno y más verdadero que el mero acto externo. Interiormente, es que comienza la calidad moral y el tiempo consciente, en cuanto diferente al tiempo maquinalizado o meramente animal. Cuando el hombre acumulador, obseso por la conquista de fortuna, piensa que el dinero lo conquista todo, es como ese personaje horaciano. Pierde el contacto y las intimaciones con sus sentimientos y aún con la verdad moral de sí mismo que Needleman compara con el eros platónico, es decir, «esfuerzo, deseo hacia algo más grande y elevado dentro de nosotros». La renuncia ética forma individuos superficiales en la superficie de la seguridad. Gente que no conoce lo Sublime y que deja de apreciar lo que es espontáneo, espiritual y gratis.
John Martin hizo una reflexión sobre el reverso de ésto en el poema These things are free:
No hay por qué lamentarse con tono lastimero. / «¡Cuántas cosas se consiguen sólo con dinero!» / Para tí y para mí ahí va una idea... / Las mejores cosas de este mundo se dan gratis. / Cuanto más se mira, más se ve cuántas cosas preciosas son gratuitas. / El corazón hallará mejor que los ojos multitud de cosas / que no necesitamos comprar...
Pero recuérdese el poema citado de Sabines. En el texto, se describe como el festejante del dinero compra la mujer lo mismo que un yate o una isla. Para este hablante, nada hay que sea gratis. Ya todo tiene precio y está en la actitud de pagarlo. El dinero es para gastarlo y, en ausencia de ética, el dinero es el pretexto para la jactancia y una humillación a otros. El dinero vuelve a muchos exhibicionistas. Exhíben el poder al tiempo de devalúan a los demás. ¿Cuántos ricos no pagan, por alarde, una ropa por el costo de una marca, pese a que la calidad es comparable a otras asequibles por muchísimo menos del costo que paga? ¿Cuántos no abandonan el amigo y pariente pobre, o su antiguo círculo de conocidos, por la aventura de agregarse a otros círculos de poderosos e influyentes? El nuevo rico excluye amistades y las cambia por nuevas. ¿No será que sospecha la verdad de esta frase de G. Bernard Shaw: «No tenemos más derecho a consumir felicidad sin producirla que a consumir riqueza sin producirla»? O la de Blaise Pascal; «Por muchas riquezas que el hombre posea y por grandes que sean la salud y las comodidades que difrute no se siente satisfecho si no cuenta con la estimación de los demás». Esto mienta la idea de que si alguno envidia el éxito económico ajeno no se atreve de buena gana ir a hacele sombra y lisonja; evita ser humillado. Los pobres se encogen ante los ricos porque no siempre éste tiene bien ganada su riqueza. P. B. Shelley decía que la riqueza es casi siempre «usurpada por la minoría para obligar a la mayoría a trabajar en su provecho».
Hay familias con un largo abolengo de riqueza por herencia. Gente que no trabaja y es próspera. En nuestro tiempo, si no hay talento y virtud, las fortunas desaparecen en poco tiempo. El individuo próspero tiene que combatir el fantasma de creencias populares: se hizo millonario por un golpe de fortuna, el azar; prosperó porque es avaro o es ladrón. No se sabe qué es peor si enriquecer por medios tramposos; o por heredar como un parásito. El rico de hoy tiene que ser receloso, cuando no excluyente. Hay que crecer en ingresos con él porque él no conserva las arcaicas insuficiencias e inadecuaciones. Es la única manera de que la amistad sobreviva. Un pobre al rico no le sirva para otra cosa que empleado, si en algo está calificado. El nuevo rico se reinventa un futuro y poco observa de valioso y permanente en su pasado... En su presente no quiere estorbos ni pidiones. Ni compromisos que le quiten lo que ya hizo suyo...
"El dinero es tu medio de supervivencia. El veredicto que pronuncies sobre tu fuente de subsistencia es el veredicto que pronuncies sobre tu vida. Si la fuente está corrupta, has maldecido tu propia existencia. ¿Has conseguido tu dinero mediante fraude?. ¿Comerciando con los vicios o la estupidez de los hombres?. ¿Sirviendo a necios, en la esperanza de conseguir más de lo que merece tu habilidad?.¿Rebajando tus estándares?. ¿Haciendo trabajo que desprecias para compradores de los que te burlas?. Si es así, entonces tu dinero no te dará ni un momento ni un céntimo de alegría. Entonces, todas las cosas que compres se convertirán no en un tributo hacia ti, sino en un reproche; no un logro, sino un recordatorio de vergüenza."
Ayn Rand "La rebelión de Atlas"
__________
Bibliografía
Jacob Needleman, Money and the Meaning of Life [1994: San Francisco]
David Ian Miller, «Philosopher Jacob Needleman asks in his latest book, 'Why Can't We Be Good?», en SFGate. April 9, 2007 Ver
Jeffrey Mishlove, «Spirituality and the Intellect with Jacob Needleman», en: Ver
Kate Holton, «Los jóvenes de los países desarrollados son infelices: sondeo», en: Ver
David Leonhardt, «El dinero sí da la felicidad», en:El Poder de los Números.Org. Ver
kkk
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