Por CARLOS LOPEZ DZUR
Desde que en las ciudades, el político y el funcionario electo o designado no da la cara al pueblo, una de las instituciones más útiles de la democracia, the town meeting, o reuniones populares, se efectúan cada vez menos. O son menos concurridas. Lo que vigoriza a los town-meeting es la asistencia del funcionario. Esa es la persona que los grupos populares o los votantes quieren ver. Con él será el diálogo; a él será que el pueblo diga cómo siente, qué nuevos consejos y estrategias hay disponibles, qué ideas pueden explorarse para solucionar un problema ya conocido; o plantear otros nuevos, cuya vigencia preocupa. O empeorará.
Otra vez el problema es que tan vieja institución, tan amada por Tocquiville en el siglo XIX, «our custom of town meetings», ha ido en decadencia. Hay una gran frustración porque el funcionario que se espera no va. No se cultiva el contacto directo del funcionario, o del administrador citadino, con el pueblo que les elije o les paga con el dinero de sus contribuciones. Y el resultado, a largo plazo, es que tampoco concurre la gente. ¿Para qué ir? si el mensaje no será escuchado por aquellos en quienes se delegó el poder y la administración de recursos.
Uno puede entender por qué la gente no concurre y el por qué de la decadencia de la reunión popular y, de hecho, uno puede apreciar el entusiasmo que una reunión de vecinos, asamblea de pueblo, origina cuando esa institución se respeta y valora como debe. Al menos, un centenar de vecinos, constituído por padres de familias y electores, son un espectáculo impresionante cuando ventilan sus ideas, alzan la voz, emiten opiniones y dictámenes. Son individuos autónomos; pero, en grupo, cuando conforman su asamblea popular, representan una cultura política de auto-gobierno.
Una buena reunión de vecinos hace que una Alcaldía, una Legislatura, un Departamento gubernamental, no parezca un lugar distante ni los funcionarios unos fantasmas. El individuo vale cuando el espíritu público se nutre de la información que da el vecindario, sus asociaciaciones vecinales, la Iglesia, los representantes de distintos partidos, el hombre común de un precinto local y dialogan con las voces plurales y morales de una comunidad, que puede explicar al político que no lo sepa: por qué no se va a las urnas (el porcentaje bajo del participación electoral), por qué se cambian de partidos (menos lealtad partidaria), en fin, por qué se desconfía del gobierno cada día más y más...
kkk
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