Tuesday, July 15, 2008

La imposibilidad de afligirse





DIFICILES CONDICIONES DE VIDA, la búsqueda y la presuposición de un culpable, arrastran a individuos y grupos a desechar las instancias de la comprensión y la compasión. Para Ervin Staub, cuando estas condiciones se combinan con eventos socio-políticos se detona la violencia inter-grupal. En el año 2006, unas 2,105 agencias policíacas de los EE.UU. informaron que se cometieron 7,722 incidentes de delitos de odio que involucraron 9,080 ofensas contra 9, 642 víctimas. Las razones causantes se clasificaron del siguiente modo: el 51.8 % racialmente motivados; el 18.9% fueron ataques por razones de prejuicio religioso; el 15.5%, por razones de la orientación sexual y el 12.7% por intolerancia a la etnicidad y el origen nacional.


Por CARLOS LOPEZ DZUR

En los ensayos Agresividad, juventud y guerra, hemos iniciado un examen sobre cómo y por qué la conducta violenta se apodera de los jóvenes. Ciertamente, el fenómeno de la violencia no es privativo de ningún grupo en particular, ni por edad ni por raza, ni por origen cultural ni nacional. Sin embargo, las razones detonantes son variadas y hallan su maximización en lo que suele llamarse «condiciones difíciles de vida» en su correlación con eventos sociopolíticos. El hecho de que intentamos aquí explicar la incidencia de la violencia en la etapa juvenil tiene el propósito de mostrar, de un modo más eficiente, que el problema de las pandillas tiene solución; pero el enfoque que se haga del tema por las familias y legisladores sociales que asuman el problema tiene que tomar en cuenta un marco conceptual amplio que incluya las raíces sicológicas, culturales y sociales, que explican la agresión entre grupos.

En segundo lugar, la gente joven está representada desproporcionadamente como víctimas y perpetradores de violencia interpersonal en los Estados Unidos. Los adolescentes tienen más probabilidad de ser víctimas que cualquier otro grupo de personas de cualquier otra edad. El Departamento Federal de Justicia informa que el 37% de las víctimas de delitos violentos son jóvenes entre las edades de 12 y 15 años.

La primera raíz que discutiremos es de tipo sicológico. No es mi interés hablar de la personalidad sociopática o las personalidades innatamente malsanas porque la juventud desorientada no es así. Hablaremos de niños y adolescentes, en aras de su potencial; pero referiré una carencia fundamental: la pérdida de la iniciación masculina de la que habla Robert Bly. «Los viejos iniciadores masculinos de los que hablamos están interesados en el alma del joven. Esto es lo que los jovencitos han perdido. Están perdiendo que los adultos se interesen en sus almas... Estamos hablando acerca de una metáfora... El Rey Arturo fue un mentor para los jóvenes. Cuando una madre masculina, cuando un mentor, aparece y ayuda a un jovencito a separarse de su madre y de su padre putativos, lo que digo es que ese hombre (que llamo Madre Masculina, metafóricamente) nutre emocionalmente en forma similar que una mujer, sólo que no es una mujer. El Rey Arturo actuaba de ese modo con los Caballeros de la Mesa Redonda... Lo que estoy diciendo es que no podemos ir muy lejos ignorando la iniciación. Tenemos que trabajar hacia una adultez consciente. Cada generación de hombres están más y más separados de sus abuelos, de los reyes y los guerreros internos. Ellos son más débiles, de alguna manera, en cada generación... Si no estamos conscientes acerca de la iniciación, ésta puede ocurrir insconsciente y negatiamente. Porque la iniciación ocurre, lo sepa uno o no».

Esta es la iniciación de la que Robert Bly habla en libros como Iron John: A Book About Men, The Man in the Black Coat Turns, The Maiden King: The Reunion of Masculine and Feminine (Henry Holt ed.), en colaboración con Marion Woodman. Bly es un poeta, sicoterapeuta y ensayista que, al tiempo que festeja el poder del mito, el valor de la poesía del éxtasis de la tradición hindú, la meditación y la narración oral («storytelling»), estudia el impacto que ha tenido en el mundo, especialmente, en los EE.UU. y las naciones industrializadas, la pérdida de los ritos de paso, las iniciaciones para la vida, y de aquellos que tienen, como iniciadores, la responsabilidad de dar cierto conocimiento a los más jóvenes. «Los jóvenes están enojados acerca de ésto. Cuando uno observa a las pandillas, uno ve a los jóvenes que no tienen adultos («older men») que les den la bienvenida al mundo masculino. Ellos están tratando desesperadamente de cumplir sus iniciaciones por ellos mismos. Tratan de enseñarse unos a otros qué es valor, cuánto dolor deben soportar, cuál es la causa. Tratan de hacerlo, pero no les funciona porque los chiquillos no pueden iniciarse unos a otros. Por eso están airados ante la ausencia de adultos que les ayuden... Los hombres no pueden mezclar las palabras con los sentimientos tan buenamente como las mujeres... Mucho del enojo de los varones tiene que ver con ésto. De modo que es importante para los hombres reunirse para expresar sus sentimientos a su propio ritmo, que es más pausado que el de las mujeres. A su propio ritmo y eventualmente aprenden a conmoverse, afligirse y luego a expresar otras cosas, cantidad de sentimientos... Los varones pueden llegar a sorprenderse de la profundidad de sus sentimientos. Muchas veces ellos no estarían aptos para mostrar tales sentimientos a las mujeres. En otras ocasiones, tras ese contacto entre ellos mismos, puede que lo estén».

La idea de Bly es que, desde jóvenes, por falta de mentores y vínculos iniciadores, es decir, por la falta de adultos con la capacidad de animar y nutrir emocionalmente, los varones se sienten desamparados, traicionados y enojados. Mucha de la adrenalina se manifiesta dando su alerta de modo negativo. Las manifestaciones compulsivas de la conducta son los indicios de que los jóvenes se están deshaciendo de mucha energía creativa sobrante de una forma improductiva. La Dra. Sonia Abadi, profesora y psicoanalista, explica del siguiente modo, cómo los jóvenes se evaden a través de acciones compulsivas, «a veces hasta secretas» y lo que sienten de veras. «En sus actividades, más si acuden al secreto, descubren cierta vergüenza; vacían su vida de esta energía; surgen reacciones de irritabilidad y violencia ante situaciones aparentemente insignificantes. Se cree, falsamente, que adrenalina es energía, excitación, motivación. En realidad, la adrenalina es una mera reacción de alerta, por lo tanto, no es otra cosa que una respuesta física ante el miedo. Cuando nos evadimos a través de actividades compulsivas hay una necesidad de recuperar el entusiasmo y preparar una tregua en la lucha por la vida, porque lo que se sienten son sentimientos de frustración y falta de libertad».

JOVENES COMPULSIVOS: La pérdida del mentor y el orientador deja mucha energía creativa como un sobrante del que hay que deshacerse. La pandilla es la búqueda del tiempo en secreto, un tiempo propio, discreto, fuera de la casa para figurar de qué se trata esa energía que mal manejada abre los torrentes de la adrenalina. Bly llama a la energía creativa Zeus energy, la energía de Zeus, y la asocia a la «autoridad que el varón toma en beneficio de la comunidad». El problema del niño que escapa por un espacio privado es que una vez llega a ese espacio no puede entender al Zeus que está en el centro de todas sus energías. El se ha escondido en el espacio creado de espaldas a cualquier autoridad comunitaria. Siente la vergüenza de una falta de reconocimiento por los adultos que menosprecian el lugar que él se ha dado. La calle es el peor de los lugares. Y la pandilla es, sobre todo, callejera.

Un grupo de pandilleros puede jactarse de que una calle de su vecindario es su territorio; pero ese reclamo no evitará que la policía patrulle tal calle y los vecinos la utilicen para ir a donde les plaza, a la hora que les plazca. La calle es pública, quiera o no una pandilla. El reclamo del pandillero es una fantasía y, en su mente, él lo sabe y se avergüenza. El no puede imponer una ley. No puede vaciar la energía de Zeus y pensar que tal ha sido un logro. Los pandilleros no tienen su Olimpo. La pandilla es un simulacro. Un mugrero de sus ansiedades sociales.

El jovencito puede, por igual, querer concebirse como un guerrero. Bly, como Joseph Campbell, definen al guerrero como «un defensor de fronteras», «con una causa que trasciende a sí mismo». De hecho, hay muchas pandillas territoriales y éstas creen que son las defensoras de la actividad citadina, de la gente, sus homies, aún los negocios vecinales y otros asuntos que conciernen a la calle en la que se organizan y sus territorios aledaños; pero, «the warrior in men», como arquetipo y como objetivo creativo de conducta es algo diferente: «Ahora los estadounidenses tenemos un guerrero muy débil. Cuando usamos la palabra guerrero, la mayoría de la gente va a decir; Oh, eso significa un matador, un asesino. No se trata de eso. En términos generales, el guerrero no es alguien enviado a lastimar o dañar a otros. El guerrero es el defensor de fronteras... Cada uno de nosotros necesita desesperadamente tener un guerrero. Un guerrero no uno que va y mata. Ese es el guerrero negativo, el que no tiene un rey... Ahora el único guerrero que tenemos en los EE.UU. son las versiones negativas de él, la versiones de la sombra, que son los narcotraficantes. Eso son ahora. Pero necesitamos aún los guerreros en la ciudad que estén preparados para enfrentarse a los narcotraficantes. En vez de éstos, lo que tenemos son guerreros negativos... Algunas mujeres tiene un guerrero feroz en ellas... Y pudiera decir que las mujeres, en los últimos 20 o 30 años, tienen un sentido más grande de sus propias fronteras que el que tienen los varones. Los hombres han sufrudo mucho al perder el salvaje («wild man»), que es cierta forma de espontaneidad conectada con lo selvático y natural. Y los hombres han sufrido muchísimo desde la Segunda Guerra Mundial al perder al guerrero. Es muy extraño cómo funciona ésto. Renunciamos al rey. Fundamos y hallamos al país quitándonos de encima al rey. El rey interior está endeblecido en el hombre estadounidense... El rey es la parte del ser humano que conoce lo que quiere hacer por el resto de su vida, o por el resto del año, o el resto del mes. Ese es el Rey Interior, el que está en nuestra alma. El rey puede decidir sin ser contaminado y coaccionado por los prejuicios de otra gente. El sigue su propia bendición, como dijera Joseph Campbell. Lo que significa que el rey decide».

No es sólo un problema que afecta a los adultos. El problema de la juventud hoy es que han perdido su contacto con el guerrero y el rey, al perder la nutrición que les diera el mentor. El Orientador, el Anciano, la Madre Masculina, tres nombres para aludir a los iniciadores, se han perdido y desfigurado. Los iniciadores son las personas que enseñan a trabajar con la adrenalina, con el miedo, con las tareas de las fronteras interiores, con la psiquis masculina y femenina. El pandillero es versión sombría y negativa del guerrero interior, el que hace falta y del que todo joven tiene necesidad de él. Sin el guerrero interior y sin la presencia del rey interior la personalidad queda fragmentada. Y, como bien dice la Dra. Abascal: «El vicio es una nueva presión sobre los aspectos fragmentados de la personalidad».

Es indispensable que dejemos asentado que, en ausencia de lo que hemos referido, como ausencia de iniciadores, los problemas de conducta de los adolescentes y su impacto en las familias se acentúan. En Behavioral and Emotional Disorders in Adolescents: Nature, Assessment, and Treatment de David A. Wolfe y Eric J. Mash, se explica que: «Los problemas de conducta y emocionales de los adolescentes afectan a un número significativo de gente joven, con un costo personal y social considerable». La conducta compulsiva de los jóvenes suele expresarse, en consecuencia, como ansiedad social. Los epidemiólogos del gobierno en recientes estadísticas dicen que la ansiedad social («social anxiety») puede afecta, en cualquier tiempo, a un 7% de la población, con una tasa de prevalescencia mayor al 13%. La definición de ansiedad social es, sobre todo, «miedo a situaciones sociales que involucren la interacción con otra gente».

Al igual que en los adultos, un joven con problemas de abuso en el consumo de alcohol y drogas, con dificultades familiares, se incapacita para tener buenas relaciones personales y conservar un empleo. En la pandilla, puede ocultar del público su ansiedad social; pero, el miedo seguirá latente, explosiva y peligrosamente. La pandilla no puede ofrecer otra cosa que falsos rituales, sombras de contextos que originariamente tenían un sentido y una respuesta compartida socialmente. Las actividades compulsivas (ante sobrantes de energía creativa, Zeus energy, en el jargón de Bly) sólo agudizarán los trastornos obsesivo-compulsivos del joven, si no recibe la orientación sobre lo que son sus fronteras interiores.

Con el término energía de Zeus se mienta «dirección, objetivos, propósito, ambición, creatividad». Zeus es el símbolo de la energía controlada en el Universo. Es liderazgo en medio de la compulsión. En términos sicológicos, podemos significarlo todo como viajes de la expresión humana. Cada expresión tiene un símbolo, o una serie de símbolos relacionados. Zeus es la encarnación de una personalidad potencial realizada a través de muchas batallas e inclusive de una hilvanada red de errores. Los errores son el uso ineficiente de los potenciales creativos que hay en la consciencia.

A lo que Robert Bly invita al seleccionar este mito sobre la figura de Zeus, tan conocida en la literatura clásica, es a obtener un conocimiento más profundo de lo dado en la mente humana que nos permite expresarnos más claramente en el mundo de la consciencia. En cuanto Zeus, hay muchas áreas a la que su energía refiere. Zeus en el hombre, nuestro Zeus interior, es la voluntad, la fuerza como compulsión a la que debemos dar enfoque, unidad, llevándola a la acción con visión, claridad y propósito. La energía de Zeus es la energía de la Iniciación y de los iniciadores. Zeus habla de comienzos, pero en solidaridad; habla de la positividad de la ambición, pero que hay que aprender a estrechar. Zeus es un edificador que construye hacia las alturas. Da el conocimiento de la existencia de principios más sublimes y valiosos que sí mismo: ese propósito sublime no está representado en la figura de autoridad de Kronos / Cronos (al que los romanos llamaron Saturno). Lo que Zeus entiende como sublime le acaece en cada aventura. Es su madre, Rea, su redentora inicial y su primera consejera. Los mitos cuenta que Rea al ver que Zeus nació dotado de potencia e ímpetu sexual extraordinarios, además de la fuerza del rayo, «le impidió que se casara para que no engendrara una prole funesta» [Garibay].

ENERGIA DE ZEUS: Cuando los pobladores más remotos en la Antigua Grecia y el mundo indoeuropeo comenzaron a hablar de Zeus, entre las cosas que pensaron, estaban las siguientes: El principio que hace de Zeus un dios (Divos) es el Cielo. Dyaus Piter es el Autor de la Luz, manifestada en el Sol, y de la Lluvia. El fecunda los campos y es la fuente de la vida. Da el Fuego, el rayo y las tormentas. Tius / Uranos / Varuna / otros de sus nombres / es el Cielo Padre. De esta sencillez primitiva, la intuición se humaniza aún más. Una amalgama de ideas, sentimientos y significados en torno a él comienza con su helenización, proceso que se inicia en Creta. Zeus significará ahora «las normas y pasiones de la vida humana». [Garibay]

Humanizado como ser antropomórfico, Zeus es el sexto entre los hijos de Cronos y Rea. Su padre es adverso a su prole. Devora cada uno de los hijos que, por él, nacen en el vientre de Rea. Zeus fue puesto a salvo mediante un engaño que su madre hace. Cuando Cronos pide al pequeño para devorarlo, Rea oculta un pedruzco en sus pañales y el Padre Devorador lo ingiere, creyendo que es su hijo. Protegido por la trampa, salvo y escondido, Zeus crecerá y destronará a su padre. La piedra que Cronos tragó, embriagado por su esposa, será la que permita que vomite y, con el pedruzco expulso, salgan rescatados sus otros hermanos. En este acto de Rea, hay una representación de rebelión. Apunta al rol que Bly describe como la guerrera interior y la consejera, Madre Masculina.

Zeus es una metáfora sobre los sentidos de autoridad y de la manifestación material de la vida. También habla del sentido de distribución y unidad de las energías existentes en el mundo manifestado. El mundo turbulento en que Zeus naciera puede que represente una edad geológica de terremotos y conmociones; un orden arcaico, sin organización y cuya violencia es representada por Cronos, el que se traga la vida, así como un terremoto traga lo que esté en las superficie y vomita de su interior lo que estuvo sepultado.

Zeus ha de ser el Padre / Hijo / Hermano Organizador, esencialmente, el proveedor. Preconiza la autoridad nueva y la concesión de la Ley. Representa a quien comparte, distribuye y delega. Después del rescate de sus hermanos y las batallas para abolir el viejo orden de Cronos, se realiza una Gran Rifa a fin de que se reparta entre los tres las regiones del Universo. Zeus vence como el ganador de la regencia del Cielo. Hades regirá sobre el mundo inferior o subterráneo. Poseidón obtuvo el dominio sobre los mares.

El Padre de los Dioses, en el Nuevo Orden post-crónico, el guerrero que derrota a los Titanes y, en su mayoría, los perdona, no es moral en el sentido que hoy se entiende. El primer terreno en que el ser humano, Zeus internalizado en la consciencia, debe trabajar es con las compulsiones obsesivas con su propia sexualidad. Esta es la debilidad de Zeus y con la que necesitó librar su primera lucha. Zeus intentó violar a su propia madre. El deseo incestuoso por ella lo encaró a ella que se transformaba en serpiente para huir de él y su atracción fatal. En el mundo de las energías poderosas, la moral no es un decreto al que sea fácil servir. Es una apetencia salvaje, natural y que requiere mucha voluntad. No se puede tener carácter sin el ejercicio constante de la voluntad y el querer. El hombre natural y amoral vive en su perpetuo e impotente desear, sin saberlo dominar con el querer.

Zeus vence inmoralmente en los empeños de su sexualidad. Se satisfizo con su propia madre al quererlo. Transformó el deseo en un acto creativo al convertirse en una serpiente masculina, aunque con ello provocara los gritos funestos de su madre; pero este hecho, tan lamentable, en su vida es castigado. Cuando Zeus se casa con Hera, no es feliz. Su esposa se rebela contra él y la tendrá perpetuamente a su lado con su signo de rivalidad, celo y crítica, porque el sexo es y será el punto débil de los hombres del nuevo orden, patriarcal, que él representará. Por el contrario, Hera es la mujer que se empeña en «renovar su virginidad en modo permanente».

Como arquetipo, en el mundo indoeuropeo, lo que Hera representa es la rebelión de la mujer violada. Con su propia enamorada, con la pareja a la que prometiera nupcias, Zeus cometió estupro. Esto explica la intensidad del odio de Hera por él, su esposo. Si bien él cumplió, casándose con ella, haciéndola Señora del Olimpo y su complemento cósmico de cielo, él hiere un aspecto que es sagrado y sublime para ella. No es suficiente lo que él hace como medio de neutralizar su compulsión sexual. Hera estará en su vida para recordárselo. Es la esposa amarga, vengativa, la acusadora. Hera es el chisme y el lamento de la recámara. Es quien recuerda a Zeus que él debe aprender a afligirse y lamentar muchas de sus acciones.

La Dra.Clarisa Pinkola Estés, exdirectora de Centro Carl G. Jung, de Denver, nos recuerda un incidente en que el hijo feo, aparentemente inhábil de Hera y Zeus, fue redescubierto. De hecho este niño fue el único que apoyó a su madre cuando Zeus la colgó, con los puños amarrados con un brazalete de oro y un yunque atado a cada pierna, de lo más alto del cielo. Hera protestaba las correrías amorosa del marido y Efesto estuvo en desacuerdo con el castigo que Zeus había dado: colgar del cielo a su madre, humillarla aún más. Esta vez Zeus conoció a un hijo acusador, haciendo causa común con su madre. Enojado, Zeus lanzó violentamente al muchacho sobre unas colinas, mutilándole las piernas. Siendo su hijo, Zeus lo repudió desde su nacimiento. Hera le dijo que no se le desalojara del Olimpo, o se le separara de la casa, hasta que no tuviese más edad.

Este es el jovencito que, alojado en una gruta submarina de la Isla de Lemmos, acogido por Tetis y Eurinome, se convertirá en un orfebre con exquisitas habilidades y pericia técnicas. Efesto rehusó rendirse y morir. Lo primero que hizo, al fundar su Forja de Fuego, tras el aprendizaje, fue el par de piernas para sí mismo, confeccionadas de plata y oro. Cuenta Pinkola Estés que un día, al cabo de nueve años, Hera se encuentra con la ninfa Tetis, quien llevara al cuelo una de las joyas que Efesto elaboró. No tuvo más remedio que preguntar quién fue el joyero porque, de cierto que la pieza la tenía maravillada. Tetis dio los informes con algún temor y reticencia; pero, al fin, Hera lo reconocerá. El hijo de su desprecio fue un niño excepcional y no se dio cuenta. Hera recordó cuando envalentonado el niño se puso de su parte y reprochó a su padre que la hubiera colgado de los puños. Rememorá la vez que fue lanzado a las colinas.

Reintegrado al Olimpo con el cargo de Joyero Divino, Hera es la que entenderá que en él se asoma y crece el dios del amor y la restauración mística. Admite las virtudes sociales que Efesto representa: «Un amor especial para aquellos que nacen tullidos, cuyos corazones o sueños son destrozados... amor por las cosas y las gentes que son desmembradas, divididas, abandonadas, partidas, despedazadas y distorsionados». [Pinjkola] De modo que, en la casa de ese Olimpo, pese a las tensiones, hay cosas que se están luchando dentro de los corazones. La reorganización, la maduración y las enmiendas, no cesan. Son por estas razones que alegamos que

la casa, Hera representa

Visualmente, al Zeus interior puede representarse con los símbolos de la puerta, la calle, la flecha, la espada y una persona yendo hacia alguna dirección. Zeus es energía en la persona humana. No es energía en algo aún no expresado en el hombre. No es la energía de un árbol ni de un ser incorpóreo. La idea de estos símbolos es configurar la ontología humana y el uso de su intelecto para controlar su entorno, su circunstancia vital y física.

La puerta no se concibe sin la casa. En ambos símbolos, casa y puerta, signicaríamos cosas espirituales. Por ejemplo, la puerta es un acceso a un mundo privado e interno, donde podemos vivir y morir con dignidad. Para el niño, es el lugar de juegos, de sus llantos, dolores de crecimiento; el lugar donde se esconde, sueña y aprende. La casa es el territorio y frontera de los secretos más íntimos y tiernos del corazón. Es el lugar que protegemos de los ladrones y las bestias. En un vecindario bueno, sujeto a las leyes de la comunidad, principalmente, aprendemos a ser guardianes de nosotros mismos y protectores de la familia. En la casa guardamos lo que más queremos. Podemos amar el patio de la casa, la acera de enfrente, pero es la puerta de entrada donde comienza la autonomía y la identidad personal. Las fronteras de las que somos los guerreros espirituales. En la casa es donde comenzamos a ser reyes interiores.

El patio de la casa, como la acera y la calle, son penumbras en relación a lo luminoso del interior del hogar. El hombre prehistórico consideró que una cueva serviría para ese mínimo de seguridad que hoy nos representa una casa. El hombre vivió en cavernas y no pudo impedir que en ellas se alojaran fieras y serpientes. Es decir, es el hombre post-histórico en comunidad el que ha podido no sólo fundar una vivienda, sino también una dimensión espiritual y emocional para ella. En este sentido, es que hablamos de la funcionalidad intrínseca de los símbolos y los arquetipos.

En rigor, la puerta es un símbolo de libertad. Da la entrada y la salida. Acogido a la entrada, dentro de la casa, el que habita se representa como un cuerpo pensante, no simplemnete un animal. La puerta existe para su persona en cuanto desea seguridad y protección. La puerta es salida cuando ya lo que haya entre las cuatro paredes no gusta. Sólo una persona determina si sale para no regresar. Esto depende de cómo realmente se siente acerca de una situación vivida, en una casa que no sólo es albergue. Es vivencia. Un buen hogar puede ser descrito como una puerta no solamente material, sino espiritual. Un joven que ha entrado a un hogar bueno sabe que siempre hallará la puerta abierta y disfrutará los beneficios de estar en él, en el seno de la familia que lo abriga y sustenta. Un hogar malo es una puerta cerrada y una puerta de salida. El hogar malo define para un niño y adolescente una autoridad absoluta. La puerta se cierra si no se reconocen ni se respetan las jerarquías.

La puerta abierta es el símbolo de la generosidad. En relación al castillo de Camelot, representa a Arturo como mentor, quien se rodea de los caballeros más valientes y honestos: Lanzarote, Perceval y otros, junto con quienes Arturo fundara la Orden de la Mesa Redonda. Las puertas también accesan a la comunidad. Bretaña es entonces una comunidad solidaria, donde se goza, desde entonces, con hombres como Arturo y su influencia social, de la paz y el apoyo. Inspirados por Arturo, los jóvenes caballeros de Bretaña van en búsqueda del Santo Grial, combaten en bosques sombríos y castillos contra duendes, dragones y otras bestias, símbolo de las fuerzas negativas y regresan a Camelot a contar sus aventuras en la mesa redonda donde se reunían. Esta comunicación, representada en la Mesa Redonda, mienta una autoridad donde todos comparten respetuosamente. Otro tipo de vida, social y privada a la vez, que es posible.

COMUNICACION: El hogar bueno define didácticamente la autoridad. Da explicaciones y opciones. Esto es lo mnimo que puede hacer un padre comprensivo antes de cerrar la puerta y señalar a la calle. Un padre bueno puede detectar y agradecer cuando un hijo le dice cómo es él como hijo y lo que él merece. El padre incomprensivo demarca su autoridad y competencia de modo que el hijo, por más méritos tenga, no tendrá voz y sólo merecerá lo que a él le plazca. Una casa sin diálogo es equivalente a una puerta cerrada. Puede que la puerta parezca abierta; pero lo que hay dentro de la casa es como fuerza expulsora. De este modo, en tal casa, se forman hijos con un sentido de destitución, de no merecimiento, y se levantan barreras de incomunicación. En el hogar bueno, el sentido de esplendor, el sentimiento de autovalía y realeza, de un niño y un joven se amolda al ambiente hogareño. Las mismas cualidades excepcionales del niño le hacen comprensivo; pero no le quitan ese potencial de ambición y valía. Los niños esplendorosos no exigirán más que lo que la familia les puede y se les quiera dar. No están movidos por complejos de superioridad y falsa grandeza. Simplemente, saben esperar siendo lo que son y afinando su personalidad potencial.

En el hogar en que Arturo nació una fuerza expulsora lo sacó muy pronto de las cuatro paredes. Seguramente, fue un niño esplendoroso y excepcional; pero, esos frutos los dio con un padrastro. Una sociedad, donde un niño esplendoroso, el hijo obediente, con potenciales no dañados, no puede vivir, se la puede comparar con una sociedad animal. En la Edad Media, durante algunos períodos de guerras y crueldades deshumanizantes, el mismo miedo creó sus proyecciones de sombra. A los hombres coléricos, traicioneros, envidiosos en extremo y apóstatas, se les llamaba dragones. La representación fue la de seres, animales o humanos, con varias cabezas, cada una de las cuales podría significar la decadencia, la opresión y la herejía.

La historia de Arturo y sus caballeros no está exenta de problemas. Lanzarote, uno de ellos, se enamora de la esposa de su mentor. Es una historia trágica de traición en la que Arturo se lanza a buscar a los amantes que han huído a Francia. Ambos han traicionado su confianza y a ambos tendría que castigar. A su regreso, Arturo que había deja el reino encargado a su hijo Mordred, sufre otra dura prueba. Su hijo se ha apoderado del trono. Para recuperarlo, junto a sus caballeros fieles, debe luchar contra su propio hijo y así lo hizo en la Batalla de Camlann. Mordred, herido por su padre, antes de morir, también hiere a Arturo y muere.

En atención a éstos detalles, observamos la interpretación que Robert Bly hace del tema del guerrero y del mito del Rey Arturo. De hecho, que Arturo llegue a ser dux bellorum («jefe militar») o como «ameraudur» (palabra que procede del latín «imperator») antes de ser rey, describe un largo proceso. Una vez en el poder, sus desafío son más que políticos. Debe encarar durísimas pruebas en la vida privada. El engaño amoroso de su esposa, la traición de un amigo, la rebelión de su hijo, cada aspecto de esta leyenda y la rica literatura posterior que inspiró no es una negación de la vida. Es una visión de su complejidad.

Arturo nace en una comarca pequeña que pudo ser un último bastión latino en torno a la ciudad de Camulodunum (la legendaria Camelot, la actual Colchester). Es un general britanoromano, Lucio Artorio Casto, quien rescata, con cierto rigor, estas leyendas y sus posibles antecedentes históricos en el marco de invasiones constantes en que se desarollaron, incluyendo una invasión celta procedente de Irlanda en el año 480. Artorius sería un exitoso guerrero que, tras vencer a celtas y anglos, como en la Batalla del Monte Badon, obligaba a los vencidos a firmar una paz perpetua. Por sus contiendas heroicas, fue sucesivamente proclamado Magister militum, Regissimus Britanniarum y Emperador. A su muerte en 514, se recrudecieron las guerras en Britania y su proyecto de reino latino en la isla se convirtió sólo en un recuerdo.

Las leyendas del Rey Arturo y lo que documenta lo histórico de esta vida es inspirador y, ciertamente, los elementos literarios y míticos, pese a lo metafórico, hablan del impacto del personaje real en la época.

LOS HIJOS DEL DRAGON: Convendría detenernos aquí para analizar una metáfora de este relato. Da pie a que lo hagamos el nombre del padre de Arturo que, literalmente, significa Hijo del Dragón. Este, su padre Uther Pendragon, según la leyenda, pretendió a una mujer (ya casada, Igrayne) y la conquistó y preñó a base de engaño. Arturo es, pues, un hijo ilegítimo y no se educó con su padre, sino que, cuando el niño nace, fue tomado por Merlín, quien lo entregó a Sir Héctor para que lo cuidara y lo criara como su propio hijo.

¿Qué es ser, contemporáneamente, hijo de dragón? Valdría decir que lo mismo que manejaba como interpretación el pensamiento medieval: «El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha», dice Massimo Izzi. Hay un doble papel. Uno es el dragón como devorador. Otro como guardián. Como devorador, al dragón se le consideraba enemigo del sol, se le ofrecían doncellas en sacrificio. Es un ser maléfico. En Oriente Próximo, representa el mal y la ruina; para los hebreo-cristianos, el mal y la muerte; los persas y sumerios creen igual. «Matar un dragón era considerado un pasaporte a la riqueza, y la demostración de que un héroe era realmente hábil y astuto. Un ejemplo de esta simbología la encontramos en una famosa gesta épica germana: El Cantar de los Nibelungos, cuyo héroe Siegfried (Sigfried o Sigfrido) vence al dragón Fafner –custodio del tesoro de los Nibelungos–, lo que le permite convertirse en dueño de esta fortuna y bañarse en la sangre de esta criatura fantástica. Esto lo transforma en un ser invulnerable, prácticamente invencible excepto por el pequeño punto débil que tan bien sabrá aprovechar el traidor Hagen para vencerlo», explica Martínez.

Desde esta perspectiva, del dragón devorador me gustaría referir el principio de una sociedad devoradora, dominada por un principio de lucha -- muchas cabezas, violencia, egos

sociologiaa

Contrario a su padre, Arturo representa otro tipo de batalla

de guardián, que implica la espera y mantenimiento de un orden, sea por una nueva vida para el universo o el de un lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado es que son simbólicamente el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.

Arturo asimila una gran variedad de conocimientos antes de salir a Londres. Aprende a respetar a su padrastro y no forza que las cosas sean, como él desea. Las desea como son. A los 16 años, acompañado de su padrastro, concurre a Londres, donde caballeros de toda Inglaterra se someten a la prueba de sacar una espada metida en un yunque, a la vez enclavado en un trozo de mármol. Sin ser un caballero, el adolescente Arturo participa. Es el joven que no se amila por las reglas ni se acobarda por los prejuicios sociales. Otros se habrían sentido frustrados con el sistema que imperaba entonces y en el que le tocó ser hasta un hijo ilegítimo. Mas él entendió más los rituales excluyentes. Tenía un pensamiento creativo. Venció en la prueba, sacando la espada que muchos caballeros intentaron extraer infructuosamente. El premio de esta aventura fue muy compensador, aunque con mucha responsabilidad. Quien liberase la espada legendaria, llamada Excalibur, sería el rey de Inglaterra y el encargado de unificar todos los reinos de la isla.

Que se le hiciese el rey no fue tan gratuito. Halló la resistencia de todos los presentes. Tendría que aplicar mucha sabiduría para que, en su joven boca, se le creyera y se le aceptara como rey. Arturo hizo el juramento de impartir justicia a todos los hombres de Inglaterra, sin tener en cuenta su posición social. Se acordó de su propia condición cuando entró a la competencia. El fue el más humilde de todos. El siquiera contó con el amor y el apoyo de su padre.

ARTURO COMO INICIADOR: JJ

La calle representa un sendero. Una nueva dirección. La calle mienta la navegación entre múltiples propósitos y destinos posibles. Los iniciadores instruyen que no se sale a la calle sin el conocimiento de la flecha y la espada. Sin armarse al guerrero interior. Este símbolo (la flecha) se refiere a la habilidad de enfocarse en un objetivo. La espada es lo que rompe los obstáculos en aras de claridad. Nadie puede ser un guerrero en la calle, ni en la vida, sin el manejo de las tareas. Hay un detalle interesante en la leyenda del rey Arturo. La espada es mágica. Externamente, es un objeto del que se requiere una gran fortaleza para extraerla del yunque. Sin embargo, una vez da una muestra de su vigor físico en la extracción es un ser parecido a una ninfa, un ser angélico, si se quiere, quien entrega la espada a Arturo. La ninfa o Dama que entrega la espada es la Madre Masculina, el símbolo de la nutrición emocional. «The Maiden King» es la metáfora de Bly.

El iniciador, como educador de una personalidad potencial, es quien ayuda al joven a formar una ambición y luchar por cumplirla. El ideal del iniciador es que se salga por la puerta, con un sentido objetivo de lo deseado y directamente hacia la meta. En sus libros, Bly acude a la iconografía del Rey Arturo, encarnación de inteligencia, honor y lealtad. Su espada Excalibur es un símbolo del poder legítimo. Camelot, su comunidad, es lugar donde la igualdad, la justicia y la paz, son un ideal. Cada hogar debe ser un pequeño y focalizado Camelot.

El que salta por la ventana para irse posiblemente tiene un sueño, pero no un proyecto, desglosado en decisiones, paso por paso. Muchos soñadores escapan por las ventanas; van mal armados como guerreros negligentes. Suelen ser los jovenzuelos cuya testarudez y egos inflados les apresura, aunque no han deslindado la relación entre su vida y los significados de sus sueños. Un buen sueño, como una buena ambición, tiene que ser constructiva. Como dice Bly, «el guerrero usualmente tiene una causa que lo trasciende. Su tradicional manera de trabajo es trabajar para el Rey, quien es aquel conectado con el Sol y con el espíritu de Dios».

El iniciador, quien insta a su protegido a servir al rey interior, describe el modelo inspirador. El rey es aquel que tiene una estrategia de vida y de luchas, que domina sobre su propia vida, que es su verdadero reino. La autoridad del rey no es cuestionada porque en su reino es soberano. El rey representa la masculinidad y el sentido práctico. Su sabiduría la ha obtenido mediante la experiencia. El se ha probado en las batallas, en las guerras. Como un regente estratégico y cuidadoso, recibe la lealtad y el cariño de sus súbiditos, sean sabios, encumbrados o humildes. Entre otros atributos del rey o el emperador, habría que mencionar:

En la pauta del viaje del héroe, los dragones representaron el obstáculo o el temor, y el paso necesario para volver al hogar,


Primarily, the sun is a symbol of expansion, growth, energy, and creativity.

He sketches a conceptual framework for the many influences on one group's desire to harm another: cultural and social patterns predisposing to violence, historical circumstances resulting in persistent life problems, and needs and modes of adaptation arising from the interaction of these influences. Such notions as cultural stereotyping and devaluation, societal self-concept, moral exclusion, the need for connection, authority orientation, personal and group goals, "better world" ideologies, justification, and moral equilibrium find a place in his analysis, and he addresses the relevant evidence from the behavioral sciences.

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Bibliografía


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