Por Enrique Juan / Periodista y publicitario argentino
Para entender la crisis de los Estados Unidos del Norte de América, debemos llevar en consideración la pronunciada diferencia entre nuestras culturas financieras. Mientras allá, más del 70% de la población activa aplica dinero en la Bolsa de Valores, en América del Sur, menos del dos porciento de su población en actividad, hace lo propio.
El principio noble que hace que la gente sustente esta formidable herramienta, podría ser: “Creo en mi país, las empresas de mi país son las que lo tornan grande y me dan estándar, por lo tanto, arriesgo mi dinero en La Bolsa. Si las empresas ganan yo gano y si las empresas pierden, yo asumo solidaria y patrióticamente ese fracaso”.
La crisis de ese enorme país no es de ahora. Enron Corporation fue el emblema del quiebre definitivo de la columna vertebral y de los fundamentos de la economía de EEUU allá por el 2001 Ver. La credibilidad dejó de ser la misma a pesar del maquillaje propagandístico, las innumerables mentiras y todos los efectos de sangre perpetrados. Sugestivamente, luego del derrumbe de las torres, el símbolo de la recuperación nacional fueron las campanadas de la reapertura de La Bolsa, pero esta vez con el sentimiento patriótico montado en el dolor. El mensaje subliminal fue: “nos voltearon las torres, pero recuperamos la Bolsa”.
Esta crisis no hubiera llegado tan pronto si hubieran podido ganar alguna guerra. Con Irak trataron de opacar el fracaso de Afganistán, pero el resultado fue peor.
Hoy EE.UU. no puede dar mantenimiento adecuado y confiable a sus puentes y rutas, se demostró incapaz a la hora de socorrer damnificados por desastres naturales y no puede ganar la guerra, pero no debemos subestimar su capacidad propagandística.
El actual gobierno de los EE.UU. le ha hecho creer a su propio pueblo que la economía era fuerte y mentía.
El actual gobierno de los EEUU le ha hecho creer a su propio pueblo que a las torres las voltearon media docena de árabes que tomaron un cursillo de vuelo, pero que terminaron piloteando con precisión de súper-expertos, realizando acrobacias que los softwares de los aviones comerciales no permiten. Hoy lo cree cada vez menos gente.
El actual gobierno de los EE.UU. le ha hecho creer a su propio pueblo que el culpable vivía en Afganistán y lo invadieron. No era verdad y aun se desconocen las cifras de la masacre.
El actual gobierno de los EE.UU. le ha hecho creer a su propio pueblo que el gobierno de su ex aliado, financiado y protegido Saddam Hussein, tenía armas de destrucción masiva e invadió Irak, en un sangriento, inmoralmente mediático y escandalosamente caro genocidio árabe. Lo de las armas, hoy sabemos que fue una burda mentira.
El actual gobierno de los EE.UU. viene mintiéndole a su pueblo reiterada y sistemáticamente, para que acepte soportar presupuestos cada vez más asfixiantes.
El pueblo de los EE.UU. de América del Norte no es idiota, ocurre el manejo de los medios, la censura y la propaganda del gobierno, están muy bien planificados, es lo que mejor hacen.
Ahora querrán hacernos creer que la crisis la debemos pagar fatalmente todos… que será natural que nos comience a ir todo mal, mientras ellos inundan el mundo con más papel pintado, iniciando un nuevo carnaval financiero, como cuando dejaron al mundo colgado del pincel, sacándole la escalera del respaldo en oro a su moneda.
Muy pocas empresas de las más importantes de Sudamérica dependen de la Bolsa de Valores, las nuestras son empresas financieramente sólidas. En el caso particular de Argentina, donde los bancos son extremadamente perversos e ignorantes, los empresarios principalmente PyME, han aprendido a cuidarse y sus activos superan siempre los pasivos. Los propietarios de viviendas, son en su gran mayoría auténtica y absolutamente sus dueños, puesto que los créditos hipotecarios, por las características ya mencionadas de los bancos, son ineficaces o inexistentes. Los deudores hipotecarios, al contrario que en EE.UU., somos minoría.
En el caso de Brasil, donde los bancos funcionan y en general prevalece el sentimiento nacional, los empresarios son sumamente sólidos, prósperos y su carácter continental en superficie y número, les otorga una sólida autonomía.
A esta altura de la nota, más de uno se preguntará ¿cuál es la verdad de la margarina?
La verdad de la margarina es la mentira que compramos, es la propaganda engañosa. De niño, me pusieron la foto de un girasol para decorar la mentira de que la margarina era un producto natural y saludable, cuando en realidad es altamente perjudicial para la salud, mucho peor que la manteca. Nada tiene de natural, porque el proceso de hidrogenación a la que es sometida para llegar a tal, rompe las moléculas del aceite utilizado, acortándolas para solidificarlo, cosa que favorece su acumulación en las paredes vasculares.
Y no estoy contra la publicidad, soy publicitario. Cierta vez, en una conferencia, dije que los anuncios publicitarios pueden ser divididos en: ANUNCIO GALLINA, avisa que puso un huevo. ANUNCIO GALLO, avisa que un nuevo día comienza, ANUNCIO POLLITO, con su primer pío nos conmueve con la vida que comienza. Y finalmente, el ANUNCIO TERO, miente sobre dónde están y cómo son las cosas. En la naturaleza esto es sano, pero para los que formamos opinión y tendencia, define lo ético, de lo corrupto.
Con la propaganda engañosa, ahora querrán hacernos creer tan sólidamente como en la margarina, otras cosas. Espero que los ciudadanos de bien de los EE.UU. consigan tomar el control de su país y podamos comenzar con justicia, a curar heridas.
Es decir, no compremos más espejitos de colores, el mundo que viene es otro, nos dejó emocionados con la caída del muro, boquiabiertos con el desmembramiento de la URSS y ahora incrédulos, con la evidencia del fiasco universal, final y definitivo del neoliberalismo, en su propia cuna.
DNI 10.603.903 / Enviado desde Argentina
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