Thursday, April 2, 2009

El G-20 y los PRAE



Por Oscar Ugarteche / Investigador de UNAM

ALAI AMLATINA: Un grupo de siete países ricos altamente endeudados (PRAE) del mundo han organizado una reunión de veinte países en Londres con el fin de debatir el futuro de las finanzas del mundo. Han llamado a la mesa a algunos acreedores de los países en desarrollo como Brasil, Argentina, México, algunos países árabes, China e India, dejando de lado a todos los demás países con superávit en el mundo, acreedores de los EE.UU. y Europa.

De hecho, la acumulación de excedentes de exportación durante un periodo de veinte años es lo que ha permitido que países con déficit contraigan préstamos excesivos por un valor de hasta el 200% del promedio del PIB, cifra en crecimiento acelerado. En un por si acaso, Gordon Brown, sintiéndose un poco débil, invitó a dos países europeos más a las conversaciones.

Algunas cosas vienen a la mente, en primer lugar, "quien paga manda" y, sin duda, ahora quien paga está fuera de Europa y de los Estados Unidos. En segundo lugar, el orden mundial que conocíamos desde 1944 ha terminado, y el nuevo orden mundial tendrá que tomar en cuenta al nuevo G-7 para tomar decisiones rápidas. Esto significa que China, India, Brasil y Rusia entran y que algunos países europeos quedan fuera. De todos modos, los debates celebrados por 20 países +2 serán irrelevantes, ya que este debe ser un debate global, considerando quiénes ahora son los nuevos acreedores y deudores.

En tercer lugar, el nuevo y significativo rol de Asia en su conjunto, tanto en el comercio internacional como en las finanzas internacionales, exige una reformulación de la Junta del FMI / BM, que refleje este cambio importante y disminuya el rol de la Unión Europea y de EE.UU.

En cuarto lugar, ello conduciría a la eliminación del derecho de veto de EE.UU., establecido en 1944, y del mecanismo por el cual estas instituciones tienen un director de Europa y de los EE.UU., respectivamente. Esto ya tiene poca relevancia hoy en día, aparte de ser antidemocrático, opaco, y de no reflejar las realidades económicas y financieras actuales.

Por último, un sistema en el que la política económica conduce a enormes excedentes que contribuyen a financiar déficits masivos creados por el propio modelo, no puede funcionar para siempre, como esta crisis ha comenzado a demostrarlo.

Lo que sucede es que un grupo de países líderes ahora son los principales deudores del mundo. Estos son países ricos altamente endeudados que han sostenido déficits comerciales y fiscales durante más de una década y han acumulado grandes deudas, y por el mismo hecho han desviado los créditos de los países en desarrollo. Estos son países que han sobre-consumido sistemáticamente y, en algunos casos, lo han hecho con una política de crédito interno bastante laxa. El argumento era que al consumidor del Oeste le convenía mejor los productos manufacturados a bajo costo de Asia, América Central y África.

El hecho de que ningún país puede pedir prestado indefinidamente para el consumo no fue tomado en cuenta. Inicialmente, los países con excedentes compraron Letras del Tesoro de EE.UU. y mantuvieron, en parte, sus reservas en esos instrumentos. Luego se extendieron a bonos del Estado británicos y europeos. No quedaba claro que la compra de bonos de Estado en grandes cantidades conduciría a un exceso de endeudamiento, por el otro lado.

El cuadro sobre "Índices comparativos de los PRAE, diciembre 2008" (1) ilustra como los ex países del G7 mantienen, aproximadamente, una tercera parte de las reservas de las nuevas naciones líderes emergentes. Sin Japón, el grupo de naciones líderes mantiene una sexta parte de la reserva de los siete países emergentes más grandes, la mayoría de los cuales son de Asia. La posición de deudor externo en otras monedas, sumando deudas privadas y públicas, es muy elevada para Gran Bretaña, Francia y Alemania, en el rango de 150% - 450% del PIB, seguida por EE.UU., en del rango del 90-100% del PIB. La deuda pública en moneda local es más alta en Japón, Italia y EE.UU. El alto nivel de deuda pública de Japón es el resultado de la crisis bancaria de la década de 1990; en el rango de 70-170% del PIB. Si se hace la suma, se ubica encima del 200% del PIB. La perspectiva de crecimiento en esos países es negativa para todos.

¿Es razonable que los prestamistas continúen haciendo préstamos a economías en contracción? ¿Qué sucede con los pagos de la deuda cuando las economías que han contraído demasiados préstamos dejan de crecer? ¿Van a entrar en un ciclo depresivo porque tienen que ajustar el consumo hacia abajo con fines de vivir dentro de sus posibilidades? ¿Es razonable o justo que las naciones en desarrollo financien a las naciones ricas abiertamente?

El papel del FMI debía ser el de guardián y voz de alerta para todos los países. Fue diseñado para este fin, pero perdió su rumbo y terminó concentrándose en los países emergentes en lugar de mirar a toda su circunscripción. Los Informes sobre la Estabilidad Financiera son un caso ilustrativo de lo que ellos no están observando. La crisis comenzó a desplegarse a partir de octubre de 2007 en EE.UU., pero la IEF miraba hacia otro lado. El primer programa de apoyo entre la Reserva Federal (FED) y el Banco Central Europeo se dio a finales de 2007 y el FMI se mantuvo en total silencio. No activó la alarma y, por tanto, no previno el despliegue de la crisis. Es cierto que ya no tiene la capacidad de hacerlo, cuando los derivados han alcanzado un monto doce veces el PIB mundial. Nadie puede evitar una grave crisis, a menos que todos estemos de acuerdo con nuevas reglas que prohíban que se utilicen algunos instrumentos financieros y que devuelvan a los bancos las reservas, renunciando a los fondos de alto riesgo.

En este contexto, entonces, con un importante papel de liderazgo por parte de Asia en la nueva arquitectura financiera internacional y un nuevo y mayor rol para América Latina y el Oriente Medio, Rusia y sus vecinos, en el mundo financiero y los asuntos económicos, parece extraño que el Sr. Brown pretenda conducir las discusiones sobre los cambios. Los deudores no están en condiciones de colocar las reglas de juego, como los países deudores ya lo aprendieron en la década de 1980.

Bien puede ser que necesitemos enterrar el modelo de exportación, a cambio de un modelo nuevo, al mismo tiempo que terminemos con las tasas flotantes. Pasamos por este mismo problema en los años 30 y se acordó entonces tener las tasas de cambio fijos y políticas de industrialización junto con políticas de bienestar. Este fue el contexto en el que se creó el sistema de Bretton Woods. Incorporó un aspecto fiscal y uno externo, bajo supervisión del entonces recién creado FMI. Pareciera que hoy en día el FMI no vuelve la mirada hacia las cuentas de los PRAE, o no se preocupa por ellos, o a los PRAE no les importa mucho la opinión del FMI. Todo ello debe terminar; debe ser tratado por todos los países miembros de la ONU, ya que ningún país debería estar fuera del alcance de la supervisión internacional y ningún préstamo nuevo debería destinarse a las economías en contracción y con exceso de préstamos, por desarrolladas que sean, a menos que reorganicen sus economías y logren poner orden financiero en sus países. En el Foro Social Mundial de Belem do Pará, este mes de enero, acordamos que esto significa mucho más que cambiar la gobernanza del FMI. Un nuevo orden mundial es posible. (Traducción del inglés: ALAI).

Versión completa de este texto:
Alai Net

Oscar Ugarteche es investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, México, y miembro del Sistema Mexicano de Investigación; presidente de ALAI y miembro de Latindad.

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