Friday, April 3, 2009

Misión Cumplida: patriotería de mierda


Por Carlos López Dzur / Escritor y poeta

La noticia, difundida con la firma de William Kates y las colaboraciones de George M. Walsh y Chris Carola resume este hecho: En un Centro de Inmigración del Estado de Nueva York, un hombre armado asesinó a 13 personas y después se suicidó. El titular destaca: «Gunman kills 13 at NY state immigration center». Y para el lector que, ha seguido la secuencia de 44 asesinatos de este tipo en el último mes, a lo largo y ancho de los EE.UU., no sorprende el escenario de la matanza, la quinta habida en este mes, un centro comunitario de la American Civic Association, organización que ayuda a immigrantes.

No sorprende porque la historia homofóbica y xenofóbica de los patriotas de nuevo cuño en los EE.UU. está más que leída. Hacer la Nación Estadounidense fue simultáneamente la tarea de unos, al apretar la Biblia en una mano, la de otros con un corazón masónico, una contrapartida, que fue la más presuntuosa, que mandaría a ejércitos o a sus aventureros, a título personal, con un fusil. Extermínise al indígena y latíguese al negro.

Los comentarios del Gobernador David Paterson tenían el eco de alarmas similares, tras la secuela de las matanzas en Alabama y Oakland, California: «Probablemente, esta es la peor tragedia y crimen sin sentido en la historia de esta ciudad... ¿Cuándo estarenos aptos para detener esta clase de violencia que es tan fraught y tan rápida que no podemos seguir la pista de los incidentes?»

El escenario general del crimen es un vecindario de hogares y negocios pequeños en la parte sur de Binghamton. Esta es una ciudad de casi 47,000 habitantes, situada a 140 millas al noroeste de la Ciudad de New York. Es una de esas comunidades, donde el cierre de un fábrica, se vuelve una tragedia colectiva. El área de Binghamton fue la sede de la gran zapatería Endicott-Johnson y lugar de fundación de la empresa IBM, que empleaba a más de 10,000 personas allí antes que cerrara la compañía de calzado y la IBM comenzara a reducir su persona en años recientes.

En comunidades como éstas, puede que todavía haya una mística acerca de Nueva York como la Puerta a la Tierra de la Libertad y la Prosperidad. Las Caridades Católicas trabajan en el sector con inmigrantes, por igual. Sus consejeros, como los de la Asociación Cívica Americana, ayudan a inmigrantes que son víctimas de relocalización, reunificación familiar y adaptación a un nuevo país, comenzando con el aprendizaje del idioma. Entre esta clientela, hay muchos inmigrantes de Kazakhstan, Uzbekistan, Filipinas, etc. Estos quieren ser parte del Sueño Americano, esperanza que desaparece trágicamente cuando ocurren hechos como el que sd ha visto. «Pero hay todavía un Sueño Americano», informa el Gobernador asignando a los estadounidenses que ya lo han conseguido la tarea de curar esta herida, la rémora que lo tronchara. «And all will try to heal this very, very deep wound in the city of Binghamton». La tragedia s desata a eso de las 10:00 a.m..

Aunque todo fue muy rápido, una recepcionista tuvo tiempo de llama al 911 y unas 26 potenciales víctimas, se escondieron un sótano, desde el cual mantuvieron su contacto con la policía utilizando teléfonos celulares. Al final, del edificio fueron rescatadas 37 personas, yOtros se escondieron en closet y bajo escritorios. Las tres horas, a partir de pánico iniciatorio, para muchos, se convirtieron en eternidades.

El asesino es un hombre cuarentón [cuyo ID, de ser verdadero, mienta a Jiverly Voong, vecino de Johnson City, N.Y], alguien que no fue totalmente desconocido para la comunidad. A lo mejor, una persona que buscaba un servicio de la Asociación. Por de pronto, hay que indicar que no se sabe por qué el hombre hizo lo que hizo. «We have no idea what the motive is», como dijo Zikuski. Una alegada hermana de Jiverly Voong, ha sido más concreta al identificar al asesino.Ha vivido en los EE.UU. por 28 años y adquirió la ciudadanía estadounidense.

Según lo que el Jefe de Policía Joseph Zikuski dijera, la premeditación de la matanza por el asesino se insinúa en sus detalles, asegurándose de ninguno pudiera escapar al estacionar su automóvil contra la puerta trasera. Fríamente, sin emitir palabras, al entrar al edificio, creyó que mató a los dos recepcionistas. Una quedó herida, fingió que estaba muerta para después utilizar su teléfono y comunicar la emergencia.

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