«Desde principios del pasado siglo XX se sabe que ninguna bacteria, virus, hongo, levadura o microbio puede vivir en un líquido en el que haya una sola partícula de plata. Dicho metal los aniquila al contacto en sólo minutos. De ahí que la plata coloidal obtenida por electrolisis de plata pura en agua destilada se considere uno de los más potentes y eficaces germicidas naturales conocidos y se le otorgue la denominación de superantibiótico.
Sin efectos secundarios adversos a las dosis adecuadas, sin interaccionar con otros medicamentos y sin provocar reacciones de rechazo o alérgicas. De ahí que por su gran eficacia, por la rapidez con la que actúa y por su inocuidad se considere hoy a este antiguo remedio una especie de segundo sistema inmune del que puede disponer el cuerpo humano».
No voy a extenderme sobre este punto, pero puedo asegurarte que la plata coloidal es la mejor herramienta que hoy disponen los gobiernos del mundo para hacer frente a las epidemias de gripe, dengue, cólera y la mayor parte de las pestes con la que los laboratorios pretenden aterrorizarnos. Con una pequeña inversión que, en el peor de los casos no supera los ¡$200 dólares! se podría administrar dosis masivas de este superantibiótico a una pequeña ciudad de 30 o 40 mil habitantes.
¿Y porque no se usa te preguntarás tú? Muy simple, los médicos están de rodillas e imposibilitados de salirse del libreto que con mano de hierro imponen las mafias farmacéuticas, los pacientes han sido educados por los medios de desinformación para creer cualquier cuento, las asociaciones de enfermos están patrocinadas por los laboratorios y fíjate bien quienes son los mayores contribuyentes de los partidos políticos. Tan simple como una compleja red pensada para vendernos medicamentos costosos, tóxicos e inútiles; es que lo tenemos que entender de una vez por todas, la medicina ya no es cosa de salud, ¡se trata de dinero!
Mi misión es difundir la medicina natural para que cada vez seamos más los que nos liberemos de este yugo que causa tanto sufrimiento... No se trata de negar maravillosos avances de la medicina tecnológica que también salva vidas, mucho menos de las buenas intenciones de nuestro médico de familia que es una víctima más de esta cadena, se trata de poner las cosas en su lugar y acabar con la voracidad de unos pocos que son capaces de vender el alma al diablo para saltar la banca y quedarse con todo.
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