Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertorriqueño
Duele, pero hay que decirlo. Puerto Rico está en crisis total. Es como nave azotada por vientos huracanados. Va moviéndose sobre aguas muy peligrosas. La nueva administración que rige nuestro quehacer diario está tomando pasos muy comprometedores para la paz y sosiego que tanto buscamos. Los derechos adquiridos de obreros y asalariados se están perdiendo o se están achicando. Los despidos son la orden del día. El desempleo va en carrera ascendente. La salud mental del pueblo se ha ido deteriorando enormemente. El crimen es una estampa diaria que nos tiene temblando a todos. Las quiebras personales y comerciales han roto records. Y todo esto gracias a una nueva administración que tiene a Puerto Rico para la venta a los grandes capitales; sean estos puertorriqueños o extranjeros.
Esta verdad quedó plasmada en unas manifestaciones destempladas hechas por el señor José Ramón Pérez Riera, secretario de Desarrollo Económico y Comercio, cuando dijo ante un grupo de empresarios del país: «el sector privado se tiene que sentir que es dueño de Puerto Rico y es dueño de este proceso, y nosotros le responderemos a ustedes». Esa es la ideología económica que palpita en el corazón de La Fortaleza y en El Capitolio, la casa de las leyes.
El gobernador Luis Fortuño Burset es el eje principal que mueve toda esta macabra suerte que se va entronizando en el gobierno. En solo seis meses de su administración ya se siente dueño y señor de los destinos de nuestro pueblo. El neoliberalismo económico ya empezó su tarea de arrinconar a todo aquel que no comulgue con esta filosofía política y económica. La lucha de clases ya empezó a fraguarse. Ricos contra pobres, los de arriba contra los de abajo. La élite económica está de pláceme. Esto se perfilaba desde el mismo principio cuando el señor gobernador creó el CAREF –grupo de millonarios que mueven nuestra economía- para que lo asesoraran en la implementación de las políticas económicas que se querían traer al nuevo gobierno de Luis Fortuño Burset.
Este es el líder político que lleva solo seis meses de gobernación. En tan corto tiempo ha puesto a todos los puertorriqueños a vivir bajo la sombra de la desesperación. Es el hombre que a diario pide grandes sacrificios, pero su propio gobierno está lleno de vividores que no le tienen compasión al pueblo. Pide sacrificios, pero su señora esposa no suelta su jugosa carrera de abogada. Los políticos en El Capitolio siguen atornillados a sus muchos privilegios. Comen y beben como reyes y reinas. Y los alcaldes siguen aumentándose sus salarios y no hay manera de pararlos.
La salud del pueblo sigue de mal en peor. Las instituciones hospitalarias se abarrotan de ciudadanos buscando alivio a sus dolores y enfermedades. Los costos son sumamente elevados y las atenciones son pésimas. El sufrimiento es vivo y en carne propia. Una enorme población está carente de planes médicos. Ciudadanos han muerto en sitios públicos y el servicio de ambulancia no ha llegado a tiempo para salvar esas vidas. Así va viviendo y sufriendo nuestro querido pueblo puertorriqueño. El mismo que una vez fue conocido como la Vitrina de las Américas. La isla que una vez fue conocida como la Perla de las Antillas. Hoy estamos en bancarrota económica, política, moral y espiritual.
El gobernador Luis Fortuño Burset ganó las elecciones con una monstruosa ventaja de mas de 200 mil votos. En Senado y Cámara tienen una ventaja tan sólida que la oposición del Partido Popular Democrático está paralizada. Esta minoría no cuenta con el mollero político para hacerle frente a los desmanes del republicanismo anexionista. Y para completar las amarguras del pueblo, ahora están enfrascados –ambos partidos- en la política chiquita y barata de un nuevo plebiscito. Nuestra escena política es una que da vergüenza. Estamos viendo toda una comedia política de tipo letrinesca. Una vez más a emprender una visita fatigosa ante el Congreso de los Estados Unidos. Con los dineros del pueblo mantenemos a todos estos vividores políticos. Ciertamente, la razón y la templanza se han perdido en esa aniquilante batalla política que ya tiene con nosotros ciento once años.
Nuestro pueblo está perdidamente dividido. Somos moradores de una casa en ruinas. Cuando intentamos arreglar una pared, entonces el techo nos deja ver las estrellas de la noche. Nuestros carpinteros políticos nos tienen crucificados de clavos. Y nuestros angelicales líderes religiosos siguen atormentándonos con un fuego eterno. ¡Pobre de nosotros los malos! En ese lugar tan inhóspito nos daremos las manos. Allí nos iremos a reunir con toda esta claque de salvadores religiosos. Tal vez Dante nos pueda instruir sobre el comportamiento en ese recinto.
Ya dije que el Partido Popular Democrático no tiene el mollero político necesario en la Asamblea Legislativa. Y peor aún, las luchas internas que se están dando en ese partido están destruyendo el camino para una recuperación política de cara a las elecciones del año 2012. Soberanistas y autonomistas no encuentran un punto en común para desarrollar el Estado Libre Asociado. Todo esto complica más la situación que se va a llevar al Congreso norteamericano con el proceso plebiscitario que ya se nos viene encima. La basura es mucha y los recogedores son pocos.
Qué sabiduría inmenza la de Jesucristo cuando dijo: si una casa llega a estar dividida contra sí misma, esa casa no podrá estar en pie. Así está nuestra vida de pueblo. Entre políticos y religiosos se encuentran nuestros harapos espirituales.
Caguas, Puerto Rico
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