Monday, January 25, 2010

Carta sobre Haití



A: los gobiernos y organizaciones reunidas en Montreal
ante la situación en Haití


La reciente tragedia de Haití conmovió a los pueblos del mundo entero por su impacto destructivo, las consecuencias ambientales y sociales y sobre todo por la pérdida de vidas humanas. Lamentablemente, los desastres naturales no son una novedad en ese país caribeño, que fue impactado en el año 2008 por los huracanes Hanna e Ike.

Tampoco es la primera vez que observamos a la comunidad internacional hacer promesas de cooperación y auxilio a Haití. Nos preocupa, como organizaciones y movimientos sociales sociales y sobre la base del contacto permanente y consulta con nuestras contrapartes en Haití, que la respuesta internacional no sea coordinada sobre la base del respeto por la soberanía y en pleno acuerdo con las necesidades y demandas del pueblo haitiano.

Este es el momento para que los gobiernos que componen la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), las Naciones Unidas y especialmente Estados Unidos, Canadá y Francia, revean las equivocadas políticas que han implementado en Haití. La condición de vulnerabilidad del país a los desastres naturales - en gran parte causado por la devastación del medio ambiente, la falta de infraestructura básica y la débil capacidad de acción social del Estado - no está desligada de esas políticas, que históricamente socavaron la soberanía del pueblo y su país. Así se generó una deuda histórica, social, ambiental y cultural en la cual estos países e instituciones tuvieron una gran cuota de responsabilidad. Deben repararse esas deudas con el pueblo haitiano, más aún frente a la situación que está atravesando.

En ese sentido, rechazamos la militarización del país como una falsa respuesta al reciente desastre y a la medida unilateral de Estados Unidos de enviar más de 20.000 soldados a resguardar sus intereses económicos y geopolíticos. La ocupación de las tropas en los últimos seis años, mediante la MINUSTAH, no contribuyó efectivamente a la estabilización ni a la provisión de infraestructura y bienes públicos, y nada indica que el mantenimiento de estas políticas sea efectivo de aquí en adelante.

Exigimos a los gobiernos y las organizaciones internacionales la anulación inmediata e incondicional de la deuda externa reclamada a Haití, cuyo pago afecta millones de vidas humanas. Igualmente, exigimos que los recursos destinados para el auxilio y la reconstrucción no generen nuevo endeudamiento, ni que sean impuestas condicionalidades o cualquier otra forma de imposición externa que desvirtúe ese objetivo, como es práctica de las Instituciones Financieras Internacionales, como el Banco Mundial, el BID o el FMI y los llamados países donantes. Asimismo rechazamos que las empresas privadas multinacionales aprovechen esta tragedia para encarar multimillonarios negocios mediante la reconstrucción del país, como sucedió en Irak, o explotar la mano de obra barata y aprovecharse de los recursos naturales.

La sociedad haitiana, sus organizaciones, movimientos sociales y representantes estatales deben ser los agentes protagonistas en el esfuerzo internacional de reconstruir su país: los primeros en ser escuchados y con la decisión final y soberana sobre su destino. El pueblo haitiano se ha levantado en tantas ocasiones a partir de su propia voluntad, con la fuerza y la convicción de su ejemplo histórico de ser el primer pueblo libre de América. Cualquier cooperación sólo puede ser efectiva si cuenta con este compromiso y la plena participación popular.

Estamos atentos, siguiendo los acontecimientos en diálogo con las organizaciones haitianas para que la cooperación internacional se de sobre esas bases solidarias y no se repita una vez más los errores de las políticas del pasado. ¡Por un Haití libre y soberano!

25 de enero de 2010 /
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Haití: Camille Chalmers / Jubileo Sur -PAPDA)
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