Por Horacio Hernández Campán / Genealogista / Escritor pepiniano
Hoy recuerdo con mucho cariño a una persona muy querida de mi Pueblo, quien dejó sus huellas y sus recuerdos para todos aquellos niños que nos criábamos en nuestro pueblo de Pepino, en los años del decenio de 1930 a 1935: Don Luis Mendez y Pérez.
Era don Luis un hombre un hombre de mediana estatura, blanco, parecía puro español. Don Luis fue una persona muy religiosa, miembro de la Iglesia Católica. También muy caritativa y servicial, siempre hacienda el bien a sus semejantes y pordioseros de aquella época. Había mucha pobreza en aquel entonces. No era El Pepino de hoy en día .
Puerto Rico entero también estaba pasando por una depresión económica al igual que en los Estados Unidos, pobreZa por doquier.
Don Luis Méndez había sido casado dos veces. La última esposa [desconozco su nombre] fue mucho mós joven que él. De su primer matrimonio, si conocí a su esposa, María Juana Román, nativa como él de San Sebastián. Esta dama más tarde tuvo mucho en común con mi persona pues al yo, me embarqué a New York y conocí a su ahijada [1945 ], quien años más tarde fue mi esposa, Edna Crespo. Hasta el día de hoy llevamos de casados 62 años. Nos casamos en 1948. [Esto sera otra historia ].
Pues bien, volviendo a este personaje pepiniano, Don Luis Mendez: él tenia un negocio, era un pequeño restaurant, el que la gente privilegiada de aquella época lo frecuentaban. Recuerdo el edificio de dos pisos, frente a la barberia de Benito Fred. Aquí me excuso al no poder recorder el nombre de la calle, pues salí muy joven del Pepino, con apenas de 15 años y he estado ausente por 65 años, con residencia en los Estados Unidos y se me hace muy dificil recordar las difentes calles de mi pueblo. Era en la calle que va directo hacia el Cementerio Viejo del pueblo.
Recordar es vivir de nuevo los años de infancia .Siempre que me siento en solicitud de la añoranza vienen a mi memoria los personajes, amigos, maestros e infinidades de cosas en lo que fueron aquellos cortos años de mi niñez en mi Pepino .Por eso escribo estas historias y las releo en momentos de nostalgias y quietud.
Recuerdo cuando se acercaban los días festivos, la Navidad y luego el Día de Reyes Magos, Las Fiesta Patronales, pero... con Navidad y Reyes, esos eran muy especiales para Don Luis Méndez. Una o dos semanas antes de Navidad, él empezaba a trabajar en su proyecto de todos los años. Tenia una vocación y calma extraordinaria, pues, cerraba su negocio por esos días y lo podia hacer porque tenía buena posicion económica y, en realidad, no dependía de su negocio para vivir. Mas bien, era como un entretenimiento.
Como era tan religioso, arreglaba su salón con mesas y empezaba la tarea de fabricar y eregir en miniatura a ciudad de Belén y el pesebre donde nació Jesús, tal y como fue o imaginó según las creencias religiosas. Al terminar aquella tarea tan sublime y que con tanto amor hacia, el visitante sentía como si actualmente estuviese mirando el pesebre descrito en la Biblia: su obra artesanal tenía tantos detalles, se iluminaba con luces de Navidad, ubicaba allí a los tres Santos Reyes. Era como si Don Luis se hubiese remontado dos mil años atrás y hubiese estado presente ante el nacimiento de Jesús y la escena de la Natividad. Al terminar su obra, entonces abría su negocio otra vez para que el pueblo entero, que ya sabía de su obra, por hacerla una tradición pueblerina año tras año, la disfrutara. El vecindario entero se desbordaba para verla.
Siendo yo un niño, con apenas diez años, como para todos los niños, lo que allí veíamos era algo extraodinario que siempre y hasta el dia de hoy, con 86 anos de edad, nunca lo he podido olvidar. No solamente Don Luis nos deleitaba con su obra, sino que, al llegar el Día de Reyes, cuando esperabamos nuestros regalitos y porque no todos eramos afortunados de tener padres ricos o pudientes económicamente, don Luis compadecía la eterna pobreza de muchos niños. Lo que hacía, para que todos los ninos tuvieran sus regalitos, durante todo el año, era que se dedicaba a recoger juguetes viejos que los riquitos tiraban. Los volvía a rehacer, los pintaba y remodelaba durante el año.
Ese fue Don Luis Méndez Pérez, viejo español con corazón pepiniano, hombre que siempre fue un nino y que nunca nos olvidaba .
Don Luis nació, circa 1890, de acuerdo al Census de 1920, pero, estando yo aucente de mi querido pueblo, no sé su fecha de fallecimiento. ¡Que Dios lo haya premiado allé en el Cielo por su buen corazón, por su amor a su religión y por ser quien fue! El nos alegraba los corazones durante los Días de Reyes.
¿Quiénes estarán hoy en día con nosotros que aún compartimos aquellas costumbres, personas de aquella época y que nos endulzaron las vidas?
Don Luis Méndez: Que vuestro Espíritu Descance en Paz en la diestra de Nuestro Señor y Padre Divino.
Enero 27-2010 / Altadena , California
De su libro en preparación Recordando a La Gente De Mi Pueblo
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