Saturday, April 10, 2010

El intrincado mundo de las religiones


Por Arturo Cardona Mattei / Escritor y poeta puertorriqueño

La mesa está servida. Hay de todo y para todos. No hay gusto que no pueda ser complacido. Los líderes religiosos de estos tiempos no se amilanan a la hora de usar cualquier táctica para atraerse una feligresía numerosa. El número cuenta. La cantidad satisface. La calidad pasa a un segundo plano. Para lograr dichos objetivos se recurre a la palabra suave e inofensiva, a técnicas comerciales que puedan vender enseñanzas de poca valía. La unión de ideas comerciales y religiosas ha sido un gran paso para lograr la existencia de tantas religiones. En este mundo religioso tan confuso usted pide y su pedido es escuchado. Estos líderes religiosos han salido al mundo para complacer paladares y oídos. Su gran teología: que todos queden contentos pensando que van a obtener grandes logros. Una vida buena.

Como hay tantas religiones es sumamente fácil encajar en alguna de ellas. Y ese es el propósito, que nadie se quede sin religión. Que se sientan bien en la que escojan pertenecer. Algo muy importante: estos líderes religiosos deben borrar de sus labios la palabra pecado. Nadie debe ser llamado pecador. Eso hace sentir mal a la feligresía. Y una merma en feligresía equivale a recibir menos aportaciones. El juego es claro: una iglesia grande vende más confianza y es más atrayente. Eso es lo que entiende la gran mayoría de las personas. En estos días críticos e inciertos hombres y mujeres buscan salvadores que sepan manipular sus sentimientos y emociones. Lobos y ovejas se reunen al encuentro espiritual de su agrado.

Según un estudio reciente, existen diecinueve grandes confesiones religiosas y otras diez mil menores. La pregunta es inquietante: ¿Por qué tantas religiones? ¿Será porque hay muchos dioses? ¿Será que hay muchas verdades regadas? La confusión es patética. Creo que esta realidad es la prueba más contundente para probar que vivimos en un tiempo de desesperación espiritual. Es una pesadilla enfrentarse a tantas enseñanzas religiosas. Este abanico de religiones hace crecer el escepticismo de muchos millones de personas. Se sienten impotentes y tienden a perder la fe que los sustenta. Base esta también para renegar de toda idea que tenga que ver con un Ser Supremo, creador de todo lo existente. Podemos decir que este es terreno fértil para la teoría de la evolución.

Otros mucho creen que hay un solo Dios todopoderoso, pero que todas esas religiones son caminos diferentes para llegar a la misma meta: la salvación del hombre. ¿Será esto cierto? ¿Qué enseñó Jesús a este respecto? Bien, él dijo lo siguiente: «Entren por la puerta estrecha», exhortó a sus discípulos. Y de inmediato les dijo por que. “Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran”. Prosiguió Jesús: «Tengan cuidado con los falsos profetas, pues ellos están disfrazados de mansas ovejas, pero por dentro son lobos feroces».

¿Quién se atrevería a disputar tan excelsa verdad? Esta verdad nos llega todos los días a través de todos los medios de comunicación. La cristiandad farandulera es gran amiga de la religiosidad vacua que vivimos. Con algo de lógica se nos hace difícil creer que un Dios sabio ponga su verdad entre tantas religiones y líderes religiosos. Pero el hombre sigue perdido en ese tan intrincado mundo de las religiones. Este desbarajuste de religiones es un tumor maligno muy viejo. Y de aquel fangal pagano nos llegó las muchas ideas erróneas que hoy se anidan en la cristiandad.

El gran Maestro de Nazaret también dijo: «Todo árbol bueno da buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos». Por eso es que la cristiandad que vivimos es perversa, porque da frutos malos y va por camino torcido. Tan siquiera tiene una lumbrera que la alumbre en la oscuridad espiritual en que vive. Su destino final es la desaparición. Ella es parte de esa Babilonia la Grande, la ramera, la prostituta que ha mancillado la perfecta verdad de Dios.

La religión que Dios aprueba es una que defiende elevados principios morales. Y la palabra de Dios no está con los vaivenes de este mundo. Su palabra es inmutable. Eso sí, Dios es liberal, pero no anárquico. Desgraciadamente, nuestro mundo es uno con una moral movediza y de rasgos anárquicos bien plantados. En ese trance nos han pasado muchos siglos por encima.

El apóstol Pablo, el gigante de la fe, enseñó lo siguiente: «En el reino de Dios no tendrán parte los que cometen actos inmorales, ni los adoradores de ídolo, ni los que cometen adulterio, ni los hombres que se dejan usar para tener sexo con otros hombres. Tampoco los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los tramposos, ni los que maltratan a los demás con palabras». Aquel que deliberadamente cae en ese tipo de conducta debe darse cuenta que va por el camino ancho, por donde van los muchos.

Los pueblos de todo el mundo se rigen por constituciones, leyes y reglamentos. Así también Dios tiene sus normas y enseñanzas; para que el hombre aprenda a pensar y vivir en armonía con esos mandatos. Pocos son los que están en armonía con esos preceptos. ¡Y todo es por nuestro bien!

Dios perdona, pero también castiga. Todo lo hace con un balance perfecto.

Caguas, Puerto Rico

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Carlos López Dzur: Entre la narrativa y la poesía / Tres símbolos vivientes: Collen LaRose, Charlie Dent y Lars Vilks / En el Bicentenario de la Independencia Mexicana / La tertulia de La Central / Novalis: La Religión del amor; en La Voz de la Palabra / El libro de la amistad y el amor / Sobre las Partidas Sediciosas . Narrativas del Yo Cesativo / Entre la narrativa y la poesía

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