Por Arturo Cardona Mattei / Poeta y escritor puertorriqueño
Se murió la fuerza del volcán
Las aguas saladas del mar se esfumaron
Los grandes ríos se han secado
Los bosques amazónicos quedan estrangulados
La diversidad del planeta ha sido sofocada
Así de feo se ve nuestro planeta en la mañana
Encrucijada dolorosa la del hombre
Que sabe que la tierra da lo que él come
Que sus dolores son de fiera en parto en el bosque
Esperanza vana la cultivada por el hombre
Porque el hombre mismo provoca el desorden
Así de espantoso es el grito de los verdes saltamontes
Ya no quedan esperanzas
Solo se habla de odios y rencores
De avaricia, de egoísmos salvajes y torpes
Del hombre que traiciona, que es inconforme
El planeta da tumbos y se quema en el horizonte
Así de patético han quedado los sueños del hombre
Una voz se levanta…nadie la oye
Rumores fuertes hienden los montes
El águila levanta sus alas a nuevos horizontes
El hombre queda esclavo por ser tan torpe
No hay lugar para esconder tanto derroche
Así de enrarecidos se ven el día y la noche
No hay presencia de la pradera
Tampoco de la brisa que llegaba del norte
El cauce de los ríos son cementerios en desorden
Sus aguas se mudaron en las patas del sinsonte
Solo quedan ríos de lágrimas en los bosques
Así de amargo es el castigo que se disfraza de negras noches
El hombre de ciencia afanoso suda soluciones
El hombre de letras escribe entre conmociones
Pero el tiempo y el espacio a grandes pasos se encogen
Metamorfosis de un planeta que escupe sus pavores
La suerte está echada con magnos dolores
Así de enjuto son los pensamientos del hombre
¿Qué le queda al científico hombre?
Mirar al espacio en busca de celestiales horizontes
De aposentos vendidos por intrigantes hombres
Que venden el manto, la cruz y sus dolores
Que van siempre en busca de ovejas esquilmadas y torpes
Así le roban a Dios esos malditos malhechores
Son hombres y mujeres que traicionan
Que se acuestan bebiendo raras pociones
Que oran, que rezan, que riegan lágrimas a borbotones
Que tornan sus prédicas en rugidos como de leones
Esperando que la cierva madre tire al aire sus olores
Para caer sobre ella y devorar su inofensiva prole
Nuestro planeta Tierra pierde sus controles
El hombre que lo habita se estremece en dolores
Y el clérigo desgraciado que amonesta con sermones
Escribe promesas fatulas con negros y sucios carbones
¡Así de desvergonzados son estos elocuentes hombres!
25 de abril de 2010
Caguas, Puerto Rico
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