Incitando conflictos..
Por CARLOS LOPEZ DZUR
CONDADO DE ORANGE: En la democracia actual, especialmente la estadounidense, hay hechos que me recuerdan contextos y personajes de la democracia ateniense. Me acuerdo de aquella comedia, Los caballeros, de Aristófanes, que satiriza el gobierno de Cleón, jefe de la democracia en Atenas, en ausencia de Perícles. Alega esta pieza que Cleón sólo trataba favorablemente a los jóvenes nobles que, empero resultan aliados de un salchichonero, a la asaz intrigante e indigno. En la historia real, Cleón, hijo de un curtidor, fue el «el primer representante prominente de la clase comercial en la política ateniense». Durante las Guerras del Peloponeso, actuaba en concierto con los aristócratas, que igualmente odiaban y temían a las avanzadas ideas de Pericles.
Cleón está manejando los hilos acusatorios contra Pericles, aduciendo que hizo mala administración del dinero público, con el resultado de que él fue hallado culpable. Descubierta la mentira, Pericles fue reestablecido y morirá al poco tiempo. Cleón utilizó la democracia para la demagogia. Era rudo y tosco, mas dotado de una natural elocuencia y una potente voz. No se sentía cómodo entre los aristócratas, porque, en el fondo, no podía ser más que un salchichonero con suerte.
Sabía exactamente cómo trabajar los sentimientos del pueblo y consolidar su influencia en las clases más pobres. Aprendió, con una medida hacia ese fin, a triplicar el pago a los jurados, provetendo a los atenienses más pobres de un medio fácil de sustento. «En 427, Cleón obtuvo mala fama por su propuesta de dar muerte a toda la población masculina de Mitilene, que se había puesto a la cabeza de una revuelta». Su propuesta aunque aceptada primero, fue pronto anulada. Equivaldría a un genocidio. Esto fue lo mismo que cuando se pide, supuestamente, por la «evidencia de armas de destrucción masiva», permiso a la ONU y al Congreso Federal para neutralizar a Iraq, Irán o cualquier país que represente a los nuevos «espartanos contra la democracia». Como por cautela se piden corroboraciones y no las hay, los Cleones de la Administración Bush actúan a sus anchas. Atacan. La historia de la decisión en Atenas es indicativa de que unos 1,000 de los principales líderes y hombres prominentes de Mitilene fueron ejecutados. En 425a dC, para mayor suerte de Cleón, el demagogo, él alcanzó la cima de su fama al capturar y conducir a Atenas los espartanos que habían sido bloqueados en la batalla de Esfacteria.
«Mucha de su reputación era probablemente debida a la destreza militar de su colega general (no el orador); pero debe ser admitido que fue debida a la determinación con que Cleón logró que la Ecclesia enviara la fuerza adicional que necesitaba». ¿Cuán injusta pueden haber sido las gentes que como Tucídides y Aristófanes pintaron para la posteridad de Cleón? Difícil de precisa, pero hay algo en este personaje: Cleón es el que toma la democracia, con argucias populistas, para destruir reputaciones de hombres superiores a él (e.g., Períciles y el propio Aristófanes), utiliza el castrofismo para acciones genocidas (como lo hecho en Mitilene) y, pese a que se da colores de que está con los pobres, en los salones palaciegos, vota con favor las iniciativas de los adinerados y es capaz de perseguir, con mentidos argumentos, a los que sí exponen con buenas razones sus prejuicios oligárquicos.
De las distorsiones cognitivas favoritas en el mundo político estadounidense, en las competencias por el gran poder, ninguna es más frecuente cuando se trata de poner a raya la izquierda, las minorías y las causas impopulares, que el catastrofización. Los expertos en la sicología que trata con las «terapias cognitivo conductuales» entienden por el fenómenos de la catastrofización, como signos de la decadencia del pensamiento crítico, «imaginarse y ruminar acerca del peor resultado posible, sin importar lo improbable de su ocurrencia, o pensar que la situación es insoportable o imposible, cuando en realidad es incómoda (o muy incómoda) o inconveniente». Los catastroficistas, convertidos en asesores del candidato John McCain, echar una rumiada al viento. Observan la dureza de la contienda por Casa Blanca como la realidad incómoda. Con muy poca tolerancia a la frustración, uno de los asesores principales de McCain, cuyo nombre es Charlie Black, argumenta algo macabro, una catástrofe posible. Dice que que «another terrorist attack this year on U.S. soil would benefit his candidacy against Democrat Barack Obama». Ver
Hay teorías de conspiración que suponen que los ataques del 9 / 11 fueron una maquinación pentagonal. Un trabajo sucio de los intereses petroleros que los Bush representan. Cuando los actos de delincuentes internacionales extranjeros (sean Saddam Hussein, Obama Bin Laden, o cualquier otro que no cuadre a la mentalidad de la dirigencia estadounidense en Casa Blanca), hay que hacer uso de fuerza, o uso de cierta propaganda tal que la nación y el mundo tiemble ante ese Imperio del Mal, el Extranjero Terrorista y si dar tal pintura del Peligro Inmigrante y la Desobediencia A Sus Anchas, no está justificado por los acontecimientos propiamente, la catastrofización colectivamente inducida hará el resto. Hechos aislados, enemigos aislados, circunstancias aisladas, que requieran magnificarse, estimular negativamente el filtro mental del electorado, pueden salvar del descrédito una presidencia, o bien pueden darle una ventaja adicional a una elección. Esto es lo que insinúa Charlie Black. ¿Por qué no utilizarse otra vez las estrategias del terror sicológico? Si ésto sucediera, un nuevo ataque al estilo del 9 / 11, o un asesinato, como pudiera ser otro del tipo pakistaní de Benazir Bhutto en diciembre del 2007, cuando los eventos desafortunados «helped us», otros de cuño similar nos ayudan. En la guerra, como en la política maquiavélica, todo se vale.
Las distorsiones cognitivas son el instrumental de los dizque «buenos» asesores de campaña y diseñadores de imágenes y personalidades políticas. McCain es viejo, feo y conservador. Hay que reconstruir en torno a él al héroe. El que derrota al-Qaida. Saben que no hay obsesión más grande para el jactancioso anciano. Un vocero de McCain dijo: «El hecho de que el asesor principal John McCain diga que un acto terrorista en suelo americano sea de gran ventaja para su campaña política es una gran desgracia y es exactamente esa clase de política la que necesita cambiarse. Barack Obama dará vuelta a la página basándose en esas fallidas recomendaciones. Este es un tipo cínico y divisivo de política a modo que no podamos como nación cumplir un común propósito de finalizar el combate contra al-Qaida».
Aquí la intención es que no sea tan obvia la emocionalidad con que los republicanos toman el asunto de las guerras y las derrotas a los «enemigos». La emocionalidad del odio, no de la emocionalidad de la compasión a los que caerán como víctimas civiles, cuando se analice objetivamente la realidad de las guerras. Otras de las distorsiones cognitivas de este equipo de campaña y su jefe republicano, el Senador John McCain, es cierto militarismo «debeísta», en sustitución de la diplomacia basada en razonamientos objetivos. Después del etiquetado, preparan a McCain para que piense lo que debería sin tomar en cuenta el contexto situacional. Las cosas como son no son importantes. Interesa una respuesta con el rigor del debeísmo. Eso ha de ser tener carácter y no ser ingenuo. Las reglas rígidas y las aplicaciones dogmáticas son más útiles. Son el verdadero patriotismo. Ciegamente patriotas.
Esta es básicamente la forma como funciona la propaganda política cuando su meta es quitar a la valentía su valor democrático. Es la manera como se comunica a una población desorientada y vulnerable [aquí en los EE.UU.] que es conveniente un líder con mano de hierro contra los presuntos enemigos. Sin embargo, la valentía real es otra cosa. En una reflexión sobre la virtud democrática, Luis García Montero escribió desde la Escuela de Periodismo de la UAM de Andalucía: «La virtud de ser valiente en las negociaciones democráticas no significa sólo un rasgo de carácter personal, sino también una forma de entender el protagonismo ético y político de los ciudadanos...[...] La virtud de la valentía, fundamento ético de cualquier ciudadano, adquiere especial importancia en las tareas del gobernante que debe solucionar problemas y facilitar caminos de futuro. La utilización valiente de los procedimientos democráticos se coloca en el extremo contrario del dogmatismo de la fuerza, de la eficacia cobarde de la violencia. [...] El miedo belicoso, como razón de Estado, suele significar un método certero de degradación democrática. Bajo la coartada del miedo se recortan las libertades y se ponen en cuestión las garantías jurídicas y los derechos humanos. El miedo cierra las puertas, imposibilita el diálogo con los otros, favorece la creación de amenazas arquetípicas, figuras canónicas de presuntos delincuentes, argumentos coléricos que desembocan en la justificación vital del racismo y de la explotación clasista. El miedo, aliado mezquino de la hipocresía, sirve para introducir en las sociedades democráticas occidentales la legitimación vergonzosa de la tortura, los asesinatos selectivos, los genocidios y los campos de concentración».
Sirva esta introducción para hablar sobre alguien que realmente importa. ¿Qué tal si la sugerencia de Charlie Black fuese, no el asesinato de algún líder exterior, sino uno local? Obama mismo, o que sea otro en quien en vez de personificarse el mal, fuese el bien, es decir, ¿el buen aliado a los EE.UU.? ¿Qué tal si se organizara un operativo que justifique la violencia y la guerra, por la que tanto se ha luchado, invirtiendo tanto dinero y pérdidas vidas estadounidenses. Si la guerra llegara a su fin, si ganara Obama, la guerra de Iraq habría sido en vano? ¿Es posible que suceda sin que los wanna-be-heroes hagan algo? ¿Cómo se podría materializarse un golpe de suerte, la gran ventaja, de que suceda? ¿Cómo evitar que la posteridad castigue con su juicio a esos rambos de la élite del Poder?
ARMAS, EN EL OJO DEL HURACAN: La industria armamentista está en el negocio de la muerte. No olvidemos lo siguiente: El año pasado los dueños del mundo invirtieron en la industria de la muerte (la fabricación de armamentos) US $134 mil millones, un 45% más que hace diez años, según el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz. En gastos militares los gobiernos invirtieron el 2.5% del PIB mundial. Los misiles, bombas, minas y artefactos nucleares, no los fabrican para adornos. Se necesitan enemigos reales o inventados a los que se quiera matar. Las guerras son las ventajas de los propagandistas de distorsiones cognitivas por encargo. Los Estados Unidos facturaron en el 2007 un 45% de la venta de armas en el mundo. Este mercado hoy día es dominado por 41 empresas estadounidenses y 34 de Europa occidental. En los últimos diez años los gastos militares de los EE.UU. aumentaron un 65%, sobrepasando todo lo que se invirtió durante la Segunda Guerra Mundial. Es el precio de las intervenciones en Iraq y en Afganistán. Y seguirá la mata dando frutos porque McCain promete más a la guerra que al pobre.
DESARTICULAR LA VALENTIA: En un país como los Estados Unidos, siempre a la búsqueda de los culpables de las miserias nacionales (problemas, frustraciones), la falsa atribución es la esencia de la propaganda. Cuando se aplica la personalización injusta a otros lo que se instiga colectivamnte es el enojo exacerbado y la ansiedad de persecusión. Las mentes criminales provocan estas reacciones porque les sirve para atenuar sus culpas cuando estalle la ira vengadora. En los tiempos difíciles, la falsa atribuición (o la personalización demagógica) se lanza contra los que representan la posibilidad de cambios sustanciales, o contra aquellos a quienes culpamos de que «han causado cosas directamente, cuando muy posiblemente no haya sido el caso en realidad». Hay, por fines de falsa atribución propagandística, la necesidad de que Obama Hussein Barack se ha visto como un musulmán, o un ateo maquiavélico, de modo que luzca como un conspirador que toma el poder en los EE.UU.. Con ésto se convalidaría una justificación para llevar un paso adelante la preanunciada guerra / choque / de civilizaciones.
En medio de una importante campaña presidencial, en el siglo XXI y ante importantes expectativas mundiales para reintegrar la confianza a los EE.UU., cuyo prestigio internacional anda por los suelos, el asesor republicano desembolsó para la revista Fortune la palabra tabú: magnicidio. No pienso que su sugerancia se produzca en un vacío de inocencia. Ni tampoco que se desconozca que la nación por sus políticas se expone a atentados. Y ciertamente todo atentado terrorista tiene un fondo de cobardía; no la de los pueblos agredidos, objetos de las guerras estadounidenses, sino la cobardía de los líderes que toman decisiones irresponsables por causa de su inmadurez, fanatismos y distorsiones cognitivas personales. Este sayo vale que se lo vistan en Oriente Próximo lo mismo que aquí, en Norteamérica.
Un ex-asesor y ex-secretario de prensa de la Casa Blanca, Scott McClellan, sabe por experiencia que el uso de aberraciones cognifitivas y distorsiones de todo tipo no son ajenas a la mentalidad republicana y los intereses corporativos-bélicos que le dan forma. En su memoria de publicación reciente dibujó lo que fuera la invasión de Irak en 2003. Bush y su equipo de asesores se empeñaron en hacer el tema de las armas de destrucción masiva una generalización apresurada que emplazara al país y al gobierno al falso dilema de la agresión a otro país, con o sin el consenso de la comunidad mundial. La conexión de Iraq al terrorismo fue una premisa falsa que el mismo McClellan, en desafío valiente, presentó al país, concluyando que tal alegación (Irak como amenaza) «appear just a little more certain, a little less questionable than they were».
Entiendo la reacción de los pueblos árabes cuando sus comunidades son agredidas. Y Estados Unidos, como nación, puesto que les dio una muestra armada de su desprecio por ellos, es responsable de que la violencia se incremente. En su territorio, los árabes tienen todo el derecho a defenderse y no dar bienvenida de héroes a los invasores. La mayoría de la población del Oriente Próximo no tiene por qué entender si la misión que los EE.UU. se asigna al invadirlos es buena o salvadora, a corto o largo plazo. A ellos les ofende la irrupción, especialmente, si las bombas destruyen sus comunidades y las bajas son civiles, mujeres y niños. Ningún pueblo es tan cobarde como pudieran serlo los dirigentes oficiales, o los que lucran con la violencia y la guerra.
«La paralización, la voluntad estancada, el preferir que las coyunturas sigan su curso azaroso y sometido a las dinámicas sin control, el aceptar que las decisiones sean tomadas por otros, la comodidad de no intervenir, de no arriesgarse a una equivocación, suponen una forma camuflada de vasallaje o de cinismo, una apuesta por los beneficios turbios que puedan aportarnos las situaciones enquistadas o una negación pública de nuestra libertad, una renuncia a sentirnos dueños de nuestros destinos», explica García Montero. El Oriente Próximo no aceptará el vasallaje, ni en forma camuflada ni en forma abierta. En la medida en que descubra los beneficios turbios de la agresión el odio hacia los EE.UU. será más intenso.
Una propuesta estadounidense pata acabar la guerra es el único modo admisible para que la población iraquí y árabe del mundo ofrezca su perdón a los agresores. Seguramente, ese pueblo entiende mejor las tareas de la valentía, la prudencia y la humildad, que lo que los funcionarios vendepatrias y subordinados a los EE.UU. las entienden. El ciudadano iraquí, como el de cualquier otro pueblo, no es malo. La agresión a Irak, aún justificada en las encuestas por los ciudadanos, aquío allá, son sólo política, ilusionismo ideológico que varía de un mes a otro, según se va entendiendo lo que, por de pronto, esté oculto o permanezca sin examinar. García Montero dice que como ciudadanos: «La mayoría sólo somos débiles y por eso hemos inventado la política, un lugar para sentirnos fuertes y decididos frente a los poderosos. La política nos da derecho a la confianza, a la libertad, a las ilusiones compartidas». La política, como ese bastión de esperanza, es tanteo y puede que, en determinado momento, sea más imprudente que una chusma.
¿Qué sucede con la guerra que es la des-invención, la anulación política, el imperio de la matanza organizada? ¿Qué sucede cuando se le dice a un país, con las palabras del catastrofismo, que el Todo de la Obediencia o el Nada, Todo o Nada?, y se les dice a fuerza de balas y destrucción. Este es el lenguaje propuesto por McCain en Iraq. Castiga a-Todo-un-pueblo, creyendo que engaña a Norteamérica y el mundo al decir que se está luchando contra el terrorismo de al-Queada. Destruye un Todo cuando quiso sólo destruir una parte. Esa parte. con la quiso justicar la acción de guerra, es la obsesión magnificada en mediante la distorsión cognitiva. Es la visión criminal y amañada de las relaciones internacionales.
«Sobreestimar la manera de ser de eventos o personas» es un arma política. La mentalidad ultraderechista busca exclusivamente los entresijos, negativos y perturbantes, de las circunstancias, evento y persona, con tal de que sus intereses e ideologías queden protegidos. No significa que la ultra-izquierda no apele a estas distorsiones cognitivas por desesperación; pero, lo cierto es que en Norteamérica no se está exento de ejercerlos como arma política para proteger los intereses de una clase dominante que opera justificándose en la libre empresa, la codicia y el racismo.
La guerra no es la única manera de defender los intereses privados. O los puntos de vistas de personas con pronunciados prejuicios cognitivos. Se puede acudir a magnicidios. No siempre resultan en guerras. Desde dentro del país se puede neutralizar sus efectos y sacar ventajas. En los EE.UU., aún fallidos, meros atentados, han resultado útiles y se olvidan. En 1933, se hizo un atentado contra F.D.Roosevelt; en 1950, otro contra Truman; en 1962, se asesinó a John F. Kennedy en Dallas. En 1968, tocó si turno a Martin Luther King, Jr. Un atentado contra Ronald Reagan sucedió en 1981.
Interesante es el que atentado en Miami contra Franklin D. Roosevelt, propulsor del Plan del New Deal. Alude a los sicarios de la mafia y las consecuencias de la Ley Seca, así como la injusticia, corrupción generalizada y auge del crimen organizado que ha estado vigente durante catorce años. Años mas tarde, este atentado y otros hechos, serán interpretados como el resultado de promesas electorales incumplidas por parte de Roosevelt.
Un ejemplo de los intereses guerriristas presionando al país es el asesinato en 1901 de William McKinley durante una exposición en Buffalo, a tan solo 6 meses de haber iniciado su segundo mandato; McKinley, creyente en el pluralismo y la convivencia con grupos étnicos, fue realmente una víctima de intereses imperialistas. Como presidente, no habría querido resolver el desafío del coloniaje español en el Caribe con una guerra como la que se le forzó a hacer en 1898. De hecho, por meses resistió la demanda pública por tal guerra. Quienes describían en la prensa las atrocidades sufridas por el pueblo cubano, fueron entonces los mismos que soñaban con un imperio azucarero, donde el pueblo entero fuese un peonaje. Theodore Roosevel, quien llegara a ser su viceresidente, fue el verdadero creador de la circunstancia que hiciera de la Guerra Hispano Americana, «the easiest and most profitable war in U.S.»
Mckinley, ante todo, fue un presidente querido y un buen presidente. Representaba las mismas fuerzas republicanas que adoraban a Lincoln. Tenía una personalidad genial y un gran sentido de convocatoria entre los trabajadores, tanto que llegó a acusársele por sus enmigos de que los acarreaba con coerción para que nutrrieran sus marchas y votaran por él. Lo cierto es que derritó a Bryan por grandes márgenes, porque apelaba a todas las clases y a un verdadero reallinamiento de las fuerzas políticas en la nación. Durante su mandato, hasta cierto punto, los enemigos los tenía en la misma casa. Son los que lo inclinan al intervencionismo militar en el Caribe que el pueblo no quiere y él menos. Son los que desean cambiar el sistema monetario. McKinley siempre estuvo en favor de que la norma sea el oro.
Contrario a sus rivales políticos, que abundaron dentro del Partido Demócrata y son la clase que se adhirió a la administración anterior de Grover Cleveland y la defensa de un sistema monetario, que crearía inflación, no nuevos empleos, llevaría a la bancarrota la construcción ferrocarrilera, la industria más prometedora y permanente para el progreso de la economy. McKinley tuvo éxito en ganar votantes de las áreas urbanas y los grupos étnicos, por su visión integradora. Para sus enemigos, sin embargo, caídos en desesperanza y frustración, éste fue el momento apropiado para asesinarlo y lucrar así de la ventaja. La misma ventaja de la que hablara Charlie Black.
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La valentía como virtud democrática reconoce las constituciones y los estatutos como procesos de libertad, camino abiertos, en permanente diálogo con la vida. Toda ley es una negociación de los ciudadanos con su realidad. A la hora de dar respuesta a las exigencias históricas, la valentía democrática es un acto de prudencia política.
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Bibliografía
Glen Johnson, «McCain disavows aide's comment about terrorism». Assciated Press.
Aaron Beck, A. John Rush, Brian F. Shaw, Gary Emery (1992): Terapia Cognitiva de la Depresión. [Editorial Española Desclée de Brouwer]
Luis García Montero, «Valor democrático», en: El País.Com. Ver
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