Pat Buchanan
Por Carlos López Dzur
ORANGE COUNTY: Si la misión de un organizador es agitar, en el peor sentido del término, Patrick J. Buchanan se ha asignado la tarea de obstruir que otras personas obtengan un estatus dignificado en la comunidad. Es un divisor de pueblos. Un ave de mal agüero que donde quiera que vuela y se para es para forjar un proscrito («an outcast»). Un deportado. Alguien a quien haya que tratarlo con la animosidad con que se trata al enemigo. El término de invasor ilegal tiene que tomar los ribetes de una auténtica tragedia de xenofobia y odio humano. Buchanan es un articulador de tal tipo de agitación. Agita para que las verdaderas preguntas necesarias se diluyan en un torbellino de aguas revueltas. Su nativismo heredado, por las vías del cultivo de caducas ideas conservadoras, lo lleva al más pesimista de los panoramas: pensar que no hay opciones ni posibles consensos. Su estrecha ética del poder sólo deja abierta una puerta: manipular a la gente con mentiras, con masturbaciones mentales con el poder.
Enemigo de la multiculturalidad, sintiéndose portavoz de la Orientación a la Dominación Social en tiempos del Choque de Civilizaciones, preconizado por Samuel Huntington, Buchanan se siente un adolorido testigo del suicidio colectivo de Norteamérica y la civilización cristiana occidental. A los suicidas los llama liberales. «El liberalismo es la ideología del Suicidio Occidental. Sus ideas, seguidas hasta su final lógico, se probarán fatales. Y ninguna de esas ideas es tan valedera para llevar nuestra civilización a la desdicha final como lo es que las fronteras de los EE.UU. deban ser abiertas para cualquiera, o todos los que pidan llegar, legal e ilegalmente... [Liberalism is the ideology of Western suicide. Its ideas, pursued to their logical end, will prove fatal. And none of those ideas is as certain to bring our civilization to an unhappy end as the proposition that America's borders must be open to any and all comers, legal and illegal»]. Esta enfermiza obsesión con el suicidio colectivo, junto al delirio de la necesidad de cerrar puertas e imaginar un mal que viene, en la forma de inmigrantes legales o ilegales, retratan lo intenso de su frustración intelectual. Son metáforas de aislacionismo y de la falta de confianza en el futuro de su país. Lo que no se le pueda entregar al ínfimo grupito de corporacionistas, la élite de la vida productiva de los EE.UU. que sólo entiende el poder de la dominación y se niega a compartir y transformarlo en acto de colaboración.
Este es precisamente el mensaje de su reciente libro, State of Emergency: The Third World Invasion and Conquest of America, donde amplía el término de sus proscritos tradicionales: «The massive influx of illegal immigrants into America is nothing less than an invasion, and yet the White House and Congress appear disinclined to do anything about it».
Pat Buchanan visualiza que Norteamérica sufre un «estado de emergencia», el angustioso peligro de que los políticos racistas llevan las de perder. No van a poder ganar, si hablaran en contra de los hispanos-estadounidenses y las comunidades de nuevos inmigrantes. El entiende que es un derecho y un deber hablar en contra el inmigrante. «In the American Southwest will now lose the electoral votes of California, Arizona, New Mexico, and Texas. Soon, electoral realities will make it impossible for any serious candidate to speak out against unrestrained immigration».
En sus libros, uno encuentra que Buchanan sólo reconoce una comunidad política, que es aquella donde imperan los interses, valores peculiares y privativos de grupos, o electorado del sector corporativo. Su voz es la voz de los ricos y las clases altas que se han desvinculado de otras, a fin de evitarse un encuentro con lo que es ser humano y tomar conocimiento y acción a favor de los que son más pobres. Este sector no tiene por qué volver su mirada atrás al proscrito, al empobrecido y desorientado, al que está sufriendo. No tiene que reconocerles el derecho natural a que emigran de sus países en desastre. Esta es la razón para que Buchanan discuta, impugnando al propio Presidene Bush, cuando dijera que los inmigrantes indocumentados «hacen el trabajo que los estadounidenses blancos no quieren / do jobs Americans won't do» y elaborase en torno a la idea de que los extranjeros tienen el derecho natural a inmigrar (« that foreigners somehow have a natural right to come to America».
Buchanan el poder de la desconfianza que Lord Acton y Bernard Loomer describieron como «uinilateral, unaccountable power». Este, su tipo de poder apetecido es la ODS / orientación de dominio social de la sicología social de Pratto. Y Buchanan la entrega ideológicamente a los demás con toda su única esencia, la desconfianza misma. La difunde con los lemas de desamparo y desaliento aprendido, aislando con su llamado a la comunidad corporativa dentrro de las fronteras de odio y autoreclusión. Fabrica una super-avalancha de monstruos. «Our illegal population today is greater than the total number of Irish, Jewish, and British immigrants who ever came to the U.S.» Un monstruo de muchas cabezas que incluyen las cabezas de un apetito saqueador («a massive drain on our economy») a nuestra economía y la cabeza de crear un gobierno dentro de otro («Mexican government (since 1998 is) building a potent political machine within the United States»).
Este llorón profesional, que ve moros con trinchetes e imagina que invasores bien de todas partes con la misión de comer de su mandado) me recuerda a las telenovelas rosas, donde el; richo y el pobre se comportan como perros y gatos, marcándose el lugar que no deben traspasar. En el escenario cerebral y subjetivo de Pat Buchanan, el Tercer Mundo es amenazante. Es uno que él redujo a criados, súbditos, neoesclavos, ante un amo bonachón y riquísimo que vive en Casa Blanca, vecino al Congreso, donde todos parecen muy pocos inclinados a echar las criaditas de la mansión. En esta telenovela, el hijo del amo (llamámosle el Liberal) se enamora de la niña del servicio, la más jovenzuela entre las muertas de hambre. Llamésmole la Pícara Soñadora, o la Chamogosa Mili-Gol. Si bien el ex-presidente Vicente Fox para ayudar a crear unas fronteras seguras entre México-EEU., para evitar la invasión («the invasion of the U.S. by millions of illegal aliens»), el Gobierno de los EE. tampoco y van cuatro décadas de invasión y abdicación constitucional («the United States Government abdicated its constitutional duty to protect the states from invasion by illegal aliens over four decades ago»).
El profeta del aislacionismo, con el mensaje apocalíptico del invasor, cree que amedrenta a los poquitos defensores que tienen las criaditas / jardineros / cocineros y choferitos/ de la Casa del Amo Millonetas. La llamada «elite latina» argumentada por Buchanan son los benefactores, uno que otro cura de las Iglesias Santuarios, uno que otro profesor u organizador social. El odioso Buchanan de telenovela lagrimona los acusa. «They are doing everything they can to prevent the assimilation of Mexican immigrants into American culture». La respuesta de la élite latina es dramática: ¿Qué? ¿Quieres una comunidad que se sienta en sus meros moles / o una que te responda el mal con el mal, moliéndote a patadas? Esto tiene un efecto aturdidor. Tiembla ante la amenaza. Sin embargo, advierte que las ciudades se está preparando para tomar el control ante su violencia. «The growing crime menace of immigrants and illegal aliens».
Buchanan, jinete solitario, asesor de muchos de los más díscolos y detestables presidentes, como Richard Nixon y Ronald Reagan, no le gustaron los ideales del Movimiento de Derechos Civiles de los afroamericanos, pobres y chamogosos desde que se trajeron esclavos en cadenas del Africa. Dizque le gustaban los puntos de vistas, nostálgicos, dóciles y coloristas, de la negrada sin poder. Tan pronto en el Decenio de 1960, se vuelven activistas de verdad, organizadores y agitadores hábiles, dejaron de gustarle. «Black America prior to the baby boom generation», esos que no son capaces de rebelarse, que su dolor privado lo matan en alcohol o en venganza y terminan en las cárceles hasta pagando lo que no hicieron. Aunque en su libro anterior, Death of the West (2001), Buchanan se muestra más condescendiente con la conquista de los rebeldes militantes del radicalismo y el activismo pacifista del Dr. Martir Luther King, Jr., es decir, la Ley de Derechos Civiles del 1964, todavía él guarda sus recelos. Los afroamericanos son malagradecidos. No quieren considerarse parte de la cultura americana. ¿Para qué nos sirven los afroamericanos hoy si no han sabido ni contener a nuevos inmigrantes.
Pero un agitador perverso del divisionismo, alguna vez manipulador mediático desde el teleprograma de CNN, Crossfire [Fuego Cruzado], Buchanan la manera de sacar raja de la estrategia «divide y vence». Quisiera ver a las minorías rivalizándose unas a otras, hasta matarse en riñas callejeras, o desprestigiarse ellas mismas. Para animar esa labor ya que la tendencia en su partido republicano es más cobarde que activa, él rescata los puntos de vistas anti-inmigratorios de la dirigencia negra del pasado como: Frederick Douglas, Booker T. Washington y su favorito, W.E.B. DuBois. Cree que lo que pensara la dirigencia negra del pasado, haciéndolo por las situaciones concretas de entonces, equivocadamente o con razón, sirve para justificar sus prejuicios en el presente o, cuando no, para legitimar la rivalidad. Booker Washington, verdadero cabildero ante los intereses industriales, les pedía a ellos: No contraten inmigrantes. Ni latinos ni europeos. Aquí estamos los negros para hacer el trabajo. Buchanan se mofa de esos liberales afroamericanos, bobalicones y proclives a los invasores, que permiten que los inmigrantes venga por los trabajos que les pertenece a los negros. No toman las posiciones de Booker T. Washington. Pero su ataque a contr los líderes afroamericanos lo lanza y repite divisoramente contra los líderes empresariales blancos y la dirigencia sindical.
En país, al que juzga camino al suicidio cultural, le gustaría que se consultara al Amo Blanco, al país eminentemente anglocaucásico en el tiempo en que nació, a la hora en que esté en riesgo su demografía. «Me gustaría que fuera igual... He vivido en Washington, D.C., distrito de 400,000 hombres de raza negra, 400,000 hombres blancos, en un país que fue entre el 89 o 90% de raza blanca. Me gusta un país como ése». Bien. Muy su gusto. Pero ya no es posible. Tendría que detener el tiempo para que éso sucediera. Su deber es ponerse al día. No comportarse como el Gran Deportador.
Me pregunto por qué el llorón de Buchanan, prefiere el término suicidio cultural y no suicidio étnico. Es evasivo. «No, no. What I believe is that people should not deliberately alter the character and composition of the country without consulting the American people». Si lo que desea es revertir el tiempo y su infancia en un país donde el 90% de la demografía era blanca o anglocaucásica, también tendría que revertir aquella defensiva ilusión de Reagan de la edad de los vaqueros mata-Apaches, con su moralidad y valores de pueblitos aislados y puritanos («small town-morality», «with traditional values»), lo que sólo es posible hacerlo controlando las fuerzas económicas que ya las comunidades locales no pueden controlar debido a los programas políticos de una sociedad consumidora y corporacionista que permea los mercados internos y extranjeros. El Tercer Mundo llego a Norteamérica por la fuerza de la propaganda, el dinero y el poder persuasivo que los EE.UU. se ha dado al predicar la movilidad del capital y su presencia en los mercados internacionales.
Mas es difícil engañar a todos, con la suerte de lograrlo todo el tiempo. La plataforma sobre la política inmigratoria que el autor de Estado de Emegencia propone y que propagandiza a través de la Fundación neoconservadora The American Cause es la siguiente:
(1) Una moratoria de 10 años a la imigración legal. No más de 150, 000 por año
(2) Un muro fronterizo de 2,000 millas
(3) Legislación federal para terminar todos los benefiicios de servicio social a los inmigrantes indocumentados, con la excepción de los servicios en emergencias médicas.
(3) Legislación federal para terminar todos los benefiicios de servicio social a los inmigrantes indocumentados, con la excepción de los servicios en emergencias médicas.
(4) Cierre, multas y redadas contra negocios que contratan inmigrantes ilegales y la eliminación de los deducibles de los salarios pagados a los indocumentados
(5) Denegar la ciudadanía automática a los hijos nacidos de indocumentados («anchor babies»).
(5) Denegar la ciudadanía automática a los hijos nacidos de indocumentados («anchor babies»).
(6) No se permita que el inmigrante legalice a otros adultos que no sea la esposa.(excluir a los «non-adult children»)
(7) El fin de la doble nacionalidad en los EE.UU.
(7) El fin de la doble nacionalidad en los EE.UU.
(8) Un priograma de deportación que comience con todos los inmigrantes convictos delitos graves (felonías) y miembros de pandillas, quienos no sean ciudadanos de los EE.UU.
De hecho, con muchos de estos puntos se puede coincidir. El problema es que hay demasiada hipocresía y lealtades escondidas en el pensamiento de Buchanan. Su moralismo militante es parte de una Derecha Fundamentalista y Conservadora. La Causa Americana que él defiende, como cimiento de una política migratoria, apesta a nativismo y etnocentrismo. Sus pretendidas lecciones de una Mayoría Moral en EE.UU. está viciada. Y se podría lo que Michael Sandel, filósofo político de la Universidad de Harvard, dice: «Lo malo que se encamina con la Mayoría Moral no es que haya intentado traer moralidad y religión a la vida pública, sino que su visión de moralidad y religión es estrecha y obstaculizante... No ha podido ofrecer una visión moral más rica, pluralística y democrática, significados más amplios que en la vida pública se traduzcan a pluralismo y tolerancia. Al contrario, parece que la vida pública es un lugar vulnerable, donde se estrecha el moralismo e impera la intolerancia».
Y Buchanan, en vez de clarificar y combatir esas fuerzas, las agudiza. Es el Asesor de Ortodoxias Estrechas, desde esa trinchera que llama su Causa Americana y la revista en que echa su veneno: The American Conservative, con el resultado de que el poder de la corporación moderna advenga o se rinda no en favor de las comunidades, sino en su contra. Vean su estrategia: No favorezcan con empleos a los que lo necesitan; quiten al pueblo sencillo la oportunidad de que tengan voceros en los procesos de toma de decisiones. Que no conozcan las fuerzas que gobiernan cualquier nivel de poder. No debatamos con el Tercer Mundo que nos llega. Aislémosle. El conservador americano no debe humillarse dialogando con invasores e indocumentados. Teórica y prácticamente son delincuentes. Etiquetémosles con el mote de liberales. Contribuyamos a que sean, permenentemente, los absolute powerlessness, neutralizados en frustración porque tal vez, así se van del país.
Y el problema es que no se van. Aquí, en los Estados Unidos, sin ayuda y sin orientación, son los que se corrompen más, porque, como observa Sandel y Ernesto J. Cortés, Jr., cuando no se dignifica a la gente ni se les respeta su dignidad, el poder unilateral, no compartido, lo que origina es absolute powerlessness: carencia absoluta de poder, que lo corrompe. «The degradations of people who have no choices; who have no choices; who don'ts see any options, who are victims», como define Cortés. Es la estrecha e intolerante agenda política de los Buchanan la que produce ese mismo enemigo al que teme: el que fue degradado, robado de opciones y dejado sin alternativas, mas, sin embargo, ilusionado con el gran consumo y el Sueño Americano.
Ese mundo bárbaro, a juicio del rico, o del Amo, no tiene el derecho ni a llegar a los EE.UU. ni a quejarse, a riesgo de que se interprete que sus dolores, esperanzas y ambiciones privadas, sean descritas como ingratitud liberal o provocaciones anti-estadounidenses. Está prohibido ser anti-americano y anti-occidental. So pena de castigo. O lección ejemplar. Tan absurdo como se pueda suponer, la Casa del Amo no representa explotación ni sus negocios en base a comerse la riqueza de ningún país del mundo. Los EE.UU. ni son imperialistas, ni neo-colonialista, ni tienen en sí encarnado nada que no sea virtud. Así que es mejor que las rosas salvajes y chamogosas del Tercer Mundo se callen y obedezcan.
Buchanan es el hombre que, en aras de notoriedad, dice cualquier mentira. Una como ésta: «Todo el mundo está llegando, Sean, un montón, agencias de inteligencias los están enviando acá, Al Qaeda, los envía. Los personeros de Al Qaeda folks han hablado acerca de venir por donde las poblacione de inmigrantes de México llegan en forma explosiva. Y hemos recibido ya unos 36 millones de inmigrantes, tantos como han venido en toda nuestra historia».
A Buchanan preocupan que los árabes están aprendiendo español para venir, haciéndose pasar por mexicanos. Y él se arranca los pelos de coraje porque nadie hace caso en su partido a sus señalamientos paranoicos. Los republicanos están a la caza de votos, al igual que los demócratas, como para preocuparse más. Que de eso se preocupe Michael Chertoff. «Republicans are scared to death that if they do something about border security and build the security fence and the rest of it on the border, Hispanics will neglect them, turn away from them, go to the Democratic Party, and the Republican base is shrinking».
Entre tanto, la obsesión de Buchanan se centra en lo mismo. Aislar a los hispanos que un día le quitarán el poder a sus protegidos imaginarios (el 90% de blancos que han visto la demografía transformada). Para el año 2050, habrá 102 millones de ancestro hispánico en los EE.UU., principalmente una población mexicana, concentrada en el Suroeste y eso le quita el sueño. Los mexicanos son peligrosos, opina. ¿Por qué? Creen que el país les pertenece: «Unlike Irish or unlike Germany folks, never claimed America as their country, they owned it. Fifty-eight (50%) percent of Mexicans believe the Southwest belongs to them».
Mas, ¿qué daño le puede hacer el país que un 50% de los mexicanos piense que el Suroeste le pertenece? Déjelos soñar, después de todo, en retroactiva perspectiva histórica fue así. El blanco hizo un despojo explotando las contradicciones políticas-sociales de esa región y aprovechándose de las deslealtades del gobierno mexicano que nunca les pudo proteger. Eso es cosa del pasado y la mitología idealizante de la gente. Lo único que pertenece, en rigor, a una persona es su fuerza de trabajo individual y la habilidad de planificar un futuro económico que, por lo menos, lo haga dueño de su casa, su patio y su coche, en medio de un gobierno politizado que administra, a impuesto limpio. Ni el gringo mismo, el ciudadano promedio, es dueño de nada en el país ni se puede llevar nada a la tumba. Sólo lo que podemos tener de un país es una visión para él y la capacidad de armonizarla con los que, privilegiadamente, son multibillonarios y manipulan la riqueza nacional.
En conclusión, Pat Buchanan es un cabildero perverso que vive de la prédica del divisionismo, conservadorismo arcaizante y nacionalismos aberrados para que los que invoca el nombre de Causa Americana; pero, quienes leemos entre líneas, sabemos a quien da su lealtad de hombre político: al imperialismo, a la burguesía norteamericana, a los sectores menos colaborativos, anti-comunitarios y racistas. Como asesor de asuntos políticos para tres presidencias, su papel ha sido siempre retardario, darle vueltas a la noria, evitar que se legisle sobre lo que es importante para el país. La inmigración, principal tema de su libro, ha alcanzado este nivel de crisis que hoy lo asusta, porque lo exagerado no vende. Y él vende pomadas de mala voluntad y obstrucciones politiqueras. Es un extremista de derecha y sólo la gente como el Shá de Irán, Pinochet o los fascistas son dignos de comprar sus ideas, recibir sus asesorías y divertirse aplaudiéndolo.
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Bibliografía
Patrick Buchanan, State of Emergency: The Third World Invasion and Conquest of America (August 22, 2006) ISBN 0-312-36003-7
Pat Buchanan Defends Controversial Immigration, en: Hannity & Colmes, August 22, 2006 Ver
Michael Sandel, Liberalism and the Limits of Justice.
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