El regalito / cuento

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LAS HIENAS / NOVELA / CARLOS LOPEZ DZUR

«Soy así, ¿y qué?», contestó con soberbia. El da su mitología personal como oferta al mundo. La comprensión de su mito es «quererlo y aceptarlo como es». Y no es fácil complacerlo, cumplir la tarea interpersonal ya que, si bien hay borregadas humanas, en la sociedad y en la vida cotidiana, otro sector entre la dirigencia organizadora de la res publica presenta personalidades más complejas. Ñaño de Castro no parece ser una, aunque es Senador.

El Dispensador Mongólico, Kenneth Davison McClintock Hernández, adoptó su aire de reyezuelo anglicano y le dijo: «Ñaño, cualquiera se jode al bregar contigo». ¡Tantos circunloquios para decirle 'bruto', funcionario sin méritos y, por desgracia, encaprichado con 'ser-más-avanzando-en' / heideggerianamente dicho / el círculo de las dirigencias! El Ñaño de Castro no se da cuenta de que hay problemas en el Barco Azul. Perdieron las elecciones y el Gobernador Acevedo Vilá es uno que odia a los azules, como los azules a los rojos y, «¿y entonces por qué tonteas?» él se atreve, sabiendo que auténticos o no auténticos, expulsos o no, son objetados dentro y fuera del partido. El Ñaño pregunta: «¿Qué se nos daría para las Primarias del 9 de marzo de 2008?»

«Una patada por el culo».

Y le cuesta pensar que Kenneth, el Chinito londinense, lo trate así. Ese mongolcillo / seudoportorricensis a quien fue tan leal cuando se desempeñara como el decimotercer Presidente del Senado de Puerto Rico desde 2005 al 2008, ¿me dijo qué? «¿Cómo?» A esos casi quince años del Chino en la Legislatura se los respeta mas, pese a lo «orgullosito y caprichosón que soy», se los dio con su sombra. Su incondicionalismo. El fue el aire acariciador que bajo los ramajes iban como brisa que canta y refresca.

«¿Que me patearías el culo, tú o quiénes?», graba en su mente. Lo apunta en su cuadernillo de agendas: 10 septiembre, 2008.

El Ñaño estaba descorazonado de que le hablaran así, máxime cuando fue día de su cumpleaños. «¿Y quién es quien dijo cosa tan fea ahora que no tenía a nadie que signifique amor fraterno? / o paterno / o materno / o dhármico / si Kenneth mismo debería sentir sentimientos de miseria o desmoralización similares, tras la pérdida: el vacío, algo que incide en el Partido y en las vidas de todos. Sentir que el poder se va yendo de las manos, según crece la ira popular... y se va, o amaga irse, cuando ya no tenemos protectores, u otros poderosos / consoladores incondicionales / que brinden su apoyo. «Algo comienza a amenazar y no me gusta. Espanta y asola».

Y al arquitecto George se lo comieron los gusanos, allá en Texas, en el barrio londinense de Notting Hill, y «allá, donde se presupuso que nacíste», apenas sobrevive la iglesia anglicana de St. George y Doña Nivea, china de Ponce, también a Dios le dio cuenta, «y estás solo, como yo».

«¿Qué te dio?»

«No esperé que tú me dijeras que me patearías el culo».

«¡No seas majadero, Ñaño! Estás muy susceptible como niño que se mea en los pañales. ¿Habrá que explicarte que hablé figurada, simbólicamente?»

«No me expliques nada». Decidió irse a su casa. El corazón, con gran enojo. Maldecía hasta en chino. Claro está, antes de salir del Capitolio, firmó para que se le pague su dieta. Y se sepa que estuvo presente en «gestiones oficiales»; y mientras iba, en su automóvil rumbo a su casa, se cantó el Happy Birthday's y se recordaba de las canciones de cuna: «¡Duérmete, niñito» / ¡ah, baby / little brother, ñañito!. Y el lil' bruddah se convirtió en su apodo. Quería darle un prestigio en la política porque De Castro Font, con escasos 24 años, fue el polluelo de los legisladores, el más joven que llegara al Capitolio. «The youngest elected representative», tal vez no el más inteligente, pero ya está en el Libro Guiness de los Sinvergüenzas, como lo chotearon los mismos 'rojos' de La Pava en las telecomedias cuando dio el cambio. Fue reelecto por el electorado popular en los comicios generales del 1992, 1996, y 2000... ¡hasta que vino el cambio! «De este boricua sinvergüenza, nieto de Jorge Font Saldaña, uno de los íntimos adláteres de Muñoz Marín, el Vate, no se sentía orgulloso ni el Ombudsman, su padre Rafael Adolfo de Castro Campos, y «mire usted, si le díeron consejos entre todos». Madura, madura...

«¡Nah, mire que decirme a mí que me pateará el trasero!», medita mientras maneja hacia Guaynabo... Decir a él que lleva casi 20 años en el mundillo político y quien, desde niño sabía que su misión en la vida es ser-más-avanzando-en / heideggerianamente dicho / la cotidianidad política y que, por algo se mamó el aburrido currículo de Justicia Criminal en la Universidad del Sagrado Corazón y para que lo asuman, como líder duro, macetero, entró a la Guardia Nacional... «¿Patearme el chiquito a mí?», se pregunta el Ñaño, «ni él ni nadie; soy así, ¿y qué? y el que me compra, sabe lo que se lleva». A su juicio, se habla con un Karate Kid / «soy hábil en artes marciales». se jactó, «no como el panzón de Santini».

Es cierto que lo comparan negativamente con su abuelo. Que no es ni la sombra de lo que fue linaje ancestral de aquellos en el círculo íntimo del patriarca Luis Muñoz Marín. «Hablar de Font Saldaña, wow», así exclamaba la gente / sus maestros en la Universidad del SC que asocian al chico con el poder de las Grandes Familias y Círculos... ahora que, hará no más de 3 meses, supo que hay una investigación del FBI y se hurga sus cosas, sus casi 20 años de labores legislativas, bien que trata de recordar a viejos profesores / consejeros legales / de entre quienes admiraron a su padre, Rafaelito el Ombudsman; pero no envuentra alguno suficientemente grato, en quien pueda confiar porque él impuso el mito de que ee vale ser como es, sepa o no explicar qué y cómo, y que hay que aceptarle. Aunque no diga el por qué hay que querer a este ñaño ente que se sospecha angustiosamente amorfo e impredecible.

Cuando quiere consolarse con el hecho de que el pueblo azul lo quiere y, por tal tazón, lo ha renominado en marzo para las próximas primarias, viene como bofetada la memoria de aquel maestro. Uno que le dijo en USC: «Hay una intelIgencia que yo valoré, pues, conocí al primer legislador que hizo historia en Puerto Rico en los años del Partido Estadista Republcano. García tenía 28 años de edad, 19 cuando se graduó de leyes y me agradaba ésto de él: Miguel Angel García Méndez siempre sabía lo que quería de cada momento de la vida. No improvisaba nada. Fue el legislador más joven de su tiempo ylumbrera excepcional, por la inteligencia planificativa aplicada a todo lo que hizo, ¿y no me sabes decir tú qué quieres? ¿excepto 'Soy así, ¿y qué?»

Ha olvidado el nombre del jurisconsulto; pero, no lo que volvió a reprocharle en 1988: «¿Te regalarán un escaño, una de las candidaturas por acumulación, con su pasaje directo a la elección?» Y, como sentía que tenía el derecho a recibir cualquier regalo, sólo contestó: «¡Pues! Yo me lo merezco».

Era como oír la oferta publicitaria, propahanda en torno a productos de belleza, por boca de mujer vanidosa, narcisista y encaprichada. A su mente llegó la imagen de avisos de perfumes caros o cremas de L'Oreal y el estilo de vida parisino, donde el 9% de los millonarios de todo el mundo residen y utilizan la ciudad como paraíso fiscal. En Francia, donde aproximadamente 2.2 millones de personas tienen un estatus de prosperidad impensable en Puerto Rico, el país galo se coloca en el tercero del ranking mundial de países por número de millonarios. «Allá se quiere aparentar, presumir, mas no pagar un centavo al fisco, el mínimo pago / por el máximo de esplendor o de luxe?»

«Cuando regrese de Francia decidiré si participo en las primarias del 2008», medita creyendo que eludirá cualquier problema con que el FBI lo involucre. «Los azules vienen a fumigar las sabandijas», le había dicho el que le cuida sus espaldas desde los ojos oblicuos.

Ha doblado por la esquina que le llevará a su casa cuando a su mente regresa el ser borroso. De hecho, se parece a Font Saldaña, su abuelo. Y el sujeto le habla de que «en tiempos de Miguel Angel García Méndez y de su abuelo, apenas los legisladores cobraban una dieta por sus servicios». Apenas asesores, almuerzos y cenas, se evitaba la pérdida de tiempo, las consultas triviales y «el legislador era hombre pensante, no como ahora». No proliferaban los diplomas comprados ni escaños para victorias servidas en bandejas de plata.

«Cierto», lo admite. Piensa que no había nada que robar ni mucho qué hacer en aquel paraíso de la Tainada borinqueña. Se ríe. En Puerto Rico, faltaba el capital, o se lo habían apropiado los grandes monopolistas, corporaciones cañeras norteamericanas en la sucinta lista de privilegiados. Pero, en el Borinquen de hoy, «donde hay ponceños londinenses, con caras de chinos y combas extremidades de texanos, abundarán las vetas de riqueza».

Se va su mente hacia el proyecto Paseo Caribe, o cuando no, se alterna con la imaginación de la Francia de 2.2 millones de supermillonarios, ciudades en torno a las cuales su ex-profesor hablara, citándole a 137, 500 millonarios (el 7% de ellos) que jamás creyeron y lo expresan públicamente que se les debería gravar con altos impuestos. «Beautiul people and elegance is a pay enough for yor country!» La mejor publicidad para el progreso.

En Francia, como en Puerto Rico, la gente perfumada, con alma de L'Oreal, cree que por su linaje y derecho divino, se ganaron la autoridad para seguir viviendo de la hacienda pública, facturándole a la clase media, a los pobres, al Estado. «El Estado se hizo por la misma razón que se hizo la vaca. Para que se ordeñe, o se otenga su leche y, cuando la vaca ya no ofrezca más leche, se la pica para carne. Al toro se lo torea en la plaza, se cobra la entrada al toril y, finalmente, se lo mata, clavándosele mil banderillas», filosofaba el Ñaño durante su manejo a casa.

«Hablar de Font Saldaña, wow», así exclamaba la gente. El ñañito no tiene idea de ese prestigio. Es el Bebo. Ajeno a los valores del abuelo quien dedicó 35 años de su vida al servicio gubernamental (24 en la Rama Ejecutiva y otros 11 en la Legislativa), también sirvió en la PRRA, como ex-Secretarrio de Hacienda Muñoz Marín y Sánchez Vilella, y en La Fortaleza, donde fue ayudante ejecutivo del gobernador Jesús T. Piñero. Después formó parte de la Convención Constituyente de 1951-52. Cuando un ignorante, sin brillo, como «este ñaño de mierda» dice WOW, en verdad, lo que se escucha es al ñoño «y no es lo mismo». El juriconsulto le dio un grado de «Deficiente» en su clase. Fue en más de una. Dijo que le perdió el cariño ancestral que inspirara al principio por su linaje bueno. No honra a ninguno y es tan pedante.

«Soy así, ¿y qué?»... y todavía sintonizó su música y remozó una mofa y carcajada a la memoria del profesor. Seguro, afiliado a la Pava de los tiempos del jibarito y su Lamento Borincano. «Nadie habrá que de ahí lo saque, profesor idiota; yo sí superé el tradicionalismo sentimental. No creo en los cuentos de Juan Bobo».

Lo sacó de su risa la manifestación que halló como estorbo a ciertas calles. Son los opositores del proyecto del Paseo Caribe. Se ha formado sendo tapón por esa causa. Se obstruye el tránsito vehicular que él debe seguir, si no deseara el largo desvío y, para más fastidio, por el coraje que tiene, ha percibido que su vejiga está llena.

Entonces, estacionó como pudo, se apresuró a pie, casi corriendo, a saber quién dirige la manifestación. Le pareció oir las voces de Tito Kayak. Mas no. «¡Y tenía que ser! Gente de la Pava, con independentistas, gama total de los rojos!» Identificó a dirigentes y, con lenguaje soez, a todos los insultó. El sí estaba alterando la paz, se quejó el vecindario. Valía la pena despacharse unos inuendos. Traía coraje, como nunca, y pensaría con temeridad que si le saliera un valiente que lo rete, se pondría en su rol de Karate ñanito-kid, judoca at large. «Mejor no. O wue no le busquen. No es miedo, me meo por otras razones».

«¡Epa, el gran ñañito!», lo señaló con el dedo un sujeto cuyo rostro se aprendió bien de memoria y lo conocía haría diez años. Fue portavoz de la gobernadora electa, Sila Calderón, y era el año 2001, cuando él, el ñañito, quiso ser Speaker de la Cámara de Representantes, posición que ella le negó por tener su preferido. De Castro había vivido algo así como lo que Rosselló viviera con el Chino McClintock. «¡Que le negó la oportunidad de la Presidencia del Senado a su ex-gobernador y, con razón la amargura de fracasar en el intento!»

De pronto, sí que comprende a Rosselló, «el jefe que se encachorra si pierde». Es como él, paradigma de una generación mimada. Derecho de Dios o del Demonio que tienen. Pataleo seguro si la ley o la cordura estorban o se imponen.

«¡Le robaste a Sila y la Pava el escaño!», le gritaron. Claro. Se declaró independiente. Se quedó con el escaño popular, el Partido a traicionar y, peor, no tardó en mudarse al PNP, con los azules.

Fue mala idea después de todo acercarse a husmear. No es persona de crédito en estos días. Se le abuchea y se le corea que es ladrón. Y él es un inversionista, así se cataloga. Sólo le interesa una cosa en la vida: the bottonline: que lo que sea / sea «very profitable investing». Sí. Esto lo recuerda como lo que le dijo a su exprofesor. «Olvídese de las estadísticas francesas. Lo que vale es cuánto capital hay aquí y quiénes lo tienen». Este, como inversionista del PNP, cambió la fórmula «Focusing on VALUE creation, not making money» por otra que expresara: «Lo que te hará rico es enfocarte en el dinero, no en la creación de valores».

Si bien cumplía a pie juntillas el consejo, «Focus yourself on your unique talents and abilities and delegate everything else», De Castro halló que su mayor talento fue cobrar, jugar con el tiempo, aplazar legislación o adelantarla en el calentario «en benegicio del mejor postor, cosas que no son favores si no van a tenor con nuestras caisas». Cuestan y se cobran y a cada fiel, velas para su misa. Nada es gratis. Ni siquiera esos subsidios a servicios de luz eláctytica se ofrecen a los residentes en los caseríos, esas pilas de sellos de alimentos del Mantengo. No es gratis, aunque así lo parezca, tener por la radio, día y noche, voceando por bocas de jubilados / «nuestros comunicadores» / lo que el Partido cree o deja de creer. Fotutos bienventurados. Lo hacen por sus hijos, o porque no se les cobre la factura de ésto o aquello, o no se despida a un familiar del empleo. «Su ñañito sabe, llámelo a chinco-chinco-chinco / chinco chinco chinco chinco».

«¿Por qué me dice usted ladrón? El primero que está robando en Puerto Rico es el pobre. El que acepta dinero del Welfare sin dar un tajo roba. Ladrón será esa gente que no paga ni la renta de su casa ni servivio eléctrico, que pide subsidios... yo, al menos, doy servicio. Trabajo en la Legislatura, ¿eh? ¡Veinte años llevo, por veinte años me han tenido allí! y hoy es mi cumpleaños... y carajo, me estoy meando!»

Y corrió, divisó una patrulla 911 (emergencia) de la Policía, estacionada, con las llaves dentro y las puertas de par en par y dispuso de ella, como si fuese de su propiedad. La policía, cuando la arrancó, le puso cola.

«¡Es Ñañito, el legislador!», dijo un policía. Le echoraon la sirena.

«¡Pero hay que arrestarlo, anyway!»

Pero si fue Kenneth, el Chinito, «uña y mugre de Ñañito», quien elevó los sueldos, prestaciones y protecciones, a los guardias municipales (la primera vez a más allá de $1,000 mensuales), si ésto hizo en el poder, ¿cómo no dar una satisfacción al chinito londinense, soltándole al lil-brother, el nene lindo de la Legislatura, aquel que entró en pañales a la Legislatura de Puerta de Tierra y lleva 20 años de servicio?

Ya lo dijeron: 'está 'conectado' con el alto nivel de los Populares. Desde que nació en la casa del Ombudsman y de los íntimos de Muñoz Marín, «padre moderno de Puerto Rico, padre de los pobres», el pueblo entero ha tenido que «bregar con ese duendecillo».

El policía tendrá que apiadarse. Una multa y dejarlo. El Estado la pagará.

«Sólo que devuelva la patrulla».

«¡Senador! No sé por qué hizo eso».

«Soy así, ¿y qué?», contestó.

«La gente tiene el derecho a manifestarse; pero no a llevarse sin permiso una Patrulla del 911». Hizo que el ñañito se bajara. Sabrá si estaba ebrio. Quería cumplir con su deber.

«¡Deja ya, deja ya! Me estoy meando. Lléveme a casa de una vez», fue lo último que le dijo.

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