Luis Fortuño, el joven Gobernador. Foto: Vocero
Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertorriqueño
Los anexionistas del patio y los que se encuentran en el exilio están de pláceme con la victoria electoral obtenida el pasado 4 de noviembre de 2008. Ven en el nuevo gobernador, Luis Fortuño Burset, el líder enviado para resolver los muchos problemas que tiene Puerto Rico, incluyendo el viejo deseo de alcanzar la estrella 51, dentro de la bandera norteamericana. Argumentos del pasado y del presente se traen a la luz pública para ver cómo los alinean de forma favorable a sus frenéticas intenciones de conseguir la estadidad para nuestra isla. Esa cantaleta ya tiene 110 años, y el bendito Congreso sigue aburrido y bostezando. Nada lo mueve a mirar con ojos piadosos a estos puertorriqueños que pretenden colarse en ese Club de los 50.
Ni el desperdicio de la sangre de jóvenes puertorriqueños en las guerras del Tío Sam ha podido hacer mella en la conciencia de esos congresistas. Y es que para llegar a ser estado de la Unión norteamericana se necesita algo más, mucho más. Desde el mismo principio de la invasión militar -1898- quedó claro que ese sueño no estaba en la agenda del Congreso. Por eso fue que se nos otorgó el rango de territorio no incorporado. Luego de 110 años seguimos en el mismo limbo político. Otros territorios han sido sumados a la estadidad, pero el Puerto Rico anexionista sigue ansioso y perturbado por no haber logrado tan acariciado sueño. Ahora, con todo el poder político en sus manos, de seguro volverán al ataque. A Washington volarán como palomas mensajeras. Pero ese mensaje ya es viejo y trillado para los norteamericanos. Les pondrán oídos, pero no los escucharan. Ya se saben el libreto de memoria.
Estos anexionistas ilusionados quieren la estadidad a la trágala. La quieren ahora. No quieren esperar mucho más. Temen morirse en el sarcófago mugriento del Estado Libre Asociado. Quieren uno nuevo, diseñado por ellos mismos. La desesperación cunde entre sus huestes. Su máximo líder del pasado cercano, el doctor Pedro Rosselló. ya no vale ni pa’ pool, ni pa’ banca. Y el que tienen ahora no les hincha el ego proamericanista que llevan en la sangre. Lo encuentran flojo, sin sal, ni sazón.
En su más reciente columna, el señor Maurice A. Ferré, dice: «Cada cuatrienio la aceptación de Puerto Rico como el Estado 51 de la Unión será más y más fácil. Sí, Fortuño tiene que enderezar con urgencia los asuntos económicos de Puerto Rico, pero no puede abandonar para luego la causa de la estadidad. Con la actitud de estadidad eventualmente, Fortuño no resuelve ni una, ni otra cosa. El lema operante tiene que ser, ¡Estadidad ya! Estadidad ya significa el comienzo de un proceso que tomará diez años para completar». ¡Vaya promesa!
Así cantan estos pájaros desde el exilio. Pero no ponen un pie en tierra puertorriqueña para luchar por el ideal que ellos entienden es el mejor. Su tío, Don Luis A. Ferré, el líder más apto para convencer al Congreso sobre la estadidad para Puerto Rico, se fue a la tumba sin ver coronado su máximo empeño. Don Luis fue quien se inventó lo de Estadidad Jíbara, pero hoy ese concepto está descartado por los nuevos líderes del presente. Romanticismo y pragmatismo no pueden coexistir. Ya lo dijo Abel Nazario, alcalde de Yauco, que para llegar a la estadidad primero hay que poner la casa en orden económica y fiscal. Para eso siempre se ha tomado como medida al estado más pobre de la nación, Misisipi. Ahora se suma otra voz al reclamo del alcalde de Yauco. El nuevo Secretario de Estado de Puerto Rico, el señor Kenneth McClintock, se pronunció de la siguiente manera: «Me voy a enfocar en eso, atraer actividad económica para Puerto Rico. Iremos a donde tengamos que ir. Si te hundes en la cuestión ideológica y te distraes en eso no tienes el enfoque para las cosas, para ayudar en la calidad de vida de Puerto Rico, como generar vida económica, generar empleos, que a fin de cuentas es más importante”.
A eso de ¡Estadidad ya!, el señor Maurice A. Ferré urge y reclama la puesta en movimiento del llamado Plan Tennessee . Es muy cierto, allá funcionó a la perfección, pero acá sería como echar piedras en un fardo roto. Aquellos territorios contiguos no podían escapar del brazo arrollador que era el Destino Manifiesto. Aquel ideal político y económico fue confeccionado a la medida para arropar, precisamente, todos aquellos territorios. Puerto Rico es brisa de otras montañas.
A los amantes verdaderos, sinceros y honestos de la estadidad les queda un enorme trecho por caminar. Y ese camino será largo, estrecho y pedregoso. Y al final del camino no alcanzarán la Tierra Prometida. Pues el Congreso nunca jamás concederá tal petición. Así es, la estadidad es una concesión, no un derecho. No importa lo que haya dicho un Magistrado de la Corte Federal en Puerto Rico . De vez en cuando todos necesitamos de una profunda evaluación psicológica. A veces vemos y oímos cosas que están fuera del plano de la realidad. La imperfección humana nos apabulla. Con todo eso hay que vivir.
Cuando veamos los Tres Picachos –sembrados en nuestra Cordillera Central- envueltos en nieve, entonces la Estrella 51 descenderá de todo lo alto de nuestro cielo azul y antillano. Ahora es tiempo para una buena siesta y un buchito de café prieto.
Caguas, Puerto Rico
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