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“Por una vez, tenemos que usar el máximo poder de este país contra ese pequeño país de mierda [Vietnam] para ganar la guerra. […] Henry, no tienes ni idea. Lo único en lo que tú y yo no coincidimos es en los bombardeos. A ti te preocupan mucho los civiles y a mí me importan un bledo. […] Sigo pensando que deberíamos destrozar las presas. […] prefiero usar una bomba nuclear. ¿Lo has entendido, Henry? […] Una bomba nuclear, ¿te preocupa? Quiero que pienses a lo grande de una vez, Henry”.
Richard Nixon en conversaciones con Henry Kissinger sobre las acciones a tomar en la guerra de Vietnam.
“[…] Me di cuenta de que nunca más podría alzar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los guetos si no le hablaba primero claramente al principal proveedor de violencia en el mundo actual: mi propio gobierno”
Martin Luther King, Más allá de Vietnam, 1967.
“No entiendo este rechazo sobre el uso de las armas químicas. Definitivamente hemos adoptado la posición en la Conferencia de Paz de argumentar a favor de las armas de gas como una forma permanente de la guerra […]. Estoy totalmente a favor del uso de gas venenoso contra tribus incivilizadas”
Winston Churchill, en Consejo de Ministros, 1920.
A raíz de los últimos acontecimientos que se están sucediendo en el escenario político internacional – el muy probable ataque a Siria, la persecución de Edward Snowden o la condena a Bradley Manning – no es muy complicado para quien tenga un mínimo interés en la investigación histórica que le vengan a la mente el caso del golfo de Tonkín o el nombre de Daniel Ellsberg. Si a esto le unimos el reciente de las supuestas armas de destrucción masiva en Iraq tenemos un mismo tipo de casos que se repiten recurrentemente en la historia. Todos ellos – sin detenernos en los muchos más que hay – se caracterizan por el cinismo y la hipocresía de los distintos gobiernos occidentales. No es que sea una característica única y propia de ellos, es que en teoría son el culmen de la civilización: el progreso, la libertad y la democracia. De ellos no debería o no podría esperarse acciones tan depravadas según lo que presumen y dicen representar.
Los incidentes se demostraron como inventados – una pura engañifa – para entrar en sendas guerras – Iraq y Vietnam – y las personas se jugaron sus vidas para que la verdad se supiera y se conociera la verdadera entidad criminal de sus gobiernos. Tristemente quienes denunciaron el cinismo y los crímenes de los poderosos fueron y son acusados de traición y de poner en peligro la seguridad nacional. Bajo el alto secreto, bajo las premisas de interés y seguridad nacional se esconden los crímenes más abyectos de personas e intereses privados. Quien engañando y mintiendo manda a sus jóvenes a morir y a asesinar, quien comete gravísimos crímenes contra la humanidad por pura ambición personal es enterrado con todos los honores, recibe premios, ponen su nombre a calles y es reconocido socialmente. Quienes se enfrentan a estos crímenes, luchan por la paz, la justicia o los derechos humanos son perseguidos, encarcelados, coaccionados, acosados, investigados, retirado su pasaporte, etc.
Es obsceno rasgarse las vestiduras por el uso de armas químicas, simplemente, porque han salido de la inventiva de Occidente. Porque aquí son fabricadas. Porque la venta de armas convencionales – éstas son las que más matan – es uno de los negocios más lucrativos de Francia, EEUU, Alemania, España o Gran Bretaña. Porque ha sido Occidente quien más ha hecho y hace uso y abuso de todas ellas. Porque es Occidente quien ha cometido los más atroces genocidios. Porque parece ser que el límite para ser considerado un genocida - o un sátrapa como ahora gusta decir – no son los crímenes sino la derrota en dos guerras: la del campo de batalla y la de la propaganda.
¿Qué es esto?
La primera bomba nuclear – Little Boy – lanzada sobre Hiroshima. El resultado fueron una ciudad arrasada y unas estimaciones – siempre difíciles – de 140.000 muertos.
¿Y esto otro?
Es fácil. La segunda bomba nuclear – Fat Man – lanzada sobre la ciudad de Nagasaki. Murieron más de 80.000 seres humanos.
Se puede justificar asesinar a civiles inocentes dependiendo de qué bando sean y quién lo haga.EEUU justificó la cuestionable moralidad del lanzamiento de estas dos bombas nucleares sobre población civil argumentando que el fin era superior: evitar las supuestas 500.000 muertes de soldados estadounidenses en una invasión de Japón. Ocultaron – nuevamente la mentira como práctica habitual para justificar crímenes atroces – a sus conciudadanos que los informes oficiales cifraban, realmente, estas muertes en 31.000. Los Estados Unidos todavía no han pedido perdón,los gobiernos de Estados Unidos nunca piden perdón por los medios usados para llevar a buen puerto un “fin superior”.
La Segunda Guerra Mundial como la Primera fue un enfrentamiento entre grandes potencias imperialistas. Estos enfrentamientos imperialistas continuaron finalizadas las mismas. Por ejemplo,la guerra de Vietnam fue una carnicería con más de 2.500.000 de civiles asesinados en unnuevo genocidio colonial que duró 30 años. Para Vietnam – como para la India, Argelia o Corea – los valores de libertad y democracia no eran aplicables. A los ciudadanos de Occidente estas guerras se les vendían como una lucha entre el bien y el mal, ocultando el apoyo a dictadores atroces que les eran afines a sus gobiernos y corporaciones.
De por sí la razón de invadir estos países era obscena. Pero aún más obsceno fue el bombardeo de aldeas y el asesinato de civiles. EEUU lanzó alrededor de 80 millones de litros de material químico sobre los vietnamitas: Napalm y defoliantes. Un uso y abuso de las armas químicas nunca repetido. Pero no sólo eso, el bombardeo sobre el país equivalía a ¡Una bomba de Hiroshima por semana! Más de 1 millón de vietnamitas sufrieron secuelas debidas a las armas químicas lanzadas cuyas secuelas todavía perviven entre la población.
Corea no se libró tampoco de ser arrasada por el poderío militar del imperio estadounidense. Las aldeas y ciudades sufrieron ataques y bombardeos con armas químicas, aunque su caso sea menos conocido. La carnicería fue tal que en tan solo 3 años de guerra murieron 1.850.000 civiles. Sin contar a los soldados, muchos de ellos niños y adolescentes – como en todas las guerras – llevados al frente para alargar la matanza. No hubo ninguna defensa de la democracia y la libertad,los Estados Unidos y sus aliados apoyaban a un dictador y continuaban una política colonial.
En la foto: Un B-26 ataca con napalm una aldea de Corea del Norte, 10 de mayo de 1951. (Eurowon.com)
Para los árabes y kurdos de Iraq después de la Primera Guerra Mundial no llegó la libertad y la independencia que Gran Bretaña decía encarnar. La caída del Imperio Otomano les deparó la invasión del Imperio británico. Sustituir la agresión de un imperio por otro. Ante la negativa a ser nuevamente subyugados, Churchill se vio “obligado”, en 1920, a bombardear y quemar las poblaciones de Iraq y gasear a sus moradores para aplacar las diferencias que mantenían con el Imperio británico. El amor de Winston Churchill por el crimen y las armas químicas venía de más lejos, pues también, quiso utilizarlas sobre las ciudades alemanas en 1919: “La política de utilizar armas químicas es una gran cosa y sólo puede ser descartado por una gran razón”.
En la década de 1980 un aliado de los Estados Unidos y Occidente en las mismas tierras, Saddam Hussein, atacó un país llamado Irán y gaseó con armas químicas vendidas por Occidente sus aldeas y ejércitos. En la ONU el cinismo y la hipocresía de EEUU, Gran Bretaña o Francia quedó nuevamente al descubierto: el 21 de marzo de 1986, EEUU vetó – con la abstención de Reino Unido, Francia, Australia y Dinamarca – una resolución de condena contra el Iraq de Saddam Hussein por el ataque químico sobre la aldea iraní de Sardasht. Tampoco nada dijo entonces de los ataques contra la población kurda. En 7 años Iraq realizó más de 200 ataques con armas químicas con Irán apoyado por sus aliados occidentales.
Antes de finalizar con la cruelmente sacrificada población iraquí no podemos dejar de detenernos en la última guerra de Iraq. Una agresión fabricada como siempre sobre una mentira: la existencia de armas de destrucción masiva. Nunca se encontraron porque no existían. Las supuestas pruebas fueron fabricadas por EEUU. El único país que usó armas químicas en esa guerra fueron los Estados Unidos acompañado por sus aliados. Estados Unidos lanzó sobre la población civil iraquí toneladas de uranio enriquecido y fósforo blanco. Los casos de cánceres, malformaciones genéticas en los recién nacidos se han multiplicado espectacularmente. Estados Unidos simplemente actuó como viene haciendo siempre pues también lanzó estas bombas durante 1991 y 2003 sobre Iraq. El mismo uso han hecho de estas armas sus aliados: Reino Unido e Israel.
Un país laico que vivía con un alto grado de bienestar – a pesar de tener un régimen autoritario que caracteriza también a aliados de los EEUU como Arabia Saudí o Catar entre otros muchos – ha sido arrasado por los intereses petroleros de Occidente. Parece que nuestro sistema económico para subsistir tiene que trasladar los costes en forma de muerte y destrucción a otros seres humanos del planeta. En más de 20 años de agresión a Iraq la cifra de iraquíes que han muerto puede alcanzar los 3.000.000. El brutal bloqueo occidental que siguió a la primera guerra del golfo asesinó a 1.500.000 de iraquíes en 13 años, de ellos más de 600.000 eran niños menores de 5 años, según los datos de la ONU. Desde la invasión en 2003 – aunque está rodeado de gran polémica – el número de asesinados se sitúa entre 600.000 y 1.500.000 de seres humanos según las fuentes consultadas. Ellos son los derrotados. Los olvidados…
Hay pocos países occidentales que no hayan usado armas químicas en sus guerras coloniales.Por ejemplo, en Marruecos, España junto con Francia – con la inestimable colaboración técnica de Alemania – gasearon a escala masiva aldeas y campos de cultivos. Portugal utilizó armas químicas en Angola. Los supuestamente civilizados occidentales, simplemente, han puesto en práctica en todos los lugares una guerra de exterminio y devastación contra el supuesto “salvaje incivilizado”. Torturas, decapitaciones, genocidios, campos de concentración, violaciones, bombardeos, gaseamientos o quemas de aldeas han sido práctica común a todas ellas. No es que les hayamos liberado de sus sátrapas es que les hemos condenado a las muertes más crueles.Algunos dirán que “los otros” son iguales, pero es que nosotros decimos defender unos valores superiores.
Emilio José | septiembre 8, 2013 a las 10:43 pm | Categorías: Uncategorized | URL:http://wp.me/p2oh8V-Ox
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