Por Jean Gadrey / Alternatives Economiques
La noticia debería haber sido de primer plana, si los medios de comunicación dieran tanta importancia a los indicadores sociales como al crecimiento económico o a las vicisitudes de los mercados de valores. Es raro que un récord tarde 80 años en ser batido. Pero las políticas neoliberales al servicio de pudientes y accionistas, obstinadamente aplicadas desde los años 80 en EEUU y en otras partes, lo han conseguido. Un estudio muy reciente (15 de marzo de 2008) de Emmanuel Sáez, economista en Berkeley (California), proporciona las pruebas. Su artículo puede consultarse en inglés por Internet, y yo les recomendaría al menos que echaran un vistazo a los dos gráficos: Ver
Existen muchas maneras de medir las desigualdades de renta en un país. Se dispone, por ejemplo, de indicadores sintéticos harto complejos (el más conocido, el índice de Gini) que ofrecen la ventaja de tomar en cuenta el conjunto de la distribución de las rentas de los hogares. Pero tanto para el común de los mortales como también efectos de análisis sencillos, es posible contentarse con indicadores muy fáciles de entender y, a fin de cuentas, casi tan significativos. Los que utiliza este estudio parten de lo siguiente: ¿cuál es la parte de la renta del conjunto de los hogares que va a parar al 10% más rico, al 5% y al 1%? Siguiendo en el tiempo la evolución de la parte que va al 10% y al 1% más rico, se tiene una idea bastante buena de la evolución de las desigualdades, vista desde el ángulo de la concentración de las riquezas en la zona de arriba.
Desde luego que sería todavía mejor conocer también la parte que va a parar al 10% más bajo de la escala y calcular la relación entre la renta del 10% de los más ricos y la del 10% de los más pobres. Este excelente indicador de desigualdades figura en la tabla del informe anual del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), pero no se tienen series largas que abarquen varias décadas. Contentémonos, pues, para empezar, con la variable que viene siendo calculada en EEUU desde 1917: «la tasa de acaparamiento» de la renta de los hogares por parte del 10% más rico.
La curva obtenida por Emmanuel Sáez (en la página 6 de su texto) forma parte de esos raros gráficos que a uno le gustaría que dieran la vuelta al mundo y que se convirtieran en portada de diarios y revistas, alternando con curvas parecidas que describen gráficamente la huella ecológica de las naciones. ¿Qué se ve en ella?
1) Al comienzo del período, de 1917 a 1928, el 10% más rico ve progresar netamente su parte de pastel, pasando del 40% al 49%. Sigue a continuación un modesto declive, entre 1928 y 1939, seguido de un desplome durante la guerra, en la que esa porción se derrumba hasta un 33-34%. Más sorprendente es el hecho de que ese nivel se mantenga, a partir de 1945, durante los Treinta años gloriosos, hasta fines de los 70. Más de tres décadas de desigualdades relativamente reducidas, pues, según ese criterio.
2) A partir de 1981-82, años bisagra para las desigualdades, incluida aquí Francia (véase mi ensayo En finir avec les inegalités, 2006), comienza una inversión de tendencia que luego se acelera. El neoliberalismo produce sus impactos deletéreos o, si se prefiere, tiene efectos increíblemente benéficos para los más ricos.
3) Tras 25 años de fuerte avance prácticamente continuo –sólo un pequeño retroceso entre 2000 y 2002, una situación que se corrigió enseguida—, en el año 2006, último año para el que se disponen de datos, registra un récord histórico: el 10% más rico rebasa su récord de 1928 y, por vez primera, llega a acaparar la mitad de la renta de los hogares.
4) Se puede ir todavía más lejos, cosa que nos permite otro gráfico de este mismo estudio (página 7). ¿Qué categorías, dentro de este 10% más rico, son las más beneficiadas durante ese período? Ya adivinan la respuesta: los grandes beneficiarios han sido los que están entre el 1% más rico (el último “centil”). Su parte de pastel, que había caído de un 24% en 1928 a un 8% en la década de los 70, recupera en 2006 un peso del 23%. En 2006, este centil se compone de hogares que ingresan más de 382.000 dólares al año, es decir, unos 32.000 dólares al mes.
5) Finalmente, una tabla del autor ofrece un cálculo de la evolución del poder de compra, entre 2002 y 2006 –el período del fuerte crecimiento de Bush—, de, por una parte, el 1% más rico (11% anual de incremento de media), y por la otra, del resto de hogares (0,9% anual de incremento de media). ¡Cerca de tres cuartas partes del incremento de los ingresos durante este período ha sido captado por el 1% más rico!
Otros datos muestran que el crecimiento norteamericano, que muchos nos presentan como ejemplar, se ha traducido, para la mayoría de la población, en un estancamiento o en una regresión de su nivel de vida, a veces durante un período muy largo. Un casi estancamiento desde 2000 para el poder de compra del salario medio por hora trabajada, que no está, en 2008, sino un 8% por encima de su nivel de 1973. Incremento ínfimo del salario real semanal de los asalariados no ejecutivos desde 2000. Etc. Ver
En lo que hace al poder de compra del salario mínimo federal por hora trabajada, medido en dólares constantes de 2008, éste se acercaba a los 10 dólares en 1968. ¡Pero no era sino de 5.15 dólares en 2007! Es verdad que este salario mínimo de miseria afecta, en los EEUU, a una proporción de asalariados menor que en Francia. Y es verdad que están previstas revalorizaciones a escala federal en 2008 y 2009, pero eso no llevará, en 2010, sino a un poder de compra de 7.2 dólares, muy inferior al de 1968. Ver
En Francia, la evolución de las desigualdades de renta evaluada con los mismos criterios es menos catastrófica, pero sigue una tendencia parecida, sobre todo en el período último, como ha mostrado el hermoso estudio de Camille Landais del que di cuenta y razón en mi primer texto en este blog, el 7 de septiembre de 2007: «Nouvelles estivales d’un pays qui affiche l’égalité au fronton de ses édifices publics». Entre otros resultados, el autor mostraba que entre 1998 y 2005 el incremento del poder de compra de los ingresos fiscalmente declarados del 90% de los hogares de la zona baja no fue más que del 4.6%, mientras que la del 1% de los más ricos fue del 19.4%, y la del 0,01% más rico, del 42.6%. De lo que sacaba esta conclusión: «Aunque sigue siendo un país más igualitario que los países anglosajones en lo que hace a los ingresos primarios, la tendencia actual no excluye que Francia pueda converger con los modelos anglosajones. Todos los elementos disponibles para el trecho 2006-2007 dan a entender que la tendencia al crecimiento de las rentas altas y de los bajos salarios prosigue, si no aumenta». Ver
Jean Gadrey es profesor emérito de economía en la Universidad francesa de Lille.
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Carlos López Dzur, poeta: Rebeldía con esperanza / Inventiva Social / Colaboraciones
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