Traducido por Manuel Talens / De: Victory for Venezuela's Socialists in Crucial Elections – November 2008
El pro chavista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSPV) ha conquistado el 72% de los cargos de gobernador que estaban en juego en las elecciones del 23 de noviembre y ha obtenido el 58% del voto popular, contradiciendo así a la mayoría de los encuestadores pro-capitalistas y a la casi totalidad de los medios, que habían dado como favorita a la oposición.
Los candidatos del PSUV han derrotado a los gobernadores salientes de la oposición en tres estados (Guaro, Sucre y Aragua) y han perdido dos (Miranda y Táchira). La oposición conserva el poder en un centro turístico (Nueva Esparta) y ha ganado en Tachira, un estado fronterizo con Colombia, Carabobo y el estado petrolífero de Zulia, además de lograr inesperadas victorias en el populoso Miranda y en la alcaldía de Caracas. La victoria socialista tiene un especial significado, porque el porcentaje total de votos alcanzado –el 65% del censo– representa la mayor participación ciudadana de todas las elecciones no presidenciales anteriores. Las predicciones propagandísticas de los encuestadores, según las cuales un elevado número de votantes favorecería a la oposición, no eran más que ilusiones sin fundamento.
La importancia de la victoria socialista es evidente si se sitúa en un contexto histórico comparativo:
1. Pocos partidos de Europa, América del Norte o del Sur –si es que hay alguno– han conservado un grado tan alto de apoyo popular en elecciones libres y abiertas.
2. El apoyo masivo al PSUV ha tenido lugar en un momento de medidas económicas radicales, incluida la nacionalización de importantes monopolios capitalistas privados del cemento, el acero, las finanzas y otros.
3. Los socialistas han ganado a pesar de la caída del 70% en el precio del petróleo, la fuente principal de ingresos del país (desde 140 a 52 dólares el barril), y si lo han hecho es porque el gobierno ha mantenido la mayoría de las subvenciones de sus programas sociales.
4. El electorado ha sido más selectivo a la hora de votar a los candidatos chavistas –ha recompensado a los que administraron adecuadamente los servicios gubernamentales y ha castigado a los que ignoraron o no respondieron a las exigencias populares. Incluso si el presidente Chávez hizo campaña a favor de todos los candidatos, los votantes no han seguido sus consignas allá donde existía resentimiento contra los chavistas salientes, tal como ha sucedido en Miranda con el gobernador Diosdado Cabello y con el alcalde de la capital del Distrito de Caracas. Las victorias socialistas se han debido a un deliberado voto de clase y no simplemente a un reflejo de identificación con el presidente Chávez.
5. La decisiva victoria del PSUV proporciona las bases necesarias para hacer frente con medidas socialistas al profundo colapso del capitalismo mundial, sin tener que sangrar los fondos del Estado para rescatar de la bancarrota a bancos y empresas capitalistas. La debacle del capitalismo facilitará la socialización de la mayoría de los sectores económicos clave. Gran parte de las compañías venezolanas están enormemente endeudadas con el Estado y con los bancos locales. El gobierno de Chávez puede ahora exigirles que reembolsen sus deudas o entreguen las llaves, lo cual constituiría una transición indolora y eminentemente legal al socialismo.
Los resultados de las elecciones señalan la profunda polarización existente entre la derecha dura y la izquierda socialista. Los gobernadores exchavistas socialdemócratas de centro han sido prácticamente borrados del mapa político. El derechista vencedor en el estado de Miranda, Henrique Capriles Radonsky, intentó quemar la embajada de Cuba durante el fracasado golpe militar de abril del 2002 y el gobernador electo de Zulia, Pablo Pérez, ha sido un candidato elegido a dedo por el ultraderechista gobernador Rosales.
Incluso si los gobernadores estatales y los alcaldes municipales de la oposición pueden servir de plataforma para atacar al gobierno nacional, la crisis económica limitará en gran medida la cantidad de recursos disponibles para mantener los servicios y aumentará su dependencia del gobierno federal. Un ataque frontal contra los gastos estatales y locales del gobierno de Chávez en una guerra partidista podría conducir a la disminución de las subvenciones federales y provocaría el descontento de las bases. La derecha ha avanzado debido a sus promesas de mejorar los servicios nacionales y locales y de terminar con la corrupción y el favoritismo. Si utilizase nuevamente su anterior política de compadreo y un obstruccionismo extremo perdería apoyo popular y con ello limitaría sus esperanzas de transformar estos avances locales en poder nacional. Los recién elegidos gobernadores y alcaldes de la oposición necesitan la cooperación y el apoyo del gobierno federal, sobre todo en el entorno de la profunda crisis que estamos atravesando, so pena de perder apoyo popular y credibilidad.
Conclusión
No cabe esperar que los medios de comunicación reconozcan la victoria socialista. Su esfuerzo por magnificar el significado de ese 40% del voto electoral que se ha decantado por la oposición y su victoria enm el 20% de los estados era predecible. Sin duda los socialistas evaluarán críticamente los resultados durante el período pos-electoral y es de esperar que se planteen cómo seleccionar a los futuros candidatos, haciendo hincapié en su actuación en asuntos locales por encima de su lealtad al presidente Chávez y al socialismo. La tarea más inmediata y urgente a la que se enfrentan el PSUV, el presidente Chávez, los legisladores y los nuevos funcionarios elegidos consiste en poner en marcha un plan estratégico socioeconómico de conjunto para capear el colapso global del capitalismo, empresa difícil de llevar a cabo ante la abrupta caída del precio del petróleo y de los ingresos federales y el inevitable declive del gasto gubernamental. Chávez ha prometido mantener todos los programas sociales, incluso si los precios del petróleo se mantienen en torno a los 50 dólares el barril.
Se trata claramente de una posición positiva y defendible si el gobierno reduce los elevados subsidios al sector privado y no se embarca en salvar compañías privadas de la bancarrota. A pesar de que las reservas estatales de 40 mil millones de dólares pueden servir temporalmente para amortiguar el golpe, lo cierto es que el gobierno, con el apoyo de sus mayorías en el ámbito federal y estatal, necesita tomar decisiones difíciles y no simplemente imprimir dinero, lo cual haría que se disparase el déficit, se devaluase la moneda y aumentasen las ya elevadas tasas de inflación anual (el 31% en el mes de noviembre).
La única estrategia razonable consiste en tomar el control del comercio exterior y supervisar directamente a las cúpulas dirigentes de los sectores productivo y distributivo, así como establecer prioridades para preservar el nivel de vida de las masas. Con el fin de contrarrestar la ineptitud burocrática y neutralizar a los funcionarios holgazanes, el poder real y el control deben ser transferidos a los trabajadores organizados y a consejos autónomos de consumidores y de barrio. El pasado reciente revela que el mero hecho de elegir alcaldes o gobernadores socialistas no basta para asegurar la puesta en marcha de políticas progresistas y la gestión de los servicios básicos. Un gobierno representativo liberal (incluso con socialistas elegidos) requiere un mínimo de control y de presión populares para tomar decisiones difíciles y establecer prioridades en medio de una crisis económica prolongada y cada vez mayor.
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