Por Arturo Cardona Mattei / Escritor y poeta puertorriqueño
La política lo mueve todo en Puerto Rico. Hay necesidad de legislar. Eso lo entiende todo el mundo. Lo que no debe ocurrír es la legislación por necedad. Necesidad y necedad no debieran cohabitar en nuestra legislatura. Pero como sabemos, en nuestra vida política todo es posible. La imperfección humana en nuestros políticos llega al grado de perversidad. La corrupción política y moral está dibujada en las paredes de mármol de nuestra Casa de las Leyes. Esa mancha es sucio difícil de raspar. Año tras año vemos cómo nuestra legislatura se burla del pueblo. Verdaderamente, su número de miembros tiene que ser reducido considerablemente. Es muy costosa y no siempre protege al pueblo. Los intereses de grupos rondan día y noche por sus pasillos.
Vamos al asunto de nuestro Tribunal Supremo. Ese organismo está compuesto por siete jueces. Ya comienzan los disparos de uno y otro lado para auscultar la necesidad de aumentar a nueve los miembros del Tribunal. Los expertos de ambos lados del río político nuestro afilan sus armas intelectuales. Unos a favor, otros en contra. Pero hay unas estadísticas que nos muestran con suma claridad el historial productivo de ese tribunal. También contamos con ejemplos de muchos estados de la nación americana y con el propio Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Pero…el juego político nuestro de cada día se mete de lleno a terciar en este serio problema. No olvidemos, el anexionismo está entronizado en el poder. Y ese bizcocho lo quieren tener de su lado por largos años. Ellos entienden que ese alto tribunal les sería sumamente favorable en la larga pelea por conseguir la estadidad. ¿Cómo? Esa respuesta está en tiempo futuro.
Nuestra Constitución dice en su Artículo V, Sección 3:”El Tribunal Supremo será el tribunal de última instancia en Puerto Rico y se compondrá de un juez presidente y cuatro jueces asociados. El número de sus jueces solo podrá ser variado por ley, a solicitud del propio Tribunal Supremo”. Hasta aquí estamos claros.
Veamos la realidad en la nación americana. Cinco estados tienen un Tribunal Supremo de 9 jueces. Veintiocho estados tienen un Tribunal Supremo de 7 jueces. Diecisiete estados tienen un Tribunal Supremo de 5 jueces.
California, Nueva York y Florida, con una población muchísimo más grande que la de Puerto Rico, tienen un Tribunal Supremo de 7 jueces. Lo mismo ocurre en Carolina del Norte, Carolina del Sur, Arizona, Indiana y Tennessee, con solo 5 jueces y con poblaciones mayores a la nuestra. Y el Tribunal Supremo de la nación americana, con una población de sobre 305 millones de habitantes, su composición es de 9 jueces.
La democracia no es mejor por la cantidad de sus representantes. Lo mismo ocurre con la productividad. A mayor cantidad de jueces no necesariamente aumenta la productividad de un tribunal. En el año 2005/2006, con 6 jueces, nuestro Tribunal Supremo resolvió 1,544 casos. Y en el año 2002/2003, con 7 jueces, resolvio 1,030 casos. En otras palabras, con menos jueces se resolvieron 514 casos más.
La estrategia política del anexionismo está clara como agua de manantial trujillano. A ese lanzamiento político se le ve la costura. Lo que se busca es evitar, en caso de que pierdan las elecciones del 2012, la pérdida del control de ese alto foro judicial. La incapacidad o muerte de alguno de sus miembros, de la mayoría anexionista, revertiría el control a manos de los autonomistas. De no lograr aumentar el número de sus miembros, entonces irían tras la propuesta de aumentar la edad del retiro, que ahora es 70 años.
Recordemos, la política partidista lo mueve todo en Puerto Rico. Ya es hora de que empecemos a pensar con más dignidad y moral. Las necesidades y realidades del pueblo deben estár siempre como norte en toda legislación. No permitamos que el Tribunal Supremo sea convertido en un comité político. Esa sería la muerte de la confianza que le tiene el pueblo puertorriqueño a tan alto foro judicial. Esa sería la traición suprema a nuestros valores democráticos.
Además, el costo de sumar dos jueces al Supremo sobrepasaría los $2 millones. En estos momentos de estrechez económica sería una burla fea que se le jugaría al pueblo nuestro que tan apretado está con sus finanzas personales. Es imperativo que se legislen necesidades, no necedades. Para eso se creó por ley un Tribunal de Apelaciones, para hacer viable un menor número de casos en el Supremo. Hasta ahora esta fórmula ha dado resultados positivos. Después de todo, con más o menos jueces la justicia en este país está bajo fuerte escrutinio. ¿Cómo así? Pues se dice que la fianza es para los pudientes y la cárcel para los pobres. Este ejemplo lo vemos a diario. Y es que la justicia también tiene sus torceduras.
Las ínfulas anexionistas quieren castrar todas nuestras instituciones. Empujón a empujón quieren tirar al mar toda cosa que huela a puertorriqueñidad. Marronazo a marronazo quieren romper la roca maciza de nuestro idioma español. En fin, cada día pretenden ser lo que el destino les ha dicho que no son.
¡Seamos buenos y orgullosos puertorriqueños! Subamos al Yunque y cantemos al viento este bello poema.
Caguas, Puerto Rico
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