Por Arturo Cardona Mattei / Escritor y poeta puertorriqueño
La vida es frágil. La suerte nadie puede predecirla, tampoco la fatalidad. Hay muchos trabajos que son muy peligrosos. Pero, para todos ellos existen hombres y mujeres que están prestos y dispuestos a tomar los riesgos necesarios. Alguien tiene que hacer esos trabajos tan poco honorables. El trabajar en las minas, a grandes profundidades, es una tarea de muy pocos amigos. La hora de entrada es anunciada; la hora de salida es incierta. La vida, allá abajo en las entrañas de la mina, pende de un hilo muy fino. Los derrumbes son muy frecuentes. Muchas vidas se pierden todos los años en muchos y diferentes países. No hay geografías ni latitudes fuera de esos peligros y riesgos que tanto acechan a los mineros.
Allí se entra con diferentes herramientas para obligar a la Madre Tierra a que suelte sus enormes riquezas, pues el hombre las necesita para proseguir con un estilo de vida que no puede dar marcha atrás. El hombre con sus sentimientos codiciosos quiere más cada día. Y esas riquezas están allí para el disfrute de un sistema económico que no se detiene ante ninguna adversidad. El hombre es insaciable. Y para lograr sus fines es capaz de esclavizar a su prójimo. Paga mísera es la recibida por esos hombres que están dispuestos a retar las fuerzas y debilidades de las montañas. Aún así, esa es la vida que conocen. Así se ganan el sustento diario. Así viven…así mueren. Se convierten en héroes solamente cuando le ganan la partida a las montañas que han tratado de sepultarlos. El reconocimiento llega. La fama se riega. Algo de riqueza puede que caiga en sus manos. Este parece ser el caso de los 33 mineros chilenos que vivieron una pesadilla de 70 días raptados en las profundidades de un infierno terrenal. Ni al célebre poeta italiano Dantes Alighieri se le ocurrió la idea de un infierno tan real. Un comportamiento ignominioso de la naturaleza en el desierto de Atacama había puesto en jaque 33 vidas humanas.
Ahora quiero ocuparme de otro ángulo ligado a este mismo tema. Como buenos escritores de cuentos fantásticos, los amigos de la cristiandad empezaron a ver y escribir sobre los milagros provenientes de la voluntad de Dios. Han llenado muchos espacios alabando la fortaleza de la mano de Dios. Escriben sin conocer los designios del verdadero Dios, Jehová. Entienden que todo lo ocurrido fue un milagro, un regalo de los benditos e inescrutables anhelos celestiales. Creen que esos 33 mineros chilenos fueron protegidos por el manto sagrado de Dios. Que fueron arropados y resguardados para probar que Dios estuvo vigilante a esa tan delicada situación. Todo parece muy bonito y convincente. Se alaba a todo el mundo y a nadie se ofende. Han empujado sus plumas, pero no han atinado. Miremos un poco las Escrituras.
La Biblia dice que Jehová es un Dios de paz y orden. Y como hay santidad en él, entonces es imposible que pueda haber confusión en sus manifestaciones. Además dice: «Yo. Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a tí mismo». Entonces, podemos entender que Dios no es parcial, que obra por igual para todos en momentos específicos. Cabe preguntarnos, ¿por qué salvó a los mineros chilenos y no a los mineros ecuatorianos, tampoco a los mineros chinos? ¿Acaso su mano se quedó corta y perezosa para con los mineros de Ecuador y China? ¿Estará Dios vigilando día y noche a todos los mineros que bajan a las entrañas de la tierra para que nada malo les ocurra? Sencillamente, Dios no lleva una agenda diaria prometiendo un recurso de amparo divino. Nadie, ningún hombre ni ninguna nación puede reclamar que está, en estos tiempos, bajo protección celestial. El Gran Plan de Dios está escrito en otros términos. Sus promesas son claras y completamente abarcadoras. Sus milagros llegarán por igual para toda aquella humanidad que sea digna de vivir durante el milenio descrito en el libro de Apocalipsis.
Esa será la salvación verdadera. Y tiene el mismo precio para ricos y pobres: cumplir con todos los preceptos exigidos por Jehová. Esa es la vida verdadera de la cual habla el apóstol Pablo.
Jehová es un Dios de amor, paz y justicia, de él no puede emanar confusión, pues entonces no sería un Dios perfecto en todas sus manifestaciones. Esto, ligado a la declaración de la Biblia que revela que el verdadero dios de este mundo se llama Satanás, nos tiene que poner en guardia al momento de hablar de milagros y otras obras y portentos que se manifiestan aquí en la Tierra. Por eso la Biblia dice de Jesús: «Con este propósito el Hijo de Dios fue manifestado, a saber, para desbaratar las obras del Diablo». Jehová y Satanás no pueden ocupar el mismo lugar a un mismo tiempo. Pues sus obras son totalmente diferentes. Donde hay confusión no hay amor ni paz ni justicia. Pero el mundo vive atrapado en las mentiras de Satanás. He ahí la gran oscuridad vivida por toda una humanidad que no conoce los verdaderos propósitos de Dios. Hay muchos teólogos callejeros en la vecindad vendiendo cuentos de hada.
En la santidad de Jehová no caben las manifestaciones faranduleras ni las manifestaciones que prometen fama y riquezas. Pero los escritores de la cristiandad son muy dados a mezclar las cosas de Dios con las cosas terrenales. Ahí está la trampa. Aun teniendo ojos no ven. Se duermen en la insensatez.
Sabiamente dice la Biblia: «Amados no crean toda expresión inspirada, sino prueben las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo». Entonces, ¿por qué Dios tiene que estar haciendo milagros todos los días? Una fuente bíblica dice: «Aun en la antigüedad, pocas veces respondía él así. En el relato bíblico, a veces transcurren siglos entre un milagro y el siguiente». Además, las Escrituras señalan que la época de los milagros acabaría tras la muerte de los apóstoles. «Pero sea que haya dones de profetizar, serán eliminados; sea que haya lenguas, cesarán; sea que haya conocimiento, será eliminado», (1 Corintios).
Por último: No es arrodillándose ante la Virgen del Consuelo –Patrona de los Mineros- que estos atrevidos hombres van ha conseguir un seguro de vida ante los derrumbes que ocurren en esas barrigas tan profundas de la Tierra. Fragilidad y fatalidad seguirán acompañando a todos los mineros del mundo.
Ante una cristiandad farandulera, una fiel verdad se renueva.
Caguas, Puerto Rico
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23. Peor que un matrimonio mal lleva'o / Dedicatoria
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