Saturday, October 30, 2010

Las juderías / novela / Cap. 21

De la novela de Carlos López Dzur / Indice / Las juderías

21. Antonio: La jactancia de un macho estéril

Aunque fue costumbre de los judíos y poetas hablarlo con alegorías, Antonio supo que él es uno. Se lo dijo su mismo padre Gregorio López, el patriarca de Cárdenas y Ruy, el rabino de Ceiba Mocha. A ellos les oyó Antonio, alguna vez en sus reuniones de predicación, elucidaciones que no entendió, incluídas pues profecías en torno a hombres («entre nosotros») que se harían cómplices del Derrumbamiento de Occidente. Sucedería sin que nadie lo pudiera evitar. «Fascinados por Babilonia, la guerra forjará a los sacerdotes de Aarón, a los hijos del Sacrificador.

En el sacerdocio de Benjamín contra los espíritus malignos, se profetizará en paz y en sabiduría. El Dios Altísimo se transformará en Chai, la manifestación de lo viviente, y el pecado («masick») se lavará con ciencias, con remedios sin violencia ni derramiento de sangre». Esta fue la profecía de la generación de médicos a la que se sumó las profecías sobre uno que querrá ser el Moisés que pegue su cornuda jactancia, pero que no tendría méritos por causa de su esterilidad.

Su padre se lo dijo. Supo siempre que sería él. Mas Antonio lo vivía con mucha amargura y rebeldía a medida que se manifestaba su némesis. Sus erecciones eran firmes, sólidas; pero, con el mucho onanismo, escaseó el semen. «Mucho apetito y sed y poca leche», pensaba

«Un cuadro que no me he atrevido a terminar es el que Benavito me pidió, Ruy Abram, el fue quien lo exhortó a la carrera en medicina, y fue el primero considerado como un patriarca», se escucha la voz de Malká en la sala. «Y es que siempre hay alguien que es instrumento de la voluntad de Dios y a éste le toca ser el Juez».

Ya había pasado la primera generación de los ancestros llegados a Cuba, precisamente a Cárdenas en los tiempos de Narciso López. «Pero si es la voluntad de Benavito que lo pinte, lo haré». Le dieron descripciones orales, una que otra foto, hoy perdida, ha visto. «Horribles fotos que, por razones químicas, se vuelven borrosas por el calor y la humedad. El alma se va de ellas».

«¿Es ésta Rachel?», preguntó Sara de Riga ante un cuadro que mira colgado en la pared.

El Tío Andrés ha llegado a la casa al tercer día de que su medio-hermano Abram llegara a Cuba, con la dulce Camarada. Apenas él la conoció dos días antes y la oye. Ella sólo pudo decir «gracias», cuando Abram ante él la festejaba como hermosa y Andrés dijo: «Sí. Lo es». Mas ahora, dos hermosas de la Suecada, están en plática ante un cuadro que Malká Aaarhaus / La Sueca / pintara de Rachel, madre de Andrés.

En vida, su pintora le dijo a Benavito: «La viejita más linda que he visto». A él agradó su afán de reproducir las pinturas de la Epoca Victoriana y, en adición, que pintara a las mujeres que tuvo, a partir de alguna fotografía vieja... y Malka, aún pintó a las mujeres de Otilio Matías de Neves, con la satisfacción de Benavito, pero reproches de Leopoldo. Una primera fue Claudia Aaarhus o Aaargaus, siguió la segunda esposa, y luego... Carmencita... Al ver que ella a todos hacía retratos, con más elegancia y virtud de la que tenían, en realidad, Alicia quiso ser pintada.

«¿Alicia? ¡Otra dama para conocer!

«Toda estas mujeres son maravillosas. Si bien por momentos se peleaban entre sí, durante las ceremonias del Yom Kippur, se perdonaban y eran como amigas en los momentos de necesidad. Ya, cada una a su casa, los celos quedaban con su raíz de amargura y el mal sabor de muchas otras cosas inconfesas. Pero la Humanidad es peor: los gobiernos laico han heredado la teología de los matarifes y una eterna moral de resentimiento».

«Es cierto, Malká», le dijo Sarita.

«Ví que miraban 'mi cuadro' de Rachel», se aproximó Andrés. De unos años acá, elegía sus mejores galas para visitar a la familia. Es cuando se dice que está más pobre; pero, le quedan guayaberas de los viejos acopios de sus talleres de costura.

«¿Conocíste a Andrés, Sara? Hijo de Rachel, de quien hablamos. Dijo su cuadro porque sabe que yo se lo regalé», expresó Malka.

«Fue en el sepelio de María Lecsinka, cuando Benavito tenía sólo diez años que echó una mirada a Rachel. La amaba desde pequeña», dijo Andrés.

«¡Qué tierno, ah!», reacciona Sara.

Alegó que Benavito creció hasta la adolescencia con el recuerdo de aquel día, cuando la vió en el sepelio de María y no se imaginó que otras muchachas existieran más bellas hasta que llegaron los suecos a La Habana. Entonces, la cepa de las Lecsinka daba el prototipo de hermosura que los judeznos buscaban en Cuba, «no las rusas, como se dice ahora».

«¡No! Sigue presentando a ella los retrratos para que sepa quiénes fuimos... Es ahora de la familia... puede regresar luego...»

«Abram madrugó. Dijo que iría a Ceiba Mocha. No me explicó qué significara al decir 'poner orden'... ¿Usted sabe, don Andrés?»

Prefirió el silencio por respuesta, pero sonrió.

«Este cuadro fue de los primeros que pinté. El Dr. Otilio Matías de Neves cuando en 1917, vino a Cuba. Yo vine con todos ellos... entonces, dizque habría conatos de una propuesta de guerra contra Alemania, en la que EE.UU. y Cuba serían aliados. ¡Buen momento fue para que Otilio, Leopoldo, todos... llegáramos!»

Cuando Malké mostró o señalaba el cuadro de La Becerra, mi Tío Andrés desandó el camino que lo llevaba al comedor y se unió otra vez a las dos mujres. Fue un golpecillo de nostalgia. Recordó a su padre intentando, al menos, «uncir a este par de mulas (Abram y él) al arado. Lo que dijeras, en protesta contra su disciplina, lo usaría en contra del confeso para señalar que es tonto, que no aprende de la erranza y los equívocos... «Que yo fallara, particulatmente, en el aprendizaje con La Becerra, entonces, judía tan joven y bonita, esmeradamente educada, que sabía hebreo y alemán, y que no le hacía mala cabeza a la idea de emparentar con Benavito, molestó a mi padre. Soy el hijo que desaprovechó la ocasión de casarse bien con una señorita educada y linda» , medita Andrés.

«¡Ella sigue como maestra y cuando tengas hijos, Sara, acuérdate que mejor tutora que ella no hay ninguna en La Habana!»

Quería volver al comedor, rumbo a la cocina, pero Sara se aferró a uno de sus brazos para que le acompañara durante este curso de arte de la familia. Por la converesación sobre arte que resultara, entre Malka y Sara, Andrés comprenderá mejor los entresijos de la idea de «suecadas» con que asocian a Malká, la Sueca o La Arjau, como también se le dijo. En Europa, por causa de la primera guerra, surgió harta prostitución y los suecos descubrieron el amor libre antes que los gringos en los Sesentas. Entonces, sexo y prostitición se volvió una alternativa al hambre.

Sarita explica que ella no pinta, que lo suyo es leer historia, medicina y política. «Sé de arte lo que sabe una enfermara», le dijo. Mas Joachim de Riga la hizo trotamundos y, siempre que recorrían a Europa en turismo, o por las participaciones en conferencias de su padre, se metían a los museos.

«En un museo británico ví la Nueva Arcadia que los pintores de la Era Victoriana habían recreado. Esas pinturas que han sido tu escuela».

«También yo ví ese arte del desnudo. Tuvo que dejar de pintar esos temas porque acá es la mente es pequeña. Todol lo tuve escondido en el sótano de la casa. Yo quería ser una copista de Arte Victoriano, vivir de eso y, mas la gente persignada, la Sinagoga, me dijo que vale más ser mujer honesta... Yo se las canté a Leopoldo: Puede que mi madre haya sido una prostituta, pecado ha de ser de Otilio, no mío».

En los Países Bajos, las mujeres cingan tan sabrosamente como cualquier negra, de caderas anchas. Y de esas cosas, aunque me llenó de rubor al oírlas, Andrés me habló como queriendo espabiilar mi inocencia tan tranquila. Y auguró que sería tan sabio como Moritz, Benavito y Malka.

«¿Nunca pintaste a Antonio, Malká?»

«Eso fue, como las copias que hice de cuadros de la Nueva Arcadia, otra de las cosas que Benavito me prohibió: pintar a Antonio... Era censurador, ¿verdad, Andrés?.... pero tenía sus razones y las comunicaba. Una cosa diferente, te lo advierto, porque como madre he observado a mi hijo, a tu esposo. Abram no es así, hay que sacarle lo que piensa con un tirabuzón».

«¿Y cómo se ha llevado Abram con usted? ¿Su mediohermano?», preguntó Sara y, como Abejita susurrona, dulcifó la pregunta: «¿Te quiere?»

«No hemos sido criado bajo el mismo techo».

«Pero te quiere, Andrés», aseguró. Hay, en cierto modo, una significativa diferencia de edades y de carácter.

«Yo he aprendido a tomarme la vida con filosofía... quizás no es la palabra adecuada porque yo respeto a los filósofos de la vida, a los doctores... y los jueces sefardos... y recuerdo lo que decía Moritz cuando juzgaba, todos sus hijos y parentelas tenían el espíritu hecho garras... Sí, he andado en fachas. Me ha tocado parecer muy ingrato e infeliz; pero yo no lo he sido, aunque pareciera que andara 'como pordiosero', según me calificó Alicia... Ahora que soy más pobre que nunca antes, me siento más rico, poque antes de morir, Benavito me bendijo y, en su larga agonía, dio sus explicaciones... El supo que yo soy su hijo. Lo soy porque Antonio es un Moisés cornudo, estéril... yo no nací del aire y, así como Antonio mentía al hablar sobre Alicia, hija que considería suya y a quien a él correspondería dar herencia y dote, el día que muriera, mintió al querer que yo fuera su hijo, aunque fuera para dar idea de que él podía ir preñando mujeres por el mundo».

Esquivando tal vez malos recuerdos, respetando heridas que Andrés aún tiene. no plenamente cicatrizadas, las dos mujeres han vuelto a recordar el bombardeos sobre Rotterdam, recuerdos de Sara La Abejita en los patios de la Universidad de Leiden... ¡La más antigua de Holanda! y, en general, sobre la Tierra de Rembrandt y de las grandes editoriales, que había allí.

Como quien oye un discurso que le agrada, con pocos simbolismo, sin menos hermetismos que los que oyera de sus ancestros, Andrés se entretuvo con la boca de Sara. La Abejita está sintetizando un material amargo al criticar una estructura o maquinaria intolerante, con impulsos radicalmente xenófobos y racistas. El proyecto histórico del antisemitismo es predador, se hizo belicista desde su nacimiento y no se ha medido en ferocidad y crueldad. Se refirió a los orígenes sevillanos de los Riga, no obstante, son judíos racialmente más mixtos que un café cubano, con mucha leche, azúcar y chorrillos del ron. «¿Sabes cuál es la esencia después de tanta mescolanza, Malká?»

Dijo que un sentido de aborrecimiento de la estructura sociológica del mundo y aquella concepción que se iniciara con la visión aristotélica, expuesta en La Política: «el griego tiene derecho a mandar sobre los bábaros» porque, por razón natural y para la conservación de las especies, uno es el que Manda y otro el que Obedece. «No sé que habría dicho Benavito de que yo crea que, en el mundo político y sus ideologías orgánicas, lo que impera es un racismo cristiano vs. un racismo islámico, racismo sionista vs. racismo occidental y medio-oriental y, en este laberinto sin salida, hemos vivido 4,000 años».

Y dijo: «Yo sé que soy judía porque aborrezco la estructura de ese mundo malo que engaña a la gente haciéndole creer que el interés del amo es el mismo que del esclavo y que los amos son necesarios, o el que fuerte de músculos que obedezca... Toda la llamada capacidad de inteligencia, dirigencia y previsión, de la que se sirve la estructura sociológica y gubernativa de este mundo está podrida y ya, como mi padre Joachim, no creo en el Estado ni en la manera de pensar de Occidente; no quiero decir que todos los seres humanos estén podridos. De hecho, somos los más impuros genéticamente, los más híbridos... Somos, como los Dionisos descuartizados en medio de un ambiente de niñas desnudas, el cuadro que llamaste tu obra maestra y que has tenido que enrollar, esconder, al punto que lo díste por perdido... ¿Acaso no somos impuras, híbridas las dos, Malká, sueca? Yo oigo las voces de mi parentela sevillana, desde la Edad Media, pasada a espada, me siento dionisíacamente descuartizada, y me veo en 70 millones de indígenas que sólo en América han sido descuartizados por el genocidio y el racismo... ¿Sabes? viendo sangre y matanza durante la Guerra, me despertaba en la noche con los pensamientos de mi padre: ¿Es diferente ésto que vivimos, nosotros, gente europea y judía, gente tan diversa, que las vivencias de los 80 millones de negros del África que murieron en el océano Atlántico... El costo social en vidas que demandó la invasión colonialista y la sustentación de la estructura sociológica de mando y servidumbre del mundo fue más de 200 millones de seres humanos muertos... y recuerdo, cuando leí algún texto de Nietzsche en la universidad sobre el significado de Dioniso descuartizado, como proeza de vida, uno que renacerá eternamente y regresará de la destrucción, pero híbrido, con la voz de indígenas, negros, mujeres... porque en Europa, aunque a las mujeres se les tome como vacas, por 300 años, la Iglesia Católica y el fanatismo de los misóginos la fue matando... entoncs, son cinco millones de mujeres ejecutadas en la guerra contra las brujas... ¿Quiénes seremos los próximos en ser sujetos de crimen? ¿A quiénes corresponderá ponerse en el lugar de Dioniso?»

Andrés oye y piensa que le gustaría oírla mucho más.
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Dedicatoria / Las juderías / novela / 1-15 / Las juderías / Rachel, Andrés y otra gente de La Habana / Piratas judíos en el Caribe / Reseña de libro de E. Kritzler / 16. ¡Qué camarada ni qué ocho cuartos! / 17. El Moisés cornudo y sin timbales / 18. Llegó con gran euforia el hermano esquivo / 19. Presentaciones de rigor / 20. Sara de Riga la Abejita y la Bodega / 21. Antonio: La jactancia de un macho estéril / 22. La moral descuartizada / 26. ¿Quién es el faraón? / 28. «Ya veo por donde van tus sincretismos»

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