Reproducido de AVIZORA
Al caminar por las calles de la pequeña Haití, un barrio ubicado en el corazón de Miami, Florida, y poblado mayormente por inmigrantes haitianos, es posible enfrentarse cara a cara con la pobreza.
Casas precarias y de paredes descoloridas, cuyo deterioro desafía a los constantes huracanes e inundaciones que sufre la ciudad continuamente; niños y adultos deambulando por las calles, y tiendas con anuncios en creole, son el común denominador de la zona.
Paradójicamente, alcanza con caminar un par de cuadras para enterarse que el barrio colinda con otro, Coconut Grove, donde la prosperidad y la riqueza emanan de los escaparates de las tiendas, los yates y las grandes propiedades.
Pero este contraste entre dos mundos tan diferentes no sólo ocurre en Miami. Es posible observarlo en casi todos los estados. De hecho, los pobres en Estados Unidos suman 37 millones y representan un 12.6% (apenas una décima por debajo de 2004) del total de la población del país, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
La cifra sorprende si se piensa que Estados Unidos es una potencia económica mundial, con un ingreso familiar medio de US$ 46.300 anuales y séptimo en el ranking del índice de desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lo que lo ubica entre los mejores lugares del planeta para vivir y prosperar.
Y más aún cuando cientos de personas provenientes de diferentes regiones del planeta, pierden la vida diariamente al intentar cruzar la frontera con el único objetivo de buscar un trabajo que los haga progresar.
Pobreza disfrazada: No se pude negar, sin embargo, que la pobreza en Estados Unidos es bastante diferente a la que se puede observar en las calles de cualquier ciudad de Latinoamérica o en algún pueblito perdido en África o Asia. La pobreza en Estados Unidos existe pero está disfrazada.
Es difícil imaginar a un pobre en Latinoamérica viviendo en su casa con aire acondicionado o calefacción central, mucho más con un auto, aunque sea un modelo de hace 30 años atrás, estacionado en la acera.
En Estados Unidos, una persona puede contar con todos esos "lujos" pero seguir siendo pobre. Después de todo, puede no tener trabajo, o no poder cubrir sus gastos de educación y/o la salud, ni tener casa propia, ni cuenta en el banco. En pocas palabras, los pilares del sueño americano de prosperidad y desarrollo.
Minorías, entre los más pobres: Los datos más recientes de la Oficina del Censo arrojan que la pobreza en Estados Unidos tiene color y edad. Entre los más pobres están los inmigrantes, la población afro-americana y los niños.
Cerca de un cuarto de la población negra (uno de cada cuatro), un 21.8% de los hispanos (uno de cada cinco) y el 8.3% de los blancos americanos (uno de cada ocho), viven en la pobreza. Es decir, no pueden ni siquiera cumplir sus necesidades básicas de alimentos, vestimenta y vivienda.
La oficina del Censo considera pobres a las familias formadas por cuatro personas que viven con ingresos inferiores a los US$19.971 al año, y a los individuos con ingresos menores a US$ 9.973 anuales.
Más grave aún, el informe de la oficina del Censo indica que un tercio de los que son pobres son niños y que éstos son justamente hijos de afro-americanos, hispanos u otros inmigrantes.
La tasa de pobreza infantil alcanza el 17.6%, o 12.9 millones de niños. De los cuales, el 28.3% pertenece a los hispanos, el 34.5% a los afro-americanos y un 10% a los blancos estadounidenses.
Los datos de la Oficina del Censo no sólo muestran las amplias disparidades que existen entre los grupos étnicos (blancos, negros e hispanos), sino también entre los estados.
Para muestra un botón. El ingreso medio de la población afro-americana asciende a US$30.858 anuales, apenas un 61% del ingreso de los blancos estadounidenses, mientras que en Nueva Jersey, el ingreso medio asciende a US$ 61.672, un 87.2% más que en Mississippi.
Las ciudades más pobres de Estados Unidos son Cleveland (32.4%), Detroit (31.4%) y Miami (28.3%).
¿Por qué hay tantos pobres?: Aunque Estados Unidos es considerado una super potencia. La pobreza, como las cifras lo indican, sigue siendo un problema.
Si bien la economía estadounidense se muestra floreciente, lo cierto es que el reparto ha sido desigual y que no ha generado trabajo e ingresos suficientes para todos.
Según la Oficina de Estudios Laborales, la economía estadounidense creó unos 2 millones de puestos de trabajo no agrícolas en 2005, lo que permitió reducir la tasa de desempleo a su nivel más bajo en cinco años (4.6% o 7 millones de personas).
Pero la expansión del mercado laboral no ha sido uniforme y todavía no se recupera por completo de la recesión económica que sufrió el país en 2001.
Las minorías (afro-americanos, hispanos y adolescentes en busca de trabajo) siguen siendo las menos afortunadas a la hora de encontrar trabajo y eso se traduce en los altos niveles de pobreza entre estos grupos.
Las cifras hablan por sí mismas y no hacen más que mostrar que el sueño americano de una vida próspera y sin problemas económicos, sigue siendo inalcanzable, al menos para algunos estadounidenses, pero más que nada para las minorías, entre ellas, los inmigrantes que un día dejaron su tierra con la ilusión de encontrar una vida mejor.
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