Por Andrea Dufournel / ARGENPRESS CULTURAL
Creía que a mis años ya lo había visto todo, desde dictadores sanguinarios, pseudo democracia, hasta lo que tenemos hoy, la autocomplacencia del gobierno de Piñera.
Se felicitan y premian entre ellos. Hemos visto y oído a su excelencia entregar un bonus track de la cuenta pública del mes de mayo en que ha hecho un resumen de sus logros en estos largos 10 meses de gobierno, mencionados sin ninguna capacidad de autocrítica. Remarcó que el 2010 será un año que nunca olvidaremos, de eso no cabe duda, agregó que: «sin duda éste es un año que nunca olvidaremos, porque ha sido un año en que hemos conocido y experimentado todas las emociones y sentimientos que una persona o un país pueden vivir o experimentar», insistió al término de la presentación audiovisual, subrayando de igual forma que «fuimos golpeados por uno de los peores terremotos en la historia conocida de la humanidad», no dejó de mencionar el rescate minero, obvio si es su caballito de batalla, que le permitió saborear un alza significativa en las encuestas, duró poco, pero alza al fin.
Dentro de sus predicciones para el 2011 manifestó: «este año va a superar el 5%» ¿de crecimiento?; creación de empleos -aseguró que ahora superará «largamente los 300.000»-, lucha contra la delincuencia, erradicación de la pobreza extrema, mejoramiento de la calidad de la salud y educación y modernización del Estado y de la democracia.
Muchas de sus medidas económicas se han hecho apoyándose en las consecuencias de la catástrofe del terremoto de febrero. El gobierno de Piñera fijó una política de reconstrucción, acomodada a las exigencias del FMI y el Banco Mundial, que ordenan a los gobiernos para mantener la economía de los estados nacionales adaptarse a los intereses de los bancos y especuladores.
Nada dijo sobre la huelga de hambre de los comuneros mapuche, con los cuales firmó un acuerdo que en gran parte no ha cumplido; nada dijo, tampoco, sobre la movilización de los empleados públicos, una de las más grandes desde la lucha estudiantil, llamada revolución de los pingüinos, del año 2006. Nada dijo sobre las exoneraciones masivas de que han sido víctimas los empleados fiscales desde que asumió su gobierno, las promesas incumplidas de un gobierno de neo-derecha que apunta a declaraciones efectistas, mediáticas. Cero capacidad de autocrítica, ni menos habló de las promesas incumplidas de su campaña, como la rebaja del 7% que se les descuenta a los jubilados; como la promesa del sueldo ético de 250.000 pesos para todos los trabajadores que pasó a ser sueldo ético familiar y que, en los hechos, no existe.
Recordemos que el sueldo mínimo en Chile es de 172.000 pesos que equivale a 382 dólares mensuales. Vemos claramente que todos los anuncios del gobierno tienen incluida letra chica, es decir todas sus medidas son pensadas y creadas para favorecer a quienes tienen menos, son solidarios, según el, pero nunca tan solidarios como para perjudicar a sus amigos empresarios.
Lo preocupante es que lo que anuncia para el 2011, si leemos entre líneas, apunta a concretar la privatización definitiva de la salud y la educación pública y cuando habla de modernización del Estado debemos saber que, modernización, para la derecha es reducir el Estado a su mínima expresión.
Sin desconocer que la concertación comenzó con las privatizaciones, el gobierno de Piñera le está poniendo la lápida a todo lo que pudiera quedar en manos del Estado como es el caso del agua potable de un 35.7%, porcentaje que permite subsidiar a los consumidores de menores ingresos que no pueden pagar, que pretende vender como un regalo a quienes ya lo tiene en sus manos. ¿Cómo lo harán una vez que esto se concrete?, dicen que generará más puestos de empleo, pero ¿qué calidad de empleos?, ¿con subcontratación?
Ven la solución a la delincuencia en mayor represión sin abordar de frente el problema y reconocer que es el sistema neoliberal el que genera desigualdades tan profundas que la delincuencia es uno de sus logros, junto a la mala calidad de la educación, la malnutrición, la segregación y las profundas desigualdades. Son el resultado de un sistema inhumano, perverso creado por quienes se asombran al ver a un actor vestido de mendigo y que jamás han olido la pobreza, jamás la han mirado a los ojos, no saben cuanto duele.
Pretende, en sus discursos, profundizar la democracia, democracia que se sustenta en una Constitución heredada de la dictadura y que no tienen ninguna intención de cambiar.
No podemos olvidar que los gobiernos de derecha, más aún cuando el presidente es empresario, toma medidas como si estuvieran invirtiendo en la bolsa o manejando alguna de sus empresas y lo que es peor, las medidas se toman para favorecer a quienes contribuyeron en sus campañas… hay que devolver la mano en desmedro de los intereses de quienes le compraron su discurso entre mesiánico y absurdo, en los hechos, debe demostrar que es capaz de respetar la democracia y los derechos humanos en los momentos difíciles, permitiendo que el pueblo se manifieste en la calle sin el temor de ser reprimidos.
En este sentido, quizá sea muy pronto para afirmar que existe una nueva derecha capaz de defender y respetar los intereses y valores de una democracia que, durante años los militares nos arrebataron con las armas.
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