El golpe en la mejilla / La mirada y su lágrima

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EL GOLPE EN LA MEJILLA

«El erotismo con Melpómene consiste en y, bien pudiera decirlo, George Bataille, enseñarnos que tras la máscara hay algo 'diabólico', no el placer, la falta de Dicha; la máscara trágica de la Musa es la existencia frustrada, el olvido del Ser de la Dicha y el placer. Visto así, el papel del erotismo ante ella, con ella y por ella, es devolverle su capacidad para la dicha mientras se le quita el puñal de la mano para que ni lo utilice contra sí misma ni contra quienes la rodean»: Carlos López Dzur

No me gustan las miradas
que agreden cuando pululan
los lugares oscuros... no me gustan
aunque sean ya tristes, ya conformes
porque ya no comprendan o seon irracionales,
cansadas por galas de escandalosa violencia.

Desconfío de los que deciden
ser en todo, violentos,
profetas de conciencia heroica-trágica.

Puede que el punto culminante de acción,
lo externa e indeseadamente no lo calla,
pero también lo cargan descriptivamente
en la mirada,
perpetuándolo, temiéndolo,
preservándolo.

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La mirada y su lagrima

Por eso prefiero a quienes ponen
la mejilla al evento que les reta,
algo ya comprenden,
cuota de dolor
y también distribuyen y admiten
sin las horrendas dosis,
algo ya conveniente, paciencia
y después de lo trágico y tóxico
ki presentan a sus ojos.

Por eso no desesperan... y, por ello,
dan la otra mejilla, la más fuerte,
y los elijo, me paso a sus filas
donde lo tenso se muere...

El amor no juega extremamente
con la muerte; sabe lo que duele
el golpe en la mejilla
y sabe lo que consuela una lágrima
una vez ya caída y procesada...

Y es la mirada cristalina, limpia al fin,
la más limpia, la más fuerte,
única desautorizante del horror,
destensionada y armonizadora.

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La conciencia trágica

«La máscara trágica presenta su mundo severamente infeliz y amargo, tanto que en ese mundo puede haber crimen y autodestrucción. Entre representaciones iconogróficas de la musa de Melpómene una es con el puñal ensangrentado en su mano»: Carlos López Dzur

Feo, experimentarse perversamente
en lo que no se comprende; misería es
presentir la no-inocencia del rechazo.

Trágico es sentirse perverso,
inverso, suplantado, incapaz de levantarse
después que alguno otro se impuso
torvamente caprichoso, y echó por tierra
esperanza, conocimiento, armonía...

No me gusta quien no mira de frente
cuando está ante otros
que no tensan así los ojos.
Por el contrario, llaman y bendicen
ante la trágica inminencia en lo posible.

De «La Revolución profunda» / Carlos López Dzur
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