FACEBOOK / Carlos López Dzur / Diálogo Digital / UPR / Revista TRIPLOV de Artes, Religiões e Ciências / Amor a la Vida / Youtube / Carlos López Dzur: Indice / Teoría de la sustentabilidad / El Vigilante y la Consciencia (Frags. 3 al 7) / Homenaje a Hebe / Vuelo de las Grullas / Kool Tour Activa / Letras Under / Revista / Revista Sequoyah #82 / Microrrelatos / Carlos Lopez en PR / La Naranja de OC / Ahamkara / Sadhana / ArgenPress / La casa y la Invasión de 1898 / LIBROSComo parte de una controvertida reforma a la Justicia (que produjo un amago de choque entre el Ejecutivo con la Corte Suprema y el Consejo del Estado) [1], el gobierno de Juan Manuel Santos incluyó, a última hora, entre gallos y media noche, un artículo que «establece la presunción de que los delitos cometidos por policías y militares corresponden a actos de servicio y serán conocidos sólo por la justicia penal militar, salvo puntuales excepciones» [2].
El artículo decía textualmente: «En todo caso, se presume la relación con el servicio en las operaciones militares y procedimientos de la Policía Nacional. En estas situaciones, cuando haya lugar al ejercicio de la acción penal, la misma se adelantará por la Justicia Penal Militar y Policial”. Según el Ministro de Defensa Pinzón, es necesario para proporcionar 'mayor seguridad jurídica' (¿impunidad?) a la tropa en su guerra contrainsurgente. Aun cuando la impunidad sea altísima en Colombia, sobre todo en lo relativo a crímenes de Estado (los cuales bordean el 98%), este artículo no oculta su pretensión de volverla absoluta, haciendo aún más vulnerable a la población de lo que ya es.
Mientras tanto, la guerra sucia continúa con su inercia de seis décadas. Bombardeos indiscriminados en Chaparral; envenenamiento con glisofato de las poblaciones en el Chocó y en el Bajo Cauca Antioqueño; descuartizamientos, masacres y violaciones en Guapi, en el Sur de Bolívar, en Nariño, realizados por paramilitares en perfecta connivencia con el Ejército y la Policía; cercos paramilitares en Curvaradó y Jiguamiandó; secuestro y asesinato de civiles para presentarlos como «falsos positivos»; estrategias como la red de cooperantes que en las propias palabras del informe de la CNAI «parecieran más encaminadas a destruir cualquier tipo de organización social que intente prosperar en la zona» [40].
Ya lo dijimos: no se puede ganar la guerra sucia con armas limpias. ¿Nos puede sorprender la desmoralización de una tropa enfrentada de manera sistemática a esta clase de prácticas degradadas? Que no se culpe, pues, a los jueces.
Rebelion. Santos luz verde para la guerra sucia en Colombia.
En REBELIóN
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