Friday, October 4, 2013

Fascismo: pasión de multitudes



Fascismo: pasión de multitudes

Por Alfredo Grande (APE)

El filósofo Wilhem Reich que tuvo el doble honor de ser expulsado de la Internacional Psicoanalítica y del Partido Comunista, colocó una inquietante afirmación: las masas alemanas deseaban al fascismo. Si hay amores que matan no es extraño que haya deseos que exterminen. La cuestión sigue siendo entender los mecanismos por los cuales la cultura represora inocula la crueldad destructiva desalojando no solamente la ternura sino también la violencia. El tabú de la violencia es uno de los recursos de la cultura represora para desarticular todo intento de enfrentar y resistir sus designios de exterminio.

Si la violencia es partera de la historia, o sea, permite el nacimiento, la crueldad es el aborto de todas las historias. La crueldad es violencia contrarrevolucionaria. Pero al condenar la violencia en sí misma, sin adjetivos, el objetivo logrado es anestesiar todo anhelo de libertad. E imponer lo más opuesto a toda forma de libertad que es la hegemonía del mandato. Sostenido desde un Poder Absoluto que no solamente no cree en lágrimas, sino para el cual la Justicia es apenas imponer su Ley. Ocultando y encubriendo el carácter clasista desde donde se sostiene. La crueldad individual es sancionada. No siempre porque la impunidad tiene cara de hereje.

La denominación de “violencia de género” en realidad designa la “crueldad de género”. Quemar viva a una mujer por el solo hecho de serlo, es un genocidio sin importar la cantidad de mujeres involucradas. La impunidad absoluta de la Inquisición no puede ser sostenida por un individuo aislado. Aunque esto no descarta que otras formas de impunidad también se mantengan por la matriz patriarcal de nuestra cultura.

Patrimonio del Estado


Pero el monopolio de la crueldad con absoluta impunidad solo es patrimonio del Estado. En el Terrorismo de Estado esta crueldad está en la superficie. En las formas conocidas como Estado de Derecho la crueldad encuentra pliegues y repliegues que hacen que porque los ojos no ven, algunos corazones ya no sienten. Un ejemplo paradigmático de Crueldad de Estado es el hambre. Que además de ser un crimen, tiene el dudoso honor de ser el más cobarde y miserable de los crímenes. Por eso es necesario entender porque la cultura que aborrece de la violencia, sin embargo se anestesia frente a la crueldad.

Es la misma cultura que abomina de la guerra, pero tolera las diferentes formas de exterminio. Considerando que la paz es en sí misma algo justo. Ignora o esconde que la pax romana es la trampa del conquistador para que el oprimido no se rebele. La guerra es justa cuando es la respuesta cultural, política y/o armada a una política de exterminio. El Guetto de Varsovia le declaró la guerra al Tercer Reich. La crueldad absoluta del nazismo fue enfrentada por las y los que no aceptaron la muerte decretada desde afuera. Resolvieron enfrentar la muerte decidida desde el adentro de sus deseos más profundos de libertad. Desear el fascismo es decir que puede haber un deseo de crueldad. Las evidencias son contundentes, aunque siempre son justificadas al calificarlas de aberraciones, perversiones, desviaciones. El deseo de crueldad es intolerable para las concepciones humanistas porque contradicen todos los argumentos sobre la bondad. Y la trampa está bien armada para que nadie pueda escapar.

La trampa es intentar entender la crueldad, el absoluto mal, desde una disposición individual. Psicologizar la crueldad es estéril y suicida. “El cruel que me arranca el corazón con que vivo” al decir del poeta de la revolución cubana, Jose Martí, no es el aberrante efecto de un alma extraviada. La crueldad sólo es soportada cuando es el mandato de una jerarquía que no se debe cuestionar. La jerarquía es una forma de construir la subjetividad de una época. Tentado estoy de decir de todas las épocas. Faraones, reyes, führer, patrones, dictadores, tiranos, presidentes de facto, eternas reelecciones, etc. Incluso se verifica en colectivos pequeños, como un consorcio que no puede enfrentar al administrador.

Razón y Justicia


Lo jerárquico en el marco de la cultura represora es la única fuente de razón y justicia. Razón y Justicia en su caricatura más grotesca, como bien sabemos cuando el fascismo que se hace llamar autoritarismo comienza a crecer. Recuerdo la obra teatral de Bertold Brecht “La resistible ascensión de Arturo Ui”. Un jerarca puede ser muy útil para las ambiciones ocultas de los demócratas pacifistas. El sociópata de turno es funcional a los burócratas de las democracias corruptas. Hasta que adquiere suficiente poder, es decir, total influencia sobre las masas, como para arrasar con la castas dirigenciales en las que se apoyaron. El fascismo es el experimento cultural más exitoso para naturalizar las jerarquías. Derecho natural, derecho divino, líder natural, idealizaciones extremas, jefaturas por siempre, y diversas formas de sostener la eternidad y la herencia de los y las jerarcas. Incluso el votar que es la capacidad de elegir, se convierte en un ritual inercial donde se usan todos los trucos y engañifas para que todas las urnas conduzcan a Roma. No importa quien esté en Roma.

La denominada mayoría automática es una de las formas berretas de sostener la Jerarquía. Desde ya, hay otras peores. Pero lo grave sucede cuando se cruzan la democracia con la jerarquía. Como no es posible democratizar la Jerarquía, lo inevitable es que se convierte en Jerárquica la democracia. La gobernabilidad tan deseada muestra este mecanismo. Es apenas reinar con la apariencia de gobernar. Sostener la Jerarquía bien vale una misa, o dos, o tres. Las jerarquías emblemáticas que Freud denominó masas artificiales son las del Ejército y las de la Iglesia.

Cruz y espada

La cruz y la espada, la espada y la cruz han sostenido durante siglos, por las malas o por las pésimas, la veneración absoluta, el sometimiento total a las jerarquías de turno. Esos turnos pueden durar décadas y mas también. Masas formateadas desde la Jerarquía no pueden menos que desear a su creador. Aunque sea un creador cruel. Este deseo tiene doble fundamento. El Terror y el Amor. Pareja siniestra que impide que incluso el que no está libre de pecado, se frene de tirar las primeras piedras. Y las últimas.

La crueldad de la lapidación es mayor en tanto es una crueldad colectiva. Legal y legítima. Que la crueldad sea legal y tenga legitimidad es el mayor triunfo de la Jerarquía. Como ya dije, la Inquisición, brazo torturador de la Iglesia, fue el equipamiento mejor logrado hasta ahora en la historia de la humanidad. Lo que se opone a la Jerarquía no es la horizontalidad, sino la asimetría. En ésta se mantiene un potencial vincular de intercambio. Las asimetrías son funcionales y cambiantes. Permiten el crecimiento y el aprendizaje. Insistir con una chata horizontalidad lo único que propicia es el retorno de las jerarquías más reaccionarias. Pero la asimetría implica al sujeto desde su fundante. No puede sólo mirar para arriba o sólo para el costado o sólo para abajo. Tendrá que mirar a todos los lados, dependiendo de la situación concreta.

Todos sabemos y podemos enseñar algo. Y todos podemos ser alumnos de todos. Alumno significa: “el que está dispuesto a aprender”. Y para aprender otros deseos, necesitamos enseñar otros deseos. Y para enseñarlos, de alguien tendremos que aprenderlos. Cuando todos nos demos cuenta que todos somos “nuestros mejores alumnos”, las masas nunca más desearán al fascismo. Y no será la pasión de multitudes.

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